Damos gracias a Dios por la oportunidad de estar junto a Usted, amiga, amigo oyente. Bienvenida, bienvenido al estudio bíblico de hoy. La oposición no siempre se manifiesta en violencia contra los seguidores de Cristo. A veces puede manifestarse en una amenaza contra la sana doctrina. Esto es lo que pasó en los tiempos del apóstol Pablo y por tanto, aconsejó a su discípulo Timoteo sobre la manera cómo debía actuar en medio de este tipo de oposición. Sobre esto nos hablará David Logacho luego de la siguiente pausa.
Quien está, en último término, detrás de cualquier oposición contra la iglesia de Cristo, es Satanás.
Tiene poder tanto para incitar a algún tipo de gobierno para que se levante contra la iglesia, como para incitar a falsos maestros para que apunten su artillería pesada en contra de doctrinas básicas de la fe cristiana. En medio de esta oposición es necesario tomar algunas medidas y sobre eso justamente, el apóstol Pablo aconseja a Timoteo.
La primera medida es eludir las contiendas sobre palabras. 2ª Timoteo 2:14 dice: «Recuérdales esto, exhortándoles delante del Señor a que no contiendan sobre palabras, lo cual para nada aprovecha, sino que es para perdición de los oyentes.»
No era la primera vez que Pablo se refería a este asunto. Lo había hecho antes, por eso está recordando lo que antes había dicho. Timoteo tenía por tanto que exhortar a los creyentes en Efeso, delante del Señor. Exhortar, en este caso, es la traducción de una palabra griega que significa literalmente: Dar un solemne testimonio.
Timoteo tenía que dar un solemne testimonio delante del Señor. La invocación a la persona de Jesucristo añade peso al testimonio que debía dar Timoteo. ¿Qué es lo que tenía que testificar? Pablo dice: Que no contiendan sobre palabras. Esto significa: Que no se metan en peleas con los falsos maestros, quienes usan la razón humana para explicar sus errores doctrinales. Pablo prosigue indicando la razón de su consejo.
Simplemente dice: Lo cual, es decir el contender sobre palabras, para nada aprovecha, sino para perdición o ruina de los oyentes. Contender o pelear sobre palabras es inútil. No se obtiene provecho alguno. Más bien es muy peligroso porque perfectamente puede acarrear a la ruina espiritual a los que se exponen a esto.
La próxima vez que alguien venga a la puerta de su casa para ofrecerle una revista o algunos libros, en los cuales se niega la deidad de Cristo, o se niega la existencia del infierno, o se niega la deidad del Espíritu Santo, o se niega la salvación por la sola fe en Cristo, por citar algunos ejemplos, no pierda su tiempo disputando con esta persona, no va a conseguir nada bueno. Limítese a dar testimonio de su fe en Cristo Jesús como su Salvador y con mucho respeto y consideración cierre su puerta.
Además de eludir las contiendas sobre palabras, Pablo aconseja a Timoteo que se esfuerce por usar bien la palabra de verdad. 2ª Timoteo 2:15 dice: «Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad.»
La frase: Procura con diligencia, es la traducción de una sola palabra griega que denota una celosa persistencia en la consecución de alguna meta. Un corredor que pone todo su esfuerzo por llegar primero a la meta, estaría procurando con diligencia. Pablo está aconsejando a Timoteo que con un profundo y persistente celo se presente ante Dios como alguien que es aprobado.
El adjetivo aprobado se deriva del verbo aprobar, que en el idioma en que se escribió el Nuevo Testamento se aplicaba a un metal que luego de haber sido sometido a un horno se derretía con el fin de quitarle cualquier impureza. El metal entonces quedaba aprobado. Hermoso cuadro de lo que Timoteo y todo creyente en general debe buscar con persistente celo.
A continuación, Pablo va a comparar a un creyente aprobado, con un obrero que no tiene de qué avergonzarse. Timoteo y los creyentes en general debemos imitar la diligencia del obrero. Un obrero diligente es aquel que cumple con su trabajo de la manera más profesional posible. Sólo así logrará no tener nada de qué avergonzarse.
Hace algún tiempo atrás mi vehículo tuvo un problema en el sistema de enfriamiento. El líquido refrigerante se estaba escapando por alguna parte. Como es lógico, llevé el auto a un taller de reparación. Cuando regresé a la tarde a retirar el vehículo, parecía que todo estaba bien. Pagué la abultada cuenta, y me fui a mi casa. Sin embargo, la mañana siguiente había una gran mancha del líquido refrigerante debajo del vehículo. Llevé nuevamente el vehículo al taller de reparación. Tan pronto expliqué el problema al obrero que había trabajado en mi vehículo, agachó su cabeza, avergonzado por el trabajo que había hecho.
Los creyentes tenemos un trabajo que cumplir para el Señor. Somos sus testigos en este mundo. ¿Cómo estamos haciendo esta obra? Cuando nos presentemos delante del Señor en el cielo, ¿tendremos que agachar nuestra cabeza, avergonzados, por no haber hecho bien la obra? Pablo quería que Timoteo sea un creyente que no tenga nada de qué avergonzarse. La obra que Timoteo tenía entre manos era proclamar la palabra de Dios. Como obrero que no tiene de qué avergonzarse, Timoteo debía usar bien la palabra de verdad. La palabra de verdad se refiere a la Biblia en general. Es la genuina y verídica palabra de Dios.
La frase: Que usa bien, es la traducción de un verbo griego que literalmente significa: cortar recto. Se puede traducir también como trazar bien, o trazar rectamente o manejar acertadamente. El significado pasó de la idea de cortar recto o trazar bien, al sentido más general de tratar rectamente alguna cosa. Usar bien la palabra de verdad significa entonces entender correctamente la palabra de Dios y enseñar correctamente la palabra de Dios.
Esto no es un trabajo fácil. Por eso Pablo utiliza la imagen de un obrero para ilustrarlo. Los obreros trabajan duro y a veces la paga no es muy buena. Si queremos ser obreros aprobados delante de Dios tenemos que trabajar muy duro, y muchas veces no veremos la recompensa material en este mundo, pero ciertamente veremos la recompensa espiritual en el cielo.
Este consejo de Pablo a Timoteo, fue necesario para él y también es necesario no sólo para los pastores o ancianos o maestros bíblicos, sino para todo creyente en general. Pablo sigue aconsejando a Timoteo. Ya le ha aconsejado a eludir las contiendas sobre palabras y a esforzarse por usar bien la palabra de verdad.
Por último, Pablo aconseja a Timoteo a evitar profanas y vanas palabrerías. 2 Timoteo 2:16-19 dice: «Mas evita profanas y vanas palabrerías, porque conducirán más y más a la impiedad. Y su palabra carcomerá como gangrena; de los cuales son Himeneo y Fileto, que se desviaron de la verdad, diciendo que la resurrección ya se efectuó, y trastornan la fe de algunos. Pero el fundamento de Dios está firme, teniendo este sello: Conoce el Señor a los que son suyos; y: Apártese de iniquidad todo aquel que invoca el nombre de Cristo.»
Las profanas y vanas palabrerías, se refiere a la falsa doctrina. Son profanas porque no tienen respeto a Dios ni a su palabra. Son vanas porque no tienen ningún buen propósito. Timoteo debía abstenerse de cualquier contacto con estas profanas y vanas palabrerías. La falsa doctrina es esencialmente impía. Pablo dice que conduce más y más a la impiedad.
Cuando alguien se desvía de la clara enseñanza de la Biblia, ese error necesita de otro error para apoyarse. Ya serán dos errores. A su vez, esos dos errores necesitan cada uno de otro error para apoyarse. Ya serán cuatro errores. De esa manera, se produce una multitud de errores doctrinales que conducen más y más a la impiedad.
Por otro lado, la falsa doctrina siempre incentiva la mala práctica. En este sentido también, la falsa doctrina conduce más y más a la impiedad. Al pensar en esto, a la mente de Pablo vienen dos claros ejemplos de la debacle de las profanas y vanas palabrerías. Se trata de Himeneo y Fileto. Estos personajes de triste recordación incursionaron en las profanas y vanas palabrerías, quizá sin saber que las profanas y vanas palabrerías carcomen como gangrena.
La gangrena es una condición que se produce, cuando por alguna razón se corta el flujo sanguíneo a un miembro del cuerpo. Este miembro del cuerpo entra inmediatamente a un proceso de descomposición por la falta de nutrientes. Pues eso justamente pasó con Himeneo y Fileto. El dar oído a las profanas y vanas palabrerías, les impidió el normal flujo de nutrientes que pudo haber venido de Dios y su palabra, y por eso se corrompieron. Pablo inclusive va más allá, al señalar el error doctrinal de estos personajes. Se desviaron de la verdad cuando afirmaron que la resurrección ya se efectuó.
Himeneo y Fileto seguramente creían lo que algunos creen hoy en día, en el sentido que lo único a lo que puede aspirar un creyente es a la resurrección espiritual, cuando recibe a Cristo como Salvador, pues fue en ese momento que ocurrió el milagro de obtener vida espiritual cuando se estaba muerto espiritualmente. De esta manera estaban negando uno de los pilares de la sana doctrina que se llama la resurrección corporal, la bendita esperanza que tenemos los creyentes en Cristo.
Himeneo y Fileto proclamaban su falsa enseñanza y arrastraban en el error a algunos. Por eso Pablo dice que trastornan la fe de algunos. No es que Himeneo y Fileto eran alguna vez genuinos creyentes y que en un momento dado se convirtieron en falsos maestros.
Estos personajes nunca fueron genuinos creyentes y el hecho que inventaron esa falsa doctrina es prueba de ello. Los que les siguieron en el error, cuya fe fue trastornada, tampoco eran genuinos creyentes. Una de las características de un genuino creyente es que persevera en la sencilla fe expuesta en la Biblia. Por eso es que Pablo dice que el fundamento de Dios está firme. Lo que proviene de Dios no puede ser cambiado o sacudido de ninguna manera.
Este fundamento de Dios tiene su sello. El sello tiene dos caras. Por un lado, lo que concierne a Dios. Conoce el Señor a los que son suyos. Dios conoce, en el sentido de tener una relación íntima, a los que escogió desde la eternidad pasada, de modo que ninguno puede perderse. Por otro lado, lo que concierne al hombre. Apártese de iniquidad aquel que invoca el nombre de Cristo. Los genuinos creyentes no viven en pecado ni levantan la bandera de alguna falsa doctrina.
Así termina el consejo de Pablo a Timoteo. A modo de conclusión permítame hacerle una pregunta para la reflexión. ¿Está Usted procurando con diligencia presentarse ante Dios como un obrero aprobado? Si no lo está haciendo, debería hacerlo lo antes posible. Es lo mejor que podemos hacer los creyentes en los momentos difíciles que vive la iglesia.
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