Damos gracias al Señor por la oportunidad de compartir este tiempo con usted. Bienvenida, bienvenido al estudio bíblico de hoy. Continuando con la serie que lleva por título: Un mensaje oportuno para una iglesia en crisis, estudiaremos la segunda parte del pasaje bíblico que trata el asunto de la cadena de autoridad en una iglesia local. En instantes más estará junto a nosotros David Logacho para mostrarnos las razones que llevaron a Pablo a ordenar que en las reuniones de la iglesia de Corinto las mujeres se cubran la cabeza mientras que los varones no.
Dios ha establecido un modelo o patrón de autoridad en la iglesia local. Cristo es la cabeza de todo varón y el varón es la cabeza de la mujer, y Dios la cabeza de Cristo. Este modelo de autoridad debe manifestarse visiblemente en las reuniones de la iglesia local. ¿De qué manera? Pablo dice: Todo varón que ora o profetiza con la cabeza cubierta, afrenta su cabeza. Pero toda mujer que ora o profetiza con la cabeza descubierta, afrenta su cabeza. Los hombres no tienen mucho problema con poner en práctica esta orden de Pablo y por eso es que, casi sin excepción, cuando un hombre entra a la reunión en una iglesia local, se quita cualquier cosa que lleva sobre su cabeza. Donde hay mucho problema en obedecer esta orden es en las mujeres. En la iglesia de Corinto por ejemplo, algunas mujeres pensaban que por cuanto ante Dios no hay diferencia entre hombre y mujer, no era necesario que la mujer se cubra la cabeza, porque los hombres no se la cubrían. Pablo criticó esta conducta de algunas mujeres diciendo: Porque si la mujer no se cubre, que se corte también el cabello; y si le es vergonzoso a la mujer cortarse el cabello o raparse, que se cubra. En la época en que se escribió la primera carta a los Corintios, solamente las prostitutas que ejercían el sacerdocio en el templo donde se adoraba a la diosa pagana Diana, se rapaban la cabeza y para que los hombres puedan identificarlas, no se cubrían la cabeza. Sería vergonzoso que una fiel hermana en Cristo sea confundida con una prostituta por el hecho de no cubrirse la cabeza en las reuniones de la iglesia local. La orden de Pablo por tanto es: Que se cubra. Previendo que esta orden de Pablo iba a agitar las emociones, en especial por parte de las mujeres, Pablo da cinco razones que justifican su mandato. Primero, el diseño divino tanto para el hombre como para la mujer. 1 Corintios 11:7 dice: «Porque el varón no debe cubrirse la cabeza, pues él es imagen y gloria de Dios; pero la mujer es gloria del varón» Lo que esto significa es que el varón fue creado por Dios y puesto en la creación como su representante, para ejercer dominio sobre la creación. La cabeza descubierta del hombre es un testigo silencioso de este hecho. La mujer jamás recibió este privilegio de parte de Dios. Ella fue creada por Dios y puesta en la creación para someterse al liderazgo del varón. La cabeza cubierta de la mujer es un testigo silencioso de este hecho. Segundo, el orden de la creación del hombre y la mujer. 1 Corintios 11:8 dice: «Porque el varón no procede de la mujer, sino la mujer del varón» Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente. Después, Jehová Dios hizo caer sueño profundo sobre el varón, y mientras éste dormía, tomó una de sus costillas, y cerró la carne en su lugar. Y de la costilla que Jehová Dios tomó del hombre, hizo una mujer, y la trajo al hombre. A esta realidad se refiere Pablo cuando dice que el varón no procede de la mujer, sino la mujer del varón. Este hecho debe manifestarse visiblemente en la iglesia local por medio del hombre no cubriéndose la cabeza y la mujer cubriéndose la cabeza. Tercero, el propósito de la mujer con relación al hombre. 1 Corintios 11:9 dice: «y tampoco el varón fue creado por causa de la mujer, sino la mujer por causa del varón.» Mirando la condición del recientemente creado hombre, Dios dijo: No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él. Inmediatamente después, Dios hizo a la mujer de la costilla del hombre. El hombre fue creado como cabeza y la mujer como ayuda idónea de la cabeza. Esto debe reflejarse en la iglesia local. La manera de reflejarse en la iglesia local es por medio de que el hombre no se cubre la cabeza mientras que la mujer se cubra la cabeza. Cuarto, por el testimonio a los ángeles. 1 Corintios 11:10 dice: «Por lo cual la mujer debe tener señal de autoridad sobre su cabeza, por causa de los ángeles.» Cuando Pablo habla de que la mujer debe tener señal de autoridad sobre su cabeza, se está refiriendo a algo visible que la mujer debe llevar sobre su cabeza. Puede ser un velo, una mantilla, un sombrero, etc. Esta señal no sólo anuncia a la gente que la mujer está en sumisión a su cabeza, el varón, sino que también es de testimonio para los ángeles. Mucho se ha hablado sobre la presencia de los ángeles en este contexto. Pero parece ser que los ángeles son espectadores de la manera como se manejan los asuntos en la iglesia local. En la primera creación, los ángeles fueron testigos de cómo la mujer usurpó el papel de cabeza que Dios le otorgó al hombre y se dejó engañar del diablo y tomó la decisión fatal de desobedecer a Dios. Como resultado de ello, el pecado entró en la raza humana con su secuela de miseria y dolor. Dios no desea que en la nueva creación se repita ese error y por eso ha ordenado que la mujer se someta al varón en la iglesia local. Los ángeles están pendientes del cumplimiento de este mandato por parte de las mujeres en la iglesia local. Por este motivo las mujeres deben llevar la señal de autoridad sobre sus cabezas. Una mujer que no se cubre la cabeza en la iglesia local está diciendo a los ángeles: Yo no estoy dispuesta a someterme al varón. En este punto, Pablo hace una especie de paréntesis para poner las cosas en la perspectiva correcta no sea que alguien piense que el hombre es todo y la mujer es nada. 1 Corintios 11:11-12 dice: «Pero en el Señor, ni el varón es sin la mujer, ni la mujer sin el varón; porque así como la mujer procede del varón, también el varón nace de la mujer, pero todo procede de Dios.» Esto pone las cosas en equilibrio. El hombre y la mujer son mutuamente dependientes. Se necesitan el uno al otro y la idea de sumisión de ninguna manera está en conflicto con esto. En la creación la mujer fue creada de la costilla de Adán, pero Pablo muestra que en el nacimiento, el hombre procede de una mujer. Ha sido Dios quien ha producido este equilibrio perfecto para indicar que entre hombre y mujer se complementan. Hecha esta aclaración necesaria, Pablo retoma el razonamiento para sustentar su mandato. Quinto, por las características particulares del hombre y la mujer. 1 Corintios 11:13-15 dice: «Juzgad vosotros mismos: ¿Es propio que la mujer ore a Dios sin cubrirse la cabeza? La naturaleza misma ¿no os enseña que al varón le es deshonroso dejarse crecer el cabello? Por el contrario, a la mujer dejarse crecer el cabello le es honroso; porque en lugar de velo le es dado el cabello.» Ahora Pablo está echando mano de la capacidad natural de discernimiento de los corintios. Es decir, el innato sentido de lo que es normal y correcto. La hormona masculina llamada testosterona, acelera la caída del cabello en los hombres, mientras que la hormona femenina llamada estrógeno favorece el crecimiento y la permanencia del cabello en las mujeres, por esto rara vez se encuentra mujeres calvas independientemente de su edad. Esta particularidad de cada género se refleja en que en la mayoría de las culturas, salvo contadas excepciones, el hombre mantiene su cabello corto mientras que la mujer mantiene su cabello más largo que el hombre. La naturaleza, entonces deja un testimonio sin palabras en cuanto a que el hombre no se cubre la cabeza, mientras que la mujer se cubre la cabeza. En este pasaje bíblico, Pablo no está estableciendo normas para el corte de cabello ni para el hombre ni para la mujer, tampoco está diciendo que el cabello de la mujer es el velo natural que Dios ha dado a las mujeres. Lo que Pablo esta diciendo es simplemente que la naturaleza provee de una ilustración que apunta a que el hombre no debe cubrirse la cabeza mientras que la mujer sí. Luego de exponer estas razones, Pablo concluye este asunto con las siguientes palabras. 1 Corintios 11:16 «Con todo eso, si alguno quiere ser contencioso, nosotros no tenemos tal costumbre, ni las iglesias de Dios.» El creyente no debe hacer del asunto del velo de la mujer, un motivo de discordia en la iglesia local. Pablo dice: Nosotros no tenemos tal costumbre, ni las iglesias de Dios. La pregunta sería. ¿A qué costumbre se refiere Pablo? Caben dos posibilidades. A la costumbre de que las mujeres no se cubran con velo en las reuniones de la iglesia local, o a la costumbre de no permitir discordia por asuntos como estos en la iglesia local. Ambas posibilidades son legítimas, y este es el pensamiento final que queremos dejar al tratar sobre este tema. El uso del velo por parte de las mujeres en las reuniones de la iglesia local ha sido motivo de división y discordia en muchas iglesias locales y no debería ser así. Si alguien tiene una conclusión diferente a la que parece obvia en este pasaje bíblico, no hay problema con eso, no por eso vamos a dejar de ser hermanos y apartarnos de ellos. En los asuntos doctrinales hay cosas fundamentales y cosas secundarias. En las cosas fundamentales no debemos admitir en absoluto diferencia alguna, pero en las cosas secundarias, como esto del uso del velo por parte de las mujeres, puede haber diferencias y la madurez espiritual se manifiesta en la capacidad de vivir en armonía a pesar de las diferencias.
Antes de despedirnos queremos agradecerle por su sintonía y además le invitamos a visitar nuestra página en Internet y nos haga llegar sus comentarios acerca del programa y además conozca la respuesta a la PREGUNTA DEL DÍA ¿Cómo pudo decir Pablo, en Hechos 20:22 que iba a Jerusalén sin saber lo que allá le iba a acontecer, si el Espíritu Santo le anunció que iba a ser entregado en manos de los gentiles, según Hechos 21:11? Nuestra dirección en la Internet es: labibliadice.org Hasta la próxima y que Dios le bendiga ricamente.
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