Es motivo de gran gozo compartir este tiempo con Usted. Bienvenida o bienvenido al estudio bíblico de hoy. Esta serie ha sido titulada: Gálatas, la Carta de Emancipación de la Iglesia. En esta oportunidad, estudiaremos acerca de la imposibilidad de ser salvos mediante el cumplimiento de la ley de Moisés o mediante las obras en general.
Prosiguiendo con nuestro estudio del libro de Gálatas, llegamos al capítulo 3, versículos 10 a 14. El contexto de este pasaje bíblico tiene que ver con el hecho que los de la fe, o los que reciben la justificación por la fe, son bendecidos con el creyente Abraham. La pregunta sería entonces: ¿Y qué pasa con los que no son de la fe? Es decir con las personas que piensan que pueden ser justificadas por medio de cumplir con la ley de Moisés, o por medio de las buenas obras en general. Bueno, la Biblia da una clara respuesta a esta pregunta. La Biblia dice que estas personas están inmersas en la maldición de la misma ley. La Biblia dice que estas personas están imposibilitadas de obtener la justificación, y la Biblia dice que estas personas están impedidas de alcanzar la bendición de Abraham. Permítame explicarle en detalle. Primero, una persona que piensa que puede ser justificada por cumplir con la ley de Moisés está inmersa en la maldición de la misma ley de Moisés. Gálatas 3:10 dice: “Porque todos los que dependen de las obras de la ley están bajo maldición, pues escrito está: Maldito todo aquel que no permaneciere en todas las cosas escritas en el libro de la ley, para hacerlas” Cuando este texto habla de que los que dependen de las obras de la ley para ser justificados están bajo maldición, no está diciendo que la ley de Moisés haya sido mala. Lo que está diciendo es que la misma ley de Moisés pone bajo maldición a quien no obedece sus preceptos. Esta maldición se resume precisamente en lo que dice Ezequiel 18:4 donde leemos: “el alma que pecare, esa morirá.” La maldición de la ley resulta en muerte para el transgresor de la ley. Si Usted amigo oyente, depende del cumplimiento de la ley de Moisés o de las buenas obras en general, para ser justificado por Dios o para ser salvo, Usted está bajo maldición. Porque la ley de Moisés dice textualmente: Maldito todo aquel que no permaneciere en todas las cosas escritas en el libro de la ley para hacerlas. Note que la ley de Moisés no admite obediencia parcial sino obediencia total y absoluta. Esto se confirma por lo que dice Santiago 2:10-11 donde leemos: “Porque cualquiera que guardare toda la ley, pero ofendiere en un punto, se hace culpable de todos.” Allí lo tiene mi amiga, mi amigo. La ley demanda perfección absoluta. Esto es como estar colgado por una cadena de varios eslabones por encima de un precipicio. Con solo un eslabón que se rompa, no importa cuál sea, Usted caerá a lo profundo del precipicio. No hace falta que se rompan todos los eslabones para que Usted se caiga. Igual es con la ley de Moisés, con solo algún precepto de la ley de Moisés que Usted alguna vez haya incumplido, Usted ha caído ya al precipicio y por eso la Biblia dice que todos los que dependen de las obras de la ley están bajo la maldición de la misma ley. Quizá Usted estará perplejo pensando. ¿Entonces para qué fue dada la ley de Moisés, si ninguno está en capacidad de cumplirla para ser justificado o declarado justo por Dios? Bueno, la ley de Moisés fue dada para que el hombre reconozca cuán pecador es y cuan imposibilitado está para cumplir con las demandadas de Dios. Romanos 3:20 dice: “porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado” La ley es como un espejo de cuerpo entero que muestra sin distorsión alguna a quien se mira en él. La ley muestra de cuerpo entero el estado espiritual del ser humano. Le muestra que es pecador por naturaleza. Le muestra que no puede cumplir con las elevadas normas de Dios. Le muestra también que la única manera de que el hombre sea declarado justo por Dios es por medio de la intervención directa de Dios transformando al pecador condenado en pecador redimido. De modo que, una persona que piensa que por cumplir con la ley de Moisés puede ser justificada por Dios está inmersa en la maldición de la misma ley de Moisés. En segundo lugar, una persona que piensa que por cumplir con la ley de Moisés puede ser justificada por Dios está imposibilitada de obtener la justificación. Gálatas 3:11-12 dice: “Y que por la ley ninguno se justifica para con Dios, es evidente, porque: El justo por la fe vivirá; y la ley no es de fe, sino que dice: El que hiciere estas cosas vivirá por ellas.” Es inútil intentar ser declarado justo por Dios mediante el cumplimiento de la ley de Moisés, porque Pablo dice que por el cumplimiento de la ley de Moisés, ninguno se justifica para con Dios. Parte de la naturaleza pecaminosa del ser humano es pensar que él va a ser el primero en conseguir algo que otros jamás lo han conseguido. Piensa que él va a ser el primero en ser infiel a su esposa sin tener que sufrir las consecuencias por ello. Lamentablemente, encuentra que se cumple la palabra de Dios cuando por ejemplo en Gálatas 6:7 dice: “No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará” Igualmente, el hombre piensa que él va a ser el primero en ser justificado por Dios por cumplir con la ley de Moisés. Pero la Biblia dice que por la ley ninguno se justifica para con Dios. Esto se confirma cuando en varios textos bíblicos leemos que la única manera para que un hombre sea justificado, o declarado justo, por Dios es mediante la fe. Habacuc 2:4 dice: “He aquí que aquel cuya alma no es recta, se enorgullece; mas el justo por su fe vivirá” Romanos 1:17 dice: “Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá.” Hebreos 10:38 dice: “Mas el justo vivirá por fe; y si retrocediere, no agradará a mi alma.” Queda entonces demostrado que la única manera posible de ser justificado o declarado justo por Dios es mediante la fe. Pero la ley no es de fe. Consecuentemente el ser justificado por Dios jamás puede ser por las obras de la ley. La ley es de obras. Levítico 18:5 dice: “Por tanto, guardaréis mis estatutos y mis ordenanzas, los cuales haciendo el hombre, vivirá en ellos. Yo Jehová.” La ley dice por tanto: El justo, por cumplir con la ley vivirá. El problema es que el hombre no puede cumplir con la ley. Consecuentemente es imposible que el justo viva por cumplir con la ley. Como esto es imposible, entra en acción la obra divina, la cual dice: El justo, por la fe vivirá. Muy bien. En tercer lugar, una persona que piensa que por cumplir con la ley de Moisés puede ser justificada por Dios está impedida de alcanzar la bendición de Abraham. Gálatas 3:13-14 dice: “Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero), para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los gentiles, a fin de que por la fe recibiésemos la promesa del Espíritu.” Ah… esto es dulce melodía a los oídos de los que somos hijos de Dios. Mírelo así: Por ser pecadores, no importa si mucho o poco, estábamos todos bajo la maldición de la ley. Esto significa que éramos esclavos de la maldición de la ley. Sobre nosotros pendía como espada de Damocles la sentencia divina: El alma que pecare esa morirá. Pero Cristo nos amó tanto que nos redimió de la maldición de la ley. El verbo redimir se usaba en el mundo de la compra y venta de esclavos en el primer siglo. Cuando una persona redimía a un esclavo significaba que esa persona había pagado el precio para comprar un esclavo y dejarlo en libertad. Pues nosotros estábamos bajo el dominio de la maldición de la ley. Pero Cristo nos amó tanto que pagó el precio para comprarnos de la maldición de la ley y dejarnos en libertad. Los creyentes por tanto ya no estamos bajo la maldición de la ley. El precio que Cristo tuvo que pagar es inestimable. Fue el hacerse por nosotros maldición. Esto significa que tuvo que morir por nosotros conforme a lo que la ley determina para el pecador. Esto se cumplió en la cruz del calvario, donde Cristo entregó su vida por todo pecador. Deuteronomio 21:23 dice: “porque maldito por Dios es el colgado” Lo que Cristo hizo en la cruz del Calvario permitió que la bendición de Abraham alcanzase a los gentiles. Esto significa que por medio de la obra de Cristo, los gentiles también pueden ser justificados o declarados justos al mismo estilo de Abraham quien creyó a Dios y le fue contado por justicia. Todo lo cual resultó en que por la fe los gentiles puedan recibir la promesa del Espíritu. Qué impresionante. Cristo se hizo a sí mismo maldición para que Usted y yo podamos alcanzar bendición. Cristo probó la muerte, para que Usted y yo podamos alcanzar vida. Cristo fue abandonado de su Padre para que Usted y yo podamos ser amparados por su Padre. Una vez un joven muy afligido por su condición espiritual se acercó a un pastor al final de su predicación y le dijo: ¿Señor, que tengo que hacer para obtener la salvación? El pastor, frunciendo el ceño le dijo: Joven, ya es tarde para eso. Al borde del desmayo, el joven replicó: ¿Quiere decir que ya no hay esperanza de salvación para mí? El pastor dijo entonces: Oh no. Lo que quiero decir es que ya es tarde para que Usted haga algo para salvarse, porque simple y llanamente, Jesucristo lo hizo todo cuando murió por Usted en la cruz del calvario. Aliviado, el joven dispuso su oído y su corazón para recibir las buenas nuevas de salvación en Cristo. Así es amigo oyente, Cristo ya hizo todo para que Usted pueda ser justificado por Dios o para que Usted sea salvo. Usted no necesita hacer nada, sino simplemente creer a Dios, tal cual como lo hizo Abraham. Si Usted cree a Dios, y en consecuencia recibe a Cristo como Salvador, Usted será eternamente salvo.
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