Qué gozo es saludarle amiga, amigo oyente. La Biblia Dice… le extiende cordial bienvenida al estudio bíblico de hoy con David Logacho. Estos estudios bíblicos son parte de la serie que lleva por título: Romanos, la salvación por gracia por medio de la fe en Cristo Jesús. En esta oportunidad, estaremos admirando los beneficios de la fe.
La fe no es algo natural en la mayoría de la gente. Por eso es que tiene tanta aceptación el dicho: Ver para creer. Pero en las cosas de Dios la fe tiene un lugar preponderante. En las cosas de Dios se necesita creer para ver. No es extraño por tanto que la Biblia hable bastante sobre la fe, para que el hombre comprenda lo que es, cómo se manifiesta y sobre todo cuáles son sus beneficios. Dicho esto, recordemos que Pablo ha dejado bien plantado el concepto que la justificación es por fe, aparte totalmente de las obras, aparte de la circuncisión y aparte de la ley. Abraham es un gran ejemplo de alguien que fue justificado por fe. David también disfrutó de la bienaventuranza de ser justificado por Dios por fe. Habiendo manifestado esto, Pablo presta más atención a la fe, para ayudarnos a entender cuáles son sus beneficios. El primer beneficio de la fe es que abre la puerta a la gracia. La primera parte de Romanos 4:16 dice: “Por tanto, es por fe, para que sea por gracia” Pablo había estado hablando acerca de la justificación por fe aparte de cualquier otra cosa. Por eso comienza esta sección diciendo: Por tanto, es por fe. Pero ¿Qué beneficios produce esta fe? El texto responde esta pregunta diciendo: Para que sea por gracia. La gracia es el favor no merecido. El hombre no hace nada para merecer ser declarado justo por Dios. La gracia de Dios pone a disposición del hombre algo que el hombre no merece, la justificación o el ser declarado justo por Dios, es el favor no merecido. Para que esta gracia de Dios fluya al hombre, lo único que necesita el hombre es fe. La fe es como la mano que se extiende para recibir el regalo de Dios, el ser declarado justo. De no mediar la fe, es imposible que se haga práctica la gracia de Dios en la vida del pecador. Efesios 2:8 dice al respecto: “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios” Muy bien, el segundo beneficio de la fe es que hace firme las promesas de Dios. Desde la segunda parte de Romanos 4:16 y el versículo 17 dice: “a fin de que la promesa sea firme para toda su descendencia; no solamente para la que es de la ley, sino también para la que es de la fe de Abraham, el cual es padre de todos nosotros (como está escrito: Te he puesto por padre de muchas gentes) delante de Dios, a quien creyó, el cual da vida a los muertos, y llama las cosas que no son como si fuesen.” La fe de Abraham permitió que la promesa, esto es, todo lo que Dios incluyó en el pacto que hizo con él, sea firme, esto es que se cumpla, en su descendencia, no solamente en los judíos creyentes, a ellos se refiere Pablo cuando habla del que es de la ley, sino también en los gentiles creyentes, a ellos se refiere Pablo cuando habla del que es de la fe de Abraham. Abraham se constituye entonces, en el sentido espiritual, como padre de todos los creyentes delante de Dios. Las Escrituras del Antiguo Testamento se han cumplido por cuanto allí, en Génesis, 17:5 dice que Dios ha puesto a Abraham por padre de muchas gentes. Abraham creyó a Dios porque tenía un concepto adecuado de él. Dios es tan majestuoso y poderoso que da vida a los muertos, y llama las cosas que no son, como si fuesen. Esto es justamente lo que Dios ha hecho en todos aquellos que hemos depositado nuestra fe en la persona y obra de Cristo Jesús. Habiendo estado muertos, en el sentido espiritual, por fe, Dios nos dio vida espiritual. Habiendo sido pecadores condenados, por fe, Dios nos ha declarado justos, o nos ha justificado. A esto se refiere Pablo cuando dice que Dios llama las cosas que no son, como si fuesen. ¡Qué maravilla! Como no estar agradecidos eternamente. Como no alabar a Dios por la eternidad y reafirmar nuestra fe en él. Siguiendo adelante, otro beneficio de la fe es que permite confiar a pesar de las circunstancias. Romanos 4:18 dice: “Él creyó en esperanza contra esperanza, para llegar a ser padre de muchas gentes, conforme a lo que se le había dicho: Así será tu descendencia.” La vida de Abraham es muy interesante. Dios le había prometido una numerosa descendencia, pero ya tenía 99 años y su esposa 89 años, y todavía no llegaba el hijo de la promesa. Desde un punto de vista humano no había ninguna esperanza de que un par de ancianos, él de 99 y ella de 89, lleguen a tener un hijo. Pero Abraham nunca perdió la esperanza. Tuvo esperanza contra esperanza y Dios premió su fe dándoles a Isaac, el hijo de la promesa. Abraham tenía 100 años cuando le nació Isaac. Sara, su esposa tenía 90 años cuando dio a luz a Isaac. La fe les permitió, a los dos, ver el cumplimiento de lo que Dios les había prometido en el sentido que serían padres de muchas gentes. Es posible amable oyente, que hoy mismo se encuentre en una encrucijada tal, que aparentemente no hay ninguna esperanza de solución. No se desespere. No baje los brazos, no se entregue. Imite a Abraham, crea en esperanza contra esperanza, y en la voluntad de Dios, en algún momento logrará ver la luz al final del túnel. La fe permite confiar a pesar de que todo está en contra. En cuarto lugar, la fe permite conquistar los más formidables obstáculos. Romanos 4:19-21 dice: “Y no se debilitó en la fe al considerar su cuerpo, que estaba ya como muerto (siendo de casi cien años), o la esterilidad de la matriz de Sara. Tampoco dudó, por incredulidad, de la promesa de Dios, sino que se fortaleció en fe, dando gloria a Dios, plenamente convencido de que era también poderoso para hacer todo lo que había prometido” Después de que Abraham recibió la promesa de ser padre de muchas gentes, se erigieron formidables obstáculos a su alrededor. El tiempo pasaba inexorablemente. Tal vez cuando se miraba en un espejo Abraham notaba cada vez más cabello blanco, su figura estaba cada vez más encorvada, las arrugas en su piel eran cada vez mas numerosas, la vista y el oído ya no eran como antes. Abraham sabía que no le quedaba mucho tiempo antes de que su cuerpo vaya a la tumba. Por otro lado, Sara su esposa estaba en las mismas condiciones que él, apenas tenía diez años menos, pero en el caso de ella, los obstáculos eran más grandes, porque ella era estéril. Su matriz jamás había concebido un hijo en todos los años de casada. Pero por otro lado estaba la promesa de ese Dios poderoso que da vida a los muertos y llama las cosas que no son, como si fuesen. Pero ¿qué hizo Abraham ante tan formidables obstáculos? Dice el texto que no se debilitó en la fe. También dice que no dudó por incredulidad de la promesa de Dios, sino que se fortaleció en fe. Interesante, los formidables obstáculos no debilitaron la fe de Abraham sino que la fortalecieron. A mayores obstáculos mayor la fe. Por eso dice el texto que Abraham dio gloria a Dios. Qué ejemplo tan grande para nosotros. Cuando enfrentamos pruebas, nosotros más bien nos debilitamos en nuestra fe, cuando debería ser lo contrario, cuando enfrentamos pruebas más bien debemos fortalecernos en nuestra fe. De esta manera estaremos dando gloria a Dios. De esta manera, Abraham llegó a estar plenamente convencido de que Dios era lo suficientemente poderoso para hacer todo lo que había prometido. Cuando enfrente formidables obstáculos en su vida, no permita que su fe se debilite amable oyente. Recuerde que ante la presencia de los obstáculos la fe debe fortalecerse no debilitarse. En quinto y último lugar, la fe permite apropiarse de la justificación. Esto es el asunto central en Romanos 4:22-25 donde dice: “por lo cual también su fe le fue contada por justicia. Y no solamente con respecto a él se escribió que le fue contada, sino también con respecto a nosotros a quienes ha de ser contada, esto es, a los que creemos en el que levantó de los muertos a Jesús, Señor nuestro, el cual fue entregado por nuestras transgresiones, y resucitado para nuestra justificación.” Tal vez el beneficio más importante de la fe es que por medio de ella Abraham fue justificado o declarado justo por Dios. A esto se refiere Pablo cuando dice que a Abraham, la fe le fue contada por justicia. Pero este beneficio de la fe no es exclusivo de Abraham sino que pertenece también a todos nosotros quienes también tenemos la misma fe que Abraham. A nosotros también, la fe nos ha sido contada por justicia. Nosotros también, por la fe hemos sido declarados justos por Dios. La fe tiene que ver con creer a Dios, quien por medio de su poder sobrenatural levantó de los muertos a Jesús. Jesús es Señor nuestro, o Dios mismo hecho carne, quien fue entregado a morir en la cruz del calvario para pagar por nuestras transgresiones. Jesús dio su vida en lugar del pecador. Cuando Jesús murió en la cruz del calvario pagó la deuda que todo pecador tiene ante Dios. Pero una vez muerto y sepultado, Jesús no quedó en una tumba sino que resucitó al tercer día. El hecho que Jesús resucitó de entre los muertos es prueba fehaciente de que su sacrificio en la cruz fue aceptado por Dios como pago por el pecado del hombre. La justicia de Dios fue satisfecha mediante la muerte de Jesús y prueba de ello es que Jesús resucitó de entre los muertos. Por eso es que podemos estar plenamente confiados que los que creemos en él y lo recibimos como nuestro Salvador somos justificados o declarados justos por Dios. Si usted todavía no ha recibido por la fe a Jesús como su Salvador, de nada le sirve que Jesús fue entregado por su transgresión y resucitado para su justificación. No desperdicie la maravillosa obra de Dios. Hoy mismo reciba a Jesús como su único y personal Salvador.
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