Hay cientos de millones de personas que ni siquiera saben que Jesús existe y no tienen ni idea de por qué vendría. Y tú y yo tenemos la historia, la gran historia de la redención para llevárselas, así que no desperdiciemos nuestras vidas en nosotros mismos, compartamos con ellos. Corramos detrás de las naciones con este Evangelio. Es demasiado bueno para guardarlo para nosotros mismos. No hay una cantidad de dinero que podamos ganar, ni algo mejor que hacer conocer esta historia a todos los pueblos de la tierra que Dios desea traer a Sí. Tenemos el derecho, Cristo nos ha salvado. Tenemos los recursos, Él ha puesto su misma presencia en nosotros. La pregunta es ¿tenemos la determinación? ¿Tenemos la determinación de mirar más allá de nosotros mismos y no mirar hacia lo que es más ventajoso para nosotros y tener éxito en nuestra cultura? ¿tenemos la determinación de renunciar a nuestros derechos y dar nuestras vidas hasta el final por el bien y hacer que esta historia sea conocida entre todos los pueblos?
Es por eso que estamos aquí, no sólo para sentarnos y disfrutar de una historia de amor, sino para abandonar todo y proclamar una historia de amor hasta los confines de la tierra. ¿Te das cuenta de esta imagen? Tú tienes estos individuos: Booz, Rut y Noemí. Ellos no tienen idea de que lo que está pasando en medio de ellos se hablará miles de años después para conducirlos a Cristo. No tenían idea del impacto que tendrían sus pequeñas vidas ordinarias en plena época de los jueces en toda la historia de la redención y quiero recordarles, que no tienen idea, pueblo de Dios, de lo que Dios desea hacer en su vida, dentro del gran esquema de la historia redentora. Te preguntarás, «¿qué quiero decir?” y lo que quiero decir es que, si tan sólo una persona de las que me escucha, comparte la historia de la redención y gana una vida para Cristo, eso es más grandioso que un impacto en ese día, en el siguiente día o en la siguiente semana o en los próximos 10 años. Eso tiene un impacto para la vida eterna, cantando siempre las alabanzas de Cristo como resultado de lo que Dios ha hecho a través de una persona ordinaria.
Entonces, ¿qué sucede cuando esto se multiplica? Esta es la realidad. Somos parte de algo mucho más grande que nosotros mismos. Y todos los días debemos pedir a Dios que sea Él quien nos ayude en medio de esto, que Dios nos ayude a mirar más allá de lo trivial y lo temporal y los afectos que compiten por nuestras mentes y nuestros corazones en esta vida, que Dios nos ayude a levantar los ojos y darnos cuenta de que hemos sido creados para algo mucho más grande que un partido de fútbol los domingos por la mañana. Hemos sido creados para ser parte de un gran esquema de redención donde Dios está haciendo que su gloria y su gracia, sea conocida en todas las naciones. Es increíble que seamos parte de esto. Entonces esta es la verdad, deja que se aloje en tú corazón. Dios está usando gente común para lograr un propósito extraordinario. Que este sea el caso en tú vida. Que Dios nos use, y dejemos de ser creyentes ordinarios, para lograr un propósito extraordinario para su reino. Dios puede hacer esto. Esta es la historia de la redención y quiero invitarte a vivirla.
Así que, en ese sentido, te invito a que reflexionemos acerca de Tito capítulo 2. Tito es realmente pequeño y se encuentra en la parte posterior del Nuevo Testamento. Y mientras vas conmigo a Tito, te cuento que el tema del que vamos a hablar hoy es el Evangelio y la feminidad. Y tengo la sensación de que hay algunas personas que piensan: “David, ¿qué sabes acerca de la condición de mujer?, y en eso es donde nos vamos a sumergir en el transcurso de esta nueva serie, y lo haremos a través del libro de Tito. En este libro, sobre todo en el capítulo 2, podemos encontrar instrucciones para hombres, jóvenes, ancianos y mujeres. Así que, a la luz de esto nos enfocaremos en la feminidad bíblica dentro del capítulo 2 de Tito.
Tenemos mucho camino por recorrer y quiero que tengas en cuenta qué dice la Biblia acerca de las mujeres mayores y las mujeres más jóvenes, luego vamos a saltar al final porque tenemos que conectar los puntos a lo que sucede al final de Tito 2 con el párrafo en el que vamos a centrarnos. El capítulo 2, versículo 3 de Tito dice: «Las ancianas asimismo sean reverentes en su porte; no calumniadoras, no esclavas del vino, maestras del bien; que enseñen a las mujeres jóvenes a amar a sus maridos y a sus hijos, a ser prudentes, castas, cuidadosas de su casa, buenas, sujetas a sus maridos, para que la palabra de Dios no sea blasfemada.» Ahora vamos al versículo 11: «Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente, aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo, quien se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras. Esto habla, y exhorta y reprende con toda autoridad. Nadie te menosprecie.» (Tito 2: 11-15)
Lo que quiero hacer es reflexionar en esto de atrás hacia adelante. Vamos a empezar nuestro camino de regreso a ese párrafo principal en Tito capítulo 2, versículo 3 al 5, pero quiero que comencemos en el versículo 15. Debemos darnos cuenta de que estas palabras sobre la feminidad bíblica de la mujer no surgen de la nada. Hay un contexto aquí. Lo que tienes es una carta que Pablo escribió a Tito, un líder de la iglesia, sobre cómo instruir a hombres jóvenes y hombres mayores, mujeres jóvenes y mujeres mayores. Y él dice al final, escucha la confianza con que dice estas cosas «Esto habla» versículo 15: «exhorta y reprende con toda autoridad«.
Ahora, quiero darte un par de recordatorios, que son claves para esta serie. El primer recordatorio es esto: la Palabra de Dios es la única fuente de autoridad del predicador. Pablo dice: «exhorta y reprende con toda autoridad. Nadie te menosprecie.» Ahora vivimos en una época en la que hay hombres y mujeres que comparecen ante el pueblo de Dios y hablan sin sentido, que hablan lo que la Palabra de Dios no dice y afirman tener autoridad como líderes espirituales. Una de las cosas que más me agobian en la cultura de nuestra iglesia es la ausencia de autoridad espiritual y liderazgo espiritual. Y tan pronto como digo eso, hay algunos de ustedes que piensan: “bueno, que le hace pensar que tiene autoridad para decirlo”. Y aquí es donde quiero recordarte algunas cosas: número uno, la autoridad del predicador no es personal. No se basa en quién es él. Algunas personas piensan: “bien si el predicador lo dijo, entonces él tiene razón; esa es la forma en que esto funciona”. Sé que no son todos y que algunos están pensando que si el predicador lo dijo probablemente esté equivocado, pero muy aparte de eso, algunas personas piensan y sabemos que hay muchas personas hoy que no han puesto su fe en Cristo. Han puesto su fe en un comunicador carismático y su fe gira en torno a esta persona a medida que fluye hacia la persona de Cristo. La autoridad del predicador no es personal.
Segundo, no es organizacional y con eso quiero decir que hay muchas organizaciones eclesiales, denominaciones, cultos, no entraremos en mencionar detalles en este punto, pero que dicen que, aparte de las Escrituras, la enseñanza de la Iglesia es autoritativa y lo que la Iglesia dice o lo que dice este culto es autoritativo además de la Escritura y no es verdad. La Palabra es la única fuente de autoridad del predicador.
Tercero, la autoridad del predicador no es intelectual. Hay muchas personas, muchos predicadores que piensan que sus ideas, sus pensamientos y sus teorías tienen autoridad. Supongamos que los teólogos y eruditos de la Biblia que comienzan a elevarse mientras estudian, a medida que crecen en el supuesto intelecto, elevan sus mentes sobre la Palabra de Dios y critican la Palabra de Dios por estar debajo de ellos. Esto es endémico en los campus universitarios, especialmente en los campus universitarios cristianos que supuestamente son un campus donde un profesor cristiano critica la Palabra. Ha exaltado su intelecto por encima de la palabra y en ese momento no tiene absolutamente ninguna autoridad en absoluto. Y esto también ocurre entre los predicadores y pastores, que comienzan a compartir. Muchos pastores o predicadores no dirían bien, creo que mis ideas son mejores que las de Dios. La forma en que predican muchos pastores y predicadores demuestra que creen eso porque no comparten lo que Dios dijo. Comparten lo que piensan, sus pensamientos, sus opiniones; y quiero recordarte que mi autoridad ante ti no se basa en mi intelecto o falta de él.
Mi autoridad no se basa en cuántos títulos tengo o no tengo. La autoridad del predicador no es intelectual. La autoridad del predicador no es psicológica, pero hay muchas personas en la cultura de la iglesia que ven a su pastor como un psicólogo glorificado, un consejero glorificado que tiene las respuestas a todas las cosas que están pasando y afecta la forma en que predican porque muchas veces los predicadores sienten esta presión para tratar de responder todas las preguntas que todos hacen. Walter Keizer lo resume mejor, él dijo: «Muchos pastores predican mensajes enteros con un poco más que una punta de sombrero a una o dos cláusulas tomadas de un contexto bíblico que pocos o ninguno reconocen. Incluso más pastores han decidido que usar la Biblia es una desventaja para satisfacer las necesidades de las diferentes generaciones. Por lo tanto, han ido a sacar sus sermones de libros de recuperación y psicología popular que llenan nuestras librerías cristianas. Las fuerzas del mercado exigen que demos a las personas lo que quieren escuchar si deseamos que regresen y paguen los mega santuarios que hemos construido».
Mira, mi objetivo no es de ninguna manera pretender criticar la psicología o el asesoramiento, pero sí quiero recordarte que, si tu deseo es la doctrina de la autoayuda, este no es el espacio donde lo encontrarás. Mi autoridad no se basa en ninguna habilidad psicológica que traje a la mesa. La autoridad del predicador no es personal, organizacional, intelectual, psicológica y, finalmente, no es experimental, y esta puede ser la tendencia más engañosa, tal vez la más dominante en nuestros días, y prevalece en la iglesia que alguien puede hablar de algo solo si esa persona ha pasado por eso, piensan que, esa es la única forma en que pueden hablar con autoridad sobre eso. Y entonces, tenemos la idea que, si he pasado por el adulterio, la mejor persona para ayudarme en este momento es alguien que ha pasado por el adulterio. Si he pasado por este pecado en mi vida, la mejor persona para ayudarme, la que tiene más autoridad es alguien que también ha pasado por ese pecado, y déjenme decirles algo, eso es ridículo, damas y caballeros. Si ese fuera el caso, entonces Jesús mismo no tendría nada que ofrecernos.
Alaba a Dios porque Jesús no se rindió ni una sola vez al adulterio, a la inmoralidad, a la mentira, al engaño o a cualquiera de las cosas con las que nos encontramos luchando. Él no se rindió y como tal, solo Él puede ayudarnos a caminar por esas cosas. Eso socava todo el fundamento de lo que es el Evangelio y lo que es la persona de Cristo para decir que la autoridad es experimental. La autoridad de un predicador no es ninguna de esas cosas porque la autoridad del predicador es solo bíblica. Ahora quiero recordarte esto desde el principio. La única autoridad de alguien que se presenta ante el pueblo de Dios se basa en la Palabra de Dios. Mientras ese hombre o esa persona hable la Palabra de Dios, lo que él dice, debe estar alineado con la Palabra de Dios, luego en Tito 2:15 dice: «Nadie te menosprecie.» Pero en el momento en que vas más allá de esta palabra a pensamientos, deseos y opiniones en ese momento, has perdido tu autoridad. Todo está basado en la Palabra de Dios.
Los profetas en el Antiguo Testamento venían ante el pueblo de Dios, ¿qué comenzaban diciendo? Ellos decían: «así, dice el Señor.” Y ellos nos dirían el mensaje de Dios. Así dice el Señor. Si vas a pararte frente al pueblo de Dios y decir: “así dice el Señor”, es mejor que sepas lo que dice el Señor. Será mejor que lo sepas muy bien si vas a representar la Palabra de Dios. Y esa es la imagen. La autoridad está ligada a la Palabra de Dios.
Ahora, tal vez algunos de ustedes piensen “estábamos hablando de la feminidad. ¿Por qué estás hablando de predicar? Esto es como una clase de predicación. ¿Cuál es el punto?” bien si has pensado eso quiero que me sigas aquí. Quiero recordarte esto porque vamos a hablar sobre la feminidad, vamos a hablar sobre la soltería, vamos a hablar sobre el matrimonio, nosotros vamos a hablar sobre la crianza de los hijos, vamos a hablar sobre los niños, vamos a hablar sobre todas estas cosas. Y quiero recordarles desde el principio que esto es algo que debe estar presente en nuestras mentes, pero especialmente en una serie como esta. Quiero recordarte que mi autoridad no es personal. Cualquier autoridad que traje a la mesa no se basa en lo que soy. Si lo fuera, estaría en un montón de problemas porque francamente, no soy una mujer y eso haría muy difícil hablar sobre la condición de mujer si mi autoridad se basa en lo que soy.
Recuerda, la autoridad no es personal, no es organizacional o intelectual. No pretendo ser el sabio que tiene todas las respuestas a tus luchas, situaciones en el matrimonio o problemas en la familia. Eso no es lo que pretendo hacer. Lo que pretendo hacer es que a través de estudiar el evangelio podamos conocer la voluntad infinita de Dios para nuestra vida y para cada uno de nuestros roles. Así que hoy quiero invitarte a que nos acompañes en el transcurso de esta serie para juntos conocer cuál es la voluntad de Dios, agradable y perfecta para nuestra vida. Que Dios te bendiga.
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