Saludos cordiales amable oyente. Bienvenida, bienvenido al estudio bíblico de hoy. Hablando de los momentos difíciles que todos enfrentamos en la vida, nos estamos refiriendo al valle de la muerte. En esta oportunidad, hablaremos de la muerte como un aguijón. Que Dios utilice su palabra para nuestra edificación espiritual.
La Biblia nos habla de la muerte en forma de metáforas con la finalidad de que podamos entender su real significado. Ya hemos visto que la muerte es vista en la Biblia como un lazo. A no ser que el Señor venga por su iglesia muy pronto, es muy posible que usted y yo seamos atrapados en el lazo de la muerte. Si somos del Señor, por haber recibido a Cristo como Salvador, no debemos temer ser tomados por sorpresa en el lazo de la muerte. La palabra de Dios nos habla de que el temor de Jehová es manantial de vida. También hemos visto que la muerte es vista en la Biblia como una ligadura. Una ligadura que oprime y produce aflicción y dolor. Muchos de nosotros hemos vivido esta realidad cuando ha muerto un ser querido. Es indescriptible el dolor que se siente, aunque es necesario señalar que también está a la mano el consuelo de saber que la persona amada está disfrutando de rica bendición en el cielo. Esto último, por supuesto, en el caso de los que hemos confiado en Cristo como nuestro Salvador únicamente. Lo último que vimos fue que la muerte es considerada en la Biblia como una sombra. La sombra, aunque existe, es como si no existiera. Así es la muerte para el creyente. La muerte en el caso de los creyentes ha perdido ese sabor a derrota, a que todo ha terminado, como normalmente se presenta. La Biblia nos promete que aunque andemos en valle de sombra de muerte, no debemos temer mal alguno, porque Jehová está con nosotros. A decir verdad, es Jehová con todo su poder a disposición, quien hace que la muerte sea nada más que una sombra para los creyentes. En esta oportunidad vamos a tratar sobre otra metáfora de la muerte. La muerte es vista en la Biblia como un aguijón. En 1 Corintios capítulo 15, el apóstol Pablo recuerda a los creyentes de Corinto que algún día, sus cuerpos mortales se transformarán en cuerpo inmortales, cuerpos incorruptibles, cuerpos incontaminados, cuerpos inmarcesibles, cuerpos glorificados. Esto sucederá cuando seamos levantados de los muertos y seamos revestidos de cuerpos glorificados, a semejanza del cuerpo glorificado de Cristo. Estos serán cuerpos diseñados para la eternidad, cuerpos que no envejecen, cuerpos que no enferman, cuerpos que no sufren dolor, cuerpos que nunca se cansan, cuerpos que no tienen ningún vínculo con el pecado. Al meditar en esto, el apóstol Pablo prorrumpe en una doxología que brota de lo más profundo de su ser. 1 Corintios 15:54, al final, dice: Sorbida es la muerte en victoria. Luego mira a la muerte como un enemigo derrotado y pronuncia las palabras que tenemos en 1 Corintios 15:55-57. La Biblia dice: ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria?
1Co 15:56 ya que el aguijón de la muerte es el pecado, y el poder del pecado, la ley.
1Co 15:57 Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo.
1Co 15:58 Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano.
Sí. La muerte es como un aguijón. El aguijón es la púa que tienen en el extremo del abdomen el escorpión y también otros insectos, como las abejas y las avispas, y con lo cual pican. Yo nunca he sido picado por el aguijón de un escorpión, pero recuerdo muy bien, cuando siendo niño, una abeja hundió su aguijón en mi pie cuando estaba caminando descalzo sobre el pasto fresco. Qué dolor. Mi pie se hinchó tanto, pero tanto, que no podía usar zapatos por un par de días. Lo peor fue que era en época de vacaciones de la escuela y justo esos días estaba por acompañar a mi papá en uno de sus viajes. Por culpa de ese aguijón hincado en mi pie me tuve que quedar en casa casi inmóvil. Me imagino que será mucho más dolorosa la picadura de un escorpión. He oído que algunas especies de escorpión inyectan un veneno tan poderoso al picar, que aunque no producen la muerte en las víctimas, el dolor es tan intenso que las víctimas quisieran morirse. Pero mucho más grave y severo es el aguijón de la muerte amable oyente. Este aguijón de la muerte, puede arrojar a una persona incrédula a su eterna condenación. Pero cuan diferente es el caso de los que somos creyentes. En este caso, el aguijón de la muerte se clava, causa dolor, angustia y sufrimiento, pero nada más. Los creyentes estamos inmunizados contra el veneno del aguijón de la muerte. Esta inmunización la logramos cuando confiamos en Cristo como nuestro Salvador personal, porque fue él, quien con su muerte y resurrección ganó para nosotros la victoria sobre la muerte. Por eso dijo Pablo: Sorbida es la muerte en victoria. Jesús conquistó a la muerte. Jesús privó a la muerte de su aguijón y Jesús hace posible que nosotros también podamos conquistar la muerte. ¿Significará esto que la muerte ya no causará ningún dolor a nosotros que somos creyentes? De ninguna manera. La muerte no es natural al ser humano en general y por tanto, la muerte seguirá siendo un lazo, una ligadura, una sombra, tal como lo hemos descrito anteriormente, pero aún así, la muerte para los creyentes ya no es lo que solía ser. La muerte ya no es el fin de todo. La muerte ha sido derrotada por la nueva vida que tenemos en Cristo. Es justamente esta nueva vida que tenemos en Cristo, lo que nos capacita para soportar bien sea nuestra propia muerte o bien sea la muerte de algún ser querido. Todos nosotros hemos probado el aguijón de la muerte. Todos nosotros hemos experimentado el dolor y la angustia de la pérdida. En el proceso de salir del valle de la muerte, en el proceso de recuperarnos la pérdida causada por la muerte, tenemos la tendencia a describir a la muerte con frases llamativas para minimizar su lacerante tragedia. Pero nunca debemos dejar de lado las metáforas que la Biblia utiliza para describir a la muerte. Dios dice en su palabra que la muerte es un lazo, es una ligadura, es una sombra y es un aguijón. Sin embargo de esto, para los que somos creyentes, la muerte ha sido sorbida en victoria. Dios ha derrotado a este poderoso enemigo por medio de la muerte y resurrección de su Hijo amado, el Señor Jesucristo. Si ha recibido a Cristo como Salvador, puede mirar a la muerte de frente y reconocer que su aguijón no tiene ya el poder para causar destrucción. Usted puede salir victorioso del valle de la muerte, pero no será sin que antes haya confiado totalmente en Dios quien le ama tanto que dio a su Hijo unigénito para que muera en lugar de usted. Si está experimentando el dolor por la muerte de uno de los suyos que confió en Cristo, recuerde la letra del himno que se cantó en la ceremonia fúnebre de Carlos Spurgeon. La letra del himno fue escrita por Sarah Doudney bajo el título: Las buenas noches del cristiano. Una parte de la letra dice así: Duerme, amado, duerme y toma tu descanso. Inclina tu cabeza sobre el pecho de tu Salvador. Te amamos mucho, pero el Señor Jesús te amó más. Buenas noches, buenas noches. Pensar así no resulta de la nada, amable oyente. Resulta de una dependencia total hacia aquel que derrotó a la muerte, por medio de su muerte y resurrección. Si usted se siente indefenso ante la muerte bien sea la suya propia o la de alguien que quiere y aprecia mucho, es probable que no conozca personalmente al único que puede darnos victoria sobre la muerte, al Señor Jesús. Si ese fuera el caso, no siga más a merced del temor a la muerte. Hoy mismo reconozca que es pecador, porque la Biblia dice que todos hemos pecado y estamos destituidos de la gloria de Dios. Luego reconozca que está en peligro de recibir castigo eterno a causa de su pecado. La Biblia dice que la paga del pecado es muerte. Después reconozca que Dios ama al pecador. Dios le ama, amable oyente y por ese amor, Dios envió a su Hijo unigénito a este mundo para que muera en la cruz por usted, tomando sobre sí el castigo que usted merece. Y no olvide que el Señor Jesús venció la muerte, porque la Biblia dice que resucitó al tercer día. Habiendo reconocido todo esto, dé un paso de fe recibiendo a Cristo como su Salvador. La Biblia dice: Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios. Cuando tome la decisión de recibir a Cristo como su Salvador, se terminará el temor a la muerte. La muerte ya no será el aguijón que pone fin a todo y usted también podrá decir como muchos ya lo decimos: ¿Dónde está, oh muerte tu aguijón? Que Dios le bendiga.
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