Qué grato saludarle amable oyente. Muchas gracias por su sintonía. Soy David Logacho dándole la bienvenida al estudio bíblico de hoy en el evangelio según Lucas. Este es el último estudio en esta serie. Hoy estudiaremos la manifestación del Señor Jesús resucitado a sus discípulos, la gran comisión y la ascensión del Señor Jesús resucitado.
Abramos nuestras Biblias en Lucas 24:36-53. Este pasaje bíblico trata tres asuntos importantes. El primero, la manifestación del Señor Jesús resucitado a sus discípulos. Lucas 24:36-43 dice: Mientras ellos aún hablaban de estas cosas, Jesús se puso en medio de ellos, y les dijo: Paz a vosotros.
Luk 24:37 Entonces, espantados y atemorizados, pensaban que veían espíritu.
Luk 24:38 Pero él les dijo: ¿Por qué estáis turbados, y vienen a vuestro corazón estos pensamientos?
Luk 24:39 Mirad mis manos y mis pies, que yo mismo soy; palpad, y ved; porque un espíritu no tiene carne ni huesos, como veis que yo tengo.
Luk 24:40 Y diciendo esto, les mostró las manos y los pies.
Luk 24:41 Y como todavía ellos, de gozo, no lo creían, y estaban maravillados, les dijo: ¿Tenéis aquí algo de comer?
Luk 24:42 Entonces le dieron parte de un pez asado, y un panal de miel.
Luk 24:43 Y él lo tomó, y comió delante de ellos.
Este evento ocurrió a la noche del día que resucitó el Señor Jesús. Para los judíos ya era el segundo día de la semana. En nuestro último estudio bíblico, vimos como el Señor Jesús resucitado apareció a dos discípulos que estaban camino a Emaús, los cuales al principio no le reconocieron, pero más tarde le reconocieron cuando estando sentado con ellos a la mesa, tomó el pan y lo bendijo, lo partió y les dio. Inmediatamente después el Señor Jesús resucitado simplemente desapareció de la escena. Los dos discípulos partieron inmediatamente hacia Jerusalén para dar la buena nueva a los discípulos que todavía dudaban de la resurrección del Señor Jesús. Entre los discípulos que estaban en Jerusalén estaban los once apóstoles menos Tomás, según el relato en el evangelio según Juan. Los dos discípulos estaban contando la manera como el Señor Jesús se les apareció, cuando de pronto el Señor Jesús mismo se puso en medio de ellos. No necesitó que le abran una puerta para entrar. Simplemente apareció dentro de la habitación. El cuerpo glorificado que tenía le permitía hacer estas cosas. Su saludo fue: Paz a vosotros. ¿Por qué? Pues porque todos los que estaban presentes, estaban espantados y aterrorizados pensando que se trataba de la aparición de un fantasma o un espíritu. El Señor Jesús resucitado procedió entonces a darles tres pruebas que demostraban que no era espíritu. La primera. Les mostró sus manos y sus pies diciendo: mirad mis manos y mis pies que yo mismo soy. Las manos y los pies del Señor Jesús tenían las heridas de los clavos con los cuales se lo sujetó a la cruz del calvario. La segunda. Les pidió que le palpen, que le toquen, para que vean que no es espíritu, sino una persona de carne y hueso. Los discípulos todavía no estaban convencidos que era el Señor Jesús, por el gozo que tenían, y esto condujo al Señor Jesús a la tercera prueba. Les preguntó si tenían algo para comer. Los discípulos le trajeron parte de un pez asado y un panal de miel. El Señor Jesús resucitado lo tomó y lo comió delante de ellos. Estas pruebas llevaron a esos discípulos a creer fuera de toda duda que el Señor Jesús había resucitado. Lástima que vieron para creer. Una semana después cuando el Señor Jesús se manifestó ante el incrédulo Tomás, el Señor Jesús dijo que son bienaventurados los que no vieron y creyeron. La segunda parte del pasaje bíblico que estamos estudiando tiene que ver con lo que se conoce como la gran comisión. Lucas 24:44-49 dice: Y les dijo: Estas son las palabras que os hablé, estando aún con vosotros: que era necesario que se cumpliese todo lo que está escrito de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos.
Luk 24:45 Entonces les abrió el entendimiento, para que comprendiesen las Escrituras;
Luk 24:46 y les dijo: Así está escrito, y así fue necesario que el Cristo padeciese,(B) y resucitase de los muertos al tercer día;(C)
Luk 24:47 y que se predicase en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones, comenzando desde Jerusalén.
Luk 24:48 Y vosotros sois testigos de estas cosas. He aquí, yo enviaré la promesa de mi Padre(D) sobre vosotros; pero quedaos vosotros en la ciudad de Jerusalén, hasta que seáis investidos de poder desde lo alto.
Inmediatamente después de haber presentado a sus discípulos las pruebas de su resurrección, el Señor Jesús procedió a demostrar que todo lo que sucedió con Él, es decir, su pasión, su muerte por crucifixión y su resurrección fue el cumplimiento de lo que con mucha anticipación se escribió en el Antiguo Testamento. Cuando el Señor Jesús mencionó la ley de Moisés, los profetas y los salmos, se estaba refiriendo a lo que nosotros llamamos el Antiguo Testamento. El Señor Jesús en persona abrió el entendimiento de sus discípulos para que comprendan las Escrituras. Esto es interesante. Se necesita de intervención divina para comprender las Escrituras. Los que somos creyentes tenemos a nuestra disposición este poder divino para comprender las Escrituras. El Espíritu Santo que mora en nosotros nos da este poder. Los que todavía no son creyentes no tienen este recurso a su disposición y por eso, el apóstol Pablo dice que el incrédulo, o el hombre natural, no percibe las cosas del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente. Sobre el fundamento de las Escrituras, el Señor Jesús dijo: Así está escrito, y así fue necesario que el Cristo padeciese y resucitase de los muertos al tercer día. Note amable oyente, la importancia que el Señor Jesús da a las Escrituras. ¿Cómo es posible entonces que hoy en día mucha gente desplace las Escrituras y comience a depender de sus experiencias o de sus emocione? No amable oyente, las Escrituras son la base de lo que creemos y de lo que hacemos. Si la Biblia dice algo, debo creerlo y debo practicarlo, sin importar lo que sienta o lo que experimente. El Señor Jesús resucitado, abriendo el entendimiento de sus discípulos para que comprendan lo que las Escrituras dicen de Él, es un gran ejemplo de la importancia que los creyentes debemos dar a las Escrituras. Pero las Escrituras no sólo hablan de la pasión de Cristo y de su resurrección al tercer día, sino también de que es necesario que se predique en el nombre de Cristo el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones, comenzando desde Jerusalén. Para cumplir con esto, es necesario de personas que realicen este trabajo. Los primeros son los discípulos que estaban escuchando las palabras del Señor Jesús resucitado. Por eso les dijo: Y vosotros sois testigos de estas cosas. Un testigo es alguien que dice lo que vio u oyó. Los que reciban ese testimonio tienen que tornarse también en testigos y de esa manera el mensaje se irá expandiendo desde Jerusalén hacia todas las naciones. El mensaje es sencillo. Los testigos tienen que predicar el arrepentimiento y el perdón de pecados en el nombre de Cristo. Esta tarea para los testigos va más allá de sus fuerzas, por eso Dios puso a disposición de los testigos el poder divino por medio del Espíritu Santo. Por eso el Señor Jesús resucitados les dijo: Yo enviaré la promesa de mi Padre sobre vosotros. El Señor Jesús se estaba refiriendo a la persona del Espíritu Santo. Los discípulos por tanto debían quedarse en Jerusalén hasta que se cumpla la promesa. En ese momento los discípulos serán investidos de poder desde lo alto. Adelantándonos un poquito a los hechos, esto se cumplió poco tiempo después en el día en que se celebraba la fiesta de Pentecostés. Lucas termina su evangelio relatando la ascensión del Señor Jesús resucitado. Lucas 24: 50-53 dice: Y los sacó fuera hasta Betania, y alzando sus manos, los bendijo.
Luk 24:51 Y aconteció que bendiciéndolos, se separó de ellos, y fue llevado arriba al cielo.(E)
Luk 24:52 Ellos, después de haberle adorado, volvieron a Jerusalén con gran gozo;
Luk 24:53 y estaban siempre en el templo, alabando y bendiciendo a Dios. Amén.
Esto sucedió cuarenta días después de la resurrección del Señor Jesús, según lo que dice Hechos 1:3. El Señor Jesús tomó a sus discípulos y los llevó a Betania, en el monte de los Olivos. Una vez allí, el Señor Jesús bendijo a sus discípulos alzando sus manos. Mientras los bendecía, se separó de ellos y fue llevado arriba al cielo. Hoy en día, el Señor Jesús está en el cielo ministrando a favor nuestro como nuestro sumo sacerdote, defendiéndonos de las acusaciones de nuestro enemigo, como nuestro abogado, preparando nuestra morada, sirviendo como cabeza de la iglesia y esperando el momento para su segunda venida. Lo primero que hicieron los discípulos una vez que el Señor Jesús ascendió a la gloria de su Padre, fue adorarlo. Esto es lo que debemos hacer nosotros siempre. A pesar de la separación, los discípulos volvieron a Jerusalén con su corazón lleno de gozo, porque sabían que dentro de poco iba a venir sobre ellos el Espíritu Santo, quien es el vicario de Cristo, o el que toma el lugar de Cristo, para estar con ellos para siempre. Lucas dice que estaban siempre en el templo, alabando y bendiciendo a Dios. El evangelio termina con esa hermosa y conocida palabra: Amén. Así sea. Ha sido un privilegio para mí compartir este precioso evangelio con Usted.
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