Con mucho gozo recibimos a nuestros amigos oyentes y les damos la bienvenida al estudio bíblico de hoy. Estamos estudiando el libro de Malaquías, en la serie titulada: Malaquías, un llamado a vivir piadosamente en medio de un mundo de impiedad. En esta ocasión, David Logacho nos guiará en el estudio de lo nefasto de deshonrar el pacto de Dios por parte de los sacerdotes.
Cuando un creyente peca, causa estragos muy serios contra sí mismo y contra los que le rodean, pero cuando un líder espiritual peca, causa estragos mucho más serios contra sí mismo y contra todas las personas que le siguen como líder.
Sólo piense en el ambiente de una iglesia local. Cuando uno de los ancianos o pastores cae en pecado, arrastra en su caída a una cantidad de creyentes que vieron en él a un modelo a seguir. También es culpa de esos creyentes quienes pusieron la mirada en el hombre y no en Dios.
Pero ciertamente el grueso de la culpa cae en el líder espiritual, quien debe vivir conforme a lo que enseña. Este problema es muy antiguo. Se manifestó abiertamente en el tiempo del profeta Malaquías, por allá por el siglo cuarto antes de Cristo.
Sobre esto es justamente lo que trata el pasaje bíblico que nos corresponde estudiar el día de hoy en el libro de Malaquías. Si tiene una Biblia a la mano, ábrala en Malaquías 2:4-9. En este pasaje bíblico, se nos habla del pacto que hizo Dios con la tribu de Leví, la tribu sacerdotal. Aquí encontraremos el pacto establecido, el pacto respetado y el pacto violado. Vayamos a lo primero, el pacto establecido.
Malaquías 2: 4- hasta la primera parte del versículo 5, dice: “Y sabréis que yo os envié este mandamiento, para que fuese mi pacto con Leví, ha dicho Jehová de los ejércitos. Mi pacto con él fue de vida y de paz, las cuales cosas yo le di para que me temiera”
La tribu de Leví fue escogida por Dios como la tribu sacerdotal. De esta tribu y específicamente de la casa de Aarón descendían los sacerdotes. Los demás descendientes de Leví tenían a su cargo el servicio en el templo.
Hablando a Aarón, Jehová le dijo lo siguiente según Números 18:6-7: “Porque he aquí, yo he tomado a vuestros hermanos los levitas de entre los hijos de Israel, dados a vosotros en don de Jehová, para que sirvan en el ministerio del tabernáculo de reunión. Mas tú y tus hijos contigo guardaréis vuestro sacerdocio en todo lo relacionado con el altar, y del velo adentro, y ministraréis. Yo os he dado en don el servicio de vuestro sacerdocio; y el extraño que se acerque morirá.”
Fue con esta tribu que Dios hizo un pacto de sacerdocio. Cuando Moisés bendijo a las 12 tribus de Israel, note lo que dijo a la tribu de Leví, según Deuteronomio 33: 8-11 “A Leví dijo: Tu Tumín y tu Urim sean para tu varón piadoso, a quien probaste en Masah, con quien contendiste en las aguas de Meriba. Quien dijo de su pare y de su madre: Nunca los he visto; y no reconoció a sus hermanos, ni a sus hijos conoció; pues ellos guardaron tus palabras, y cumplieron tu pacto. Ellos enseñarán tus juicios a Jacob, y tu ley a Israel; pondrán el incienso delante de ti, y el holocausto sobre tu altar. Bendice oh Jehová lo que hicieren, y recibe con agrado la obra de sus manos; hiere los lomos de sus enemigos, y de los que lo aborrecen, para que nunca se levanten”
Luego del incidente en Baal-peor, Jehová dijo lo siguiente, según Números 25:12-13 “Por tanto diles: he aquí yo establezco mi pacto de paz con él; y tendrá él, y su descendencia después de él, el pacto del sacerdocio perpetuo, por cuanto tuvo celo por su Dios e hizo expiación por los hijos de Irael.”
En esencia podríamos decir que el pacto contemplaba una mutua responsabilidad. Los sacerdotes tenían que mostrar absoluta reverencia a Dios y Dios se comprometió a darles vida y paz. Por eso es que por medio de Malaquías, Dios dice que su pacto con Leví fue de vida y paz.
¿Cuál fue la respuesta de Arón a este pacto? Consideremos pues, el pacto respetado. Malaquías 2:5 en su segunda parte, hasta el versículo 7 dice lo siguiente: “y tuvo temor de mí, y delante de mi nombre estuvo humillado. La ley de verdad estuvo en su boca, e iniquidad no fue hallada en sus labios; en paz y en justicia anduvo conmigo, y a muchos hizo apartar de la iniquidad. Porque los labios del sacerdote han de guardar la sabiduría, y de su boca el pueblo buscará la ley; porque mensajero es de Jehová de los ejércitos.”
Aarón, descendiente de Leví, cumplió a cabalidad con el pacto de sacerdocio con Dios. Note en detalle lo que hizo. Dice el texto que tuvo temor de Dios. Esto no sólo significa miedo de Dios, miedo de desobedecer, miedo de caer en sus manos para juicio, sino también reverencia hacia el nombre de Dios.
Dice el texto que Aarón estuvo humillado delante del nombre de Dios. Esto es absoluto respeto y reverencia. Era parte del pacto sacerdotal. Pero además, dice el texto que la ley de verdad estuvo en su boca. Como sacerdote tenía que enseñar la ley al pueblo. Pero Aarón no decía una cosa y hacía otra muy diferente. Dice el texto que iniquidad no fue hallada en sus labios. Jamás dijo algo que contradiga algo que declaraba la ley de Dios.
Además dice el texto que anduvo en paz y en justicia para con Dios. Esto significa que no hizo nada que ponga en riesgo su testimonio. Aarón fue un instrumento en la mano de Dios para hacer volver al pecador al camino correcto.
¡Qué hermosa descripción de la función de un sacerdote! Aarón fue muy fiel a su oficio de sacerdote. Cuando un judío quería saber algo sobre Dios, sobre la ley de Dios y en general sobre cómo aplicar la palabra de Dios a determinada situación de la vida, tenía que buscar a un sacerdote, porque los labios del sacerdote han de guardar la sabiduría y de su boca, el pueblo buscará la ley. El sacerdote era un mensajero de Jehová de los ejércitos.
Pensando ahora en nosotros los creyentes, nosotros también somos sacerdotes. Hablando a los creyentes, el apóstol Pedro dice lo siguiente en 1ª Pedro 2:9 “Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable”
Como sacerdotes, tenemos entonces la responsabilidad de tener la palabra de Dios en nuestra boca. ¿Conoce la palabra de Dios al punto que se pueda decir que tiene la palabra de Dios a flor de labios? ¿Hay en nuestra boca palabra de sabiduría para guiar a los que no conocen a Dios al puerto seguro de la salvación?
Como sacerdotes, la iniquidad no debe ser hallada en nuestros labios. Nuestro hablar debe ser siempre la verdad. Nuestro hablar debe ser siempre de cosas edificantes. Como sacerdotes también debemos andar en paz y en justicia para con Dios. Esto significa que el pecado debe ser la excepción mas no la regla.
Aun si pecamos, debemos reconocerlo, confesarlo y apartarnos del pecado lo antes posible. De otra manera, estaremos siendo infieles al pacto de sacerdocio. ¿Es Usted un sacerdote fiel? Así que hemos considerado el pacto establecido y el pacto respetado. Pero triste y lamentablemente, no siempre los sacerdotes respetaron el pacto.
En el tiempo de Malaquías, el sacerdocio entró a una crisis de credibilidad. Eso es justamente lo que vamos a tratar cuando hablemos del pacto violado. Malaquías 2:8-9 dice: “Mas vosotros os habéis apartado del camino; habéis hecho tropezar a muchos en la ley; habéis corrompido el pacto de Leví, dice Jehová de los ejércitos. Por tanto, yo también os he hecho viles y bajos ante todo el pueblo, así como vosotros no habéis guardado mis caminos, y en la ley hacéis acepción de personas.”
Esta es una descripción vívida de la condición espiritual del sacerdocio en el tiempo de Malaquías. Lejos de guardar el pacto del sacerdocio, los sacerdotes del tiempo de Malaquías se apartaron del camino. Esto significa que estaban viviendo en pecado. Dejaron el camino establecido por Dios en su palabra y comenzaron a andar por el camino que ellos mismos diseñaron.
Por eso es que despreciaron a Dios ofreciendo animales ciegos, cojos, y enfermos. Por eso es que hicieron del servicio en el templo un negocio lucrativo. Por eso es que en su corazón estaban hartos de servir a Dios. Es triste alejarse del camino trazado por Dios en su palabra. Al vivir en pecado, los sacerdotes del tiempo de Malaquías hicieron tropezar a muchos en la ley.
Esto significa que con su mal ejemplo de palabra y conducta, estos sacerdotes impíos arrastraron a otros a imitar ese ejemplo. Como consecuencia, muchos quedaron convictos por la ley. Habían tropezado en la ley.
Mucho cuidado amigo oyente con esto de dar un mal testimonio. Aunque no lo busque, habrá algunos que imitarán su mal ejemplo y con eso Usted se convertirá en una gran piedra de tropiezo. Debiendo guardar el pacto del sacerdocio, estos sacerdotes pecaminosos corrompieron el pacto de Leví. Esta grave falta merece la disciplina correctiva de Dios. Es algo muy serio caer en las manos de un Dios airado por el pecado.
Hablando a los sacerdotes impíos del tiempo de Malaquías, Dios les dijo que han sido hechos viles y bajos ante el pueblo. Esto es muy grave. El sacerdocio era un oficio muy digno, pero a causa del pecado, los sacerdotes impíos fueron considerados como algo vil y bajo. Nadie los respetaba entre el pueblo. Era la consecuencia de no haber guardado los caminos de Dios y de haber hecho acepción de personas en la ley.
Si Usted es un hijo de Dios, como sacerdote de Dios necesita vivir en el temor de Dios. Si se ha desviado del camino, no tarde más en volver al camino correcto. Hoy mismo reconozca su pecado, confiéselo a Dios y apártese del mismo. Dios está listo para perdonarle y restaurarle, de modo que nadie le trate como algo vil y bajo.
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