Es una bendición para mí compartir este tiempo con usted, amable oyente. Sea bienvenida o bienvenido al estudio bíblico de hoy en el libro de Colosenses. Este estudio bíblico es parte de la serie titulada: La supremacía de Cristo. En varios lugares, la palabra de Dios nos habla de las recompensas que recibiremos los que somos creyentes como resultado de nuestro servicio al Señor. 1 Corintios 3:8 dice: Y el que planta y el que riega son una misma cosa; aunque cada uno recibirá su recompensa conforme a su labor.
El creyente por tanto debe esforzarse por servir al Señor con todo su corazón, y así, no sólo demostrará su amor al Señor, sino que también será premiado por ello. Si existe la posibilidad de ganar recompensas o premios por el buen servicio al Señor, también debe existir la posibilidad de perder recompensas o premios por el mal servicio al Señor. Y de esto justamente nos habla el pasaje bíblico que tenemos para nuestro estudio de hoy. Colosenses 2:18 al inicio dice: Nadie os prive de vuestro premio… La frase: Privar de vuestro premio, proviene de un solo verbo griego, el verbo katabrabeuo, que literalmente significa juzgar indigno de recibir un premio. Este verbo se usaba en las competencias atléticas. Cuando el juez notaba que un competidor no había cumplido con las reglas de la competencia, emitía su juicio descalificando al competidor, o declarándolo indigno de recibir el premio. Pablo está diciendo: Creyentes de Colosas, no permitan que les declaren indignos de recibir su premio o su recompensa. La pregunta natural es: ¿Qué es lo que hace que un creyente sea declarado indigno de recibir su premio? Veamos cómo nos responde la palabra de Dios.
Los que tienen una Biblia a la mano, ábranla en el libro de Colosenses capítulo 2, versículos 18 y 19. En estos dos versículos tenemos cinco maneras por las cuales podemos ser declarados indignos de recibir nuestros premios. Recordemos que Pablo, el autor del libro, está, entre otras cosas, refutando a los falsos maestros que estaban entrando en la iglesia de Colosas. En nuestro estudio bíblico anterior, vimos como Pablo confrontó a los falsos maestros legalistas, quienes decían que para acercarse a Dios es necesario Cristo más el conocimiento profundo de los misterios del gnosticismo. Estos falsos maestros pensaban que entre Dios y el hombre existe todo una cadena de seres espirituales o ángeles quienes hacían posible que el hombre pueda acercarse a Dios. Para ellos, Jesucristo era un peldaño más de la escalera hacia Dios. La religión que estos falsos maestros profesaban podría llamarse misticismo oriental. Al refutar a estos falsos maestros, Pablo nos introduce a cinco cosas que hacen que los creyentes seamos indignos de ganar nuestros premios o galardones. La primera es: Demostrando falsa humildad. Colosense 2:18 en su primera parte dice: Nadie os prive de vuestro premio, afectando humildad
Lo que Pablo está diciendo es: No demuestren una falsa humildad para acercarse a Dios. Esta falsa humildad era en realidad orgullo disfrazado de humildad. Los falsos maestros que se habían introducido entre lo Colosenses decían: No somos dignos de acercarnos a Dios, por tanto debemos hacerlo a través de los ángeles. El tratar de acercarse a Dios por cualquier medio que no sea Jesucristo es idolatría. Jesucristo es el único mediador entre Dios y el hombre. 1 Timoteo 2:5 dice: Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre,
La persona que adora a Dios a través de los ángeles o de personas que ya han muerto, o de cualquier otra manera que no sea Cristo, no están demostrando que son humildes, sino que son orgullosos al rechazar de frente lo que Dios ha dicho en su Palabra. La segunda cosa que hace que los creyentes seamos declarados indignos de recibir nuestros premios es por medio de dar culto a los ángeles. Colosenses 2:18 continúa diciendo: Y culto a los ángeles. Los gnósticos daban mucha importancia a los ángeles. Pensaban que por medio de ellos podían llegar a Dios. Había entre ellos un verdadero culto a estos seres. Pablo les dice: ¿Por qué dan culto a las criaturas y se olvidan del Creador? Con eso lo único que están logrando es probar que son idólatras. Los ángeles son seres creados para servir, no para ser adorados. El apóstol Juan, maravillado ante la gran revelación que Dios le había traído, se vio tentado a adorar a un ángel. La respuesta del ángel fue la siguiente: Mira, no lo hagas; porque soy consiervo tuyo. Es absurdo amable oyente rendir culto a los ángeles y en realidad a cualquier persona o cosa que no sea Dios y esto por medio de la persona de Cristo. La tercera cosa que hace que los creyentes seamos declarados indignos de recibir nuestros premios es por medio de desear experiencias místicas. Colosenses 2:18 prosigue diciendo: Entremetiéndose en lo que no ha visto. Los falsos maestros gnósticos afirmaban que habían tenido visiones, experiencias extáticas y habían participado en todo tipo de actividades sobrenaturales. Para engañar a sus víctimas ofrecían las mismas experiencias a sus potenciales seguidores. Claro que para lograrlo, los creyentes tenían que iniciarse en el gnosticismo. Pablo les dice: No se entremetan en cosas que no han visto. El verbo entremeterse era justamente un verbo muy utilizado por los falsos maestros gnósticos. Ellos ofrecían a sus seguidores entremeterse en los misterios ocultos del conocimiento. Pablo advierte que eso no debe ser parte del estilo de vida de un verdadero creyente. La cuarta cosa que hace que los creyente sean declarados indignos de recibir nuestros premios es por medo de diseñar nuestra propia religión. Colosenses 2:18 termina diciendo: vanamente hinchado por su propia mente carnal. Cuando una persona decide ir en contra de lo que Dios ha revelado en su Palabra, automáticamente ha entrado en su propia religión. Esto es lo que los falsos maestros gnósticos habían hecho. Por medio de su falsa humildad, su adoración a los ángeles, y sus experiencias sobrenaturales, habían inventado una nueva manera de acercamiento a Dios, ajena totalmente a la Biblia. Pablo les dice que eso es producto de su vanamente hinchada mente carnal. El hombre piensa que es muy sabio cuando desecha la palabra de Dios, pero en realidad es un necio, al hacer lo que su propia mente hinchada de carnalidad le pide que haga. La quinta y última cosa que hace que los creyentes seamos declarados indignos de recibir nuestro premio es por medio de despreciar a Cristo. Colosenses 2:19 dice: y no asiéndose de la Cabeza, en virtud de quien todo el cuerpo, nutriéndose y uniéndose por las coyunturas y ligamentos, crece con el crecimiento que da Dios.
Todos los creyentes somos miembros de un cuerpo espiritual, la iglesia, cuya cabeza es Cristo. Nuestra responsabilidad como cuerpo es aferrarnos a nuestra cabeza que es Cristo. La única manera posible de realmente crecer en el conocimiento de Dios es por medio de estar en contacto íntimo con el Señor Jesucristo. Como humanos que somos, nos atrae lo novedoso de lo sobrenatural, las sanidades, los milagros, las visiones, las lenguas, esas acciones fuera de control, y por buscar estas experiencias olvidamos asirnos de la cabeza que es Cristo. Si queremos crecer de verdad, debemos dejar a un lado todo lo que nos aleje de nutrirnos de la persona del Señor Jesucristo. Es interesante notar que el crecimiento que da Dios parte de Cristo quien es la cabeza y llega a cada uno de nosotros por medo de las coyunturas y los ligamentos. Las coyunturas y los ligamentos nos habla de cada uno de los miembros del cuerpo de Cristo. Nosotros somos los canales de crecimiento espiritual de los demás y los demás son los canales por los cuales nosotros recibimos el crecimiento. Si nuestras vidas no son lo que Dios espera de nosotros, estamos privando de crecimiento espiritual no sólo a nosotros mismos sino a todos los demás. Para recibir el crecimiento que proviene de la cabeza que es Cristo, necesitamos la adoración, la oración y la palabra de Dios. Así que, amable oyente, que nadie nos prive de nuestro premio. El verdadero creyente se gloría en Cristo, no en sus experiencias. El verdadero creyente se guía por la palabra de Dios y el Espíritu Santo y en la medida que permanece en Cristo, experimenta crecimiento que proviene de Dios por medio de Cristo.
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