Cordiales saludos amable oyente. Es una bendición para mí contar con su sintonía. Bienvenida, bienvenido al estudio bíblico de hoy. Estamos estudiando la segunda epístola de Pablo a los Corintios, en la serie titulada: El legado de un siervo de Jesucristo. En esta oportunidad vamos a mirar la manera como Pablo llegó a ser tan efectivo en el ministerio de consolación.
Qué privilegio es abrir la Biblia para examinar su contenido y extraer principios espirituales útiles para nuestra vida en este mundo. ¿Ha leído la Biblia en este día, amable oyente? Si todavía no lo ha hecho, debería hacerlo. La palabra de Dios es el alimento para nuestra alma y espíritu. Así como nuestro cuerpo necesita de alimento para subsistir, nuestra alma y espíritu también necesitan alimento espiritual para subsistir. Le animo por tanto a oír, leer, estudiar, meditar, memorizar y aplicar la palabra de Dios a su vida. Dicho esto, vamos a 2 Corintios 1 a partir del versículo 5. En nuestro estudio bíblico anterior, vimos que en medio de su aflicción, Pablo quitó su mirada de los problemas que le traían aflicción y la puso sobre la persona de Dios. Pablo por tanto bendijo a Dios por lo que él es, por ser Padre de nuestro Señor Jesucristo, por ser Padre de misericordias y por ser Dios de toda consolación, quien nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios. Esto último tiene que ver con ese ministerio tan necesario en toda iglesia, el ministerio de la consolación. Consolar significa colocarse junto a una persona para ayudar. Los ancianos, obispos o pastores, tenemos una tendencia a limitar nuestro ministerio a la edificación y a la exhortación, y descuidamos la consolación, pero no olvidemos el legado de Pablo, un siervo de Jesucristo, quien daba tanta importancia a la consolación. El apóstol Pablo en 1 Corintios 14:3 dice que el que profetiza habla a los hombres para edificación, exhortación y consolación. Veamos de qué manera Pablo llegó a ser tan efectivo en el ministerio de consolación. Consideremos pues, en primer lugar, la preparación del ministerio de consolación. 2 Corintios 1:5 en su primera parte dice: Porque de la manera que abundan en nosotros las aflicciones de Cristo, así abunda también por el mismo Cristo nuestra consolación.
Pocos discípulos de Cristo han padecido aflicción como Pablo. Un resumen de sus padecimientos aparece en 2 Corintios 11:16-33. Uno de los propósitos para que Pablo haya tenido que sufrir de esta manera por la causa de Cristo fue para que Pablo pueda experimentar, por el mismo Cristo, la consolación. La magnitud de la consolación es de acuerdo a la magnitud de la aflicción. A mayor aflicción, mayor consolación. Este es un pensamiento maravilloso amigo oyente. Dios jamás va a permitir que experimentemos una aflicción que vaya más allá del poder de Él para consolación. Yo no sé cuán profunda es la aflicción que usted puede estar experimentando en este preciso momento, pero lo que sí sé es que Dios es capaz de otorgarle toda la consolación que su aflicción demanda. Así de maravilloso es nuestro gran Dios. Pero Dios no es un ser sádico que nos aflige para deleitarse con nuestra aflicción. Si nos aflige es porque tiene un propósito. Uno de los propósitos para ser afligidos de diversas maneras es para que podamos consolar a otros que están atravesando por diversas aflicciones, con la misma consolación con que nosotros hemos sido consolados. Esto es lo que tenemos en segundo lugar en 2 Corintios 1:6, el propósito del ministerio de consolación. La Biblia dice: Pero si somos atribulados, es para vuestra consolación y salvación; o si somos consolados, es para vuestra consolación y salvación, la cual se opera en el sufrir las mismas aflicciones que nosotros también padecemos.
Pablo no veía a la tribulación como a un enemigo, o como algo por lo cual quejarse delante de Dios. Todo lo contrario, Pablo dice que su tribulación tuvo un propósito claro y definido. El propósito fue beneficiar a los creyentes a quienes servía. Dice que fue atribulado para la consolación y salvación de ellos. Cuando Pablo habla de la salvación, no se está refiriendo a la salvación del alma. La única manera que un alma pueda obtener salvación, es por medio de la fe en la persona y obra del Señor Jesucristo. Cuando Pablo habla de salvación en este caso, se está refiriendo a librarse de la opresión que produce la tribulación. El creyente que es consolado queda libre o salvo del pesar que produce la tribulación. De manera que, mi amigo, mi amiga, si está en medio de gran tribulación, no olvide que puede encontrar en Dios una gran consolación, justo a la medida de su tribulación, y cuando sea consolado no guarde ese consuelo sólo para usted sino compártalo con otros que están en aflicción para que de esta manera muchos puedan disfrutar también de consuelo en medio de su aflicción. Pablo reconoce también que los creyentes en Corinto estaban padeciendo las mismas aflicciones que Pablo y sus colaboradores habían padecido. A veces pensamos que sólo a nosotros nos puede pasar lo que nos está pasando, pero no es así amable oyente, lo que nosotros estamos pasando es lo mismo que muchos otros han pasado y han sido consolados y por eso nosotros también podemos ser consolados en cualquier tribulación, y una vez consolados podemos consolar a otros que están pasando por cualquier tipo de tribulación. En tercer lugar, tenemos la esperanza de Pablo en el ministerio de consolación. 2 Corintios 1:7 dice: Y nuestra esperanza respecto de vosotros es firme, pues sabemos que así como sois compañeros en las aflicciones, también lo sois en la consolación.
Pablo ejecutaba el ministerio de consolación con una esperanza firme, esto significa un convencimiento interior de que su obra de consolación va a ser efectiva en la vida de los creyentes Corintios. Para él no había la menor sombra de duda en cuanto a que así como los creyentes Corintios habían sido compañeros o copartícipes en las aflicciones, también son compañeros o copartícipes en la consolación. Así que, amable oyente, los más indicados para llevar a cabo el ministerio de consolación en una iglesia son aquellos creyentes que habiendo atravesado por gran aflicción fueron consolados por el Señor, sabiendo que esa aflicción y la consecuente consolación tiene como propósito hacernos adecuados para consolar a otros. En cuarto lugar, Pablo hace referencia a un episodio en su vida y ministerio, en el cual fue grandemente atribulado y también fue grandemente consolado. Note lo que dice 2 Corintios 1:8 Porque hermanos, no queremos que ignoréis acerca de nuestra tribulación que nos sobrevino en Asia; pues fuimos abrumados sobremanera más allá de nuestras fuerzas, de tal modo que aun perdimos la esperanza de conservar la vida.
Pablo se apresta a compartir con los creyentes Corintios un testimonio de su propia vida, para que los creyentes Corintios puedan apreciar la capacidad del Señor para consolar. No hay nada más efectivo cuando se trata de enseñar algo, que compartir lo que hemos experimentado en forma personal. Se trató de un acontecimiento muy doloroso para Pablo, el cual ocurrió en la provincia romana de Asia. Pablo no brinda detalles de lo sucedido, de modo que debe haber sido algo que los creyentes Corintios estaban bien al tanto. En todo caso, Pablo abre una ventana a su corazón en aquellos momentos de dolor para mostrar que tanto él como sus acompañantes estaban abrumados sobremanera. La tribulación era tan grande que Pablo sentía que era algo que estaba más allá de sus fuerzas. Pablo debió haber echado mano de todos los recursos que tenía en Dios para poder hacer frente a tan grande tribulación. La experiencia que tuvieron él y sus colaboradores era tan dura, que aun perdieron la esperanza de conservar la vida. ¿Ha estado alguna vez en circunstancias parecidas, amable oyente? ¿Verdad que es difícil? Pero Dios fue suficiente para socorrer y consolar a Pablo y a los suyos, y esto será el tema de nuestro próximo estudio bíblico. Mientras tanto, nos debe traer mucho gozo al corazón saber que Dios jamás ha tenido la idea que enfrentemos por nosotros solos nuestras tribulaciones, sino que él se ha puesto junto a nosotros para ayudarnos, de modo que podamos salir victoriosos de las tribulaciones. No olvide que las pruebas a los ojos de Dios son simplemente oportunidades para que Dios manifieste su amor, su poder, su gracia, su misericordia. No perdamos la esperanza, no bajemos los brazos en medio de la prueba.
Antes de despedirnos queremos agradecerle su sintonía y además le invitamos a que visite nuestra página en Internet y nos haga llegar sus comentarios acerca del programa y por supuesto conozca la respuesta a la PREGUNTA DEL DÍA que hoy nos dice: ¿Puede el Señor salvar o perdonar a una persona que ha cometido un grave pecado de inmoralidad? Nuestra dirección en Internet es: triple w.labibliadice.org. Hasta la próxima y que Dios le bendiga ricamente.
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