Reciba cordiales saludos amable oyente. Muchas gracias por su sintonía. Soy David Logacho dándole la bienvenida al estudio bíblico de hoy. Estamos estudiando el evangelio según Lucas. En esta oportunidad vamos a estudiar la negación de Pedro.
Si tiene una Biblia a la mano, ábrala en Lucas 22:54-62. Antes de entrar al estudio de este pasaje bíblico es necesario señalar que el Señor Jesús pasó por seis juicios antes de ser entregado para ser crucificado. Primero ante Anás, ex sumo sacerdote, y suegro de Caifás, quien a pesar de no ejercer el sumo sacerdocio, sin embargo tenía todavía mucha influencia en Israel. Segundo, ante Caifás, el sumo sacerdote en ejercicio, tercero ante el concilio de ancianos, el famoso sanedrín. Cuarto, ante Pilato el gobernador romano. Quinto ante Herodes, y sexto nuevamente ante Pilato, quien finalmente lo entregó para que sea crucificado. La negación de Pedro ocurrió cuando el Señor Jesús fue llevado ante el sumo sacerdote Caifás. Note lo que dice Lucas 22:54-62. La Biblia dice: Y prendiéndole, le llevaron, y le condujeron a casa del sumo sacerdote. Y Pedro le seguía de lejos.
Luk 22:55 Y habiendo ellos encendido fuego en medio del patio, se sentaron alrededor; y Pedro se sentó también entre ellos.
Luk 22:56 Pero una criada, al verle sentado al fuego, se fijó en él, y dijo: También éste estaba con él.
Luk 22:57 Pero él lo negó, diciendo: Mujer, no lo conozco.
Luk 22:58 Un poco después, viéndole otro, dijo: Tú también eres de ellos. Y Pedro dijo: Hombre, no lo soy.
Luk 22:59 Como una hora después, otro afirmaba, diciendo: Verdaderamente también éste estaba con él, porque es galileo.
Luk 22:60 Y Pedro dijo: Hombre, no sé lo que dices. Y en seguida, mientras él todavía hablaba, el gallo cantó.
Luk 22:61 Entonces, vuelto el Señor, miró a Pedro; y Pedro se acordó de la palabra del Señor, que le había dicho: Antes que el gallo cante, me negarás tres veces.
Luk 22:62 Y Pedro, saliendo fuera, lloró amargamente.
Esto ocurrió en la madrugada después del arresto y después de haber sido llevado a la casa del ex sumo sacerdote Anás. La negación de Pedro fue el evento final de un proceso. Sucedió lo que pasa cada vez que pecamos. Siempre es el resultado de un proceso que toma tiempo. Nadie peca de la noche a la mañana. En el caso de Pedro, el proceso comenzó cuando a raíz del anuncio del Señor Jesús de que Satanás iba a zarandear como a trigo a los discípulos, Pedro se llenó de auto suficiencia y sacando pecho dijo al Señor Jesús: Dispuesto estoy a ir contigo no sólo a la cárcel, sino también a la muerte. Luego el proceso continuó cuando en lugar de velar y orar para no entrar en tentación, Pedro y los demás apóstoles se durmieron en el huerto de Getsemaní. Después el proceso llegó a su madurez, cuando en clara desobediencia a lo que les había dicho el Señor Jesús, en cuanto a no usar la espada, Pedro actuó impulsivamente, desenvainando su espada y arremetiendo contra un siervo del sumo sacerdote, cortándole la oreja. En este punto, Pedro estaba listo para cometer esa horrenda acción de negar al Señor Jesús. Cuidado amable oyente con dejarse arrastrar en el proceso que conduce al pecado. Tan pronto detecte algo que apunta a hacer algo contrario a la voluntad de Dios, deténgase, haga los arreglos que sean necesarios y de esa manera cortará el proceso que conduce al pecado. Volviendo al pasaje bíblico que estamos estudiando, Lucas dice que habiendo sido arrestado, el Señor Jesús fue llevado por sus captores a la casa del sumo sacerdote. Se trata de la casa de Caifás el sumo sacerdote en ejercicio. Lucas registra que Pedro le seguía de lejos. Este hecho ha sido motivo de muchos fogosos sermones que exhortan a los oyentes a no alejarse del Señor Jesús, so pena de caer en pecado. A decir verdad, un enfriamiento en la comunión con el Señor Jesús, efectivamente pone al creyente en una situación de riesgo de caer en pecado, pero cuando Lucas dice que Pedro seguía de lejos al Señor Jesús, Pedro estaba haciendo lo que de antemano se profetizó que sucedería con los discípulos del Señor Jesús. Mateo 26:31-32 dice: Entonces Jesús les dijo: Todos vosotros os escandalizaréis de mí esta noche; porque escrito está: Heriré al pastor, y las ovejas del rebaño serán dispersadas.(G)
Mat 26:32 Pero después que haya resucitado, iré delante de vosotros a Galilea.(H)
Pedro entró a la última etapa de su proceso de caída. Lucas dice que los siervos del sumo sacerdote Caifás hicieron una fogata o un fogón para calentarse porque era de madrugada y Pedro buscó su propia comodidad sentándose alrededor del fuego, hombro a hombro con los enemigos del Señor Jesús. Parece como si Pedro hubiera perdido la noción de lo que estaba padeciendo el Señor Jesús. Obviamente, quien estaba detrás de todo esto era Satanás, poniendo las piezas del rompecabezas en su lugar, para hacer posible que Pedro niegue al Señor Jesús. Al decir esto, no estoy afirmando que Satanás es el culpable de la negación de Pedro. Satanás hizo lo suyo, pero Pedro también, de modo que Pedro es responsable de lo que pasó como se hace evidente más adelante en el relato. Mientras Pedro se abrigaba al calor del fuego encendido por los enemigos del Señor Jesús notó que una criada del sumo sacerdote le clavó la mirada. Inmediatamente esta mujer alzó su voz y mirando a Pedro dijo a los presentes: También éste estaba con él. Pedro no se inmutó y poniendo cara de: No sé que hablas, negó lo que afirmó la mujer diciendo: Mujer, no lo conozco. No debe haber pasado mucho tiempo, hasta que Pedro notó que esta vez un hombre, a lo mejor otro siervo del sumo sacerdote, estaba mirándolo fijamente. Este hombre habló personalmente con Pedro y le confrontó diciéndole: Tú también eres de ellos. Al decir: De ellos, el hombre se refería al grupo de discípulos que seguía al Señor Jesús. La respuesta de Pedro a este hombre fue: Hombre, no lo soy. Tal vez Pedro pensó que allí iba a quedar todo, pero no fue así. Pasó una hora y surgió la voz de otro hombre haciendo una afirmación mucho más convincente que lo que dijo la mujer y ese otro hombre, porque este hombre había estado formando parte de la turba que arrestó al Señor Jesús cuando fue arrestado en el huerto de Getsemaní. Este hombre no podía estar equivocado porque vio a Pedro apenas pocas horas antes. Alzando la voz y mirando a Pedro, este hombre dijo: Verdaderamente también éste estaba con él, porque es galileo. Dos hechos que delataban a Pedro. Fue reconocido por alguien que estuvo en el huerto de Getsemaní, y el acento con que Pedro hablaba. Era conocido que los seguidores del Señor Jesús eran galileos en su mayor parte. Pedro debe haberse encontrado acorralado. Pero a pesar de eso, comenzó a contradecir a su acusador diciendo: Hombre, no sé lo que dices. Es posible que Pedro estaba disponiéndose para inventar algún otro razonamiento que esconda la verdad, cuando fue interrumpido por el canto del gallo. Debe haber sido como recibir un garrotazo en la cabeza. Lo que pasó debe haber quedado grabado en la mente de Pedro. Lucas dice que el Señor Jesús se volvió para mirar a Pedro. No le dijo nada, simplemente miró a Pedro. Fue una de esas miradas que sin pronunciar palabra alguna comunica tantas cosas. En el acto, Pedro se acordó de la palabra del Señor cuando le dijo: Antes que el gallo cante, me negarás tres veces. Se había cumplido lo que el Señor Jesús dijo que pasaría, y que Pedro aseguró que jamás podría suceder, porque según él, estaba dispuesto ir con el Señor Jesús no sólo a la cárcel, sino también a la muerte. Pedro acababa de demostrar lo absurdo, o lo vacío de confiar en nuestra propia fuerza para ser fieles al Señor Jesús. Reconociendo su fracaso, Lucas registra que Pedro salió del patio de la casa del sumo sacerdote y una vez afuera, lloró amargamente. Eran lágrimas de decepción, porque reconocía que había fracasado rotundamente al confiar en sí mismo. Eran lágrimas de dolor, por haber negado por tres veces a quien ese mismo momento estaba soportando lo indecible por él. Eran lágrimas de derrota, porque había sido vencido por el enemigo. Pero no todo quedaba allí. Pedro lloró, ciertamente, pero a la vez debe haberse acordado lo que también le dijo el Señor Jesús. Yo he rogado por ti, para que tu fe no falte; y tú, una vez vuelto, confirma a tus hermanos. En medio de su decepción, dolor y derrota, brillaba una luz de esperanza. Pedro tendría otra oportunidad para enmendar su error. Es interesante que una vez que el Señor Jesús resucitó, tuvo un encuentro personal con Pedro y por tres ocasiones el Señor preguntó a Pedro si le amaba. En las tres oportunidades Pedro respondió afirmativamente. Pedro negó tres veces al Señor, pero una vez arrepentido, el Señor le dio oportunidad de confesar tres veces que le amaba. Puede ser que usted haya ofendido gravemente al Señor. Es algo muy serio, pero no es el fin. El Señor está listo para darle una nueva oportunidad para rectificar el error. Alabado sea su nombre.
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