Es muy grato para La Biblia Dice… estar nuevamente junto a usted, amiga, amigo oyente. Bienvenida, bienvenido a un nuevo estudio bíblico en el libro de Romanos. Esta serie de estudios bíblicos lleva por nombre: Romanos, la salvación por gracia por medio de la fe en Cristo Jesús. En esta oportunidad, David Logacho nos hablará acerca de los deberes de los creyentes ante las personas que están en autoridad.
En nuestro estudio del libro de Romanos, hemos llegado a la parte práctica del libro. En esta oportunidad, vamos a ver qué es lo que Dios espera de los creyentes en relación con las autoridades civiles. Toda sociedad organizada necesita de leyes y autoridades que velen por el cumplimiento de esas leyes. De otra manera imperaría la anarquía en la sociedad. Veamos cuáles son los deberes de los creyentes ante las personas que están en autoridad. Si tiene una Biblia a la mano, ábrala en Romanos capítulo 13, versículos 1 a 7. Lo que primero vamos a notar es un mandato. La primera parte del versículo 1 dice: “Sométase toda persona a las autoridades superiores” El verbo someterse es la traducción de un verbo griego que se usaba en el campo militar. Literalmente significa “ponerse en fila por debajo de” Tenía que ver con ocupar el lugar que a un miembro de la milicia le corresponde dentro de la cadena de mando. Observe que el verbo someterse está conjugado en modo imperativo dando a entender que se trata de una orden. Los que tienen que obedecer esta orden son todas las personas, pero especialmente los que somos creyentes. Los creyentes debemos ponernos por debajo de las autoridades superiores. Estas autoridades operan en tres diferentes esferas, primero en el hogar, segundo en la iglesia y tercero en el gobierno civil. En el hogar, la esposa se somete al esposo y los hijos obedecen a los padres. En la iglesia, los creyentes se someten a los ancianos o pastores. En el gobierno civil, los creyentes se someten a las autoridades civiles. Parece que el énfasis de Pablo está en esto último. En segundo lugar encontramos la razón para el mandato. La segunda parte de Romanos 13:1 dice: “porque no hay autoridades sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas.” La razón para que todos, y en especial los creyentes, nos sometamos a las autoridades superiores es muy sencilla. No hay autoridad que Dios no haya dispuesto, así que las autoridades que existen fueron establecidas por él. Qué bueno sería que las autoridades tomaran conciencia de este hecho. Si lo hicieran se despojarían de todo tipo de jactancia, y eso contribuiría a un mejor desempeño de sus funciones, a una mayor pulcritud en sus gestiones, especialmente en los países en los cuales impera la corrupción en las esferas del gobierno. En tercer lugar tenemos las implicaciones del mandato. Romanos 13:2-4 dice: “De modo que quien se opone a la autoridad, a lo establecido por Dios resiste; y los que resisten acarrean condenación para sí mismos. Porque los magistrados no están para infundir temor al que hace el bien, sino al malo. ¿Quieres, pues, no temer la autoridad? Haz lo bueno, y tendrás alabanza de ella; porque es servidor de Dios para tu bien. Pero si haces lo malo, teme; porque no en vano lleva espada, pues es servidor de Dios, vengador para castigar al que hace lo malo.” Los creyentes, de ninguna manera debemos oponernos a las autoridades superiores. Un creyente que resiste a alguna autoridad, está resistiendo a lo establecido por Dios. Ahora bien, es relativamente fácil no resistir a una autoridad, justa, íntegra y eficiente, pero el problema es que no todas las autoridades son justas, íntegras y eficientes. Allí es cuando se hace difícil para los creyentes y para todos en general, someterse a ese tipo de autoridades. Pero el principio que está exponiendo Pablo no hace del carácter de las autoridades la condición para que los creyentes se sometan o no. Simplemente dice: De modo que quien se opone a la autoridad, a lo establecido por Dios resiste. Otro apóstol dijo lo siguiente acerca de este mismo asunto. Me refiero al apóstol Pedro. Allí, en 1 Pedro 2:13-14 dice lo siguiente: “Por causa del Señor someteos a toda institución humana, ya sea al rey, como a superior, ya a los gobernadores, como por él enviados para castigo de los malhechores y alabanza de los que hacen bien.” Algo digno de notar es que Pedro escribió estas palabras en un tiempo cuando la autoridad superior del imperio romano estaba muy lejos de ser justa íntegra y eficiente. Quien estaba en el poder en aquella época era el malhadado Nerón. A este personaje de triste recordación para la iglesia se le atribuye el brutal asesinato de una cantidad de creyentes, por el sólo hecho de ser seguidores de Cristo Jesús. Sin embargo, Pedro dice: Someteos a toda institución humana, ya sea a rey, como a superior. Así que, amable oyente, no interprete las Escrituras erróneamente llegando a la conclusión que el deber de los creyentes es someterse a las autoridades superiores siempre y cuando estas autoridades sean buenas. Hay una sola circunstancia en la cual un creyente puede negarse a algo que ordena una autoridad superior. Es cuando la autoridad superior solicita a un creyente que haga algo expresamente prohibido en la palabra del Señor. En el primer siglo, los apóstoles fueron arrojados en prisión a causa de predicar el evangelio de Cristo. Los apóstoles fueron liberados milagrosamente de la prisión por medio de la intervención de un ángel, y tan pronto recuperaron su libertad se pusieron a predicar el evangelio de Cristo. Las autoridades superiores obligaron a comparecer a los apóstoles y les dijeron: ¿No os mandamos estrictamente que no enseñaseis en ese nombre? Y ahora habéis llenado Jerusalén de vuestra doctrina. Al oír este reclamo de las autoridades superiores, se levantó Pedro y los apóstoles y dijeron: Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres. ¿Ve el caso? Las autoridades superiores estaban tratando que los apóstoles no prediquen el evangelio de Cristo, lo cual contradecía expresamente un mandato de Dios. Los apóstoles por tanto, con sobrada razón resistieron a estas autoridades superiores. Volviendo a Romanos, cuando un creyente resiste a las autoridades superiores tiene que sufrir las consecuencias de ese error. Dice el texto que los que resisten acarrean condenación para sí mismos. Esta condenación es ejecutada por las mismas autoridades superiores. Hablando de las autoridades superiores, el texto leído dice: Porque los magistrados no están para infundir temor al que hace el bien, o al que se somete a ellos, sino al malo, o al que se resiste a someterse a ellos. De manera que si un creyente no quiere temer a una autoridad superior, debe someterse y como consecuencia será alabado por la autoridad superior. Las autoridades han sido establecidas por Dios para bien de la sociedad. Las autoridades superiores son simplemente siervos de Dios, aunque poca conciencia tengan de ello. Han recibido de Dios la autoridad para castigar a los que no se someten a su autoridad. Hablando de la autoridad superior, Pablo dice: porque no en vano lleva la espada, pues es servidor de Dios, vengador para castigar al que hace lo malo. Es obvio entonces que uno de los motivos para que los creyentes se sometan a las autoridades superiores es por el temor al castigo si no lo hacen, pero existe otra motivación más digna. Consideremos por tanto la motivación para cumplir con el mandato. Romanos 13:5-7 dice: “Por lo cual es necesario estarle sujetos, no solamente por razón del castigo, sino también por causa de la conciencia. Pues por esto pagáis también los tributos, porque son servidores de Dios que atienden continuamente a esto mismo. Pagad a todos lo que debéis: Al que tributo, tributo; al que impuesto, impuesto; al que respeto, respeto; al que honra, honra.” El creyente no debe someterse a las autoridades superiores sólo por el miedo al castigo si no lo hace. Una motivación más digna es lo que Pablo llama “causa de la conciencia” Cuando un creyente se subleva ante la autoridad superior mancha su conciencia. Dios desea que nuestras conciencias estén siempre limpias. Por ese motivo el creyente debe ser el mejor ciudadano del país. La manera de hacerlo es por medio de cumplir con todas las obligaciones que demandan las autoridades superiores. El creyente debe pagar todos los impuestos que exigen las leyes de determinado país y determinada ciudad. Un creyente que engaña para no pagar sus impuestos es un mal ejemplo de creyente. El creyente debe ser el más respetuoso de las autoridades superiores. Es tan fácil dejarse llevar por la corriente de crítica y ofensa a las autoridades de turno, pero el creyente maduro evitará hablar mal de las autoridades superiores, aún cuando tuviera buenas razones para hacerlo. De esta manera, Pablo ha mostrado los deberes de los creyentes ante las autoridades civiles. Que por la gracia de Dios, lo estemos cumpliendo. Al hacerlo, el nombre de Dios será glorificado en el mundo, al no hacerlo, el nombre de Dios será blasfemado en el mundo.
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