Reciba nuestros saludos y la bienvenida a un nuevo estudio bíblico en el Libro de Nehemías. David Logacho nos guiará en el estudio de una porción bíblica que trata el tema de lo que debemos hacer para no volver a caer en el pecado que acabamos de confesar.
En nuestro último estudio, hablamos de una confesión genuina. Una de las características de una verdadera confesión es el diseñar mecanismos para evitar volver a caer en el mismo pecado que ha sido confesado. En el caso del pueblo de Israel en la época de Nehemías, este mecanismo tomó la forma de un pacto o un compromiso que el pueblo hizo delante de Dios. Este compromiso, será justamente el tema de nuestro estudio bíblico de hoy. Abramos nuestra Biblia en el Libro de Nehemías, capítulo 10. En este capítulo encontramos los detalles del compromiso del pueblo de Israel delante de Dios. La primera parte de este capítulo nos habla de los que contrajeron el compromiso, la segunda parte nos habla de lo que contenía el compromiso. En los versículos 1 a 28 aparece una lista algo extensa de nombres de los que contrajeron el compromiso. El tiempo no nos permite leer todo este pasaje, pero allí están Nehemías el gobernador, más 22 sacerdotes y 17 levitas. Además de ellos, el versículo 28 nos indica que hubo otras personas que también se unieron al compromiso, aunque quizá no firmaron el documento por razones prácticas. Algo digno de notarse es que los que contrajeron el compromiso cumplieron con dos condiciones. El versículo 28 nos habla de estas dos condiciones. Primero: se habían apartado de los pueblos de las tierras a la ley de Dios. Mientras vivieron en su pecado, se mezclaron con los pueblos, de las tierras, algo que fue explícitamente prohibido por la ley de Dios, pero cuando reconocieron su estado delante de Dios, lo primero que hicieron fue apartarse o alejarse de sus asociaciones pecaminosas. Pero eso no fue todo, además de apartarse de los pueblos de las tierras, se volvieron a la ley de Dios. Aquí encontramos el perfecto equilibrio de la conversión. Por un lado se apartaron del pecado, pero por otro lado se acercaron a Dios. Así debe ser siempre mis queridos hermanos y amigos. De qué conversión estamos, hablando si la gente dice que se ha convertido y sigue en su antiguo pecado. De qué conversión estamos hablando si la gente se aleja del pecado solamente pero no busca a Dios en su Palabra y por medio de la oración. La segunda condición que cumplieron los que contrajeron el compromiso, es que tenían comprensión y discernimiento. Es decir entendieron a cabalidad lo que estaba pasando. No fue un mero acto emocional sino una bien meditada decisión. Así debe ser una confesión verdadera. No es suficiente el lloro y crujir de dientes, es necesario entender claramente que nuestro pecado ha ofendido a un Dios santo. Además de los que contrajeron el compromiso, vemos en nuestro pasaje de estudio bíblico lo que contenía el compromiso. El compromiso en primer lugar tenía que ver con una entrega personal a Dios en el sentido de obedecer sus mandamientos. Nehemías 10:29 dice: «se reunieron con sus hermanos y sus principales, para protestar y jurar que andarían en la Ley de Dios, que fue dada por Moisés siervo de Dios, y que guardarían y cumplirían todos los mandamientos, decretos y estatutos de Jehová nuestro Señor.» La frase protestar y jurar comunica la seriedad del compromiso. El sentido del compromiso es hacia la obediencia a los mandatos de Dios expresados en la Ley de Moisés para los judíos. Hoy en día ningún hijo de Dios está bajo la ley de Moisés como en aquellos tiempos, pero todo hijo de Dios esta bajo una ley mucho más elevada, la Ley de Cristo, y ciertamente debe haber un compromiso de obediencia a esa ley por parte de todo creyente. El quebrantar la Ley de Moisés traía condenación al judío. El quebrantar la ley de Cristo trae dolor y tristeza al creyente. Además de una entrega personal a obedecer los mandamientos de Dios, el compromiso que estaban firmando los judíos luego de su confesión, contemplaba una entrega de los hogares a Dios. Nehemías 10:30 dice: «Y que no daríamos nuestras hijas a los pueblos de la tierra, ni tomaríamos sus hijas para nuestros hijos» Esto es muy interesante, a la hora de detallar el compromiso, lo primero que se tomó en cuenta fue el hogar. El hogar amigo oyente es el elemento básico de cualquier sociedad. Si el hogar marcha mal, toda la sociedad marcha mal. No es extraño que nuestra sociedad actual esté corrompida mayormente en lo moral, una de las razones más fuertes para esto es la enorme cantidad de hogares destrozados. Ciertamente Satanás ha logrado mucho éxito en su intento de controlarlo todo, por medio de destruir los hogares. El hogar, debe estar separado de las asociaciones pecaminosas. El hogar debe ser un pedazo de cielo en la tierra. Edifiquemos hogares firmes amigo oyente, no demos lugar al diablo por medio de tolerar el pecado en nuestros hogares. Además de una entrega de los hogares a Dios, el compromiso contenía una entrega de los negocios a Dios. Nehemías 10:31 dice: «Asimismo, que si los pueblos de la tierra trajesen a vender mercaderías y comestibles en día de reposo, nada tomaríamos de ellos en ese día ni en otro día santificado; y que el año séptimo dejaríamos descansar la tierra, y remitiríamos toda deuda» Cuan difícil es entregar a Dios un negocio. Lo que pasa es que la mayoría de los negocios en el mundo, incorporan normas poco éticas con el fin de acrecentar las ganancias. El tendero usa la pesa falsa, el banquero cobra más interés que el permitido, el constructor no usa los materiales adecuados, el ciudadano no paga sus impuestos debidos, etc. Y lo verdaderamente lamentable es que esta mentalidad se ha infiltrado en los negocios de los hijos de Dios. Los judíos entregaron a Dios sus negocios, ajustándose a lo que Dios había establecido para ello, así también, todo hijo de Dios debe entregar a Dios su negocio, pagando salarios justos a sus trabajadores, cumpliendo con sus responsabilidades tributarias, entregando a los clientes la calidad que debe esperarse. El peso falso y la medida falsa son abominación a Jehová dice su Palabra. Además de una entrega de los hogares y una entrega de los negocios a Dios, el compromiso contemplaba una entrega a la obra de Dios. Nehemías 10:32-39 dice: «Nos impusimos además por ley, el cargo de contribuir cada año con la tercera parte de un ciclo para la obra de la casa de nuestro Dios; para el pan de la proposición y para la ofrenda continua, para el holocausto continuo, los días de reposo, las nuevas lunas, las festividades, y para las cosas santificadas y los sacrificios de expiación por el pecado de Israel, y para todo el servicio de la casa de nuestro Dios. Echamos también suertes los sacerdotes, los levitas y el pueblo, acerca de la ofrenda de la leña, para traerla a la casa de nuestro Dios, según las casas de nuestros padres, en los tiempos determinados cada año, para quemar sobre el altar de Jehová nuestro Dios, como está escrito en la ley. Y que cada año traeríamos a la casa de Jehová las primicias de nuestra tierra, y las primicias del fruto de todo árbol. Asimismo los primogénitos de nuestros hijos y de nuestros ganados, como esta escrito en la ley; y que traeríamos los primogénitos de nuestras vacas y de nuestras ovejas a la casa de nuestro Dios, a los sacerdotes que ministran en la casa de nuestro Dios; que traeríamos también las primicias de nuestras masas, y nuestras ofrendas, y del fruto de todo árbol, y del vino y del aceite, para los sacerdotes, a las cámaras de la casa de nuestro Dios, y el diezmo de nuestra tierra para los levitas; y que los levitas recibirían las décimas de nuestras labores en todas las ciudades; y que estaría el Sacerdote hijo de Aarón con los levitas, cuando los levitas recibiesen el diezmo; y que los levitas llevarían el diezmo del diezmo a la casa de nuestro Dios, a las cámaras de la casa del tesoro. Porque a las cámaras del tesoro han de llevar los hijos de Israel y los hijos de Leví la ofrenda del grano, del vino y del aceite; y allí estarán los utensilios del santuario, y los sacerdotes que ministran, los porteros y los cantores; y no abandonaremos la casa de nuestro Dios» La última frase sintetiza la entrega de los judíos a la obra de Dios, ellos dijeron: No abandonaremos la casa de nuestro Dios. Sí, la obra de Dios es de capital importancia para Dios. La obra de Dios necesita de nuestro tiempo, de nuestros dones, de nuestro talento, de nuestro dinero, de nuestro amor, de nuestro interés. Una entrega de los hijos de Dios a la obra de Dios es una necesidad impostergable el día de hoy. Hemos visto los que contrajeron el compromiso y lo que contenía el compromiso. La clave del contenido del compromiso es entrega. Dios busca en nosotros una entrega de nosotros mismos, una entrega de nuestros hogares, una entrega de nuestros negocios y una entrega a su Obra. Que Dios nos ayude a cumplir con esto.
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