Es muy grato saber que estamos junto a Usted por medio de esta emisora amiga. Bienvenida, bienvenido al estudio bíblico de hoy. Prosiguiendo con la serie que lleva por título: Proverbios, sabiduría celestial para la vida terrenal, en esta oportunidad, David Logacho nos hablará de un hermoso paralelo entre la sabiduría y la persona de nuestro amado Señor Jesucristo.
Hablando del Señor Jesucristo, el apóstol Pablo dice lo siguiente en Colosenses 2:3 «en quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento»
El mismo apóstol dice, en 1 Corintios 1:24 que Cristo es «sabiduría de Dios»
Un poco más adelante en el versículo 30 del capítulo 1 de 1 Corintios, Pablo dice que Jesucristo «nos ha sido hecho por Dios sabiduría»
Es obvio que existe una relación muy íntima entre la sabiduría y el Señor Jesucristo. Mucho de lo que se puede afirmar sobre la sabiduría se aplica directamente al Señor Jesucristo.
Con esta idea en mente, vamos a Proverbios capítulo 8. Entre los versículos 22 a 36 se nos muestra muchas cosas sobre la sabiduría, las cuales son aplicables también al Señor Jesucristo.
En primer lugar, su existencia eterna. Note lo que dice Proverbios 8:22 «Jehová me poseía en el principio, ya de antiguo, antes de sus obras»
La sabiduría estaba desde el principio con Dios, antes de la fundación del mundo. Lo mismo se puede decir de Jesucristo. Juan 1:1 dice: «En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios»
Cuando este pasaje bíblico habla del Verbo, se está refiriendo al Hijo de Dios, el Señor Jesucristo. Dice que el Hijo de Dios estaba con Dios desde el principio, es decir eternamente.
En segundo lugar, su gloria eterna. Proverbios 8:23 dice: «Eternamente tuve el principado, desde el principio, antes de la tierra.»
Desde siempre, la sabiduría ha tenido un lugar de privilegio en el seno de la Deidad, ha tenido el principado. Lo mismo se puede decir del Hijo de Dios, desde siempre ha tenido un lugar de privilegio en el seno de la Deidad, tan es así, que fue destinado desde antes de la fundación del mundo para ser el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.
En tercer lugar, su engendramiento eterno. Proverbios 8:24-26 dice: «Antes de los abismos fui engendrada; antes que fuesen las fuentes de las muchas aguas. Antes que los montes fuesen formados, antes de los collados, ya había sido yo engendrada; no habían aún hecho la tierra, ni los campos, ni el principio del polvo del mundo.»
Aquí tenemos una fuerte evidencia de lo que se conoce como «creación de la nada» En determinado instante no existía nada de lo que ahora existe en el universo, en el instante siguiente, todo lo que hay en el universo llegó a existir. Dios no usó ningún material previamente existente para crear todo lo que existe.
Pero en lo que concierne a la sabiduría, dice el texto que fue engendrada, antes de que existan los accidentes geográficos con sus profundos abismos repletos de aguas y sus elevadas cadenas montañosas que descansan sobre la tierra seca.
En realidad, la sabiduría fue engendrada antes que exista el universo, no sólo el globo terrestre. Lo mismo se puede decir del Hijo de Dios. El Hijo de Dios fue engendrado antes de todo lo que existe en el universo.
Al decir engendrado, no se está dando a entender que el Hijo de Dios fue creado por el Padre o que el Hijo de Dios nació del Padre. Lo que se está dando a entender es que desde la eternidad pasada y por la eternidad futura, el Padre y el Hijo tendrán una relación de engendramiento. El Hijo es eternamente engendrado por el Padre. Siempre ha habido y siempre habrá uno que es Padre y uno que es Hijo.
En cuarto lugar, su presencia en la creación. Proverbios 8:27-29 dice: «Cuando formaba los cielos, allí estaba yo; cuando trazaba el círculo sobre la faz del abismo; cuando afirmaba los cielos arriba, cuando afirmaba las fuentes del abismo; cuando ponía al mar su estatuto, para que las aguas no traspasasen su mandamiento; cuando establecía los fundamentos de la tierra.»
El universo en general y la tierra en particular muestran la sabiduría de Dios. Cada descubrimiento de los científicos, tanto en el macro cosmos como en el micro cosmos revelan la asombrosa sabiduría con que fueron hechos. Salmo 19:1 dice: «Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos»
Cuando uno quiere ver la sabiduría de Dios tiene que mirar la creación. El texto habla de Dios trazando el círculo sobre la faz del abismo. Esto confirma un hecho que por miles de años representó un enigma para la humanidad. Me refiero a la forma de la tierra. Por miles de años se sostuvo que la tierra era plana, o que la tierra era cúbica. Causó revuelo el planteamiento que la tierra podría ser esférica y no se aceptó este concepto sino cuando se presentaron pruebas concluyentes, pero la Biblia, desde miles de años atrás ya había anunciado que la tierra es esférica cuando afirma que Dios trazaba el círculo sobre la faz del abismo.
La sabiduría también intervino en la maravillosa obra de poner límite a los cuerpos acuosos para que no inunden la tierra seca. Toda la creación fue realizada por Dios con mucha sabiduría, pero siendo que la sabiduría está íntimamente relacionada con el Hijo de Dios, perfectamente podemos decir que el Hijo de Dios tuvo parte activa en la creación del universo.
Más aún, la Biblia dice que el Hijo de Dios es el creador del universo. Mire lo que dice Juan 1:3 «Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho»
En quinto lugar, tenemos su obra en la creación. La primera parte de Proverbios 8:30 dice: «Con él estaba yo ordenándolo todo»
La sabiduría tuvo un papel importante en el orden y la hermosura que se ve en la creación. El Hijo de Dios también estuvo todo el tiempo junto a su Padre mientras de la nada se formaba el universo. Hablando de Jesucristo, el Hijo de Dios, Colosenses 1:16 dice: «Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él.»
En sexto lugar, su gozo en su relación con el Padre. La segunda parte de Proverbios 8:30 dice: «Y era su delicia de día en día, teniendo solaz delante de él en todo tiempo»
¡Qué hermoso cuando hay gozo en una relación! Jehová se deleitaba en la sabiduría y la sabiduría se deleitaba en Jehová. Lo mismo pasa con el Hijo. El Padre se deleita en el Hijo. Note lo que dijo el Padre acerca de su Hijo según Mateo 3:17 «Y hubo una voz de los cielos, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia.»
El Padre deleitándose en su Hijo. Pero también, sin duda, el Hijo se deleitaba en el Padre. En séptimo lugar, su gozo en la humanidad. Proverbios 8:31 dice: «Me regocijo en la parte habitable de su tierra; y mis delicias son con los hijos de los hombres.»
Lo más significativo de la creación fue el ser humano. La sabiduría encontró un gozo especial en el ser humano, por eso dice: Me regocijo en la parte habitable de su tierra. Mis delicias son con los hijos de los hombres. Lo mismo podemos decir del Hijo de Dios, el Señor Jesucristo. A pesar de su estado espiritual, el Hijo amó tanto al pecador que estuvo dispuesto a morir por él. Juan 15:13 dice: «Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos»
En octavo lugar, su invitación. Proverbios 8:32-34 dice: «Ahora, pues, hijos, oídme, y bienaventurados los que guardan mis caminos. Atended el consejo y sed sabios, y no lo menospreciéis. Bienaventurado el hombre que me escucha, velando a mis puertas cada día, aguardando a los postes de mis puertas.»
La sabiduría invita a todos en general a poner atención a los dichos de su boca. Los que lo hacen serán bienaventurados o dichosos. El consejo de la sabiduría hace sabio al que lo recibe. No es prudente menospreciar el consejo de la sabiduría. Si alguno desea ser bienaventurado o dichoso debe estar dispuesto a escuchar lo que dice la sabiduría. Esto demanda un esfuerzo especial por parte del hombre. Dice el texto que debe estar velando a las puertas de la sabiduría. Esto habla de un ferviente deseo por encontrarse con la sabiduría.
Absolutamente lo mismo se puede decir del Hijo. El Hijo, el Señor Jesucristo también invita a oír su palabra. Los que la oyen serán bienaventurados, o muy dichosos. Atesorar en el corazón la palabra de Cristo, hace sabia a la persona. No es prudente menospreciar la palabra de Cristo. El hombre debe tener un especial deseo por un encuentro personal con Cristo. Cuando eso suceda producirá dicha extrema en el hombre.
En noveno lugar, su promesa y su advertencia. Proverbios 8:35-36 dice: «Porque el que me halle, hallará la vida, y alcanzará el favor de Jehová. Mas el que peca contra mí, defrauda su alma; todos los que me aborrecen aman la muerte.»
La sabiduría es tan imprescindible para el bienestar del hombre que tenerla es garantía de vida, es equivalente a recibir el bien de Jehová. En cambio, pecar contra ella, en el sentido de no dar atención a su consejo es atentar contra la vida del hombre. Amar la sabiduría es lo mismo que amar la vida. No amar la sabiduría es lo mismo que amar la muerte.
Es exactamente lo mismo que podemos decir del Hijo de Dios. Note lo que dice Juan 3:36 «El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él.»
¿Quiere tener vida, amiga, amigo oyente? Entonces necesita a Cristo Jesús. Si todavía no lo tiene, hoy mismo hable con Dios reconociendo que Usted es pecador, reconociendo que está en peligro de recibir el castigo eterno por ser pecador, reconociendo que Dios le ama y que por ese amor envió a su Hijo a morir en lugar de Usted. Luego por la fe, reciba a Jesucristo como su personal Salvador. Entonces llegará a tener vida eterna conforme a la promesa de su palabra.
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