Hola amigo, amiga oyente, que bendición estar junto a ti un día más. Estamos involucrados en una nueva serie sobre el libro de Rut, esta historia es tan increíble y hermosa.
Bien, en el programa anterior vimos a Noemí llegar a Judá, totalmente afligida. Toma tu Biblia y acompáñame al libro de Rut capítulo 1, versos del 20 al 21, esto dice: “y ella les respondía: No me llaméis Noemí, sino llamadme Mara; porque en grande amargura me ha puesto el Todopoderoso. Yo me fui llena, pero Jehová me ha vuelto con las manos vacías. ¿Por qué me llamaréis Noemí, ya que Jehová ha dado testimonio contra mí, y el Todopoderoso me ha afligido?” Ella vuelve totalmente diferente a cuando se fue, ella dice: salí de aquí llena con todo lo que necesitaba y regreso completamente vacía. ¿Puedes imaginar el enorme dolor que ella tenía en su corazón?
Bien, ahora, al comenzar un nuevo programa quiero pedirte que volteemos nuestra mirada a Rut, y para ello quiero pedirte que intentes ponerte en los zapatos de Rut. Ella decide acompañar a su suegra, y mientras está llegando a la ciudad con Noemí, ella sabes que está llegando a una ciudad donde hay un prejuicio indudable contra ella. Entonces, imagina que llegas a un lugar donde nadie te aprecia y todos están volteando sus ojos hacia ti para mirarte. Recuerda que ella era moabita, y hay una moabita en el campo de la tierra de Judá, eso debió haber sido muy fuerte para Rut. Pero eso fue parte de la decisión que ella tomó de acompañar a Noemí. Rut sabía que eso iba a ser una realidad, pero ahora resalta por primera vez y todos la están mirando. Ellos están asombrados por el regreso de Noemí y están viendo con desconcierto a quién ha traído con ella; una mujer moabita llegando a Belén mientras la cosecha de la cebada estaba iniciando.
Ahora, si no somos cuidadosos después de esto vamos a quedar extremadamente deprimidos. Así que lo que quiero que hagamos es que pensemos acerca del escenario en el que nos encontramos, quiero que nos aseguremos de que estamos en la misma página del escenario que el autor ha organizado, y después, eso nos guiará a una promesa de oro que tú mantendrás mientras caminamos a lo largo del libro de Rut. Así que, vamos a dirigirnos a través de algunas de estas cosas que conducen a esta promesa. Primero, hay dos lugares: una tierra de promesa, la cual es “Belén”, la “casa del pan”. Esta es la Tierra Prometida, la tierra a la que Dios los ha dirigido, la tierra que prometió para bendecirlos. Y no solo la tierra, sino la ciudad en particular. Nosotros sabemos esto, ¿verdad? Belén es una tierra de promesa y compromiso. Mientras que el otro lugar es Moab; una tierra de paganismo, no de promesa. La tierra de retiro donde el hombre, un hombre judío, dirigió a su familia para darle espalda al pueblo de Dios, él fue a la tierra de la inmoralidad e idolatría. Esa es la tierra del compromiso. Y sorprendentemente, en la Biblia tenemos un libro nombrado por una persona de Moab.
Bien, dos lugares, dos pueblos. Al final del capítulo hemos conseguido dos personajes: Noemí y Rut, dos personas tan diferentes. Por un lado, tenemos a una mujer con un dolor honesto y profundo. Sin embargo, basados en sus últimas palabras en el capítulo 1, muy probablemente no tenemos una impresión favorable de Noemí. Podemos pensar de ella que es una mujer amargada. Pero antes de ser tan duros con ella, asegurémonos de pensar sobre lo que ella ha atravesado; esta ha sido una pesadilla de diez años: ella perdió su esposo y sus hijos, ella se encontró a sí misma en medio de Moab con nueras de esa tierra pagana, sin ningún heredero para continuar su línea, ella ha perdido todo.
Noemí realmente debió experimentar un gran dolor. Ella ha experimentado este sufrimiento no debido a algo en particular o un pecado específico en su vida. El autor se asegura de no decir que esto le sucedió a Noemí porque ella ha hecho esto. Esto es similar a lo que sucedió con Job, pues esto parece injustificado, inesperado, misterioso, Y muy seguramente, ella, al igual que Job se preguntó ¿por qué?, ¿por qué está sucediendo? Y esto es con lo que Rut está luchando.
Me encanta la honestidad de la escritura aquí. La Escritura no pasa por alto la realidad en las vidas de las personas quienes siguen a Dios y la realidad de acuerdo a la Escritura es que la gente que sigue a Dios experimenta sufrimiento, juicio y tragedia. La Escritura no le está restando importancia para nada al sufrimiento de Noemí.
Supongo que, si somos honestos, hay una variedad de ocasiones donde nos encontramos a nosotros mismos identificándonos con Noemí. ¿Alguna vez has sentido como si la Providencia de Dios ha sido dura contigo?, ¿alguna vez has sentido o incluso en este momento sientes como si el peso de las circunstancias, y tu situación es muy duro para soportar?, ¿alguna vez sientes como si sólo ha sido una cosa tras otra?, ¿o una cosa que simplemente no se irá? Ese es un dolor honesto.
Pero ahí también vemos, por otro lado, a una mujer con devoción humilde. “Respondió Rut: No me ruegues que te deje, y me aparte de ti; porque a dondequiera que tú fueres, iré yo, y dondequiera que vivieres, viviré. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios. Donde tú murieres, moriré yo, y allí seré sepultada; así me haga Jehová, y aun me añada, que sólo la muerte hará separación entre nosotras dos”. Mientras más lees los versículos 16 y 17 más asombrosos son. Todo lo que Rut ha dejado, todo lo que ella ha rendido para hacer esta última obligación. Y justo en medio hay una imagen intencional. Justo en la mitad de su obligación, ella dice: “tu gente será mi gente y tú Dios, mi Dios”. Esta es una rendición no sólo para Noemí. Esto es el rendimiento al Dios de Noemí. Esto es abandonar todo lo que ella conoce por lo que no conoce, pero en lo que confía.
Ora que Dios continuamente levantará a Rut a lo largo de esta familia de fe. A lo largo de la iglesia. Mujeres quienes abandonan el placer terrenal, la seguridad y comodidad del mundo y enérgicamente con una fe aventurera confían profundamente en Dios. Eso no tiene sentido para las mujeres del mundo. Hacer eso implica renunciar a todo lo bueno que este mundo tiene para ofrecer y es justamente eso lo que Rut hace, ella dice: “yo confiaré en ti, no sólo ahora sino por toda la eternidad.” Abandono enérgico. Devoción humilde. Esa es la imagen de Rut. Dios levanta mujeres y hombres quienes estén dispuestos a conducir sus vidas en abandono hacia Él.
Dos pueblos. Dos lugares. Dos personas. Dos puntos de necesidad. Mientras ellas regresan a Belén, tienen dos necesidades básicas y esta es la parte de la atención que el autor está estableciendo aquí. Dos necesidades: número uno, ellas tenían la necesidad de comida. Obviamente ellas salieron en un tiempo de hambruna y estaban regresando en un tiempo de festín, pero el problema era: ¿quién iba a proveer para ellas? Los hombres, eran proveedores de hogares. Necesidad de comida, lo cual conduce a la siguiente necesidad; ellas tenían la necesidad de comida y de familia. No sólo no tenían un esposo e hijos para continuar su descendencia en el futuro, sino que no tenían un esposo o hijos para que se preocupen por ellas en el presente. Ellas tenían la necesidad de comida y familia, esto está estableciendo la tensión.
El principal problema en el Libro de Rut es cómo estas dos viudas sin hijos pueden sobrevivir en el Antiguo Israel. Ese es el problema del libro y está justo aquí.
Ahora en cada uno de estos versos, en cada frase que vemos, el autor nos da figuras sutiles entre el resto de la escena, imágenes sutiles de cómo es Dios, y como son ellas. Imágenes muy sutiles. Ahora, quiero que vayamos al capítulo 2 y que veamos algunas imágenes de Dios.
La realidad en Rut es que, a veces nos esforzamos por ver a Dios tanto en nuestras vidas que, a veces nos esforzamos por ver a Dios a nuestra manera. Pero lo que quiero mostrarte son dos imágenes de Dios que el autor de Rut está poniendo en escena ante nosotros. Ambas son sorprendentemente relacionadas a lo que Noemí dice al final. Mira en el verso 20 del capítulo 1: “y ella les respondía: No me llaméis Noemí, sino llamadme Mara; porque en grande amargura me ha puesto el Todopoderoso.” Esa es la primera vez que ella menciona a Dios. Segunda vez “yo me fui llena, pero Jehová me ha vuelto con las manos vacías. ¿Por qué me llamaréis Noemí?“. Tercera vez: “Jehová ha dado testimonio contra mí, y el Todopoderoso (cuarta vez) me ha afligido”. Cuatro veces en aquellos dos versos ella menciona quién es Dios. Lo que es interesante es que ella usa dos palabras diferentes para describir a Dios.
De las cuatro veces, dos utiliza una palabra y dos veces otra palabra. Aquí está donde quiero que veas la figura de Dios. Dos características de Dios aquí:
Número 1, Dios es grande. La primera palabra que ella utiliza “llamadme Mara; porque en grande amargura me ha puesto el Todopoderoso”. Ella no utiliza un nombre para Dios ahí. Este no es el nombre para Dios, es un título y el título es Shaddai. Puedes estar familiarizado con El Shaddai; Dios Todopoderoso. El Shaddai es un título para Dios que enfatiza su omnipotencia, su poder, su Suprema soberanía sobre todas las cosas. Y esto es lo que Noemí confiesa en la profundidad de su amargura, ella dice: el Todopoderoso ha hecho esto. Y aquí es donde quiero que notemos que Noemí está totalmente en lo correcto. No hay ni un solo detalle en el libro de Rut que no está finalmente bajo la soberanía del Gran Dios. No hay ni un detalle en el libro del Rut que sea atribuido a la suerte.
En cambio, la figura aquí es Noemí diciendo justo lo que Job dijo. El capítulo 27 de Job usa más de 30 veces la palabra Shaddai. Y Job 27, verso 2 dice casi la misma cosa que Noemí dice aquí. Toma tu Biblia y vamos por un momento a Job 27: 2 esto dice: “vive Dios, que ha quitado mi derecho, Y el Omnipotente (Shaddai), que amargó el alma mía.” El mismo Job quien dijo: Dios da y Dios quita. El mismo Job quien dijo: ¿aceptaremos lo bueno de Dios y no la dificultad? Es el mismo Dios que dijo: “y el Omnipotente, que amargó el alma mía” Job sabía que Dios era soberano sobre todas las cosas y Noemí sabe que Dios es soberano sobre todas las cosas.
La gente dice: “bueno la fe de Noemí es tan débil” y a decir verdad en nuestra cultura contemporánea encontramos una fe verdaderamente frágil, una fe que llevamos al sufrimiento y a la tragedia de nuestro diario vivir. Y la vemos reflejada en frases tan comunes como: “bueno Dios no sabía que esto iba a pasar. Dios estaba tan sorprendido por esto como tú lo estás. O Dios está haciendo lo mejor que puede, pero hay algunas cosas que están fuera de su control.” No, amigos, eso no es cierto. Nosotros no tenemos un Dios de pena quién está sorprendido y asombrado y es incapaz de mantener las cosas bajo control. Nosotros tenemos un Dios grande quien es soberano y omnipotente y todopoderoso. Y esta es una roca para apoyarnos.
Leí un comentario esta semana que decía que la doctrina de la soberanía de Dios no es específicamente reconfortante en el sufrimiento. ¿Qué? Déjame decirte algo amigo, amiga oyente, la soberanía de Dios es una roca de apoyo en medio del sufrimiento. Tú no tienes un Dios que alguna vez es atrapado por la sorpresa. Él nunca es atrapado inadvertido, Él siempre está en control. Y nosotros sabemos que Él está trabajando para unir todas las cosas por el bien de aquellos quienes lo aman y quienes han sido llamados acorde a su propósito. Esto es como podemos ponernos de pie y decir que Él es soberano sobre la naturaleza. Él es soberano sobre la enfermedad y el cáncer. Él es soberano sobre la enfermedad y la muerte. Él es soberano sobre todas nuestras circunstancias. Esa es una roca para apoyarse. Él es todopoderoso, Él es grande.
Espero que puedas acompañarnos en nuestro próximo tiempo juntos y conocer juntos más sobre la soberanía de Dios a través de este maravilloso libro de la Biblia titulado Rut. Que Dios te bendiga.
Leave a comment