Reciba cordiales saludos amable oyente. Es motivo de gran gozo saber que usted me está escuchando. Bienvenida, bienvenido al estudio bíblico de hoy. Estamos estudiando el tema de la mayordomía cristiana. En lo que hemos avanzado hasta ahora hemos cubierto lo que tiene que ver con la mayordomía del dinero y los bienes materiales y con la mayordomía de nuestro cuerpo. Hoy vamos a una nueva sección y se trata de la mayordomía del tiempo.
Mayordomía es la función que realiza un mayordomo. Un mayordomo es aquel que administra los bienes de otro. Los bienes que son administrados por el mayordomo, por tanto, no pertenecen al mayordomo. Cuando vemos las cosas de esta manera, es natural reconocer que todos los creyentes somos mayordomos, porque hemos recibido de Dios ciertos bienes que sin ser nuestros nos han sido entregados para que los administremos de la mejor forma posible. Esos bienes pueden ser el dinero y los bienes materiales en general. Sobre esto ya hemos dicho bastante. También puede ser el cuerpo. Sobre esto fue lo último que tratamos. También puede ser el tiempo, y esto será lo que vamos a tratar a partir de hoy. Antes de hablar de la mayordomía del tiempo, es necesario poner un fundamento bíblico acerca del tiempo. El tiempo, amable oyente, es algo que pertenece a Dios. Dirigiéndose a Dios, David dice lo siguiente según Salmo 31:15 En tu mano están mis tiempos;
Líbrame de la mano de mis enemigos y de mis perseguidores.
Esta es una gran verdad. Dios nos otorga el tiempo en segundos, minutos, horas, días y años, pero solamente Él sabe cuánto de esas unidades de tiempo vamos a tener cada uno. Por más que nos esforcemos no podemos añadir ni quitar un solo segundo al tiempo que Dios nos ha dado para estar en este mundo. El tiempo es de Dios. El sabio Salomón lo confirmó cuando en Eclesiastés 9:12 dijo que el hombre no conoce su tiempo. Si el tiempo no es nuestro, entonces nosotros no somos sino administradores o mayordomos del tiempo. Algún día vamos a tener que dar cuentas a Dios de la forma como hemos administrado ese tiempo que es de Él. Por eso tenemos pasajes bíblicos como Colosenses 4:5 donde los creyentes somos exhortados a hacer buen uso del tiempo. La Biblia dice: Andad sabiamente para con los de afuera, redimiendo el tiempo.
La idea detrás de la expresión: redimiendo el tiempo, tiene que ver con un uso inteligente del tiempo para beneficio del dueño del tiempo, es decir para el Señor. El tiempo es un bien precioso que debemos aprovecharlo de la mejor manera, amable oyente. Lamentablemente, con mucha frecuencia lo desperdiciamos en cosas que tienen poco o ningún valor y de esa manera se nos escurre el tiempo como arena entre los dedos. Hace algún tiempo me encontré con una estadística sobre cómo gasta el tiempo una persona promedio que ha vivido 70 años. Lo que allí vi me hizo reflexionar muy seriamente sobre la manera como estoy utilizando el tiempo que me ha dado el Señor para que lo administre. ¿Sabe en qué actividad gastamos la mayor parte del tiempo en nuestra vida? No es en trabajar, ni estudiar, ni divertirse. Es nada más y nada menos que en dormir. Si, tal como me oye, en dormir. Si una persona vive 70 años, pasará 21 de esos 70 años durmiendo. Si se le hace difícil creerme, solamente tome papel y lápiz y haga sus propias cuentas, asumiendo que necesita dormir alrededor de ocho horas diarias. Difícil aceptar, pero como una tercera parte de la vida nos pasamos durmiendo. La siguiente actividad que nos toma más tiempo es, naturalmente, trabajar. Si esa persona de 70 años ha pasado trabajando 40 años, durante 40 horas por semana, tomando dos semanas de vacaciones por año, habrá trabajado en total, alrededor de 10 años. En otras palabras, toda persona promedio, en toda su vida trabaja menos de la mitad del tiempo que se la pasa durmiendo. ¿No cree? Los números no mienten. La siguiente actividad en orden de magnitud en cuanto a uso de tiempo, es jugar. Cuando la persona es menor de edad, esta actividad es la que predomina en el uso del tiempo. Hechas las cuentas, una persona que ha vivido 70 años ha gastado 7 años jugando. La siguiente actividad es comer. ¿Sabe cuánto se gasta en comer una persona que ha vivido 70 años? Nada más y nada menos que 6 años. Imagínese, en dormir y comer una persona que ha vivido 70 años gasta en total 27 años. La siguiente actividad en orden de importancia por el uso del tiempo es vestirse. Me imagino que en este rubro habrá una buena diferencia entre hombres y mujeres, porque hay que ver cuánto gastan en vestirse algunas mujeres aunque algunos hombres no se quedan muy atrás tampoco. En todo caso, en promedio, una persona que vive 70 años gasta 5 años en vestirse. Luego tenemos la lectura. En lectura, la persona que vive 70 años invierte 4 años. Después tenemos en descansar. Quien vive 70 años se pasa más o menos unos 4 años descansando. A continuación tenemos, en esperar. Gastamos una buena parte de nuestra vida esperando algo o a alguien. Los cálculos dicen que una persona que ha vivido 70 años habrá pasado 3 años en esperar. Luego viene el fumar. Atención fumadores, además de echar a perder su salud y contaminar la atmósfera, un fumador que viva 70 años habrá gastado 2 años y medio de su vida arrojando humo de su boca y de sus pulmones. A continuación, con el mismo tiempo gastado, es decir 2 años y medio, tenemos el pasar en cama, bien sea dando vueltas sin poder dormir, o enfermo o en cualquier otra actividad. Inmediatamente viene el ocuparse en lo espiritual. Asumiendo que se trata de alguien que invierte 5 minutos diarios en algo que tenga que ver con cosas espirituales y 3 horas cada domingo, la persona que vive 70 años habrá gastado apenas año y medio de vida en esto. Lo que viene después es muy curioso. La persona que ha vivido 70 años habrá gastado medio año en atarse los cordones de los zapatos. Por último, tenemos actividades varias como viajar, distraerse, estudiar, hablar por teléfono. La persona que vive 70 años gastará como unos 3 años. Interesante, ¿no le parece? Lo que más me llamó la atención es el poco tiempo que se invierte en las cosas espirituales, en comparación con las cosas que puramente tienen que ver con la vida en este mundo. Una persona promedio, asumiendo que invierte 5 minutos diarios en cosas espirituales y 3 horas diarias cada domingo, apenas llega a invertir en esto un año y medio de los 70 años que vive. Esto es nada en comparación con los 21 años que se gasta durmiendo en la vida. Me pregunto si el Señor estará satisfecho con algo así. De esto se desprende amable oyente que se hace muy necesario evaluar la forma como administramos el precioso tiempo que el Señor nos ha dado. No sea que el momento que tengamos que rendir cuentas, nuestra boca se cierre ante la cruda realidad que hemos administrado mal el tiempo. En el Nuevo Testamento el Señor relató una parábola donde se hace muy obvio que al Él no le gusta que la gente pierda el tiempo en la ociosidad. Lo tenemos en Mateo capítulo 20 del 1 al 15. Dice así: Porque el reino de los cielos es semejante a un hombre, padre de familia, que salió por la mañana a contratar obreros para su viña.
Mat 20:2 Y habiendo convenido con los obreros en un denario al día, los envió a su viña.
Mat 20:3 Saliendo cerca de la hora tercera del día, vio a otros que estaban en la plaza desocupados;
Mat 20:4 y les dijo: Id también vosotros a mi viña, y os daré lo que sea justo. Y ellos fueron.
Mat 20:5 Salió otra vez cerca de las horas sexta y novena, e hizo lo mismo.
Mat 20:6 Y saliendo cerca de la hora undécima, halló a otros que estaban desocupados; y les dijo: ¿Por qué estáis aquí todo el día desocupados?
Mat 20:7 Le dijeron: Porque nadie nos ha contratado. El les dijo: Id también vosotros a la viña, y recibiréis lo que sea justo.
Mat 20:8 Cuando llegó la noche, el señor de la viña dijo a su mayordomo: Llama a los obreros y págales el jornal, comenzando desde los postreros hasta los primeros.
Mat 20:9 Y al venir los que habían ido cerca de la hora undécima, recibieron cada uno un denario.
Mat 20:10 Al venir también los primeros, pensaron que habían de recibir más; pero también ellos recibieron cada uno un denario.
Mat 20:11 Y al recibirlo, murmuraban contra el padre de familia,
Mat 20:12 diciendo: Estos postreros han trabajado una sola hora, y los has hecho iguales a nosotros, que hemos soportado la carga y el calor del día.
Mat 20:13 El, respondiendo, dijo a uno de ellos: Amigo, no te hago agravio; ¿no conviniste conmigo en un denario?
Mat 20:14 Toma lo que es tuyo, y vete; pero quiero dar a este postrero, como a ti.
Mat 20:15 ¿No me es lícito hacer lo que quiero con lo mío? ¿O tienes tú envidia, porque yo soy bueno?
La enseñanza central de la parábola tiene que ver con la manera soberana de Dios a la hora de recompensar a sus siervos. Pero así como el padre de familia no quería ver gente desocupada, gente ociosa, gente que no hace nada, Dios el Padre también no desea que sus hijos estemos ociosos, desperdiciando o administrando mal el tiempo que es de Él.
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