Reciba cordiales saludos, amiga, amigo oyente. Soy David Logacho dándole la bienvenida al estudio bíblico de hoy en el evangelio según Lucas. Mientras el Señor Jesús subía a Jerusalén donde iba a ser crucificado, aprovechaba la oportunidad para dejar lecciones espirituales maravillosas a sus discípulos y a la gente que le acompañaba. En esta oportunidad, veremos al Señor Jesús, enseñando cosas importantes acerca de la responsabilidad de sus discípulos durante el tiempo entre su primera y su segunda venida.
Si tiene una Biblia a la mano, ábrala en Lucas 19:11-27. Lo primero que notamos es lo que motivó al Señor Jesús a pronunciar la parábola que vamos a estudiar. Lucas 19:11 dice: Oyendo ellos estas cosas, prosiguió Jesús y dijo una parábola, por cuanto estaba cerca de Jerusalén, y ellos pensaban que el reino de Dios se manifestaría inmediatamente.
Lo último que el Señor Jesús dijo antes de esto que acabo de leer fue que Él, como el Hijo del Hombre había venido a buscar y a salvar lo que se había perdido. Estas palabras fueron pronunciadas por el Señor Jesús a raíz de la espectacular conversión de un reconocido jefe de publicanos que se llamaba Zaqueo. Una vez que había sido rechazado como Rey de Israel, cuyo episodio final fue su crucifixión, el Señor Jesús estaba dedicado por entero a buscar y a salvar a pecadores hundidos en su pecado. Su reino con Él como Rey había sido pospuesto hasta cuando venga por segunda vez. Todo esto era difícil de digerir para sus discípulos, porque ellos tenían entre ceja y ceja que una vez que el Señor Jesús llegue a Jerusalén, en la fiesta de la Pascua, que estaba a días de acontecer, el Señor Jesús se iba a proclamar como Rey de Israel, iba a derrotar al imperio romano, e iba a establecer el glorioso reino Mesiánico, el reino de Dios en la tierra, reino en el cual, los discípulos esperaban ocupar puestos de importancia. La parábola del Señor Jesús tiene entonces que ver con que lo que iba a pasar era algo totalmente diferente. El Señor Jesús va a establecer su reino en este mundo y Él va a ser el Rey, pero eso será cuando venga por segunda vez, lo cual presupone que Él iba a volver a su Padre, como en efecto aconteció una vez que fue crucificado, murió y resucitó. Con esto en mente, permítame entonces leer la parábola. Se encuentra en Lucas 19:12-27. La Biblia dice: Dijo, pues: Un hombre noble se fue a un país lejano, para recibir un reino y volver.
Luk 19:13 Y llamando a diez siervos suyos, les dio diez minas,[a] y les dijo: Negociad entre tanto que vengo.
Luk 19:14 Pero sus conciudadanos le aborrecían, y enviaron tras él una embajada, diciendo: No queremos que éste reine sobre nosotros.
Luk 19:15 Aconteció que vuelto él, después de recibir el reino, mandó llamar ante él a aquellos siervos a los cuales había dado el dinero, para saber lo que había negociado cada uno.
Luk 19:16 Vino el primero, diciendo: Señor, tu mina ha ganado diez minas.
Luk 19:17 El le dijo: Está bien, buen siervo; por cuanto en lo poco has sido fiel, tendrás autoridad sobre diez ciudades.
Luk 19:18 Vino otro, diciendo: Señor, tu mina ha producido cinco minas.
Luk 19:19 Y también a éste dijo: Tú también sé sobre cinco ciudades.
Luk 19:20 Vino otro, diciendo: Señor, aquí está tu mina, la cual he tenido guardada en un pañuelo;
Luk 19:21 porque tuve miedo de ti, por cuanto eres hombre severo, que tomas lo que no pusiste, y siegas lo que no sembraste.
Luk 19:22 Entonces él le dijo: Mal siervo, por tu propia boca te juzgo. Sabías que yo era hombre severo, que tomo lo que no puse, y que siego lo que no sembré;
Luk 19:23 ¿por qué, pues, no pusiste mi dinero en el banco, para que al volver yo, lo hubiera recibido con los intereses?
Luk 19:24 Y dijo a los que estaban presentes: Quitadle la mina, y dadla al que tiene las diez minas.
Luk 19:25 Ellos le dijeron: Señor, tiene diez minas.
Luk 19:26 Pues yo os digo que a todo el que tiene, se le dará; mas al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará.(B)
Luk 19:27 Y también a aquellos mis enemigos que no querían que yo reinase sobre ellos, traedlos acá, y decapitadlos delante de mí.
El hombre noble de la parábola simboliza al Señor Jesucristo. Antes de ir a un país lejano, para recibir un reino y volver, el hombre noble hizo algo muy apropiado con sus bienes. No quería que su capital permanezca ocioso mientras él estaba lejos. Como iba a estar ausente quien sabe cuanto tiempo, llamó a diez de sus siervos y les repartió diez minas, en partes iguales, esto es, una mina a cada uno. La mina se refiere a un monto determinado de dinero. Los que conocen del asunto dicen que una mina equivalía a 100 denarios, esto sería como algo más que tres salarios mensuales de un trabajador. El salario diario de un trabajador era un denario. Los diez siervos se volvieron entonces administradores de un bien que no era de ellos sino de su amo, el hombre noble. ¿Cuál era el propósito del hombre noble al entregar esa mina a cada uno de sus diez siervos? El hombre noble les dio instrucciones claras y precisas. Les dijo: Negociad entre tanto que vengo. Interesante que el hombre noble no les dijo cuándo iba a volver. El verbo que se ha traducido como “negociar” significa hacer trabajar, o usar, o comerciar. La idea del hombre noble era entonces: Tienen en su mano un bien que no es de ustedes, háganlo trabajar para que rinda el mayor fruto posible. Los siervos tenían libertad en cuanto a la forma como lo iban a usar. Tal vez, depositando en un banco para que gane interés, o comprando algo para luego venderlo y obtener una ganancia o en alguna pequeña industria. Los siervos simbolizan a cada uno de los que somos discípulos del Señor Jesús. La mina simboliza las oportunidades que los discípulos tenemos para servir al Señor. Todos tenemos las mismas oportunidades. Todos tenemos plena libertad para aprovechar esas oportunidades de la mejor manera. Algo interesante es la actitud de los conciudadanos del hombre noble. Hicieron algo muy cuestionable. Como no apreciaban al hombre noble, enviaron una embajada al país lejano a donde iba el hombre noble, con el mensaje de: No queremos que éste reine sobre nosotros. Los conciudadanos del hombre noble simbolizan a los judíos que ya habían rechazado al Señor Jesús como su Mesías y estaban a días de crucificarlo. No se sabe cuanto tiempo pasó, pero llegó el momento para que vuelva el hombre noble. Al volver mandó a llamar a sus diez siervos que recibieron una mina cada uno. Quería saber cómo había negociado cada uno con su mina. El primero se acercó y dijo: Señor tu mina ha ganado diez minas. La respuesta del hombre noble fue: Está bien, buen siervo; por cuanto en lo poco has sido fiel, tendrás autoridad sobre diez ciudades. Luego vino otro y dijo: Señor, tu mina ha producido cinco minas. La respuesta del hombre noble a este sirvo fue: Tú también sé sobre cinco ciudades. Note que cada siervo que hizo fructificar su mina fue recompensado conforme al fruto que rindió su mina. A mayor fruto mayor recompensa. Pero vino otro diciendo: Señor, aquí está tu mina, tal cual como me la diste. La guardé en un pañuelo para que no se deteriore. No ha producido nada, porque tuve miedo de ti, por cuanto eres hombre severo, que tomas lo que no pusiste y siegas lo que no sembraste. Interesante, la imagen que este siervo tenía de su amo, le condujo a no sacar provecho en absoluto de la mina que recibió. La respuesta a este siervo fue: Mal siervo, por tu propia boca de juzgo. Sabías que yo era hombre severo, que tomo lo que no puse y que siego lo que no sembré. En otras palabras, si tenías tanto temor de mí, en lugar de no hacer nada con tu mina, debías haber hecho lo imposible para que rinda algún fruto. Por eso le dijo: ¿Por qué no pusiste mi dinero en el banco, para que al volver yo, lo reciba con los intereses? Ante la mirada atónita de todos, el hombre noble dio su veredicto para el mal siervo. Dijo: Quitadle la mina, y dadla al que tiene las diez minas. Esto sorprendió a la gente y por tanto cuestionaron al hombre noble diciendo: Pero Señor, él ya tiene diez minas. La respuesta del hombre noble fue: A todo el que tiene se le dará; más al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará. Esta es la aplicación de la parábola. Quien hizo rendir su mina al punto que produjo diez minas, probó que es capaz de hacer rendir fruto de lo que tiene y por tanto es digno de que se le confíe más, por eso se le dio la mina del mal siervo que no hizo rendir ningún fruto de su mina. El mal siervo perdió todo lo que recibió. ¿Cuál es la aplicación para nosotros? Pues que mientras el Señor tarda en venir, tenemos que aprovechar todas las oportunidades que tenemos para producir fruto para el reino de los cielos. A mayor fruto habrá mayor recompensa. Si somos negligentes en aprovechar las oportunidades que tenemos para producir fruto para el reino de Dios, corremos el riesgo de ser puestos a un lado por Dios. En estas condiciones no tendremos ninguna recompensa. Esto no significa que perderemos nuestra salvación. El Señor Jesús no está hablando de salvación sino de servicio. Dios jamás sale perdiendo. Si nosotros no aprovechamos las oportunidades que tenemos en el reino de Dios, serán otros los que aprovechen esas oportunidades y quienes salimos perdiendo somos nosotros. La parábola termina con el destino final de los enemigos del hombre noble que no querían que el hombre noble reine sobre ellos. La parábola dice que fueron decapitados. Estos hombres son símbolo de los judíos que abiertamente rechazaron al Señor Jesucristo como el Mesías o el rey de los judíos. En su gracia Dios les concedió como cuarenta años para que se arrepientan, pero no lo hicieron y en el año 70 DC, la mayoría de ellos murieron en la toma de Jerusalén por los soldados romanos y el resto tuvieron que ir al exilio. Es algo muy serio rebelarse contra el Señor Jesucristo. Las consecuencias son graves. Si todavía no lo ha recibido como su Salvador, hágalo ahora mismo, mientras todavía tiene oportunidad. Si espera más puede ser que pierda su oportunidad.
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