Es motivo de mucho gozo saludarle nuevamente amiga, amigo oyente. Soy David Logacho, dándole la bienvenida al estudio bíblico de hoy en el evangelio según Juan. En esta oportunidad vamos a estudiar el relato de la muerte del Señor Jesús, desde la perspectiva de Juan.
Abramos nuestras Biblias en Juan 19:28-37. Por la información que proveen los otros evangelios, se puede saber que el Señor Jesús fue crucificado a las 9:00 AM y murió a las 3:00 PM. Lo que Juan relata en lo que va a ser nuestro tema de estudio, debe haber acontecido poco antes de las 3:00 PM. Lo primero con que nos encontraremos es con el Señor Jesús entregando su espíritu. Juan 19:28-30 dice: Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo estaba consumado, dijo, para que la Escritura se cumpliese:(B) Tengo sed.
Joh 19:29 Y estaba allí una vasija llena de vinagre; entonces ellos empaparon en vinagre una esponja, y poniéndola en un hisopo, se la acercaron a la boca.
Joh 19:30 Cuando Jesús hubo tomado el vinagre, dijo: Consumado es. Y habiendo inclinado la cabeza, entregó el espíritu.
Juntando los relatos que proveen los otros evangelistas, Mateo, Marcos y Lucas, con lo que relata Juan, se hará evidente que el Señor Jesús pronunció siete frases desde la cruz sobre la cual estaba siendo ofrecido como sacrificio por el pecado. A estas frases se las conoce como las siete palabras. Juan registra tres de estas siete frases. La primera frase, la vimos en nuestro estudio bíblico anterior, cuando mirando a su madre al pie de la cruz, exclamó: Mujer, he ahí tu hijo. Se refería a Juan, el discípulo amado. Acto seguido, mirando a Juan le dijo: He ahí tu madre. Después de esto, y sabiendo que ya todo estaba consumado, dijo, para que la Escritura se cumpliese: Tengo sed. Esta es la segunda de las siete frases que Juan registra en su evangelio. Todo lo que el Señor Jesús tuvo que pasar, fue divinamente ordenado por Su Padre celestial. El Señor Jesús no murió como alguien que muere por su causa, digamos como un mártir. El Señor Jesús murió siguiendo al pie de la letra los designios de su Padre, quien desde antes que el mundo fuese, determinó que su único y amado Hijo, iba a ser sacrificado como el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Por eso Juan dice que el Señor Jesús sabía que ya todo estaba consumado. En este punto, cuando la muerte se ensañaba contra el Señor Jesús con violencia indescriptible, el Señor Jesús exclamó: Tengo sed. Por un lado era una sed física. El maltrato físico que soportó antes de ser clavado a la cruz y el cruento dolor de permanecer casi seis horas clavado a la cruz, produjo en él sed. El Señor Jesús es totalmente humano, y ciertamente totalmente divino. Pero por otro lado, tal vez lo que más le motivó a exclamar: Tengo sed, fue su profundo anhelo por estar en comunión con su Padre celestial, en los instantes en los cuales a causa del pecado del mundo que estaba sobre sus hombros, su Padre celestial le había desamparado. A lo mejor, detrás de las palabras: Tengo sed, estaba lo que dice Salmo 42:1-3 donde leemos: Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas,
Así clama por ti, oh Dios, el alma mía.
Psa 42:2 Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo;
¿Cuándo vendré, y me presentaré delante de Dios?
Psa 42:3 Fueron mis lágrimas mi pan de día y de noche,
Mientras me dicen todos los días: ¿Dónde está tu Dios?
Pero existe otra razón más para que el Señor Jesús haya exclamado: Tengo sed. Fue para que se cumpla la Escritura, cuando por ejemplo Salmo 22:15, hablando proféticamente del Cristo o el Mesías, dice: Como un tiesto se secó mi vigor,
Y mi lengua se pegó a mi paladar,
Y me has puesto en el polvo de la muerte.
Los soldados romanos no percibieron el significado espiritual en las palabras del Señor Jesús, sino solamente lo material y es por eso que uno de ellos empapó una esponja en vinagre, o el vino barato que bebían los soldados, y con la ayuda de un hisopo se la acercó a la boca del Señor Jesús. Cuando el Señor Jesús tomó ese vinagre, sacó fuerza de flaqueza y pronunció la última frase: Consumado es. Esta es la tercera frase que el Señor Jesús pronunció desde la cruz del calvario, según el relato de Juan. En el idioma en el que se escribió el Nuevo Testamento es una sola palabra. La palabra tetelestai. Esta palabra se utilizaba en cuatro distintos ámbitos. En primer lugar se utilizaba en la relación de esclavos con sus amos. Cuando un amo ordenaba algo a su esclavo y el esclavo terminaba lo que se le había ordenado, decía a su amo: Tetelestai. Significa tarea terminada. Con su sacrificio en la cruz, el Señor Jesús, el Siervo de Jehová, terminó lo que el Padre le había ordenado hacer. Cuando el Señor Jesús dijo: Consumado es, estaba diciendo a su Padre: Tarea terminada. No queda nada más por hacer para que cualquier pecador que crea en el Señor Jesús y lo reciba como Salvador, sea eternamente salvo. Pero la palabra tetelestai también se usaba en el mundo de las artes, como en la pintura por ejemplo. Cuando un artista pintor daba su última pincelada al hermoso cuadro que estaba pintando, exclamaba tetelestai. Obra de arte terminada. Cuando el Señor Jesús murió en la cruz del calvario, dio su última pincelada, a la obra de arte que es la salvación. Por supuesto que para el Señor Jesús significó sacrificio, humillación y muerte, pero el cuadro que terminó de pintar con su sacrificio no puede ser jamás superado en hermosura. Al meditar en la salvación el autor de Hebreos dice lo siguiente en Hebreos 2:3 ¿cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande?
Pero también la palabra tetelestai se usaba entre los sacerdotes en el templo de Jerusalén. Una de sus muchas funciones era examinar los animales que se iban a ofrecer en sacrificio para asegurarse que sean sin defecto. Cuando un judío traía, digamos su oveja, para ser sacrificada en el altar del templo, pedía a un sacerdote que la examine. Si la oveja era sin defecto, el sacerdote exclamaba: Tetelestai, dando a entender que es perfecta para el sacrificio. Cuando el Señor Jesús, pronunció desde la cruz: Consumado es, estaba afirmando que él mismo, como Cordero de Dios es perfecto, apto para el sacrificio. Con razón que el apóstol Pedro dice lo que leemos en 1 Pedro 1:18-20 1Pe 1:18 sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata,
1Pe 1:19 sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación,
1Pe 1:20 ya destinado desde antes de la fundación del mundo, pero manifestado en los postreros tiempos por amor de vosotros,
Por último, la palabra tetelestai también se usaba en el mundo de los negocios. Cuando un judío hacía un préstamo se le entregaba un documento en el cual se fijaba el monto prestado y la fecha en la que se tiene que pagar el préstamo. Cuando el deudor cancelaba el préstamo en la fecha indicada, se ponía un sello en el documento correspondiente. El sello era la palabra tetelestai, lo cual significaba: Deuda pagada. Cuando el Señor Jesús murió en la cruz del calvario, hizo el pago completo de lo que todo pecador debe a Dios a causa de su pecado. De esta manera, el pecador que confía en el Señor Jesús y lo recibe como Salvador, queda libre de deuda con Dios, porque el Señor Jesús pagó la deuda en lugar del pecador. Así que al oír las palabras que el Señor Jesús pronunció desde la cruz: Consumado es, podemos afirmar que estaba dando absoluta seguridad de salvación a todo aquel que en él cree. Alguna vez oí la historia de un hombre que se acercó a un predicador del evangelio y le dijo: ¿Qué debo hacer para ser salvo? Mirándolo a los ojos, el predicador le respondió: Ya es demasiado tarde. Asustado el pobre hombre añadió: ¿No hay nada que pueda hacer? El predicador le dijo: Nada, mi amigo, porque todo lo que había que hacer fue hecho por el Señor Jesús cuando murió por usted en la cruz. Lo único que hace falta es que crea en el Señor Jesús y lo reciba como Salvador. Interesante historia que refleja la maravillosa verdad que el Señor Jesús hizo todo para que pecadores como usted y también como yo, podamos ser eternamente salvos. Sólo hace falta creer. Juan prosigue su relato señalando que una vez que el Señor Jesús pronunció esas palabras: Consumado es, inclinó la cabeza, y entregó el espíritu. Esto es notable amable oyente. El Señor Jesús, voluntariamente entregó el espíritu. Cuando una persona muere, no entrega el espíritu, sino que le es quitado el espíritu. En el caso del Señor Jesús no fue así. Cuando todo lo que se debía hacer para que Dios perdone al pecador fue hecho a la perfección, el Señor Jesús voluntariamente entregó el espíritu. La obra se terminó. Juan termina esta parte relatando lo que sucedió una vez que el Señor Jesús murió y antes de su sepultura. Juan 19:31-37 dice: Joh 19:31 Entonces los judíos, por cuanto era la preparación de la pascua, a fin de que los cuerpos no quedasen en la cruz en el día de reposo[a] (pues aquel día de reposo[b] era de gran solemnidad), rogaron a Pilato que se les quebrasen las piernas, y fuesen quitados de allí.
Joh 19:32 Vinieron, pues, los soldados, y quebraron las piernas al primero, y asimismo al otro que había sido crucificado con él.
Joh 19:33 Mas cuando llegaron a Jesús, como le vieron ya muerto, no le quebraron las piernas.
Joh 19:34 Pero uno de los soldados le abrió el costado con una lanza, y al instante salió sangre y agua.
Joh 19:35 Y el que lo vio da testimonio, y su testimonio es verdadero; y él sabe que dice verdad, para que vosotros también creáis.
Joh 19:36 Porque estas cosas sucedieron para que se cumpliese la Escritura: No será quebrado hueso suyo.(C)
Joh 19:37 Y también otra Escritura dice: Mirarán al que traspasaron
Los líderes de Israel no querían que la imagen de tres hombres crucificados opaque su celebración de la fiesta de la pascua. Por eso pidieron a Pilato que acelere la muerte de los crucificados, para que los cadáveres sean quitados de la escena. Pilato concedió el pedido y fue así como se quebraron las piernas de los malhechores, pero cuando reconocieron que el Señor Jesús ya había muerto, no le quebraron las piernas, sin embargo uno de los soldados le abrió el costado con su lanza y al instante salió sangre y agua. Prueba que el Señor Jesús realmente murió. Las Escrituras declaran que no se va a quebrar un hueso del Mesías. Esta profecía se cumplió totalmente. Las Escrituras declaran que la gente mirará a su Mesías o a su Cristo, traspasado. Esto también se cumplió totalmente. En nuestro próximo estudio bíblico proseguiremos con lo que sucedió después.
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