Reciba cordiales saludos amable oyente. Le habla David Logacho dándole la bienvenida al estudio bíblico de hoy. Nuestro tema de estudio es la epístola de Pablo a Tito. Este estudio bíblico es parte de la serie titulada: Rasgos de una iglesia saludable. Uno de estos rasgos es un liderazgo bíblico. Esto significa que los líderes, conocidos también como obispos, o ancianos, o pastores, todos términos sinónimos, llegan a tener ese oficio sobre la base de cumplir con exigentes cualidades de carácter. Ya hemos estudiado tres de estas cualidades de carácter. Los líderes deben ser irreprensibles, deben ser maridos de una sola mujer y deben tener hijos creyentes que no estén acusados de disolución ni de rebeldía. En esta ocasión vamos a examinar algunas otras cualidades de carácter.
Si tiene una Biblia a la mano, ábrala en Tito 1:7. En este versículo tenemos seis cualidades más de carácter de los obispos, ancianos o pastores. La primera es un administrador de Dios irreprensible. La primera parte de Tito 1:7 dice: Porque es necesario que el obispo sea irreprensible, como administrador de Dios. Un administrador es uno que gobierna bienes que no son suyos, de modo que rindan beneficio para el dueño de esos bienes. Tal vez el más famoso administrador en la Biblia sea José, quien llegó a administrar todos los asuntos del Faraón en Egipto. Antes de llegar a esta tan alta posición, José probó su capacidad como administrador en la casa de Potifar. Génesis 39:4 dice: Así halló José gracia en sus ojos, y le servía; y él le hizo mayordomo de su casa y entregó en su poder todo lo que tenía.
Así obra un administrador. La característica más importante de un administrador es su fidelidad. 1 Corintios 4:1-2 dice: Así, pues, téngannos los hombres por servidores de Cristo, y administradores de los misterios de Dios.
1Co 4:2 Ahora bien, se requiere de los administradores, que cada uno sea hallado fiel.
Un administrador fiel usa lo que se le ha encomendado para obtener beneficio o provecho para el dueño, no para sí mismo. El obispo, anciano o pastor no debe decir jamás: Esto es mío, porque todo lo que administra pertenece a Dios y debe ser usado para Dios. Juan el Bautista tenía esa forma de pensar, según Juan 3:27 Respondió Juan y dijo: No puede el hombre recibir nada, si no le fuere dado del cielo.
De manera que, el tiempo, la vida, los bienes, la casa, el auto, la familia y tantas otras cosas más no pertenecen al administrador de Dios, sino a Dios. El administrador de Dios debe ser fiel en el uso de todo esto para honrar a Dios y edificar a la iglesia. Esto es lo que hace un administrador irreprensible, o un administrador que no tiene nada de qué ser acusado. Esta cualidad de carácter no sólo debería estar presente en los obispos, o pastores o ancianos sino en todo creyente en general. Vayamos ahora a examinar la siguiente cualidad de carácter. En Tito 1:7 dice: No soberbio. La palabra que se ha traducido como no soberbio, significa literalmente uno que no es autocomplaciente o uno que no es dominado por su propio interés, sin mostrar consideración alguna hacia los demás. También se puede traducir como no arrogante o no obstinado. Una persona soberbia se traduce como contumaz en 2 Pedro 1:10. Denota a uno que, dominado por el propio interés y sin consideración alguna hacia los demás hace prevalecer arrogantemente su propia voluntad. Esto es lo que no debe ser un obispo, anciano o pastor. Según Trenchard, un soberbio es uno que sobre valora de tal manera cualquier determinación a la que él mismo ha llegado en el pasado, que no permitirá ser movido de ella. Se traduce también como amador de sí mismo o egoísta. ¿Se ha encontrado alguna vez con alguien así? Me refiero a alguien que siempre quiere salirse con la suya, ya se trate de un asunto de familia o de un asunto de la iglesia, o de un asunto de negocios o cualquier otro asunto. Alguien que siempre quiere tener la razón. Es una persona soberbia. Una persona así rara vez está dispuesto a ceder en su particular punto de vista para solidarizarse con el grupo. En resumen, un hombre soberbio construye el mundo alrededor de sí mismo. Se trata de un egocéntrico que siempre quiere hacer lo que le plazca. Un obispo pastor o anciano no debe ser así. Imagine lo que sería capaz de hacer un líder soberbio. Se tornaría en un dictador, y sería un gran tropiezo para toda la congregación porque siempre haría lo que él piensa que es correcto sin tomar en cuenta la opinión de nadie. En el Nuevo Testamento tenemos el caso de un líder que por ser soberbio ha quedado como ejemplo de lo que no deben hacer los obispos ancianos o pastores. Su nombre es Diótrefes. Su caso aparece en 3 Juan 9-10. La Biblia dice: Yo he escrito a la iglesia; pero Diótrefes, al cual le gusta tener el primer lugar entre ellos, no nos recibe.
3Jn 1:10 Por esta causa, si yo fuere, recordaré las obras que hace parloteando con palabras malignas contra nosotros; y no contento con estas cosas, no recibe a los hermanos, y a los que quieren recibirlos se lo prohíbe, y los expulsa de la iglesia.
Diótrefes era soberbio. Se creía la divina pomada y por eso le gustaba tener el primer lugar en la iglesia. Su arrogancia llegó al extremo de negar la entrada a la iglesia al mismísimo apóstol Juan. Era un dictador en la iglesia. Si alguien no estaba de acuerdo con él, simplemente le expulsaba de la iglesia. A extremos como estos puede llegar un obispo, anciano o pastor soberbio. Por eso Pablo incluye como uno de los requisitos para ser obispo pastor o anciano el no ser soberbio. Un líder no soberbio tiene un adecuado concepto de sí mismo, no se siente ni superior ni inferior que los demás. Un líder no soberbio está consciente de la importancia de las opiniones de los demás, sabe que en la multitud de consejeros hay seguridad y motiva a otros a aportar con ideas. Un líder no soberbio evita lastimar a los demás con sus actitudes dictatoriales. Por último por ahora, otra de las cualidades de carácter de los obispos, pastores o ancianos es que no deben ser iracundos. En Tito 1:7 dice: No iracundo. Esta cualidad de carácter tiene que ver con el dominio la ira. Como seres humanos, creados a imagen y semejanza de Dios, todos experimentamos ira. Note lo que dice Efesios 4:26-27 Airaos, pero no pequéis;(H) no se ponga el sol sobre vuestro enojo,
Eph 4:27 ni deis lugar al diablo.
La ira es una emoción natural en el creyente, sin embargo, cuando el creyente experimenta ira, es muy propenso a pecar. Por eso el texto dice: Airaos pero no pequéis. El pecado acontece cuando el creyente airado reacciona controlado por la ira para hacer cosas o decir cosas que no honran a Dios. Cuando esto acontece, el creyente ha dado lugar al diablo, en el sentido de brindar oportunidad al diablo para que lance sus ataques. Cuando el creyente experimenta ira porque el nombre de Dios, o la palabra de Dios, o el pueblo de Dios es ofendido, debe aprender a manejar esta ira. Lo más importante dentro de esto, es tomar algo de tiempo para aplacar los ánimos, y evitar una reacción violenta ya sea verbal o física bajo el control de la ira. Cuando en Tito 1:7 dice: No iracundo, significa que el obispo, anciano o pastor, no debe perder los estribos con facilidad cuando es ofendido de alguna manera. En el ejercicio de su oficio, los obispos, pastores o ancianos son fácilmente estimulados a la ira. Pero en estas circunstancias es cuando debe entrar en acción esta cualidad de carácter de no ser iracundo. De no explotar ante la más mínima provocación. Cuando Nehemías supo sobre una situación muy injusta que se estaba dando entre los judíos, se enojó mucho, pero controló su ira. Dice el relato que lo meditó. Esto significa que se tomó un tiempo hasta que baje la presión por la ira. Una vez que enfrió la cabeza, actuó con sabiduría para enfrentar la situación que le produjo ira. De esto se trata cuando hablamos de que los obispos pastores o ancianos no deben ser iracundos. Tal vez alguien podría razonar y decir. Si actúo mal controlado por la ira, siempre tengo a la mano el recurso de pedir perdón a la persona o a las personas que ofendí con mi explosión de ira. Pues, es correcto pedir perdón por haber ofendido en un arranque de ira, pero es mucho mejor evitar el arranque de ira, porque el daño ya está hecho y el testimonio de la persona airada está por el suelo. En resumen amable oyente, en esta oportunidad hemos visto que los obispos, pastores o ancianos, deben ser irreprensibles como administrador de Dios, no deben ser soberbios y no deben ser iracundos. Que por la gracia y misericordia de Dios se manifiesten estas cualidades de carácter en su vida amable oyente, y con mayor razón si usted ya es pastor o anciano u obispo.
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