Saludos cordiales amigo oyente. Es un gozo contar con su sintonía. Bienvenido al estudio bíblico de hoy. Prosiguiendo con el tema de la santidad, el día de hoy; David Logacho tratara el tema de la meditación bíblica, lo cual está estrechamente relacionado con lo último que vimos con respecto a la santidad, es decir con la pureza mental.
Es imposible vivir una vida santa delante de Dios sin invertir tiempo en la meditación bíblica, porque existe una relación directa entre el tiempo que pasamos meditando en la palabra de Dios y la santidad en la vida de una persona. Pero comencemos por explicar a qué nos referimos cuando hablamos de meditación bíblica. Pues, nos estamos refiriendo a un acto voluntario de dirigir nuestros pensamientos a asuntos edificantes que exaltan a Dios. La meditación bíblica es una disciplina mental por la cual los pensamientos son enfocados sobre la palabra de Dios, la persona de Dios y la obra de Dios. Es decir que en lugar de dejar que nuestra mente ande a la deriva, pensando en cualquier cosa, la ocupamos en cosas que verdaderamente valiosas. Alguien ha dicho que meditación bíblica es como meter una marcha en nuestra caja de cambios mental para que nos conduzca al progreso en gracia y conocimiento en lugar de dejar nuestra caja de cambios mental en neutro sin poder ir a ninguna parte. Cuando hablamos de meditación bíblica, deberíamos traer a la mente la imagen de una vaca rumiando. La vaca ha hecho su trabajo de arrancar el pasto con sus fuertes dientes y enviar el bocado apenas masticado al primero de sus estómagos. Más tarde, la vaca buscará un lugar tranquilo, quizá a la sombra de un árbol, se recostará plácidamente, sacará un bocado de su primer estómago y con verdadero placer y deleite lo masticará lenta y cuidadosamente antes de enviarlo a su segundo estómago. La vaca está rumiando. Esto es en un sentido figurado lo que hace el creyente al meditar bíblicamente. El creyente se ha alimentado de la palabra de Dios, y luego pasa un tiempo, rumiando lo que ha leído. Esta actividad traerá tranquilidad y satisfacción a toda su vida. No está por demás señalar que no debemos confundir meditación bíblica con meditación trascendental u otras formas de meditación que son propias de algunas sectas falsas que tienen sus raíces en las religiones orientales. La meditación que no es bíblica, cualquiera que sea, asume que Dios es un principio que reside en la persona y mediante la meditación, la persona puede encontrar el potencial divino que posee. Otras formas de meditación inducen a la persona a vaciar su mente para poder recibir ciertas impresiones. Decir a la gente que deben vaciar sus mentes para poder recibir mensajes, es exponer a la gente a la posesión demoníaca. Jesús habló de un hombre que había estado poseído de un demonio. De alguna manera, este hombre experimentó lo que podríamos llamar exorcismo. El espíritu inmundo fue expulsado, pero la casa o la mente quedó vacía. En algún momento, regresó el espíritu inmundo con siete demonios peores que él y tomaron posesión de ese hombre que tenía su mente vacía. El postrer estado de este hombre fue peor que el primero. La meditación bíblica es enteramente diferente, porque en lugar de hacer vaciar la mente, busca el que la mente esté llena de la palabra de Dios con todo lo verdadero, todo lo noble, todo lo justo, todo lo puro, todo lo que es de buen nombre, todo lo virtuoso, todo lo que es digno de alabanza. Tampoco debemos confundir meditación bíblica con lo que se llama pensamiento positivo. Los gurús de esta disciplina enseñan que visualizando en la mente cualquier cosa que queramos, lo podemos conseguir, no importa si es salud, prosperidad, fama, prestigio o placer. Esta técnica no tiene ningún apoyo de la Biblia y bien puede tratarse de una hábil maniobra de Satanás para alejar a la persona de Dios, al hacerle creer que el ser humano tiene todo el potencial para obtener todo lo que quiera. Esta creencia en realidad deifica al hombre, lo cual es un atentado contra la soberanía de Dios. La meditación bíblica permite alcanzar prosperidad espiritual y éxito. Josué 1:8 dice: «Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien» Note con cuidado que una de las metas de la meditación bíblica es un cambio de comportamiento: Para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito. La meditación bíblica hace que las raíces del hombre se profundicen en la persona de Dios y por tanto ese hombre se vuelve fructífero. Salmo 1:3 dice: «Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas, Que da su fruto en su tiempo, Y su hoja no cae: Y todo lo que hace, prosperará» La meditación bíblica pone a una persona en el camino ideal para recibir información de parte de Dios. Salmo 25:24 dice: «La comunión íntima de Jehová es con los que le temen, Y a ellos hará conocer su pacto» La información recibida podría ser algo relativo a dirección, ánimo, exhortación o corrección. La meditación bíblica, sin embargo, no produce nuevas revelaciones de parte de Dios, porque todo lo que Dios ha querido revelar ya ha sido dado en su Palabra. Judas 3 dice que la fe, o la Biblia, ha sido una vez dada a los santos. La meditación bíblica libera al hombre de perder el tiempo pensando en trivialidades. La meditación bíblica es algo que agrada a Dios. Salmo 19:14 dice: «Sean gratos los dichos de mi boca y la meditación de mi corazón delante de ti, Oh Jehová, roca mía, y redentor mío» Muy bien, ahora que sabemos lo que es meditación bíblica y la importancia que tiene en la vida de un creyente, permítanos sugerir algunas ideas para empezar a meditar bíblicamente. Con relación al método de meditación, no existe nada patentado. Cada creyente debe diseñar un método que se ajuste a sus propias circunstancias particulares. Algo que se debe tomar en cuenta es que debemos apartar un período de tiempo específico, cada día, donde estemos en un lugar alejados de distracciones como el teléfono, la televisión, el radio, el tráfico, etc. Isaac meditaba en el campo, a la hora de la tarde, David lo hacía de mañana en algún lugar tranquilo de su palacio. David también meditaba cuando se le iba el sueño a la noche. Gran ejemplo para los que son atacados de insomnio. Cuando estamos meditando es posible que entren a nuestra mente pensamientos intrusos, no necesariamente pecaminosos, pero que no tienen nada que ver con la meditación bíblica, como algo que tenemos que hacer durante el día, o alguna cita con alguien, o algo que debemos comprar, etc. Cuando ello ocurre es bueno tener a la mano papel y lápiz, de modo que podamos anotar aquellos pensamientos que han venido y no volver a pensar más en ellos, durante el tiempo de meditación. En cuanto a qué meditar, el campo es basto amigo oyente. Prácticamente cada idea de la Biblia se presta para meditar. David dice en Salmo 119:48 que se anticiparon sus ojos a las vigilias de la noche para meditar en los mandamientos de Dios. Igual fue con el varón bienaventurado del Salmo 1, quien según el versículo 2 se deleitaba en la ley de Jehová y meditaba en ella de día y de noche. Podemos meditar en las promesas de Dios, en la obra de Dios, en el poder de Dios, en la gracia de Dios, en la misericordia de Dios, en la redención de Dios, etc., etc. Para comenzar quizá sea bueno tomar un pasaje corto de las Escrituras, y con algo de esfuerzo e imaginación, concentrarnos en cada palabra con significado, cada frase, cada oración. Por ejemplo, la segunda parte de Gálatas 2:20, hablando del Hijo de Dios dice: «el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí» Quizá podríamos meditar sobre esto, dividiéndolo de esta manera: Primero, el Hijo de Dios: Piénselo, no se trata de un mero hombre, sino de Dios manifestado en carne, del Señor de la gloria, del Autor de la vida, del Creador y Sustentador del Universo. Segundo, me amó. Piense en algunos calificativos que la Biblia da al hombre en su estado natural, lo cual se aplicaba a mí: Era pecador, era impío, estaba muerto, era enemigo de Dios, estaba sin Dios, sin Cristo y sin esperanza, era débil, etc. Sin embargo de ello, el maravilloso Hijo de Dios me amó, con ese amor inmensurable, ese amor que no lo merezco, ese amor sacrificial, ese amor desinteresado. Tercero, se entregó a sí mismo. El amor se da totalmente, pero piense en lo que el Hijo de Dios dio. Se dio a sí mismo. No dio dinero o alguna cosa material, sino que dio algo de valor inestimable, se dio a sí mismo. Eso significa que él dio su cuerpo, su sangre, su vida, su todo. Él pagó el precio más elevado que podríamos pensar para redimirnos. Cuarto, por mí. ¡Qué asombroso! Solo él pudo dar tanto por alguien que no lo merece en absoluto. ¿Cómo puedo responder a tal muestra de amor? La única manera posible es viviendo para él en lugar de vivir para mí mismo. Nuestro deseo es que Ud. amigo oyente se sienta motivado a meditar en la palabra de Dios si no lo ha estado haciendo, y si ya lo ha estado haciendo le animamos a seguir cultivando este inmejorable hábito que no solo le servirá para encontrar sentido a su vida, no solo en este mundo sino también una vez que Ud. salga de este mundo.
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