Es un gusto estar junto a usted, amable oyente. Soy David Logacho dándole la bienvenida al estudio bíblico de hoy. Estamos estudiando el libro de Tito en la serie que lleva por título: Rasgos de una iglesia saludable. Uno de los rasgos de una iglesia saludable es que tiene un liderazgo bíblicamente constituido. Esto significa que los líderes, ya sea que se los llame obispos, o ancianos o pastores, deben cumplir con exigentes requisitos de carácter. Justamente estamos estudiando las cualidades de carácter de los obispos, ancianos o pastores. Ya hemos visto que deben ser irreprensibles, maridos de una sola mujer, que tengan hijos creyentes que no estén acusados de disolución ni de rebeldía, irreprensibles como administradores de Dios, no soberbios y no iracundos. Hoy, vamos a estudiar otras cualidades más de carácter de los obispos, pastores o ancianos.
Si tiene una Biblia a la mano, ábrala en Tito 1:7. En este solo versículos tenemos seis cualidades de carácter de los obispos, pastores o ancianos. En nuestro último estudio bíblico vimos las tres primeras. Hoy vamos a considerar las tres últimas en este versículo, porque hay más en los versículos siguientes. La primera es: No dado al vino. Esta frase, no dado al vino, es la traducción de apenas dos palabras en el idioma en que se escribió el Nuevo Testamento y literalmente significa, alguien que no pasa mucho tiempo junto al vino. El sentido de la frase describe a una persona que no gasta su tiempo sentado con una copa de vino en su mano, bebiendo en exceso. La Biblia no ordena total abstinencia de vino para los creyentes. El mismo apóstol Pablo recomendó a Timoteo que use un poco de vino para aliviar sus enfermedades. 1 Timoteo 5:23 dice: Ya no bebas agua, sino usa de un poco de vino por causa de tu estómago y de tus frecuentes enfermedades.
Lo que Pablo está confrontando es el abuso del vino inclusive llegando al punto de la embriaguez. Es triste reconocerlo, pero el Nuevo Testamento registra que algunos creyentes ingerían tanto vino en la comida que era parte de la celebración de la Cena del Señor en esos tiempos, que terminaban ebrios. 1 Corintios 11:21 dice: Porque al comer, cada uno se adelanta a tomar su propia cena; y uno tiene hambre, y otro se embriaga.
Pero Pablo también cuestiona la práctica de algunos creyentes de ingerir tanto vino como les sea posible, cuidando de no embriagarse. En estas condiciones, sus mentes estaban embotadas, aletargadas por el alcohol y eran propensos a tomar decisiones equivocadas. Un obispo, anciano o pastor no debería ingerir ningún elemento químico que de alguna manera altere en lo más mínimo su capacidad de discernimiento. Un obispo, pastor o anciano, debería practicar lo que dice el Nuevo Testamento en cuanto a las cosas que no están específicamente condenadas en la Biblia. Note por ejemplo lo que dice Romanos 14:21 Bueno es no comer carne, ni beber vino, ni nada en que tu hermano tropiece, o se ofenda, o se debilite.
En la libertad que tiene como creyente, el obispo, pastor o anciano tiene el derecho de ingerir vino con moderación, pero esto podría ser motivo de tropiezo para otro creyente que en su mente está convencido que los creyentes no deberían tomar nada de vino. ¿Cuál debe ser la conducta de un creyente maduro en la fe en este caso? Pues, conforme al texto leído, debería estar dispuesto a ceder su derecho a tomar vino, por amor al creyente que piensa que no se debe tomar vino. Esto evitará que este creyente tropiece. Los obispos, ancianos o pastores deben ser extremadamente cuidadosos en este aspecto. La imagen de un obispo anciano o pastor, llenando su copa de vino cada vez que se vacía, no es una imagen digna de su oficio en la iglesia. Esta es la razón por la cual muchos obispos, ancianos o pastores prefieren evitar del todo ingerir vino o cualquier otra bebida que contenga alcohol. Los obispos, ancianos o pastores deben procurar dar el mejor ejemplo y no ser una excusa para el pecado en la vida de los creyentes débiles. La segunda cualidad de carácter que vamos a ver hoy, también la tenemos en Tito 1:7 dice: No pendenciero. Un hombre pendenciero es aquel que en todo encuentra suficiente motivo para iniciar una pelea. La palabra pendenciero es la traducción de una palabra en el idioma del Nuevo Testamento que literalmente significa uno que golpea y por tanto uno que fácilmente entra en un pleito. Es interesante notar que la cualidad de carácter de no ser pendenciero aparece justo después de la cualidad de carácter de no ser dado al vino. ¿Por qué será? Pues porque cuando una persona ha ingerido vino, aún sin llegar a la embriaguez, sus facultades mentales están alteradas, y en esas condiciones es muy factible que esté dispuesto a iniciar una pelea por asuntos nada importantes. Un obispo, pastor o anciano debe ser maduro en el control de sus emociones. En algunos países dicen que las personas que son muy propensas a entrar fácilmente en una pelea, son personas de pocas pulgas. Pues, los obispos, ancianos o pastores no deben ser personas de pocas pulgas, personas que se irritan fácilmente, personas que no toleran situaciones tensas, personas que responden con violencia verbal y hasta física a todos aquellos que le provocan. Yo he pasado por la triste experiencia de ver a obispos ancianos o pastores que en el calor de una discusión en la asamblea de miembros de la iglesia, se han dicho cosas que ni siquiera los incrédulos las dirían, y se han entregado a una pelea a puñetazo limpio en presencia de los absortos miembros de la congregación y todo bajo el pretexto de defender la verdad, por supuesto. Espectáculos de esta naturaleza se evitarían si los obispos, ancianos o pastores y todos los creyentes en general aprendiéramos a no ser pendencieros. La razón no necesita que se le defienda a gritos o con amenazas o con agresiones verbales o físicas. No olvidemos que hablar a gritos es el lenguaje de los que no tienen la razón. Un obispo anciano o pastor evitará de cualquier manera posible entrar a una pelea. La tercera cualidad de carácter que vamos a ver hoy aparece al final de Tito 1:7 no codicioso de ganancias deshonestas,
La frase: Codicioso de ganancias deshonestas, es la traducción de una sola palabra en el idioma en que se escribió el Nuevo Testamento y significa uno que usa su posición para lucrar, o para sacar provecho ilegítimo para sí mismo. Esta cualidad de carácter es prácticamente inexistente en los líderes del evangelio de la prosperidad. Los propulsores del evangelio de la prosperidad manipulan a sus seguidores para que les entreguen hasta lo que no tienen con la hueca esperanza de que Dios les va a devolver lo que han dado pero multiplicado por cien. El negocio es redondo. Pero la triste realidad es que los únicos que prosperan dentro del evangelio de la prosperidad son los líderes de las iglesias donde se predica este evangelio. Sólo hace falta ver la fastuosidad en la que viven para reconocer que son codiciosos de ganancias deshonestas. Algunos de ellos tienen hasta su propio avión. Esto es lo que está condenando Pablo. Es muy legítimo que los obispos ancianos o pastores que están dedicados a la obra del Señor reciban un sustento económico digno de parte de la iglesia, pero esto es muy diferente a lo que Pablo condena cuando dice que los obispos, ancianos o pastores no deben ser codiciosos de ganancia deshonestas. El mismo Señor Jesús ordenó que los que anuncian el evangelio vivan del evangelio. 1 Corintios 8:13-14 dice: ¿No sabéis que los que trabajan en las cosas sagradas, comen del templo, y que los que sirven al altar, del altar participan?(C)
1Co 9:14 Así también ordenó el Señor a los que anuncian el evangelio, que vivan del evangelio.(D
Pero de aquí a lo que Pablo condena, existe una distancia abismal. La Biblia deja en claro que los líderes espirituales se enfrentan con particulares tentaciones en lo que tiene que ver con el dinero. Por esta razón Pablo dijo que los obispos, ancianos o pastores no deben ser codiciosos de ganancias deshonestas. Pedro exhortó a los ancianos diciendo: Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros, cuidando de ella, no por fuerza, sino voluntariamente, no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto. El mundo del Nuevo Testamento estaba lleno de hombres impulsados por motivaciones deshonestas, Pablo los calificó como contumaces, habladores de vanidades y engañadores, hombres que estaban enseñando por ganancia deshonesta lo que no conviene. En resumen, además de las cualidades de carácter que vimos antes, los obispos, ancianos, o pastores no deben ser dados al vino, no deben ser pendencieros y no deben ser codiciosos de ganancias deshonestas.
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