Hola, bienvenido a un programa más de esta nueva serie a la que hemos llamado “Hilos”.
Para empezar este programa hay algo quiero decirte, mira, cuando empieces a compartir de Cristo, que es de lo que hemos estado hablando estos últimos días, muchas veces encontrarás personas que se cierren a ti, y es muy probable que eso te desaliente, pero, déjame decirte que el hecho de que esa persona no quiera recibir la palabra en ese momento no significa que Dios no esté haciendo su trabajo.
Así que, lo que quiero a través de este programa es que cambies tu perspectiva de ver las cosas a través de algunas verdades acerca de lo que significa compartir de Dios a los demás. Así que, te invito a que no pienses mucho donde y a quien debes compartir de Dios porque toda ocasión es útil para compartir, por ejemplo, al salir a comer en un restaurante y el o la mesera puede estar esperando a una persona que le hable del evangelio.
Ahora, tal vez te puedes preguntar: ¿cómo sé que Jesús está trabajando? Pues déjame decirte que Él lo está haciendo por el simple hecho de que la gracia de Dios se refleja a través de ti, y por ello esta persona se ha acercado. Eres tú quien conoce el evangelio y el espíritu de Cristo está en ti. Sólo debes buscar las oportunidades. Dios ya organizó a las personas a tu alrededor. Hay oportunidades que están ahí.
Recuerdo a un amigo llamado Ben quien conoce que soy cristiano y al acercarme a él espero que haya visto a Cristo a través de mi vida. Ben comenzó a compartir un poco sobre algunas cosas por las que estaba luchando en su vida y entonces comencé a pensar, le miré y dije: ¿te gustaría reunirte y hablar sobre algunas de las cosas mientras vamos a almorzar alguna vez? Y él dijo: “sí, eso sería genial” Entonces pude sentir que el Padre estaba haciendo algo aquí. Lo que nos lleva a la segunda verdad.
Segundo, estar disponible; esta segunda verdad tiene que ver con el deseo de Dios de incluirte en su equipo de trabajo; pero nuestra mente nos la juega cuando vemos a una persona necesitada de Cristo e inmediatamente pensamos en la presencia de otra persona para que le comparta la palabra de Dios, mientras que nos sentimos incapaces de hacerlo. Pensamos: “desearía que esa persona estuviera aquí porque él sabe exactamente qué decir”. Sin embargo, déjame preguntarte: ¿qué pasaría si entiendes que Dios sabe lo que hace? Me refiero a que supongas que Dios te puso en esa situación, en ese preciso momento con un propósito. Dios no colocó ahí a la persona que tienes en mente. Y ahora te pregunto: ¿y si Dios te diseño para que te ocupes de su obra?
¿Y si hay una razón del porque tú y no otra persona? Acompáñame a leer Juan 14, versículo 12, esto dice: “De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aún mayores hará, porque yo voy al Padre”. Tal vez piensas cómo es que se puede hacer cosas más grandes que las que hizo el Señor, sin embargo, la Biblia es clara y te cuento que sí se puede a través de la obra del Padre sobre el Espíritu Santo y este sobre cada una de las personas en el mundo. Y la manera no es llenando las iglesias sino enviando a personas para que lleven la presencia del Espíritu Santo a toda ciudad. Por ejemplo, es tu diario vivir, vas a tu trabajo, te sientas en tu oficina; pero va a ser diferente porque tendrás en mente que Dios te llevó allá con un propósito.
Lo que debes recordar siempre es en la obra del Padre en Jesús, cómo su intimidad se ve manifestada en las obras y esto porque el hijo está cerca de Dios y conoce lo que hace, lo que piensa, lo que quiere. Esto nos lleva a la tercera verdad referente a mirar y escuchar lo que Dios quiere y puedes decir: ¿cómo lo hago?, ¿cómo escucho la voz de Dios?, ¿cómo se lo que él hace?, ¿cómo leo la palabra de Dios? Piense por un momento, lo raro que sería que tu esposo, esposa o hijos te llamen y tengan que identificarse diciendo: “soy tu esposa o soy tu hijo”; eso sería realmente extraño porque tú ya reconoces la voz de aquellos a quienes amas y si reconoces su voz es porque hablas con ellos diariamente. ¿Lo ves? La única forma de escuchar la voz de Dios es buscándolo a diario, sólo así podrás reconocer cuando Él te está hablando.
Mira, volvamos al ejemplo de la llamada, sólo quiero asegurarme que esto quede claro, inmediatamente tu hijo, tu esposo o tu esposa te llama, tu reconoces su voz porque con cualquier persona cercana a nosotros conocemos su voz y la identificamos inmediatamente. Por la relación estrecha que existe. Entonces, lo mismo sucede con la relación con Dios porque cuando conoces su palabra, reconoces su voz. Cuando estás caminando en una relación diaria con Dios, reconoces su trabajo.
Aquí es donde nos dimos cuenta de que nuestro tiempo en oración no recompensa el tiempo que no le hemos dado para compartir el evangelio. Al levantarte cada mañana y te dispones a escuchar la voz de Dios a través de su palabra, oras y pasas el tiempo con Él, luego terminas ese tiempo y dices: “Señor, mientras vivo este día, Dios dame sensibilidad sobre cómo y dónde estás trabajando. Confío en que ya estás trabajando y me has incluido en tu trabajo. Así que ayúdame a ver. Ayúdame a escuchar lo que estabas haciendo y mirar lo que estás haciendo a lo largo del día.” Si oras en este sentido te garantizo que Dios responderá. Él quiere involucrarte en su trabajo. Él te diseñó para ser parte de su obra.
Así que vas durante todo el día con tus actividades de rutina y escuchas a la gente a tu alrededor contar sus problemas y sus luchas y de repente empiezas a sentir algo en tu interior que te hace sentir mal y quieres hacer algo porque eso cambie. Entonces, ¿qué pasa si esas cosas son factores desencadenantes que te llaman a actuar en pos de lo que Dios el Padre está haciendo en el corazón de las personas para que lo conozcan? Entonces, te digo que cuando eso suceda, cuando esa pregunta llega a tu mente, la convicción de Cristo empezara a surgir en ti. Y las dudas o preguntas que tienes acerca de tu fe, de los miedos de hablar de Dios o de la obra de Dios en tu vida y en las demás personas, se disipan cuando conoces a quien te escogió y te llamó para ser su hijo e inmediatamente se acercarán a ti tus amigos o familiares para que les ayudes a responder sus propias preguntas a través del estudio de la palabra de Dios y para eso podrías reunirte una vez por semana con ellos y juntos responder sus dudas acerca de Dios.
Si eso sucede, será notorio que tu agenda se reorganizará y esto nos lleva a la cuarta expectativa o verdad que quiero que escuches hoy. Sacrificar tu agenda todos los días para unirte a Dios donde sea y como sea que esté trabajando. Esto es clave y se relaciona directamente con lo que estábamos hablando. Cuando Dios te muestra dónde está trabajando, es su invitación para que te unas a Él en esto. Recuerda que Jesús se unió al Padre, donde sea, sin embargo, estaba trabajando, incluso si eso significaba el sacrificio de su vida. Así que aquí es donde quiero alentarte a sacrificar tu agenda diaria para estar dispuesto a reorientar tu vida en torno a lo que Dios está haciendo en la vida de las personas a tu alrededor. Y esto, para algunos de nosotros puede significar reorganizar nuestro horario para priorizar nuestro tiempo y compartir con personas que no conocen a Cristo.
Para muchos cristianos, ha sido una realidad el hecho de que nuestras relaciones sean únicamente con personas que conocen de Dios; pero si queremos hacer la voluntad del Padre, debemos iniciar nuevas relaciones con personas que no conocen a Cristo, debemos tener relaciones reales y significativas con ellos. Este es un desafío tanto para mí como para ti. Cuando entiendes esto, no te cuesta dejar actividades en tu agenda que te alejaban de evangelizar y empiezas a ayudar a otros a que conozcan el evangelio y lo más maravilloso es que en el camino te darás cuenta que tu fe ha sido fortalecida. No olvides que Dios te hizo parte de su obra no porque Él necesite de ti, sino porque te ama.
Continuamente vas a escuchar sobre compartir el evangelio, pero ten presente que Dios no nos necesita, sino que por su amor nos ha elegido. Porque si lo piensas, Dios puede mandar un mensaje a través de las nubes como algo sobrenatural, pero decidió escogerte para que lleves las buenas nuevas. Ese es el plan A y en este caso no hay un plan B y todo por amor a ti y a mí.
Permíteme contarte algo, hace algunos días, salí a buscar leña, pero decidí invitar a mis dos pequeños hijos. Así que, los tres fuimos a buscar leña y la trajimos a casa, pero el proceso de esto fue muy interesante, hacía mucho frío afuera, así que me puse unos guantes especiales, pero no teníamos guantes lo suficientemente pequeños para ellos, así que se pusieron unos guantes comunes y sus chaquetas. Así salimos y comenzamos a recoger leña, fue bastante duro, pero nos divertimos juntos, fue un tiempo muy especial junto a ellos. Ahora si me preguntas, ¿por qué hiciste eso David, tú podrías haberlo hecho solo? Por supuesto. Pude haberlo hecho mucho más rápido si lo hacía sólo, no me hubiera expuesto tanto tiempo al frío y hubiera sido más sencillo, pero hay una alegría que viene en la relación y el proceso de hacerlo junto a mis hijos que no la puedo describir. Y pensar que el Dios del universo disfruta de una relación con nosotros y ha diseñado este proceso de su trabajo en el mundo para involucrarnos porque él nos ama es realmente maravilloso.
¿Lo ves?, tenemos una invitación de Dios para ser parte de su trabajo en el mundo. Él, claro que lo puede hacer solo, pero como somos sus hijos quiere que disfrutemos de una relación de paternidad por su parte y por eso diseñó este plan maravilloso para involucrarnos en su trabajo por el amor que nos tiene. Y cuando lo haces, verás que tu comunión con Dios ha crecido aún más. Esto nos lleva a la última exhortación sobre la seguridad de que el trabajo de Dios en y a través de tu vida dará frutos que permanecerán para siempre.
Sabes, algo extraordinario que sucede cuando empiezas a compartir el evangelio con otras personas es que llegará el momento cuando ellos se pregunten. ¿Estoy listo para convertirme en un seguidor de Jesús?, ¿estoy dispuesto a apartarme de mi pecado y confiar en Jesús como Salvador y Señor?, y se dicen: “definitivamente estoy listo para hacerlo” y entonces ellos también se deciden a salir y hacer que la gente conozca de Cristo a través de su vida. Entonces, los ves pasar de la muerte a la vida, de un camino que conduce a un infierno eterno, a un camino que conduce a la vida eterna, al cielo. Y piensas, ¿hay algo más glorioso que ser parte de la vida?, ¿hay algo más glorioso que dar la vida por un hermano o hermana?, ¿hay algo más valioso, más importante que ver a las personas que amamos pasar de muerte a la nueva vida en Cristo?
Cuando hacemos esto, Juan 14, versículo 12 tiene sentido en nuestra vida, que nosotros haremos obras más grandes que incluso lo que vemos, a través de la relación entre el Hijo con el Padre porque tenemos el Espíritu Santo en nosotros. Te invito a que allí, desde donde me estés escuchando hagas una lista de 10 personas que se encuentren a tu alrededor que no conocen de Jesús. Luego comienza a orar específicamente para que Dios a través del poder de su Espíritu pueda darte el valor de ir y compartir el Evangelio con ellos.
Esto sólo tiene sentido para quienes creen en esta verdad sobre quién es Dios. Ser intencional al compartir esta verdad con las personas que Dios nos ha puesto porque él mismo ha puesto a esas personas con este propósito. Sin embargo, tal vez te venga a la mente, que no te relacionas con personas que no conocen a Cristo, y en este caso te invito a que empieces a cultivar estas relaciones. Y ora para que las personas que conoces y las que conocerás, estén dispuestas a recibir el evangelio.
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