Hola amigo, amiga oyente, que bendición poder estar junto a ti este tiempo. Permíteme hacerte una pregunta: ¿es posible que Dios en su gran soberanía realice un milagro en nuestras vidas por el cual el Espíritu Santo nos transforma fuera de nuestra voluntad? De ninguna manera. Las cosas no funcionan así. Son la misericordia y gracia de Dios las que provocan la salvación de manera que su gloria sea revelada.
Por favor, quiero que me acompañes en las Escrituras a Juan capítulo 6, versículo 44, ahí Jesús les dice a sus discípulos: “Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere; y yo le resucitaré en el día postrero”. Ahora, echa un vistazo al libro de los Hechos y observa cómo el Evangelio continua su marcha. Escucha lo que dice Hechos capítulo 16, versículo 14: “Entonces una mujer llamada Lidia, vendedora de púrpura, de la ciudad de Tiatira, que adoraba a Dios, estaba oyendo; y el Señor abrió el corazón de ella para que estuviese atenta a lo que Pablo decía”. Este verso trata de Lidia y el texto afirma que, “Dios abrió su corazón al mensaje del Evangelio”. ¡Qué frase tan maravillosa! ¿Ella respondió al Evangelio? Sí, ¿Dios abrió su corazón al evangelio? De igual manera, Sí.
Entonces, para poder tener más claro esto, permíteme leerte algunos versos difundidos en todo el Nuevo Testamento, empecemos, el capítulo 11 de Hechos, versículo 18 dice: “Entonces, oídas estas cosas, callaron, y glorificaron a Dios, diciendo: ¡De manera que también a los gentiles ha dado Dios arrepentimiento para vida!”. Te das cuenta, Dios otorgó arrepentimiento para salvación a los gentiles. El arrepentimiento en sí, fue un regalo de Dios. Por su parte, Hechos capítulo 14, versículo 27 dice: “Y habiendo llegado, y reunido a la iglesia, refirieron cuán grandes cosas había hecho Dios con ellos, y cómo había abierto la puerta de la fe a los gentiles”. Hechos capítulo 15, verso 9 dice: “y ninguna diferencia hizo entre nosotros y ellos, purificando por la fe sus corazones”. De igual manera, Dios purificó sus corazones y lo hizo mediante la fe. Entonces, la fe es el medio por el cual nos apropiamos del evangelio, en el escenario del nuevo nacimiento que tiene lugar por la gracia y misericordia de Dios.
En consecuencia, ¿qué sucede en nuestras vidas cuando tenemos una fe basada en el contexto de esta gracia y la misericordia? Número uno, nos volvemos del pecado, ¿recuerdas? Juan capítulo 3, versículos del 19 al 21 es la ilustración de la luz y las tinieblas. Mira, por naturaleza amamos las tinieblas, no obstante, cuando nuestros ojos fueron abiertos vimos la luz, entonces, Dios nos mostró su belleza, su misericordia y su gracia por medio de Cristo. Te ruego, por favor, no te vuelvas a las tinieblas. No sigas obsesionándote con la oscuridad. Ahora, tenemos la capacidad de volvernos del pecado.
Estas son justamente las invitaciones al evangelio, particularmente en los inicios de la iglesia, por ejemplo, Hechos capítulo 2, versículo 38. Una vez que Pedro predica el primer sermón cristiano, la gente se pregunta ¿cómo debemos responder al evangelio? Quiero que escuches con atención su respuesta: “Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros”. Por otro lado, Hechos capítulo 3, versículo 19 dice: “Así que, arrepentíos y convertíos”. ¿Lo notaste? Precisamente el mismo concepto “aléjate del pecado”.
Segundo, por medio de la fe fundamentada en la gracia y misericordia de Dios, podemos confiar en Él. Es decir, nos alejamos del pecado y confiamos en Cristo. Ésta es justamente la ilustración que tenemos en Juan capítulo 3 versículos 14 y 15 que nos remontan a los tiempos del antiguo testamento, donde aquellas personas que estaban muriendo por las mordeduras de las serpientes miraron a la serpiente de bronce para obtener salvación. Ellos están creyendo en su provisión. ¿Te das cuenta? Poner tu mirada en Cristo es lo único que puede reconciliarte con Dios, solamente Él puede limpiarte y concederte un corazón nuevo. Todo gira en torno al evangelio, es decir, te apartas del pecado y confías en Cristo. Éste es el significado de las palabras de Pablo en Hechos 16, verso 31, dice: “Ellos dijeron: Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa”. En esta imagen se conjugan ambos conceptos, en primer lugar, la salvación está ligada al “creer”, luego, Dios es aquel que nos da la posibilidad de creer. Entonces, la pregunta está latente: ¿está tu fe fundamentada en la gracia de Dios?, ¿en realidad te has apropiado del evangelio por fe? Sencillamente, Dios cambia tu corazón y te permite creer. Todo esto nos conduce a la última verdad acerca del nuevo nacimiento.
Cuarto, Dios transforma nuestras vidas. Ahora, quiero tener sumo cuidado aquí porque en el siguiente programa vamos a hablar sobre cómo sucede esto. No estoy diciendo de ninguna manera que tan pronto como tiene lugar el nuevo nacimiento todos nuestros problemas se solucionarán.
Por favor, acompáñame a Juan capítulo 3, versículo 21, escucha con atención, esto dice: “Mas el que practica la verdad viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios”. ¡Qué gran verdad! Quien vive según la verdad viene a la luz. Ahora, quiero mostrarte dos verdades esenciales aquí. En primer lugar, Dios transforma nuestras vidas para nuestro bien eterno. A lo largo del capítulo 3 de Juan apreciamos el contraste entre la luz y las tinieblas. Por su parte, aquellas tinieblas representan el mal, mientras que, la luz representa lo bueno. Además, antes de conocer el evangelio únicamente teníamos la posibilidad de amar las tinieblas, sin embargo, al nacer de nuevo comenzamos a amar lo que es bueno. Nuestra realidad ha cambiado, ahora podemos percibir y experimentar la luz.
¡Qué maravilla! Piénsalo, antes de venir a Cristo y confiar en Él, antes de nacer de nuevo, amas todas las cosas que este mundo tiene para ofrecer: la comida, el compañerismo, la televisión, los deportes, etc. No obstante, al nacer de nuevo, Dios cambió tu corazón, Él te transformó, así que ahora comienzas a ver que Él es bueno, satisfactorio y glorioso. ¡Él es digno! Todo lo bueno para ti lo encuentras en Él, incluso las mejores cosas que este mundo tiene para ofrecer carecen de significado a su lado. ¿Te das cuenta? Esta es la imagen de cómo Dios transforma nuestras vidas para nuestro bien eterno, para vivir en la luz, para experimentar lo que es verdaderamente bueno. Nuestra satisfacción se encuentra únicamente en Él.
En segundo lugar, Dios nos transforma para su gloria eterna. ¿Te diste cuenta de la verdad en Juan capítulo 3, verso 21? “Mas el que practica la verdad viene a la luz” aquí viene el porqué, “para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios”. ¿hechas por quién? Hechas por Dios, entonces, Dios está mostrando su gloria en tu nuevo nacimiento. Está dejando en claro que solo Él pudo haber hecho esto. Esta es la razón por la cual el nuevo nacimiento es la imagen que tenemos en Juan 3, Cristo murió en la cruz para mostrar la gloria de Dios, de modo que todo aquel que tienen fe en Jesucristo sea salvo, su amor al Padre fue su motivación.
¡Qué hermoso! Aunque, ahora quizás te puedas preguntas si existe alguna contradicción entre Cristo muriendo en la cruz por amor a nosotros y por amor a su Padre. La belleza del evangelio radica en la armonía entre estos dos conceptos. Nuestro bien eterno muestra su gloria eterna y cuanto más satisfechos estamos en Él, cuanto más experimentamos su amor, más nos muestra que esto es posible únicamente gracias a Él. ¿Lo ves? Nuestro bien eterno y su gloria eterna van de la mano. Esto es exactamente lo que se encuentra en Ezequiel capítulo 36, versículos 22 y 23, justo antes de darles aquellas hermosas promesas sobre un nuevo corazón y un espíritu nuevo, el Señor hace un recordatorio importante. Dios dice “por tanto, di a la casa de Israel: Así ha dicho Jehová el Señor: No lo hago por vosotros, oh casa de Israel, sino por causa de mi santo nombre”, No lo pases por alto, justo antes de que Dios les de esas increíbles promesas. Él dijo, necesitas saber desde el principio, que esto no es por tu bien. Esto es por mi bien. Añadió: voy a mostrar la santidad de mi gran nombre, mostraré mi integridad, todas las naciones sabrán que yo soy el Señor, cuando me muestre santo a través del pueblo de Israel.
Aquí está la belleza del evangelio, cuando Dios produce esta transformación, este cambio en nuestro corazón, cuando Dios revela nuestra necesidad y nos permite creer, lo que sucede aquí es que Dios obtiene la gloria porque toma a alguien que está espiritualmente muerto y le da vida. Él toma a alguien que es moralmente malvado para que ahora ame lo que es bueno. Dios obtiene la gloria en todo este proceso. Es la forma en que está diseñado. Nos transforma para nuestro bien y para su gloria. Ahora quiero que mantengas en mente estas dos verdades sobre la manera en que percibimos la salvación, de lo que hemos estado hablando en toda esta serie.
Bien, empezamos hablando sobre como la salvación bíblica no significa repetir una oración y seguir viviendo como quieras. Además, si no has tenido ningún cambio en tu vida, ninguna transformación, la gente se podría preguntar, bueno, si alguien repite una oración de salvación y luego su vida no tiene diferencia, entonces ¿esa persona realmente se salvó? Es posible que hayas pensado así sobre tu propia vida o la de tu familia y amigos. ¿Soy salvo cuando no hay absolutamente ninguna imagen de transformación en mi vida? Y quiero decir esto con la mayor sensibilidad posible porque, de ninguna manera estoy afirmando que soy el juez de la salvación de nadie. Dios es el juez eterno. Además, de ninguna manera estoy diciendo que una vez que oramos por nuestra salvación, tenemos que trabajar para demostrar que esto es real en nuestras vidas. Esa no es la imagen aquí, sin embargo, creo que podemos decir con confianza, especialmente basados en las Escrituras que, si alguien repite una oración y no hay una transformación que comience en ese momento, entonces, no hay una evidencia de que esa persona haya experimentado el nuevo nacimiento. Simplemente, esa persona no es salva. Y aquí está el porqué; con base en las Escrituras, podemos afirmar dos cosas:
Número uno, en ninguna parte de las Escrituras vemos a la salvación descrita como una simple decisión humana por la cual alguien decide salirse de la línea que se dirige al infierno y saltar a la línea que va al cielo. Así no es como las Escrituras describen la salvación. La Biblia describe la salvación como un proceso transformador en nuestros corazones y en nuestras vidas donde Dios te resucita de muerte a la vida y muestra su gran gloria en tu salvación y transformación. Lo que nos conduce al segundo punto, cuando tenemos la idea de que la salvación está desconectada de la transformación, esta idea de que el nacido de nuevo y el no cristiano pueden llevar el mismo estilo de vida. Lo que estamos haciendo es blasfemando a Dios, y lo estamos haciendo al decir que Dios puede liberar a alguien del infierno, pero que no puede liberarlo del pecado y de su vida cotidiana en la tierra. Estamos diciendo que Dios puede pagar el precio máximo por el pecado, pero no tiene el poder de dar la victoria sobre el pecado día tras día.
Querido oyente, presta mucha atención, el Dios que nos salva de la condenación eterna, aquel que levantó a su único Hijo de la tumba, es más que poderoso para darte la victoria día tras día sobre el pecado. Mediante estas ideas absurdas que nos hemos formulado lo único que hemos hecho es robarle la gloria a Dios. Ruego que no nos permita robarle su gloria al desconectar la salvación de la transformación. Entonces, después de todo esto, que te parece si oramos:
Dios, te pedimos que tu Espíritu nos proteja del engaño espiritual. Te ruego que uses todo lo necesario para recordarnos la gloria y la belleza de lo que significa estar en Cristo y nacer de nuevo. Oro por cada oyente que todavía no ha experimentado ese nuevo nacimiento, abre sus ojos a la necesidad de Ti. Abre sus corazones al mensaje del Evangelio, te pido oh Dios que obtengas gran gloria en la salvación de sus almas. Amén.
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