Saludos cordiales amigo oyente. Es un gozo compartir con Ud este tiempo junto a la palabra de Dios. Estamos estudiando el muy interesante tema del Espíritu Santo. Ahora que sabemos cuan importante es emprender un estudio de esta naturaleza y sabemos que el Espíritu Santo es una persona y sabemos que el Espíritu Santo es Dios y sabemos cuáles son los símbolos del Espíritu Santo, podemos proseguir hacia examinar la obra del Espíritu Santo. Realmente nos interesa que Ud sepa lo que hizo el Espíritu Santo, lo que sigue haciendo y lo que hará. De esto nos hablará David Logacho en el estudio bíblico de hoy.
Las obras hablan claramente en bien o en mal de una persona. Hablando de los falsos profetas que se presentan con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces, el Señor Jesucristo dijo lo siguiente en Mateo 7:16-18: “Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos o higos de los abrojos? Así, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos. No puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar buenos frutos” Así es amigo oyente. Este principio se aplica no solo a los falsos profetas sino a cualquier persona. Como el Espíritu Santo es una persona, será muy beneficioso mirar sus obras, para reafirmar y ampliar el concepto que tenemos de él. Comencemos con la primera obra del Espíritu Santo que registra la Biblia. Se encuentra por supuesto en el libro de los comienzos o el Génesis en los primeros dos versículos. Dice así: “En el principio creó Dios los cielos y la tierra. Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas” Este pasaje encierra verdades que podrían llenar unos cuantos libros. Pero comprimamos al máximo estas verdades y comencemos por reconocer que el texto está hablando no del principio de la eternidad, porque la eternidad no tiene principio ni fin, sino del principio de la creación del universo. ¿Qué sucedió en el principio? Pues, el texto dice que Dios creó los cielos y la tierra. El sujeto de esta oración es Dios. La palabra Dios en este texto es Elohim, un vocablo genérico para deidad, así como un nombre propio para el Dios verdadero. Su significado básico es el fuerte, el líder, el poderoso, la deidad suprema. La forma como aparece está en plural, indicando plenitud de poder y majestad, pero algo muy importante, dejando la puerta abierta para la posterior revelación de Dios del Nuevo Testamento sobre la trinidad. La trinidad no se encuentra como doctrina en el Antiguo Testamento, pero ninguna declaración del Antiguo Testamento sobre Dios, contradice a la trinidad. El hecho que Dios use un nombre plural da lugar a pensar que en la unidad de la deidad existe más de una persona. El Nuevo Testamento complementa esta verdad cuando enseña que son tres las personas que subsisten en la unidad de la deidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Tres personas de la misma esencia, con los mismos atributos, pero con distinta subsistencia y que sin embargo no son tres dioses sino un solo Dios verdadero. Esto es en esencia la doctrina de la trinidad. ¿Qué es lo que hizo la deidad en el principio? La Biblia dice: creó los cielos y la tierra. El verbo crear significa en realidad traer algo a existencia partiendo de la nada. Así fue como llegó a existir los cielos y la tierra. En un instante de la eternidad no había nada de materia en el universo y en ese mismo instante, aparecieron los cielos y la tierra, todo fue obra del poder creativo de la deidad. Pero qué sucedió inmediatamente después. El texto leído dice que la tierra estaba desordenada y vacía y que las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y note esto tan importante: el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas. Algunos entienden que existe una laguna de tiempo de duración indefinida entre el momento que Dios creó los cielos y la tierra y el momento cuando el autor de Génesis dice que la tierra estaba desordenada y vacía. Pero no hay tal. Lo único que está diciendo el texto es que el momento que Dios creó los cielos y la tierra, todo estaba desordenado y vacío, condición que pronto se remedio cuando Dios hizo la luz, cuando Dios hizo el firmamento, cuando Dios separó las aguas de la tierra seca, cuando Dios puso las plantas, los animales y finalmente cuando Dios creó al hombre y la mujer. Pero observe cuidadosamente la acción del Espíritu Santo en estas circunstancias. ¿Qué es lo que estaba haciendo? Dice el texto que se movía sobre la faz de las aguas. La palabra se movía, también podrían ser traducidas como revoloteaba. Así ha sido traducido en Deuteronomio 32:11 donde dice: “Como el águila que excita su nidada. Revolotea sobre sus pollos. Extiende sus alas, los toma, los lleva sobre sus plumas” El águila revolotea sobre su nidada, se mueve de un lado a otro en el sentido de proteger sus crías de algún peligro. Así, el Espíritu Santo revoloteaba sobre la creación protegiendo y participando en lo que estaba llegando a ser en esos seis días literales de creación. La participación del Espíritu Santo en la creación es atestiguada por la Biblia en varios otros pasajes. Tenemos por ejemplo Salmo 33:6 donde dice: “Por la palabra de Jehová fueron hechos los cielos, y todo el ejército de ellos por el aliento de su boca” El aliento de su boca es una referencia al Espíritu Santo. Sobre lo mismo, Job 26:13 dice: “Su espíritu adornó los cielos; su mano creó la serpiente tortuosa” La participación del Espíritu Santo en la creación queda así confirmada. Pero la Biblia va aun más allá y muestra que además de participar en la creación, el Espíritu Santo estuvo presente en la planificación de la creación. Isaías 40:12-14 dice: “¿Quién midió las aguas con el hueco de su mano? ¿Y los cielos con su palmo, con tres dedos junto el polvo de la tierra, y pesó los montes con balanza y con pesas los collados? ¿Quién enseñó al Espíritu de Jehová, o le aconsejó enseñándole? ¿A quién pidió consejo para ser avisado? ¿Quién le enseñó el camino del juicio, o le enseñó ciencia, o le mostró la senda de la prudencia?” Parece que el Espíritu Santo, junto con las otras personas de la deidad, cual hábil arquitecto planificó cada pequeño detalle de nuestro universo. En el momento oportuno, los tres pusieron por obra todo lo que por los tres fue planificado. Por esto es que encontramos en la Biblia textos como Salmo 104:30 donde dice: “Envías tu Espíritu, son creados, y renuevas la faz de la tierra”. En el libro más antiguo de la Biblia, el libro de Job, encontramos estas reveladoras palabras. Job 33:4 “El espíritu de Dios me hizo, y el soplo del omnipotente me dio vida” No hay lugar a dudas en cuanto a una obra muy amplia del Espíritu Santo en la creación. Bueno, todo esto que hemos compartido en este estudio bíblico es algo que se refiere al pasado. Fue en el pasado que el Espíritu Santo planificó la creación, y fue en el pasado que el Espíritu Santo participó en la creación. Nos sentimos orgullosos de lo que el Espíritu Santo hizo en pasado, pero Ud. y yo tenemos que vivir el presente. No podemos vivir de las glorias del pasado. ¿Cómo nos ayuda el Espíritu Santo en el presente, sabiendo que una de sus obras es la creación? Pues, nos sentimos más dispuestos a confiar en él. Si tiene poder para crear todo el universo, ¿cómo no va a tener poder para darnos victoria en nuestra lucha diaria? Muchas veces nos sentimos a merced del enemigo, ya sea Satanás o el mundo controlado por Satanás o nuestra carne que es fácil presa de Satanás y nos parece que no hay esperanza de victoria. Pero quien no espera ganar ya está vencido. Los creyentes no solo esperamos ganar sino que nuestra victoria es segura, no por nuestra propia fuerza, sino porque en nosotros mora el Espíritu Santo, y nos da poder sobrenatural para vivir vidas santas delante de Dios. ¿Está Ud. amigo oyente aprovechando este poder?
Leave a comment