Nuevamente llegamos hasta usted para compartir algo mas del interesante tema que estamos desarrollando “La obra de Jesucristo después de su ascensión, por medio del Espíritu Santo” en contados instantes David Logacho estará frente a este micrófono para seguir compartiendo con nosotros este estudio.
I. Introducción. Saludos y bienvenida. Estudio del libro de Hechos en la serie: La obra de Jesucristo después de su ascensión, realizada por medio del Espíritu Santo. En nuestro último estudio bíblico, vimos que luego del minucioso informe que dio Pedro sobre los eventos que tuvieron lugar en Cesarea, la iglesia en Jerusalén aceptó el hecho que gentiles también son bienvenidos a formar parte de la iglesia. Los creyentes judíos glorificaron a Dios y dijeron: ¡De manera que también a los gentiles ha dado Dios arrepentimiento para vida! Pero la inclusión de gentiles en la iglesia de Cristo no era la única sorpresa. Otra sorpresa era el hecho que Dios estaba levantando un nuevo centro de operaciones, desde el cual se iba a saturar con el mensaje del evangelio el mundo conocido de su época. Me refiero a la iglesia en Antioquía. Poco a poco la iglesia en Jerusalén va pasando a un plano secundario mientras la iglesia en Antioquía va adquiriendo mayor importancia. Sobre esto trata el estudio bíblico de hoy. Si tiene una Biblia a la mano ábrala en Hechos 11 a partir del versículo 19.
II. Lo primero que notamos es el origen de la iglesia en Antioquía. Hechos 11:19-21 dice: Ahora bien, los que habían sido esparcidos a causa de la persecución que hubo con motivo de Esteban, pasaron hasta Fenicia, Chipre y Antioquía, no hablando a nadie la palabra, sino sólo a los judíos. Pero había entre ellos unos varones de Chipre y de Cirene, los cuales, cuando entraron en Antioquía, hablaron también a los griegos, anunciando el evangelio del Señor Jesús. Y la mano del Señor estaba con ellos, y gran número creyó y se convirtió al Señor.
Lucas da un giro a su relato histórico y fija su atención a lo que estaba sucediendo en Antioquía. Esta ciudad ubicada a orillas del río Orontes, como a unos 480 Km. al noroeste de Jerusalén, era la capital de la provincia romana de Siria. En población era la tercera ciudad del imperio romano, después de Roma y Alejandría, con alrededor de medio millón de habitantes. Era uno de los centros cosmopolitas del mundo de entonces y un centro comercial, teniendo como puerto a Seleucia, a no más de 25 Km. Sucede que a raíz de la muerte por apedreamiento de Esteban y la subsiguiente persecución a la iglesia en Jerusalén, algunos creyentes que fueron esparcidos llegaron a Fenicia, país a lo largo de la costa mediterránea al noroeste de Jerusalén, aproximadamente donde hoy se ubica el país de Líbano. Otros llegaron a Chipre, la gran isla en el Mediterráneo y otros tantos llegaron a la ciudad de Antioquía en Siria. Una vez que estos creyentes se establecieron en estos lugares comenzaron a predicar el evangelio sólo a los judíos. A esas alturas de la existencia de la iglesia de Cristo, los creyentes judíos todavía pensaban que los judíos eran los únicos que podían tener el privilegio de ser parte de la iglesia de Cristo. Sin embargo, entre los creyentes que fueron dispersados hubo algunos que originalmente eran de Chipre y de Cirene, quienes al pasar por Antioquía, seguramente les gustó la ciudad y se quedaron allí por un tiempo. Mientras estaban en la ciudad de Antioquía comenzaron a predicar el evangelio del Señor Jesús a los griegos, esto significa a personas que no eran judías sino gentiles. El Señor mismo estaba con estos discípulos y en consecuencia un gran número de gentiles creyó y se convirtió al Señor. Una vez convertidos, los creyentes gentiles deben haber comenzado a reunirse en el nombre del Señor Jesucristo. Había nacido la iglesia en Antioquía. En segundo lugar tenemos la visita de Bernabé a la iglesia en Antioquía. Hechos 11:22-24 dice: Llegó la noticia de estas cosas a oídos de la iglesia que estaba en Jerusalén; y enviaron a Bernabé que fuese hasta Antioquía. Este, cuando llegó, y vio la gracia de Dios, se regocijó, y exhortó a todos a que con propósito de corazón permaneciesen fieles al Señor. Porque era varón bueno, y lleno del Espíritu Santo y de fe. Y una gran multitud fue agregada al Señor.
Debe haber habido bastante comunicación entre las iglesias fuera de Jerusalén con la iglesia en Jerusalén. Esto permitió que la iglesia en Jerusalén esté bien informada de lo que estaba pasando en la iglesia en Antioquía en cuanto a la conversión de ese gran número de gentiles. Como era de esperarse, al saberlo, la iglesia en Jerusalén envió a Antioquía a un fiel discípulo, llamado Bernabé. Este era el mismo creyente levita, natural de Chipre, cuyo nombre original era José, quien vendió su propiedad y entregó todo el producto de la venta a la iglesia de Jerusalén, según Hechos 4. El nombre que los apóstoles dieron a José fue Bernabé, nombre que significa Hijo de consolación. Esto habla del carácter de Bernabé. Cuando Bernabé llegó a Antioquía, vio la gracia de Dios manifestada en la salvación de un gran número de gentiles y esto trajo mucho gozo a su corazón. En consecuencia se limitó a exhortar a todos los creyentes a que con propósito de corazón permanezcan fieles al Señor. Bernabé no tenía duda alguna en cuanto a que la salvación de los gentiles era obra de Dios y no de los hombres. Esta actitud de Bernabé estaba de acuerdo con su carácter como hombre de Dios. Lucas nos da tres cualidades del carácter de Bernabé. Número uno, era bueno. Número dos, estaba lleno del Espíritu Santo. Número tres, estaba lleno de fe. Ya quisiéramos que esto se diga también de nosotros. Como resultado de la visita de Bernabé a la iglesia en Antioquía, una gran multitud fue agregada al Señor. En tercer lugar tenemos la incorporación de Saulo a la iglesia en Antioquía. Hechos 11:25-26 dice: Después fue Bernabé a Tarso para buscar a Saulo; y hallándole, le trajo a Antioquía. Y se congregaron allí todo un año con la iglesia, y enseñaron a mucha gente; y a los discípulos se les llamó cristianos por primera vez en Antioquía.
Por ser una persona tan buena, y llena del Espíritu Santo y de fe, Bernabé detectó que algo que hacía mucha falta en la iglesia en Antioquía era una sana y sólida enseñanza de la doctrina de los apóstoles. Berbabé debe haber orado al Señor sobre esta necesidad y debe haber sido el Señor mismo quien instruyó a Bernabé a buscar a Saulo. Así que Bernabé fue a Tarso, donde estaba Saulo, y Dios debe haberle guiado a encontrar a Saulo en una gran ciudad. Lucas no da muchos detalles sobre el encuentro de Bernabé con Saulo sino que se limita a registrar que Bernabé trajo a Saulo a Antioquía. El respeto que la iglesia en Antioquía tenía hacia Bernabé, hizo que acepte sin problemas a Saulo. Bernabé y Saulo se congregaron con los hermanos de la iglesia en Antioquía por más de un año y durante ese tiempo enseñaron la palabra de Dios a mucha gente. La iglesia en Antioquía era como un instituto o un seminario bíblico, donde Bernabé y Saulo enseñaban a los hermanos en la fe la palabra de Dios. Lucas prosigue diciendo que a los discípulos se les llamó cristianos por primera vez en Antioquía. Interesante que el apelativo de cristianos no se aplicaba a cualquier persona, sino únicamente a los discípulos. Un discípulo es uno que está aprendiendo a los pies de un maestro. En esos tiempos, todos los creyentes eran discípulos. Todos los creyentes estaban aprendiendo la doctrina bíblica a los pies de un maestro. No había creyentes que rehusaban ser discipulados. El apelativo cristiano aparece solamente tres veces en el Nuevo Testamento, aquí en Hechos 11:26, luego en Hechos 26:28 y finalmente en 1 Pedro 4:16. Cristiano fue un término peyorativo para designar a los discípulos de Cristo. El término significa un Cristo en pequeño o también uno que pertenece al partido de Cristo. Tuvo que pasar un buen tiempo hasta que el término cristiano deje de tener esa connotación peyorativa y pase a ser lo que es hoy, un término honroso para hablar de un discípulo de Cristo, de uno que se ha vuelto del pecado, que ha confiado en Cristo como Salvador y que ha recibido la salvación por gracia. En cuarto lugar tenemos la ayuda que prestó la iglesia en Antioquía. Hechos 11: 27-30 dice: En aquellos días unos profetas descendieron de Jerusalén a Antioquía. Y levantándose uno de ellos, llamado Agabo, daba a entender por el Espíritu, que vendría una gran hambre en toda la tierra habitada; la cual sucedió en tiempo de Claudio. Entonces los discípulos, cada uno conforme a lo que tenía, determinaron enviar socorro a los hermanos que habitaban en Judea; lo cual en efecto hicieron, enviándolo a los ancianos por mano de Bernabé y de Saulo.
A esas alturas de la vida de la iglesia, cuando todavía no estaba completa la Biblia, los profetas tenían un ministerio muy amplio, no sólo proclamando la palabra ya revelada de Dios sino también haciendo nuevas revelaciones. Este fue el caso de Agabo, un profeta de la iglesia en Jerusalén quien fue a Antioquía. En algún momento, Agabo tomó la palabra y daba a entender por el Espíritu que vendría una gran hambre a la tierra habitada. Esto se cumplió en el tiempo de Claudio. Claudio fue emperador romano del 41 al 54 d.C. Durante este periodo hubo varias épocas de hambre, una de las cuales, alrededor del año 46 d.C., afectó seriamente a Judea.
La iglesia en Antioquía se puso en movimiento para aliviar la situación de los hermanos en Judea en general y Jerusalén en particular. Todos los discípulos en Antioquía dieron conforme a lo que tenían para ayudar a los hermanos en necesidad. La ofrenda llegó a manos de los ancianos de la iglesia en Jerusalén por medio de Bernabé y Saulo. Hermoso ejemplo de interés por otros no sólo en lo espiritual sino también en lo material. Esta es la primera vez que aparece la palabra ancianos y se refiere a hermanos maduros en la fe que tenían puestos de autoridad en la iglesia. Siempre había más de uno en cada iglesia. A partir de este momento, la iglesia en Antioquía se convertirá en un centro de operaciones desde el cual se va a llevar el evangelio a todo el mundo conocido de su época.
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