Hola amigo, amiga, en los últimos días hemos estado viendo la vida de Jesús, pero sobre todo la oración que Él hace en Juan capítulo 17, y solo quiero que recuerdes que su oración no fue para todo el mundo, su oración tenia personas específicas, sus discípulos. Él vivió para nutrir su santidad en ellos y oró para que Dios los mantenga sólidos en eso. Ahora, lo que quiero hacer este día es que estudiemos las verdades eternas del evangelio y producto de eso, permitir que Dios transforme nuestros puntos de vista sobre la santidad y lo que significa esa palabra.
Mira, cuando se trata de santidad vemos a los discípulos en el mundo y lo que Jesús les dijo es que deben evitar los extremos. Hay dos extremos que debemos evitar.
El extremo número uno es la separación total del mundo. Ahora, por separación, no me refiero principalmente a lo físico, la santidad en el sentido espiritual es separación. Pero lo que Jesús nos está diciendo aquí no es que su plan involucra sacar a los discípulos del mundo porque es un lugar difícil para vivir. Eso no es por lo que Jesús ora. Tampoco ora para que el Padre los guarde en una caja de seguridad y que estén completamente protegidos del mal y del sufrimiento en el mundo. En realidad, nosotros estamos en este mundo y Dios nos ha puesto en aquí por una razón.
Al mismo tiempo, debemos evitar el otro extremo, la saturación total en el mundo hasta el punto de no poder distinguir entre el mundo y la iglesia. Los discípulos de Jesús estaban en el mundo, pero no eran del mundo, ellos estaban allí haciendo discípulos de Jesús. Y la forma más efectiva de hacer discípulos en nuestra cultura no es hacernos a ellos como algunas personas piensan. Estamos con el mundo; pero no como el mundo. Estamos en el mundo mostrando el carácter de Dios, incluida Su santidad. Y tenemos que tener cuidado.
Hay un historiador que dijo esto: «En Inglaterra, la iglesia dominaba, los impulsos del dinero, estado y poder en el nuevo orden; el secularismo se había infiltrado en la iglesia a gran escala, como una manera sincera de atraer a la gente del mundo, pero poco a poco el secularismo se hizo dominante y transformó a la iglesia, la iglesia comenzó a parecerse al mundo» ¿Lo ves? Si el mundo no puede ver diferencia cuando miran nuestras vidas con Cristo en ellos, de cuando miran vidas sin Cristo en ellos, entonces hemos socavado la misión del Evangelio desde el principio. Es por eso por lo que la santidad es una prioridad. Es por eso, que vivimos por la santidad el uno del otro. Así que, estos son los dos extremos que debemos evitar: la separación total y la saturación total.
Mira, el ejemplo que Jesús nos dio es el sacrificio total para el mundo. Lo que Jesús nos enseña es que estos muchachos, sus discípulos, estarán en medio de un mundo de maldad y sufrimiento y por ello ora por sus vidas. Toma tu Biblia y acompáñame a Juan capítulo 17 versos del 9 al 11, la Biblia dice: “Yo ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por los que me diste; porque tuyos son, y todo lo mío es tuyo, y lo tuyo mío; y he sido glorificado en ellos. Y ya no estoy en el mundo; mas éstos están en el mundo, y yo voy a ti. Padre santo, a los que me has dado, guárdalos en tu nombre, para que sean uno, así como nosotros.”
Jesús dice: “Padre, te pido que mantengas fuerte tu carácter en ellos. Que sacrifiquen las comodidades de este mundo y los deseos pecaminosos para mostrar tu carácter.” Mira, creo que hay dos facetas principales aquí; cuando se trata del mundo, tienes pecado y sufrimiento. Piénsalo de dos maneras. Cuando se trata de pecado, debemos vivir vidas santas, ser puros, y reflejar el carácter de Dios para que demostremos a este mundo que hay un Dios que es superior al pecado, que hay un Salvador que ha vencido el pecado. La tragedia es que, si vivimos vidas en las que hacemos las mismas cosas que el mundo hace, si usamos el mismo lenguaje que ellos, si hacemos negocios como el mundo lo hace, si tenemos al engaño y la mentira como base de nuestros acuerdos, si nuestros matrimonios que son igual de conflictivos que los del mundo, entonces el mundo ve en nosotros lo mismo que ve en ellos, y la gloria de Cristo se ve comprometida porque no la ven sino que ven a un pueblo igual a ellos, pensando que Jesús no es superior al pecado y que Él no puede conquistar el pecado.
Así que quiero instarles, basados en la Palabra de Dios, a que sean puros, no solo por su bien, sino por el bien de otros que necesitan ver la pureza de Cristo, que anhelan ver una imagen de pureza y santidad, que desean ver a alguien que hace la diferencia. Y seamos esposos y esposas, que se sacrifican; maridos, sacrificando sus vidas por sus esposas. ¿Por qué? Para que el mundo vea una imagen de Cristo en Su Iglesia. Para que el mundo vea el amor que Cristo tiene por su novia. Nuestras luchas con el pecado adquieren una nueva forma cuando nos damos cuenta de que somos parte de hacer discípulos y vivimos por el bien de los demás y no solo en pecado y sufrimiento.
Toma tu Biblia y acompáñame a Juan capítulo 15, versos del 20 al 27. La Biblia dice: “Acordaos de la palabra que yo os he dicho: El siervo no es mayor que su señor. Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán; si han guardado mi palabra, también guardarán la vuestra. Mas todo esto os harán por causa de mi nombre, porque no conocen al que me ha enviado. Si yo no hubiera venido, ni les hubiera hablado, no tendrían pecado; pero ahora no tienen excusa por su pecado. El que me aborrece a mí, también a mi Padre aborrece. Si yo no hubiese hecho entre ellos obras que ningún otro ha hecho, no tendrían pecado; pero ahora han visto y han aborrecido a mí y a mi Padre. Pero esto es para que se cumpla la palabra que está escrita en su ley: Sin causa me aborrecieron. Pero cuando venga el Consolador, a quien yo os enviaré del Padre, el Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, él dará testimonio acerca de mí. Y vosotros daréis testimonio también, porque habéis estado conmigo desde el principio.”
Jesús sabía que iban a pasar por dificultades y es cierto, de esos 11 tipos, 10 de ellos murieron como mártires. Pero Jesús oró por ellos, para que, en medio del dolor, se aferraran al carácter de Dios y confiaren en Él porque cuando lo hicieran, mostrarían la Palabra más claramente al mundo. Y esto tiene sentido, desde la propia vida de Jesús, Jesús nos mostró el carácter del Padre en una cruz, en medio del sufrimiento.
Mira, si vamos a dedicarnos a hacer discípulos de todas las naciones como iglesia, si vamos a mostrar el carácter de Cristo, entonces implicará sufrimiento. ¿Cómo podemos mostrar esta imagen de Cristo al mundo si todo va bien para nosotros? Jesús ha orado por nosotros, Él intercede por nosotros. Jesús dice: “Padre, protégelos con la misma protección que le diste a tu pueblo cuando dividiste el Mar Rojo a la mitad, con la misma protección que me diste cuando camine hacia la cruz.”
Bien, todo esto nos lleva a algunas preguntas que quiero hacerte. La primera pregunta que quiero hacer es ¿a quién Dios te ha puesto para mostrarle la Palabra? Quiero que pienses sobre el hecho de que las personas en tu vida, en tu esfera de influencia no están accidentalmente allí, quizás Dios lo tiene planeado y Él te ha puesto en el lugar donde estás por alguna razón. ¿A quién puedes mostrarle la Palabra? no solo en tu hogar, en tú vecindario, en tu comunidad, en tu lugar de trabajo. ¿A quién puedes mostrarle la Palabra? La segunda pregunta es ¿Cómo puedes intencionalmente mostrarles el carácter de Dios? Mi tercera pregunta es, ¿qué necesitas sacrificar para mostrarles la Palabra?
Bueno, si hay algunos pecados por los que has estado cautivo, algunas cosas que estás manteniendo en los deseos de este mundo, entonces quiero exhortarte a sacrificarlos para que la gloria de Cristo, Su carácter y Su santidad puedan ser conocidos a través de ti. Entonces, ¿qué significa que tenemos que sacrificarnos? para muchos de nosotros eso se refiere a dejar nuestro orgullo y comenzar a entregarnos al plan que Jesús tiene.
¿Qué necesitas dar para mostrar el carácter de Dios en el mundo? Para muchos de nosotros es nuestra comodidad. Nos aferramos a nuestras comodidades y nuestra zona de confort. Y supongo que, para casi todos nosotros, una cosa que tenemos que sacrificar es nuestro miedo. Hay un montón de miedo cuando te levantas y le dices a las personas que te rodean: “si me miras, vas a ver a Cristo. Si me sigues, seguirás a Cristo.” Pero quiero recordarte que Dios no nos ha dado un espíritu de miedo. Él nos ha dado un espíritu de poder, de amor y de dominio propio. Él ha puesto Su Espíritu dentro de nosotros. Entonces, entreguémonos a lo que Él nos llamó a hacer.
Tristemente, muchos de nosotros pensamos que los responsables de compartir la Palabra, son los pastores o los predicadores, pensamos que eso es trabajo de unos pocos y que nosotros no debemos hacerlo, pero déjame decirte que esto no es así, y ahora Tal vez pienses: “¿quieres decir que se supone que tengo la responsabilidad de mostrar la santidad, la majestad, la grandeza, la misericordia, la compasión, la paciencia y la bondad de Dios? David, no te das cuenta de que no puedo hacer eso.” Y déjame decirte que ese es un pensamiento erróneo. Tambien pensamos que enseñar la Palabra, está relegado a aquellos que dirigen los estudios bíblicos y lideran a los grupos pequeños y relegamos estas cosas a ciertos cristianos. Y lo que estamos haciendo es ignorar el propósito para el que hemos sido salvados y la misión que Cristo nos ha dado; la principal responsabilidad que Él tiene y que nos ha dado.
Y lo que quiero resaltar aquí, es que Dios nos ha dado a cada uno de nosotros como Sus discípulos, personas con quienes podemos compartir la Palabra y mostrarles la Palabra. Hemos hablado de algunas cosas que son algo pesadas y a veces tenemos una tendencia a empacar y nos vamos sin digerir algunas de las cosas que el Señor nos está enseñando. Y lo que quiero darte es la oportunidad de pasar un tiempo entre tú y el Padre; entre Cristo y tú.
Entonces, antes de irnos, quiero que pienses lo que significa mostrar intencionalmente la Palabra en las vidas de los demás, en la vida de las personas que Dios te ha dado y para eso, te pido que oremos.
Querido Dios, te alabamos por tu gracia y tu misericordia. Te alabamos Señor Jesús por mostrarnos a Dios de cerca y personalmente. Dios, oro por esta familia. Gracias Padre por darnos este plan para hacer discípulos a todas las naciones. Oramos para que nos concedas gracia hoy para mostrar tu Palabra, a las personas que nos has confiado. Dios, muéstranos lo que eso significa y calma nuestra ansiedad sobre eso. Señor, recuérdanos los recursos que nos has confiado. Oramos para que, en los próximos días, mientras reflexionemos, mientras oramos, mientras aprendemos más de ti, tú nos permitas ver tu gloria y tu gran amor hacia nosotros. Señor Jesús, hoy te pedimos porque seas tú quien salga como el hacedor de discípulos original en nosotros y nos ayudes a entender, nos ayudes a saber cómo mostrar esto, en nuestras vidas. Entregamos este tiempo en tus manos Padre y te damos infinitas gracias por todo lo que harás en y a través de nuestras vidas. En el nombre de Jesús. Amen.
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