Saludos cordiales amable oyente. Bienvenido o bienvenida al estudio bíblico de hoy con David Logacho. Dentro de la serie titulada La Vida Auténticamente Cristiana, en esta ocasión estudiaremos acerca de la importancia de la oración.
En cierta ocasión, William Carey fue recriminado por gastar tanto tiempo en oración, al punto de descuidar su floreciente negocio de fabricar los famosos zapatos de Carey.
En respuesta, Carey dijo: Las súplicas, acciones de gracias e intercesión son mucho más importantes que acumular riqueza en esta vida. Luego añadió: La oración es mi verdadero negocio. Hacer zapatos es solamente un trabajo suplementario que me ayuda a cubrir mis gastos.
El Señor honró la vigorosa fe de Carey, porque con el tiempo llegó a ser un gran misionero. Un instrumento utilizado poderosamente por Dios en la India, y Burma.
Estamos hablando de oración porque la oración es otra característica de la vida auténticamente cristiana. La oración es la manera como el hijo de Dios se comunica con su Padre celestial. La mejor forma de conocer a un amigo es pasando tiempo con él, hablando con él.
De igual manera, la mejor forma de conocer a Dios es por medio de pasar tiempo con él en oración, hablando con él.
En esencia, la oración es simplemente hablar con Dios. No debemos tener temor de acercarnos a él. Dios acepta nuestras oraciones y las contesta conforme a su voluntad.
Alguien se ha dado el trabajo de contar las oraciones en la Biblia, y ha encontrado que existen 667, pero lo interesante es que esta misma persona ha encontrado que también en la Biblia existen 454 oraciones contestadas. Es decir que la Biblia es un libro de oración y tanto su lectura como la oración van de la mano.
Cuando hablamos de oración, vienen a la mente algunas preguntas, las cuales me gustaría responderlas a la luz de la palabra de Dios.
La primera pregunta: ¿Qué es la oración? Pues es como hablar con un gran amigo, en realidad con el mejor amigo. Orar no es repetir frases aprendidas de memoria. Orar no es tomar las palabras de otro para repetirlas sin siquiera pensar en lo que estamos diciendo.
Jesús mismo refutó esta práctica cuando según Mateo 6:7 dijo: “Y orando, no uséis vanas repeticiones, como los gentiles que piensan que por su palabrería serán oídos.” Así que, al orar hable con Dios como cuando habla con alguien hacia quien tiene mucha confianza. Converse con Dios. A Dios le agrada este tipo de comunicación. No piense jamás que para orar debe utilizar necesariamente las palabras grandilocuentes que usan los entre comillas “expertos” en la vida cristiana. Dios aprecia la oración sencilla, con palabras sencillas.
Otra pregunta sería ¿Cuándo debo orar? Algunos han sugerido que se debe orar tres veces al día, antes del desayuno, antes del almuerzo, y antes de la cena. Bueno, está muy bien orar antes de servirse los alimentos, pero la vida de oración no se debe limitar sólo a eso.
Por algo será que la palabra de Dios dice en 1ª Tesalonicenses 5:17 “Orad sin cesar.” Esto significa que todo tiempo es buen tiempo para orar.
En realidad habla de adquirir el hábito de orar. La oración debería ser como el respirar. Algo que lo hacemos automáticamente. Nadie se pone a debatir si debe respirar o no. Nadie puede decir: Muy bien, he decidido que hoy no voy a respirar. Jamás lo haría. La respiración es algo natural al ser humano. Lo hacemos automáticamente.
Igual debería ser la oración para el hijo de Dios. Debería ser algo automático, algo que no nos detenemos a pensar si deberíamos hacerlo o no deberíamos hacerlo, sino lo que lo hacemos de forma natural, en todo momento y en toda ocasión.
Hablando de ocasiones, no pensemos que debemos orar sólo cuando estamos en problemas o sólo cuando estamos por decidir algo importante. Recuerde que para Dios, aun el asunto más trivial es un asunto muy importante. Así que ore al Señor antes de comenzar su día, antes de comer, antes de salir de casa, antes de tomar el autobús, antes de comenzar a trabajar, durante el tiempo que esté trabajando, al salir del trabajo, al llegar a casa, antes de dormir.
Todo tiempo es buen tiempo para orar. Quizá estará pensando que si aplica este principio de oración a su vida, tendrá que pasar la mayor parte del día con los ojos cerrados. Pero no es ese el caso. Cuando las circunstancias lo permiten es bueno cerrar los ojos para orar, de modo que podamos concentrarnos mejor en lo que estamos hablando con el Señor, pero si las circunstancias no se lo permiten, no es indispensable que cierre los ojos para orar.
No vaya a cerrar los ojos al orar mientras está conduciendo un auto. Pero puede orar con sus ojos bien abiertos. Puede decir a su Padre, en voz alta o mentalmente: Señor te amo. Señor te necesito. Señor, permite que durante este día sea de bendición para otros. Señor ayúdame a glorificar tu nombre en todo lo que haga.
Todo tiempo es buen tiempo para orar, pero no descuide separar un tiempo en su día de actividades para dedicarlo exclusivamente a la oración. Quizá el mejor tiempo sea muy temprano a la mañana, antes de comenzar sus actividades diarias. Adopte la sana costumbre de tomar al menos unos treinta minutos para leer una porción de la Biblia y hablar con Dios acerca de lo que Dios le ha hablado por medio de su palabra. Le garantizo que esta práctica traerá abundante crecimiento a su vida espiritual.
Otra pregunta acerca de la oración sería ¿Cómo debo orar? Ya lo hemos dicho. Orar es como hablar con un excelente amigo. No hace falta un vocabulario especial. No hace falta ser elocuente. No hace falta decir cien palabras cuando podemos decir lo mismo con diez.
Martín Lutero solía decir: Mientras menos palabras, mejor la oración. Lutero no estaba sugiriendo que las oraciones deben ser siempre cortas. Lo que estaba diciendo es que una oración sincera que usa sólo unas pocas palabras es mejor que una oración insincera que usa muchas palabras. Piense bien antes de orar.
La mayoría de los creyentes enfocan su oración en las circunstancias. Su oración es más bien la recitación de una lista de pedidos así como cuando uno hace la lista de pedidos al dependiente de un almacén. Quiero esto, quiero esto otro, quiero aquello. Pero no nos damos cuenta que Dios controla las circunstancias para moldear nuestro carácter.
En lugar de pedir que Dios cambie nuestras circunstancias, deberíamos pedir que Dios cambie nuestro carácter. La próxima vez que ore, recuerde este principio. Si por ejemplo, se halla en una aguda dificultad económica, o en algún problema de salud, no vaya directamente a Dios demandando de él dinero y salud. Piense antes de orar. Por algún motivo, Dios ha permitido que Usted se halle en esas circunstancias.
En su oración diga a Dios: Yo confío en ti. Gracias por estas pruebas que me has mandado. Estoy seguro que tú quieres enseñarme lecciones importantes para mi vida por medio de estas pruebas. Quiero aprender esas lecciones.
Si Usted tiene esta actitud al orar, Dios mismo le mostrará lo que quiere enseñarle y cuando Ud. haya aprendido la lección, Dios mismo se encargará de sacarle del fuego de la prueba. No busque su propio interés en la oración. No busque su propia comodidad. Ponga los intereses de Dios en el primer plano. Si ha pecado, confiese ese pecado y apártese de ese pecado. Así estará a cuentas con Dios. Él aborrece el pecado.
Luego tome un tiempo para adorar su nombre, para alabar su nombre. Si quiere cantarle algún himno de adoración está bien. Luego exprese sus pedidos recordando que lo más importante es que Dios cambie su carácter y no que Dios cambie sus circunstancias.
Por último exprese a Dios su gratitud por todo lo que Dios ha hecho en su vida, aun por las cosas que todavía no ha hecho, pero que por fe, sabe que las va a hacer.
Hemos contestado a las preguntas: ¿Qué es la oración? ¿Cuándo debo orar? Y ¿Cómo debo orar?.
Por último, me gustaría hacer un desafío. Usted es un hijo de Dios, la vida auténticamente cristiana está caracterizada por la oración. ¿Qué tal si a partir de hoy, Usted comienza a tomar en serio la oración en su vida? A lo mejor Usted me dirá que le gustaría hacerlo, pero tiene duda en cuanto a cumplir su palabra. Si es así, Usted debe saber que tiene la ayuda de Cristo Jesús en persona.
Juan 14:13-14 dice: “Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré”.
Además de la ayuda del Hijo, Usted tiene a su disposición la ayuda del Espíritu Santo. Romanos 8:26 dice: “Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles.”.
Bueno, con este tipo de ayuda en la oración. ¿Quién puede sentirse solo al orar? Sólo es cuestión de su voluntad amable oyente. Hoy mismo decida ser un hombre o una mujer de oración. Es una característica de la vida auténticamente cristiana. Si Usted ora sólo antes de las comidas, está privándose del oxígeno para su vida espiritual. Cuidado se sofoque.
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