Qué bueno que es nuestro Dios que nos permite estar junto a Usted, amiga, amigo oyente. La Biblia Dice… le extiende cordial bienvenida al estudio bíblico de hoy. Estamos estudiando las frases que pronunció Jesús desde la cruz del Calvario. En esta oportunidad, David Logacho nos hablará acerca de lo que encierran las solemnes palabras de Jesús cuando dijo: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?
I. Introducción. Agradecimiento y saludos. Las frases que pronunció Jesús desde la cruz del Calvario están saturadas de verdades preciosas sobre su carácter como Dios-Hombre y su obra como Salvador. Hoy nos toca introducirnos en uno de los dichos de Jesús, que por su profundidad representa un gran desafío a la razón humana. Se encuentra en Mateo 27:45-49. Permítame leerlo para usted. La Biblia dice: “Y desde la hora sexta hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena. Cerca de la hora novena, Jesús clamó a gran voz, diciendo: Elí, Elí, ¿lama sabactani? Esto es: Dios mío, Dios mío, por qué me has abandonado? Algunos de los que estaban allí decían, al oírlo: A Elías llama este. Y al instante, corriendo uno de ellos, tomó una esponja, y la empapó de vinagre, y poniéndola en una caña, le dio a beber. Pero los otros decían: Deja, veamos si viene Elías a librarle.” En este pasaje bíblico encontramos tres acciones asombrosas. La acción de la naturaleza, la acción del Salvador, y la acción de algunos que estaban al pie de la cruz. Examinémoslo en detalle.
II. La acción de la naturaleza. El día judío comienza a las seis de la mañana. Jesús fue clavado a la cruz a la hora tercera, es decir a las nueve de la mañana y tres horas más tarde, a la hora sexta, es decir justo al medio día, cuando se suponía que el sol estuviera brillando a su máxima plenitud, sucedió algo asombroso el día se tornó tinieblas y así permaneció hasta la hora novena, las tres de la tarde, cuando Jesús entregó su espíritu. Se trató de un fenómeno sobrenatural. Los fenómenos sobrenaturales no se pueden explicar, solamente se los acepta. Las densas tinieblas nos hacen pensar en al menos dos cosas. En primer lugar en el pesar de la creación al ver morir a su Creador. Era como si la creación estuviera cerrando los ojos para meditar en lo que estaba pasando. Aquel que creó todo con sólo el poder de su palabra, estaba agonizando en una cruz como si fuera un vulgar criminal. ¿Por qué? Pues porque cuando entró el pecado en el mundo, la creación entera quedó a merced del maligno. A partir de este instante, la creación ha estado gimiendo a una, como una mujer con dolores de parto, esperando su liberación. La muerte de Cristo era el precio que se debía pagar para que la creación obtenga su liberación. Romanos 8:20-22 dice: “Porque la creación fue sujetada a vanidad, no por su propia voluntad, sino por causa del que la sujetó en esperanza; porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de la corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios. Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora” Las tinieblas que rodearon la escena del calvario, a pleno medio día nos hacen pensar en esta verdad. Segundo, las tinieblas nos hacen pensar en el pecado del mundo que estaba siendo puesto sobre Jesús. 2 Corintios 5:21 dice: “Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado; para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él”. Las tinieblas simbolizan el pecado. Jesús tuvo que ser rodeado de tinieblas de pecado de todo el mundo para que pecadores como yo, podamos ser rodeados de la maravillosa luz de la justicia.
III. La acción de Jesús. En medio de la oscuridad absoluta, Jesús clamó a gran voz diciendo: Elí, Elí, ¿lama sabactani? Elí es la palabra hebrea que significa: Dios mío. ¿Lama sabactani? es una frase en idioma Arameo que significa: ¿Por qué me has desamparado? De modo que Jesús estaba diciendo: Dios mío, Dios mío, ¿Por qué me has desamparado? Este es un grito de angustia. El Salmo 22 escrito como 1000 años antes de Cristo, profetiza con exactitud lo que tuvo que sufrir el Cristo, el Mesías de Israel. Observe lo que dice en el versículo 1: “Dios mío, Dios mío, ¿Por qué me has desamparado? ¿Por qué estás tan lejos de mi salvación, y de las palabras de mi clamor?” Jesús cumplió con esta profecía al exclamar ese grito de angustia. Pero hay algo mucho más profundo. El grito de angustia de Jesús revela lo que estaba sucediendo esos momentos entre él y su Padre. Jesús experimentó un desamparo progresivo de los suyos. Primero fue Judas Iscariote, después sus discípulos más cercanos, Pedro, Jacobo y Juan, se quedaron dormidos. Luego Pedro y Juan le siguieron de lejos hasta el patio del palacio en donde Pedro le negó, luego todos le abandonaron y huyeron. Se quedó sólo. Los hombres le abandonaron, pero no su Padre. Él estuvo allí en medio de su sufrimiento atroz, pero llegó un momento cuando Jesús fue desamparado inclusive por su propio Padre. Esto aconteció cuando el pecado del mundo fue puesto sobre Jesús. El Padre es santo y no puede tolerar el más mínimo pecado en su presencia. Era inevitable que el Padre dé la espalda a su Hijo cuando su Hijo se hizo pecado en la cruz del calvario. Jesús se sintió total y absolutamente desamparado. Eso explica su angustioso clamor. Dios desamparó a su Hijo para poder ampararnos a nosotros. Dios cerró la puerta a su Hijo para abrirnos la puerta a nosotros. Dios entregó a muerte a su Hijo para poder darnos la vida eterna.
IV. La acción de la gente al pie de la cruz. Al oír el grito de angustia de Jesús, algunos de los que estaban allí decían: Este está llamando a Elías. Pensaban que Jesús estaba llamando al profeta Elías. No faltó un comedido que al instante, a la carrera, fue y tomó una esponja, y la empapó de vinagre, y poniéndola en una caña, le dio a beber. Mirando esto, los otros insistían en que lo dejen, para ver si viene el profeta Elías a librarle. Toda esta gente oyó el clamor de Jesús pero no entendió en absoluto su significado. No entendió lo que Jesús estaba haciendo y el motivo de su clamor. Hoy en día sucede igual. La mayor parte de la gente en este mundo está de acuerdo en que Jesús murió en la cruz, pero no entiende lo que eso significa. Tal vez usted es uno de ellos. Si es así, usted debe saber que Jesús fue desamparado de su Padre en la cruz para que el Padre pueda ampararle a usted. Para eso lo único que necesita hacer es recibir a Jesús como su personal Salvador.
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