Es un gozo estar nuevamente con Usted amable oyente. Bienvenido al estudio bíblico de hoy. Dios en su misericordia siempre ha preservado un pequeño remanente para testimonio de su nombre en este mundo. Durante la tribulación, la iglesia no estará en este mundo, pero eso no significa que no habrá nadie quien hable a nombre de Dios en el mundo, porque Dios levantará 144.000 hombres fieles quienes lo harán a la perfección. Sobre ellos, ya estudiamos en el capítulo 7 de Apocalipsis. En el estudio bíblico de hoy, estos 144.000 nuevamente salen al escenario pero en condiciones totalmente diferentes.
Prosiguiendo con nuestro estudio del libro de Apocalipsis, llegamos al capítulo 14. En este capítulo se hacen varios anuncios de eventos que ocurrirán durante la tribulación. El primero de estos anuncios tiene que ver con los 144.000. Sobre ellos, hablamos ya cuando estudiamos el capítulo 7 de Apocalipsis. Allí vimos que se trata de judíos, 12.000 de 12 tribus, cuya lista detallada aparece en Apocalipsis capítulo 7. Estos 144.000 fueron sellados en sus frentes como siervos de Dios. Su propósito será anunciar el evangelio del reino durante la tribulación. Serán estos 144.000 quienes exhortarán a los moradores de la tierra a recibir a Jesucristo como Salvador y a prepararse para la pronta venida de Jesucristo en poder y gran gloria para dar retribución a sus adversarios y recompensa a sus redimidos. El trabajo de estos 144.000 Evangelistas será tan efectivo, que millones en el mundo recibirán el mensaje, recibirán a Cristo como su Salvador personal y desafiarán la muerte por el testimonio de Cristo. Juan, el escritor del libro de Apocalipsis vio en el cielo a una gran multitud, la cual nadie podía contar, de todas naciones y tribus y pueblos y lenguas, que estaban delante del trono y en la presencia del Cordero, vestidos de ropas blancas y con palmas en las manos. Cuando uno de los ancianos preguntó a Juan: Estos que están vestidos de ropas blancas, ¿quiénes son, y de dónde han venido? Juan dijo: Señor, tú lo sabes. El Señor dijo entonces: Estos son los que han salido de la gran tribulación, y han lavado sus ropas, y las han emblanquecido en la sangre del Cordero. De modo que, amable oyente, concluimos que los 144.000 Evangelistas serán muy efectivos en guiar almas a los pies de Cristo. ¿Pero qué pasará con los 144.000 una vez que terminen su misión de predicar el evangelio del reino en la tierra, durante la tribulación? Bueno, de eso trata el primer anuncio en el capítulo 14 del libro de Apocalipsis. Lo primero que notamos es la posición de los 144.000. Apocalipsis 14:1 dice: “Después miré, y he aquí el Cordero estaba en pie sobre el monte de Sión, y con él ciento cuarenta y cuatro mil, que tenían el nombre de él y el de su Padre escrito en la frente.” Juan dice: Después miré. La gran pregunta es: ¿Hacia donde está mirando? Hacia el cielo o hacia la tierra. Pues, siendo que Juan está viendo a Jesucristo, el Cordero, tiene que ser en el cielo, porque a estas alturas de los eventos en la tribulación, Jesucristo no habrá venido por segunda vez a la tierra. Su segunda venida ocurrirá al final de la tribulación, tal cual como está relatada en Apocalipsis capítulo 19. El monte Sión del cual habla el texto leído, entonces es una referencia al cielo. El Cordero está de pie en el cielo. Pero no está solo. Dice el texto que con él estaban 144.000. Estos 144.000 son los mismos que fueron sellados por Dios en Apocalipsis capítulo 7, pero ahora no están ya en la tierra sino en el cielo. La Biblia no nos provee de información acerca de cómo llegaron al cielo. Las probabilidades son que sucumbieron a la persecución del Anticristo y murieron como mártires o murieron de muerte natural, o simplemente fueron trasladados al cielo sin pasar por la muerte. El hecho real es que ahora están en el cielo junto a la persona a quien amaron sin haberle visto y a quien sirvieron aun al alto precio de pagar con sus propias vidas. Algo digno de notar es que estos 144.000 tenían un sello en sus frentes. El sello era el nombre del Cordero y el nombre de Dios, Padre del Cordero. Los moradores de la tierra, también tendrán su sello, ese sello es el nombre del Anticristo o el número de su nombre, el fatídico 666. Qué contraste, ¿verdad? En segundo lugar, notamos la alabanza de los 144.000 Apocalipsis 14:2-3 dice: “Y oí una voz del cielo como estruendo de muchas aguas, y como sonido de un gran trueno; y la voz que oí era como de arpistas que tocaban sus arpas. Y cantaban un cántico nuevo delante del trono, y delante de los cuatro seres vivientes, y de los ancianos; y nadie podía aprender el cántico sino aquellos ciento cuarenta y cuatro mil que fueron redimidos de entre los de la tierra.” Juan no vio solo imágenes sino también percibió sonidos. Los sonidos se originaban en el cielo. Era como el sonido de una cascada, como el retumbar de un fuerte trueno. Juan afinó su oído y reconoció que era un sonido como el de muchos arpistas tocando sus arpas. Luego de la introducción musical, Juan escuchó a los 144.000 que cantaban un cántico nuevo. Era el himno de los redimidos. El auditorio estaba compuesto por el que se sentaba en el trono, es decir Dios, por los cuatro seres vivientes, o arcángeles que guardan la santidad de Dios y los ancianos, quienes representan a la iglesia de Cristo. Este cántico nuevo era algo muy especial, porque podía ser entonado exclusivamente por los 14.000 redimidos de la tierra. Absolutamente nadie más podía aprenderlo. Si Usted ha recibido a Cristo como Salvador, algún día Usted será testigo de este cántico nuevo, entonado por este majestuoso coro de 144.000 voces. En tercer lugar tenemos el carácter de los 144.000. Apocalipsis 14:4-5 dice: “Estos son los que no se contaminaron con mujeres, pues son vírgenes. Estos son los que siguen al Cordero por dondequiera que va. Estos fueron redimidos de entre los hombres como primicias para Dios y para el Cordero; y en sus bocas no fue hallada mentira, pues son sin mancha delante del trono de Dios.” La declaración inicial en este pasaje bíblico, cuando dice que los 144.000 no se contaminaron con mujeres y que son vírgenes, ha sido objeto de abundante maltrato desde el punto de vista de interpretación. Erróneamente se ha concluido que los 144.000 serán solteros. O que para servir al Señor es necesario ser solteros. O que las mujeres son inmundas y por eso un siervo del Señor no debe contaminarse con ellas, etc. Pero el texto no está diciendo nada e esto amable oyente. Lo que está diciendo es que en medio de un mundo totalmente corrupto como será el mundo en la tribulación, los 144.000 se mantendrán puros delante de Dios. No amarán el mundo con sus deleites y pasiones, sino que serán fieles a Jesucristo quien los redimió. No cometerán adulterio espiritual con el mundo. No se entregaron a los brazos del mundo. Eso es lo que dice el texto. Para servir al Señor no es indispensable ser solteros. El matrimonio, bíblicamente realizado, es santo y puro delante de Dios. El sexo en el matrimonio es puro y limpio. Los 144.000 no traicionarán a Jesucristo. Pero además, dice el texto leído que los 144.000 siguen al Cordero por dondequiera que va. ¿Sabe lo que esto significa? Una total dependencia y obediencia a Jesucristo. La gran prueba de la autenticidad de la fe de un creyente es su dependencia y obediencia a Jesucristo. Mientras estén en la tierra durante la tribulación, los 144.000 seguirán a Jesucristo, el Cordero, por dondequiera que vaya. Gran ejemplo para los que somos discípulos de Cristo. El texto prosigue diciendo que los 144.000 son los redimidos de entre los hombres como primicias para Dios y para el Cordero. Esto significa Cristo Jesús, con su sacrificio en la cruz del Calvario, pagó el precio para comprar del mercado de esclavos del pecado a estos 144.000 y para dejarlos en libertad de servir a Dios. De esta manera, estos 144.000 se constituyeron como primicias para Dios y para el Cordero. Las primicias era una de las siete fiestas judías, comprendía la ofrenda de una gavilla por primicia de los primeros frutos de la siega. Se realizaba el segundo día de la fiesta de los panes sin levadura, e iba acompañada de holocausto, oblación y libación. Las primicias o primeros frutos son el presagio de una cosecha abundante y al ser ofrecidos a Dios significa la entrega de lo mejor para él. Los 144.000 en el cielo son los primeros frutos de una abundante cosecha de almas para Cristo durante la tribulación. Finalmente, Juan nos informa que los 144.000 fueron puros en su hablar. En sus bocas no se halló mentira, pues son sin mancha delante del trono de Dios. Qué hermoso testimonio de estos fieles siervos de Dios. Su hablar era la confirmación de la pureza de su carácter. Así debe ser también nuestro hablar. Una cosa es decir que amamos a Dios o que somos de Cristo, otra muy diferente es mostrar con nuestro hablar que eso es así. Qué triste que muchas personas se llenan la boca diciendo que son hijos de Dios pero su hablar mentiroso, su hablar agresivo, su hablar para insultar, su hablar para engañar, su hablar para difamar demuestra lo tenebroso de su carácter. Que Dios nos ilumine para imitar la conducta de los 144.000.
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