Cordiales saludos amable oyente. Es motivo de mucho gozo para mí, darle la bienvenida al estudio bíblico de hoy. Estamos estudiando el Evangelio según Lucas. En esta oportunidad vamos a considerar lo peligroso de salir de este mundo sin haber recibido el perdón de pecado.
Si tiene una Biblia a la mano, ábrala en Lucas 16:19-31. La Biblia dice: Había un hombre rico, que se vestía de púrpura y de lino fino, y hacía cada día banquete con esplendidez.
Luk 16:20 Había también un mendigo llamado Lázaro, que estaba echado a la puerta de aquél, lleno de llagas,
Luk 16:21 y ansiaba saciarse de las migajas que caían de la mesa del rico; y aun los perros venían y le lamían las llagas.
Luk 16:22 Aconteció que murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham; y murió también el rico, y fue sepultado.
Luk 16:23 Y en el Hades alzó sus ojos, estando en tormentos, y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno.
Luk 16:24 Entonces él, dando voces, dijo: Padre Abraham, ten misericordia de mí, y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua, y refresque mi lengua; porque estoy atormentado en esta llama.
Luk 16:25 Pero Abraham le dijo: Hijo, acuérdate que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro también males; pero ahora éste es consolado aquí, y tú atormentado.
Luk 16:26 Además de todo esto, una gran sima está puesta entre nosotros y vosotros, de manera que los que quisieren pasar de aquí a vosotros, no pueden, ni de allá pasar acá.
Luk 16:27 Entonces le dijo: Te ruego, pues, padre, que le envíes a la casa de mi padre,
Luk 16:28 porque tengo cinco hermanos, para que les testifique, a fin de que no vengan ellos también a este lugar de tormento.
Luk 16:29 Y Abraham le dijo: A Moisés y a los profetas tienen; óiganlos.
Luk 16:30 El entonces dijo: No, padre Abraham; pero si alguno fuere a ellos de entre los muertos, se arrepentirán.
Luk 16:31 Mas Abraham le dijo: Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se persuadirán aunque alguno se levantare de los muertos.
El contexto de este interesantísimo pasaje bíblico tiene que ver con el uso de la riqueza. La riqueza es algo neutro. No es ni bueno ni malo en sí mismo. Todo depende de cómo se lo use. Los fariseos del tiempo que el Señor Jesús estaba en este mundo hicieron mal uso de la riqueza. El Señor Jesús dijo que eran avaros. Esto significa que tenían un afán enfermizo por acumular riqueza, ni siquiera para malgastarla, sino para guardarla. La fuente de su seguridad era la riqueza que tenían acumulada. Mientras más tenían, más seguros se sentían. Pero como mencioné en no de nuestros programas anteriores sobre este mismo asunto, la riqueza es ingrata. O nos deja mientras todavía estamos en este mundo, o la dejamos cuando nos llega el momento de salir de este mundo. No es nada bueno poner la esperanza en la riqueza. Cuanta razón tuvo el apóstol Pablo cuando dijo lo que aparece en 1 Timoteo 6:17. La Biblia dice: A los ricos de este siglo manda que no sean altivos, ni pongan la esperanza en las riquezas, las cuales son inciertas, sino en el Dios vivo, que nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos.
En el pasaje bíblico leído, encontramos un impactante caso de alguien que puso su esperanza en la riqueza y olvidó el destino eterno de su alma. Antes de analizarlo en detalle, es necesario reconocer que no se trata de una parábola, sino de una historia real relatada por el Señor Jesús. Esto se desprende del hecho que el Señor Jesús no dice que es una parábola y por otro lado, en el relato aparece el nombre propio de uno de los personajes. Cuando el Señor Jesús propone una parábola, normalmente no cita ningún nombre propio. El pasaje bíblico nos habla de dos hombres diferentes con dos estilos de vida diferentes, dos muertes diferentes y dos destinos eternos diferentes. Con esto en mente, vayamos a lo primero. Dos hombres diferentes. Uno de ellos era un hombre rico. El Señor Jesús no nos dice su nombre. Parece que el nombre era lo de menos. Lo más importante en este hombre era su riqueza. La opulencia en la cual vivía este hombre es digna de notar. Dice el texto que se vestía de púrpura y de lino fino. Era la vestimenta más lujosa, y por ende, más costosa que se podía encontrar en aquel tiempo. Así era como vestía la gente de dinero. Hoy hablaríamos de lo que la gente llama “ropa de marca” Por lo que ellos pagan por un traje, la gente común y corriente como yo, podríamos comprar todo un ropero. Además de vestir bien, este hombre comía bien. El texto dice que hacía cada día banquete con esplendidez. No se sabe cuántos invitados tenía cada día a su mesa, pero deben haber sido muchos. Aquí tenemos a un hombre que a los ojos del mundo le iba muy bien. Vivía para generar riqueza y para vivir en la opulencia. Quitemos ahora la mirada del primer hombre y fijémonos en segundo hombre. Dice el texto que era un mendigo. Esto es el polo opuesto del rico. Su nombre propio era Lázaro. El nombre Lázaro significa aquel a quien Dios ayuda, o aquel a quien Dios socorre. Aun su nombre denota la pobreza de este hombre. Su única esperanza estaba en Dios. Su supervivencia dependía de lo que Dios le provea como mendigo. Junto a su pobreza, o tal vez como consecuencia de su pobreza, Lázaro estaba enfermo. Su enfermedad era un espectáculo para todos, porque dice el texto que estaba lleno de llagas. En estas condiciones se la pasaba acostado a la puerta del hombre rico. Cuando el hombre rico estaba en su diario banquete con esplendidez, el pobre Lázaro se ponía expectante, confiando que caiga algún bocado de la mesa para poder comer. La situación de Lázaro era tan desesperante que aun los perros venían y le lamían las llagas. Los perros eran animales inmundos para los judíos. Un judío jamás permitiría que un perro se le acerque, pero a esta desdichado hombre, los perros inclusive le lamían las llagas. Dos hombres diferentes con dos estilos de vida diferentes. En segundo lugar tenemos dos muertes diferentes. A ambos hombres les llegó el momento de salir de este mundo. De esto nadie se libra. Inclusive los que somos creyente, saldremos algún día de este mundo, bien sea porque sobreviene la muerte o bien sea porque el Señor Jesús viene a buscarnos en el arrebatamiento. Pero lo que sucedió cuando murieron los dos hombres fue muy diferente. La historia dice que cuando Lázaro el mendigo murió, fue llevado por los ángeles al seno de Abraham. En cambio, cuando el rico murió, dice el texto que simplemente fue sepultado. En este punto es donde las cosas comienzan a revertirse.
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