Saludos cordiales amigo oyente. Bienvenido al estudio bíblico de hoy. Estamos estudiando acerca de la santidad. En lo que va de este estudio, hemos visto que todo creyente se constituye en un pobre modelo de Cristo o en un buen modelo de Cristo, dependiendo de su conducta como Cristiano. También hemos visto que existen un buen número de razones para vivir una vida santa. A decir verdad, si un creyente no está viviendo una vida de santidad, se ha desviado de la voluntad de Dios para él, porque la palabra de Dios ordena a los creyentes a vivir vidas santas. En el estudio bíblico de hoy, David Logacho nos va a hablar de un término relacionado muy estrechamente a la santidad, se trata de la santificación.
Antes de hablar de la santificación, permítame relatar esta historia real de un personaje común y comente a quien vamos a llamar José. Muy bien, José no lo sabía, pero fue marcado por el Espíritu Santo antes de ser salvo. En realidad, José fue puesto aparte por Dios muchísimo antes que naciera. Mientras José iba creciendo, tuvieron lugar algunos hechos que en su momento parecieron nada significantes. Como coincidencia, en cualquier lugar que se encontraba José siempre había uno que otro creyente. Un día uno de estos creyentes le obsequió un folleto evangelístico. Otro día, aparentemente por accidente se encontró con un programa cristiano de radio, a lo mejor fue La Biblia Dice… Otro día un compañero de trabajo le presentó el evangelio. Una ocasión le invitaron a asistir a una campaña evangelística en su ciudad. Cosas así, ocurrieron en la vida de José. De pronto, un día, su esposa le recibió con una sonrisa inusual en el hogar. Mi amor, le dijo: Hoy he recibido a Cristo como mi Salvador. José quedó perplejo y su asombro aumentó cuando con el correr del tiempo su esposa cambió totalmente para bien. Más tarde, José se dio cuenta que todas estas aparentes coincidencias fueron obra del Espíritu Santo guiándole a la salvación. Cuando José finalmente recibió a Cristo como Salvador y Señor, supo que se le había dado una posición de santificación ante Dios. Dios veía ahora a José en Cristo. Esto significa que la santidad de Cristo había sido puesta sobre José y como consecuencia de ello, José podía ir al cielo en cualquier momento. José había dejado de ser miembro de este sistema mundial capitaneado por Satanás y había pasado a ser miembro de Cristo, puesto aparte del mundo. José comenzó a notar algunos cambios en su vida. Le nació un odio natural al pecado y un anhelo por vivir en santidad. Todavía pecaba de vez en cuando, pero no como antes. El pecado no era una práctica en su vida. Si pecaba sabía que lo había hecho en contra de lo que la Biblia y su conciencia le dictaban. Por eso, cuando pecaba, se sentía avergonzado. Eventualmente dejó sus vicios, y mejoró su conducta. No había duda que José estaba creciendo en santidad. Pero llegó un día cuando José murió. Tan pronto ello ocurrió, José se encontró cara a cara con el Salvador. Ese instante aconteció algo extraordinario. Ocurrió una transformación fantástica. José llegó a se como Jesús moralmente y espiritualmente. Por fin José quedó libre de cualquier relación con el pecado y vive por la eternidad junto a Dios. Esta historia, amigo oyente, muestra los cuatro aspectos de la santificación que encontramos en el Nuevo Testamento. Pero antes de proseguir, pensemos un instante en el significado de la palabra santificación. Santificación es sinónimo de santidad. Ambas palabras son traducciones de una misma palabra en el idioma que se escribió el Nuevo Testamento y consecuentemente tienen el mismo significado. Ser santo o ser santificado significa ser puesto aparte para un propósito especial. Este es el concepto básico de santidad o santificación. Es un error muy común el pensar que santificar significa hacer que algo sea más perfecto. Esto no es así porque la Biblia dice que Jesús se santifica a sí mismo y que nosotros debemos santificar a Jesús en nuestros corazones. Pero Jesús no puede ser más perfecto, porque él ya es perfecto. Cuando la Biblia dice que él se santifica a sí mismo, significa que él mismo, por su propia cuenta se pone aparte para hacer lo que el Padre le ha llamado a hacer y cuando la Biblia dice que nosotros debemos santificar a Jesús en nuestros corazones significa que debemos poner a Jesús aparte de todo nuestros intereses para que él sea el Soberano Señor sobre nuestras vidas. Así que, amigo oyente, santificar no significa que algo se va haciendo más perfecto cada vez, sino que algo ha sido puesto aparte con un propósito específico. Hecha esta acotación, vayamos a los cuatro aspectos de la Santificación. El primero es lo que podríamos llamara la santificación pre-conversión. Esto significa que todos los creyentes fueron santificados, o puestos aparte para Dios, antes de que sean Salvos. 2ª Tesalonicenses 2:13 dice: «Pero nosotros debemos dar siempre gracias a Dios respecto a vosotros, hermanos amados por el Señor, de que Dios os haya escogido desde el principio para salvación, mediante la santificación por el Espíritu y la fe en la verdad» ¿Recuerda esas aparentes coincidencias en la vida de José del ejemplo, antes que sea salvo? No fueron en realidad coincidencias sino el resultado de esa obra de santificación pre-conversión realizada por el Espíritu Santo. Fue el Espíritu Santo guiando, por así decirlo, a José hasta que José reciba a Cristo como Salvador. El segundo aspecto de la santificación es lo que podríamos llamar la santificación posicional, lo cual significa que el preciso momento que una persona recibe a Cristo como Salvador, Dios ve a esa persona en Cristo, puesta aparte del mundo para Dios. 1ª Corintios 1:2 dice: «a la iglesia de Dios que está en Corinto, a los santificados en Cristo Jesús, llamados a ser santos con todos los que en cualquier lugar invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo, Señor de ellos y nuestro» Según esto, todo creyente es posicionalmente santo porque ha sido puesto aparte para Dios. Para algunos, los santos son todos los creyentes que han muerto, pero no hay tal, los santos son todos los creyentes, no importa si estén vivos o hayan muerto. Además, la santificación posicional no es algo que el creyente lo consigue con sus buenas obras, sino que es algo que Dios hace en el creyente cuando lo coloca en Cristo y esto en respuesta a la fe del creyente expresada el instante que ese creyente recibió a Cristo como Salvador. La santificación posicional garantiza que todo creyente es aprobado por Dios. Cuando Dios ve a un creyente, lo mira en Cristo, con todo lo que Cristo es y por tanto Dios recibe a ese creyente sin reparo alguno. El tercer aspecto de la santificación es lo que se llama la santificación práctica. Esto tiene que ver con lo que hacemos en nuestro diario vivir, en contraste con la santificación posicional que tiene que ver con lo que somos delante de Dios. Por cuanto Dios nos ve como a santos porque estamos en Cristo, debemos vivir una vida de santidad en la práctica. Cada vez que la Biblia exhorta a un creyente a que sea santo está refiriéndose a este aspecto de la santificación, la santificación práctica. 1ª Pedro 1:15 dice por ejemplo: «si no, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir». Sed también vosotros santos, no se refiere a la santificación posicional, porque posicionalmente ya somos santos, sino que se refiere a la santificación práctica que depende de nosotros, de nuestra manera de vivir. Recuerde que santificación significa ser puesto aparte. En el caso de la santificación práctica significa ser puestos aparte del mundo con sus costumbres y su manera mundana de pensar y colocados en Dios con un nuevo estilo de vida caracterizado por imitar a Cristo en el diario vivir. Esto es algo difícil de digerir para muchos creyentes, quienes se resisten a ser diferentes del mundo, por el reproche que el mundo irroga a los que tratamos de ser diferentes. Pero si en realidad queremos agradar a Dios, debemos vivir diferente de los incrédulos, aun si para ello tenemos que pagar el alto precio del reproche. La santificación práctica es un proceso, no ocurre de la noche a la mañana, por eso se llama también santificación progresiva. Cuando una persona acaba de recibir a Cristo como Salvador, todavía mantiene algunos hábitos de su vida vieja, y poco a poco, a medida que va sometiéndose al Señorío de Cristo, va abandonando conductas y maneras de pensar que son típicas de la vieja vida. El cuarto y último aspecto de la santificación es lo que se llama la santificación perfecta. Esto es algo futuro para todo creyente en este mundo. Ocurrirá cuando veamos al Salvador, ya sea por la muerte o porque él venga a buscamos. En ese entonces seremos puestos totalmente aparte de cualquier contaminación con el pecado y llegaremos a ser como Jesús moralmente, perfectamente santificados. Colosenses 1:22 en su segunda parte dice: «para presentamos santos y sin mancha e irreprensibles delante de Dios» Estos son los cuatro aspectos de la santificación. Lo que sucedió antes de la conversión es la santificación pre-conversión. Lo que sucedió en la conversión, es la santificación posicional. Lo que sucedió entre la conversión y nuestro encuentro con Jesús es la santificación práctica y lo que sucederá en nuestro encuentro con Jesús, es la santificación perfecta.
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