Es motivo de gran gozo compartir este tiempo junto a usted, mi amiga, mi amigo. Bienvenida, bienvenido al estudio bíblico de hoy. Estamos dentro de la serie que lleva por título: Un mensaje oportuno para una iglesia en crisis, la cual está basada en la primera epístola de Pablo a los Corintios. Hoy continuaremos examinando el razonamiento de Pablo que le condujo a ceder su derecho a recibir sustento económico de la iglesia de Corinto.
Si tiene una Biblia a la mano, ábrala en 1 Corintios 9. Como introducción, recordemos que algunos estaban cuestionando el apostolado de Pablo, por cuanto Pablo había cedido su derecho de ser sustentado económicamente por la iglesia de Corinto.
Pablo confirmó la legitimidad de su apostolado cuando hablando a los creyentes corintios dijo: Si para otros no soy apóstol, para vosotros ciertamente lo soy; porque el sello de mi apostolado sois vosotros en el Señor.
Luego Pablo pasó a formular su defensa en contra de los que cuestionaban su apostolado por haber cedido a su derecho de recibir sustento económico de la iglesia en Corinto.
Básicamente, Pablo ha dejado bien sentado que tiene todo el derecho a recibir sustento económico de la iglesia de Corinto, como lo estaban recibiendo otros apóstoles, entre ellos Cefas, el nombre hebreo para Pedro, y como lo estaban recibiendo los hermanos del Señor.
En el estudio bíblico de hoy, Pablo continúa con su razonamiento para demostrar que tiene todo el legítimo derecho de recibir su sustento económico de la iglesia de Corinto. 1 Corintios 9:7 dice: «¿Quién fue jamás soldado a sus propias expensas? ¿Quién planta viña y no come de su fruto? ¿O quien apacienta el rebaño y no toma de la leche del rebaño?»
A través de tres preguntas retóricas, Pablo hace ver lo legítimo de recibir sustento económico de la iglesia de Corinto.
La primera hace referencia a un ejército. ¿Qué soldado presta servicio militar pagándose sus propios gastos? La respuesta es: Ninguno. El ejército se encarga de pagar los gastos de los soldados. De igual manera, la iglesia local debería encargarse de pagar los gastos de los que sirven al Señor a tiempo completo.
La segunda hace referencia a la agricultura. ¿Qué agricultor planta un viñedo y no come de sus uvas? Ninguno. El agricultor aprovecha del fruto de lo que cultiva. De igual manera, el anciano o pastor que sirve a tiempo completo en una iglesia local, debe recibir sustento económico de la iglesia local.
La tercera hace referencia a la ganadería. ¿Qué pastor cuida un rebaño y no toma de la leche que ordeña? Ninguno. El pastor se beneficia de la leche de su rebaño. De igual manera, quien está sirviendo al Señor a tiempo completo en la iglesia local debe recibir sustento económico de la iglesia local. Este concepto no es meramente humano. Tiene su fundamento en las Escrituras. 1 Corintios 9:8-10 dice: «¿Digo esto sólo como hombre? ¿No dice esto también la ley? Porque en la ley de Moisés está escrito: No pondrás bozal al buey que trilla. ¿Tiene Dios cuidado de los bueyes, o lo dice enteramente por nosotros? Pues por nosotros se escribió; porque con esperanza debe arar el que ara, y el que trilla, con esperanza de recibir del fruto.»
La enseñanza de Pablo en cuanto al derecho que asiste a los siervos del Señor de recibir su sustento económico de la iglesia donde ellos están sirviendo, tiene su sustento en las Escrituras. Pablo hace una pregunta: ¿Digo esto sólo como hombre? La respuesta es: No. Porque la ley de Moisés también lo dice. Deuteronomio 24:5 dice: «No pondrás bozal al buey cuando trillare»
Pablo aplica este mandato de la ley de Moisés al caso del sustento económico que debe recibir quien está sirviendo a tiempo completo a una iglesia local. Pablo pregunta: ¿Tiene Dios cuidado de los bueyes, o lo dice primeramente por nosotros? La respuesta es que eso se escribió por nosotros. La aplicación es que el que siembra espera beneficiarse de una cosecha. El que trabaja a tiempo completo en una iglesia local debe esperar sustento económico de esa iglesia local.
Dando más razones para confirmar su derecho de recibir sustento económico, Pablo hace otra pregunta en el versículo 11. «Si nosotros sembramos entre vosotros lo espiritual, ¿es gran cosa si segáremos de vosotros lo material?»
La figura de la siembra y la cosecha sigue en mente de Pablo. Mientras estaban en Corinto, Pablo y sus acompañantes hicieron una obra espiritual, predicando el evangelio y enseñando la palabra de Dios. Esto resultó en vidas transformadas. Lo mínimo que deberían hacer aquellos que recibieron estos beneficios espirituales, es devolver el favor mediante la entrega de bienes materiales. Así lo hicieron con algunos, pero no con Pablo y Bernabé, porque ellos decidieron ceder este derecho. Note lo que dice 1 Corintios 9:12 «Si otros participan de este derecho sobre vosotros, ¿cuánto más nosotros? Pero no hemos usado de este derecho, sino que lo soportamos todo, por no poder ningún obstáculo al evangelio de Cristo»
La iglesia de Corinto estaba entregando bienes materiales, el sustento económico, a algunos que estaban sirviendo al Señor, con cuánta más razón deberían dar sustento económico a Pablo y Bernabé, quienes fueron los que más sembraron, en el sentido espiritual, en la iglesia de Corinto.
Pero no es que no hubieran querido hacerlo, sino que Pablo y Bernabé cedieron ese derecho, y se sometieron a los rigores de tener que trabajar fuera de la iglesia para obtener los recursos necesarios para atender sus necesidades personales. Pablo declara qué fue lo que les motivó a ello. Dice textualmente: Por no poner ningún obstáculo al evangelio de Cristo.
Pablo no quería, ni en lo más mínimo dar ocasión a que alguien piense que lo que hacía era por interés económico y que esto se transforme en un obstáculo o un freno para el evangelio de Cristo. Lo que se acostumbraba en el templo judío apoya la idea que la iglesia local debe sustentar económicamente a los que sirven a tiempo completo en ella. 1 Corintios 9:13 dice: «¿No sabéis que los que trabajan en las cosas sagradas, comen del templo, y que los que sirven al altar, del altar participan?»
La ley de Moisés establecía la entrega de diezmos, para el sustento económico de los levitas que servían en el templo y para los sacerdotes que oficiaban en el templo. Inclusive, la ley de Moisés establecía que los sacerdotes podían guardar para ellos determinadas partes de los animales sacrificados, en una clara alusión a que los que sirven en el templo deben recibir su sustento económico del templo. Esta es justamente la conclusión a la cual llega Pablo en 1 Corintios 9:14 donde dice: «Así también ordenó el Señor a los que anuncian el evangelio, que vivan del evangelio»
Cuando Jesús envió a los doce les dio instrucciones. Parte de las instrucciones tiene que ver con el sustento económico para cubrir sus necesidades básicas. Note lo que les dijo Jesús. Se encuentra en Mateo 10:9-10 donde dice: «No os proveáis de oro, ni plata, ni cobre en vuestros cintos; ni de alforja para el camino, ni de dos túnicas, ni de calzado, ni de bordón; porque el obrero es digno de su alimento.»
Sobre esto sustenta Pablo su mandamiento que los que anuncian el evangelio vivan del evangelio. No hay nada de malo en eso. Pablo tenía esto muy en claro. Sin embargo, como ya dijo anteriormente, decidió no hacer uso de este derecho. En parte ya expuso su motivo para ello. Fue para no poner ningún obstáculo al evangelio.
Ahora, Pablo va a ampliar su motivación para no hacer uso del derecho legítimo a ser sustentado económicamente por la iglesia de Corinto. 1 Corintios 9:15 dice: «Pero yo de nada de esto me he aprovechado, ni tampoco he escrito esto para que se haga así conmigo; porque prefiero morir, antes que nadie desvanezca esta mi gloria.»
Ya sabemos que Pablo cedió su derecho de recibir sustento económico de la iglesia en Corinto. Todo lo que ha dicho sobre esto no ha tenido la intención vedada de pedir sustento económico de la iglesia de Corinto. Tan es así, que hablando hiperbólicamente, es decir exagerando, Pablo dice: Prefiero morir antes que nadie desvanezca esta mi gloria. Pablo está hablando de algo que es su gloria. ¿De qué se trata? Pues no es predicar el evangelio, por cuanto está obligado a ello y si lo hace no tiene ninguna gloria.
Note lo que dice en 1 Corintios 9:16-17 «Pues si anuncio el evangelio, no tengo por qué gloriarme; porque me es impuesta necesidad; y ¡ay de mí si no anunciare el evangelio! Por lo cual, si lo hago de buena voluntad, recompensa tendré; pero si de mala voluntad, la comisión me ha sido encomendada.»
La gloria a la cual se refirió Pablo no tiene que ver con anunciar el evangelio. Pablo dice que está bajo obligación de anunciar el evangelio. Pobre de él si no lo hace. Si no estuviera bajo obligación y anunciara el evangelio con buena voluntad, tendría una recompensa, pero como está bajo obligación tiene que hacerlo de todas maneras y más vale que lo haga con buena voluntad.
¿Cuál es entonces la gloria que no quería que nadie la desvanezca. Aparece en 1 Corintios 9:18 donde dice: «¿Cuál, pues, es mi galardón? Que predicando el evangelio, presente gratuitamente el evangelio de Cristo, para no abusar de mi derecho en el evangelio.»
¿Cuál fue la gloria de Pablo? Fue una decisión privada y personal de Pablo, por la cual se auto impuso el anunciar el evangelio gratuitamente, sin que la iglesia de Corinto le entregue lo que legítimamente le correspondía como derecho. Por el bien de la predicación del evangelio, Pablo cedió a su derecho de recibir sustento económico.
Sin embargo como ya se ha dicho hasta la saciedad no existe nada de malo que los que anuncian el evangelio vivan del evangelio.
Antes de despedirnos queremos agradecerle por su sintonía y además le invitamos a visitar nuestra página en Internet y nos haga llegar sus comentarios acerca del programa y además conozca la respuesta a la PREGUNTA DEL DÍA. Según Hechos 1:1-2, se escribió un tratado con todas las cosas que Jesús hizo y enseñó, pero según Juan 21:25, ni aún en el mundo cabrían los libros si se tuviera que escribir todo lo que Jesús hizo y enseñó. ¿Parece contradictorio? Nuestra dirección en la Internet es: labibliadice.org Hasta la próxima y que Dios le bendiga ricamente.
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