Es un privilegio para nosotros saber que usted nos está escuchando, amiga, amigo oyente. Bienvenida, bienvenido al estudio bíblico de hoy. Prosiguiendo con el estudio de la primera epístola de Pablo a los Corintios, en la serie que lleva por título: Un mensaje oportuno para una iglesia en crisis, David Logacho nos hablará acerca de la santidad en la iglesia local.
Uno de los nombres para la iglesia de Cristo es: La casa de Dios.
Hablando a Timoteo, Pablo le dijo lo siguiente, según 1 Timoteo 3:15 «para que si tardo, sepas cómo debes conducirte en la casa de Dios, que es la iglesia del Dios viviente, columna y baluarte de la verdad.»
Siendo así, es inevitable que haya santidad en la casa de Dios. Por esto justamente, Pablo fue severo con la iglesia en Corinto, por cuanto en lugar de haber lamentado por la presencia de un fornicario, más bien lo toleraron de buena gana.
Pablo atribuyó este problema al envanecimiento de los creyentes corintios. Envanecimiento significa envolverse en orgullo. Normalmente es el orgullo lo que impide que reconozcamos el pecado en nuestra vida.
Pero armado de un celo santo por la santidad en la iglesia local, Pablo instruyó a la iglesia de Corinto para que el fornicario sea expulsado de la comunión y entregado a Satanás para destrucción de la carne, a fin de que su espíritu sea salvo en el día del Señor.
Esta es la medida de disciplina más drástica que la iglesia puede administrar y está reservada para aquellos que siendo creyentes persisten en el pecado a pesar de todos los esfuerzos que la iglesia hace para que lo abandonen. Las iglesias locales normalmente tienen mucho temor de aplicar esta medida extrema de disciplina, pero más temor deberían tener de no aplicarla, porque la tolerancia del pecado flagrante contamina a toda la iglesia local y atenta contra el buen nombre de nuestro Señor Jesucristo.
Este es el antecedente de la enseñanza que tenemos para hoy. Abramos por tanto nuestras Biblias en la primera epístola de Pablo a los Corintios, capítulo 5 versículos 6 a 8.
En esta porción bíblica se mencionan dos fiestas judías que tienen una enseñanza precisa para lo que Pablo trata de comunicar.
La primera es la pascua. La institución de esta fiesta se remonta al tiempo cuando el pueblo de Israel estaba por salir de la esclavitud en Egipto. Exodo 12:1-14 dice: «Habló Jehová a Moisés y a Aarón en la tierra de Egipto, diciendo: Este mes os será principio de los meses; para vosotros será éste el primero en los meses del año. Hablad a toda la congregación de Israel, diciendo: En el diez de este mes tómese cada uno un cordero según las familias de los padres, un cordero por familia. Mas si la familia fuere tan pequeña que no baste para comer el cordero, entonces él y su vecino inmediato a su casa tomarán uno según el número de las personas; conforme al comer de cada hombre, haréis la cuenta sobre el cordero. El animal será sin defecto, macho de un año; lo tomaréis de las ovejas o de las cabras. Y lo guardaréis hasta el día catorce de este mes, y lo inmolará toda la congregación del pueblo de Israel entre las dos tardes. Y tomarán de la sangre, y la pondrán en los dos postes y en el dintel de las casas en que lo han de comer. Y aquella noche comerán la carne asada al fuego, y panes sin levadura; con hierbas amargas lo comerán. Ninguna cosa comeréis de él curda, ni cocida en agua, sino asada al fuego; su cabeza con sus pies y sus entrañas. Ninguna cosa dejaréis de él hasta la mañana; y lo que quedare hasta la mañana, lo quemaréis en el fuego. Y lo comeréis así; ceñidos vuestros lomos, vuestro calzado en vuestros pies, y vuestro bordón en vuestra mano; y lo comeréis apresuradamente; es la Pascua de Jehová. Pues yo pasaré aquella noche por la tierra de Egipto, y heriré a todo primogénito en la tierra de Egipto, así de los hombres como de las bestias; y ejecutaré mis juicios en todos los dioses de Egipto. Yo Jehová. Y la sangre os será por señal en las casas donde vosotros estéis; y veré la sangre y pasaré de vosotros, y no habrá en vosotros plaga de mortandad cuando hiera la tierra de Egipto. Y este día os será en memoria, y lo celebraréis como fiesta solemne para Jehová durante vuestras generaciones; por estatuto perpetuo lo celebraréis»
La sangre del cordero pascual que fue inmolado, rociada sobre los dos postes y el dintel de la casa, impidió que el ángel de Jehová hiera de muerte al primogénito que moraba en aquella casa. Un hermoso cuadro de lo que sucedió cuando Jesucristo, el Cordero de Dios, fue inmolado en la cruz del Calvario. Su sangre derramada, aplicada sobre la vida del pecador que cree en él, impide que ese pecador muera eternamente.
La segunda fiesta que se menciona en este pasaje bíblico es la de los panes sin levadura. La institución de esta fiesta aparece en Exodo 12:15-20 donde dice: «Siete días comeréis panes sin levadura; y así el primer día haréis que no haya levadura en vuestras casas; porque cualquiera que comiere leudado desde el primer día hasta el séptimo, será cortado de Israel. El primer día habrá santa convocación, y asimismo en el séptimo día tendréis una santa convocación; ninguna obra se hará en ellos, excepto solamente que preparéis lo que cada cual haya de comer. Y guardaréis la fiesta de los panes sin levadura, porque en este mismo día saqué vuestras huestes de la tierra de Egipto; por tanto, guardaréis este mandamiento e vuestras generaciones por costumbre perpetua. En el mes primero comeréis los panes sin levadura, desde el día catorce del mes por la tarde hasta el veintiuno del mes por la tarde. Por siete días no se hallará levadura en vuestras casas; porque cualquiera que comiere leudado, así extranjero como natural del país, será cortado de la congregación de Israel. Ninguna cosa leudada comeréis; en todas vuestras habitaciones comeréis panes sin levadura.»
La levadura es un símbolo del pecado. Así como la salida de Egipto de los hijos de Israel significaba un corte con la esclavitud egipcia, lo cual estaba representado por la fiesta de los panes sin levadura, el creyente también ha sido librado de la esclavitud con el pecado cuando recibió a Cristo como Salvador. Se espera por tanto que el creyente manifieste que ha cortado con el pecado.
Teniendo estas dos fiestas bien presentes en nuestra mente, vamos a dar lectura al texto en 1 Corintios 5: 6-8 donde dice: «No es buena vuestra jactancia. ¿No sabéis que un poco de levadura leuda toda la masa? Limpiaos, pues, de la vieja levadura, para que seáis nueva masa, sin levadura como sois; porque nuestra pascua, que es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros. Así que celebremos la fiesta, no con la vieja levadura, ni con la levadura de malicia y de maldad, sino con panes sin levadura, de sinceridad y de verdad.»
Los creyentes de la iglesia en Corinto estaban envanecidos. Su orgullo les hacía pensar que no había problema con que un hermano esté metido en ese terrible pecado de fornicación.
Pablo cuestiona esta actitud complaciente diciendo: No es buena vuestra jactancia. ¿Por qué? Para responder esta inquietud, Pablo echa mano de algo que es de dominio público. No sólo las amas de casa sino todos en general, sabemos muy bien, que hace falta sólo una pizca de levadura para hacer leudar toda la masa.
Pues así es con el pecado. Hace falta sólo que un creyente ande en pecado, para que el efecto nocivo del pecado afecte a toda la iglesia local. Lo peor que pueden hacer los pastores o líderes de una iglesia local, es saber que alguien anda en pecado y no hacer nada en cuanto a eso.
En algún momento, más pronto que tarde, verán que toda la iglesia está andando por el mismo camino de pecado, y las bendiciones del Señor estarán cada vez más distantes. Por este motivo, Pablo da una orden: Limpiaos, pues de la vieja levadura, para que seáis nueva masa. Es una forma de decir: Suficiente con las prácticas pecaminosas que tenían antes de recibir a Cristo como Salvador. Dejen todo eso, porque ustedes deben ser masa sin levadura, o deben procurar vivir sin pecado.
Luego Pablo echa mano de la fiesta de la pascua. Recuerde que para celebrar la fiesta de la pascua era necesario sacar toda levadura de la casa. Pues Pablo dice que nuestra pascua, que es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros. Es de asumirse entonces que en un sentido espiritual hayamos sacado toda la levadura, o todo el pecado de nuestra vida.
Pero ¿qué otra fiesta se celebraba desde la pascua y duraba siete días? Exactamente, la fiesta de los panes sin levadura que simbolizaba que el pueblo de Israel había quedado en libertad de la esclavitud en Egipto.
Un hermoso cuadro de que cuando el creyente recibe a Cristo como Salvador, queda libre del poder o del dominio del pecado. Pablo dice por tanto. Hagan de esto una realidad práctica en su vida. Dejen de vivir como si todavía fueran esclavos del pecado.
Echen por tanto de sus vidas la vieja levadura, una referencia al estilo de vida que teníamos antes de ser creyentes. Echen de sus vidas la levadura de malicia y de maldad, una referencia a las constantes agresiones, peleas y divisiones que estaban presentes en la iglesia de Corinto, e incorporen a sus vidas los panes sin levadura, que son las cosas hechas con sinceridad y en verdad.
De modo que, amable oyente, Cristo Jesús, nuestra pascua, ya fue sacrificada por nosotros, se espera por tanto que desechemos de nuestra vida todo aquello que a los ojos de Dios sea levadura, es decir pecado. La vida de santidad no es una opción para los creyentes, sino un deber, porque a los ojos de Dios somos como masa sin levadura, debemos por tanto examinar nuestra vida y arreglar cualquier cosa que no sea recta delante de Dios.
Antes de despedirnos queremos agradecerle por su sintonía y además le invitamos a visitar nuestra página en Internet y nos haga llegar sus comentarios acerca del programa y además conozca la respuesta a la PREGUNTA DEL DÍA. Mateo 12:36 dice que los hombres darán cuenta de toda palabra ociosa en el día del juicio, pero Salmo 103:3 dice en cambio que Dios perdona todas las iniquidades. ¿Puede explicarme cómo puede ser esto? Nuestra dirección en la Internet es: labibliadice.org Hasta la próxima y que Dios le bendiga ricamente.
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