¿Esta historia te suena familiar? «Cuando lo hicieron, no pudieron transportar la red debido a la gran cantidad de peces». Y entonces, el discípulo a quien Jesús amaba le dijo a Pedro: «¡Es el Señor!»
Pasar por un puente sobre aguas turbulentas requiere fe, pero la fe debe estar respaldada por la evidencia. Entonces, ¿a dónde va uno a buscar esa evidencia cuando el puente sobre la cruz es espiritual? Hoy Ron Moore responde esa pregunta con ejemplos de la vida de personas como nosotros. Gente que descubrió que la evidencia apoyaba ampliamente la fe.
Pero antes, quiero que sepas sobre el recurso de audio gratuito de Ron «Bajo tierra». En este mensaje desafiante, descubrirás cómo construir una vida que supere la difícil prueba del tiempo. «Bajo Tierra» está disponible en http://www.labibliadice.org
Hablamos la última vez sobre la gran fidelidad de Dios para con nosotros. Dijimos que Él siempre se mostrará a sí mismo antes de pedirnos que hagamos algo. Él abrirá nuestros ojos para ver todo lo que Él trabaja en nuestra vida. Pero también hablamos sobre aquellos fracasos que hemos tenido y que nos han alejado de Dios, pues muchas veces preferimos creer en la mentira de Satanás que en las promesas de Dios. ¿Recuerdas a Pedro? Él, después de que Jesús fue crucificado decidió volver a la pesca. Su fuego se apagó. Pero “cuando ya iba amaneciendo, se presentó Jesús en la playa; mas los discípulos no sabían que era Jesús. Y les dijo: Hijitos, ¿tenéis algo de comer? Le respondieron: No. Él les dijo: Echad la red a la derecha de la barca, y hallaréis. Entonces la echaron, y ya no la podían sacar, por la gran cantidad de peces.” (Juan 21: 4-6)
¿Te suena familiar esta historia? “Entonces la echaron, y ya no la podían sacar, por la gran cantidad de peces. Entonces aquel discípulo a quien Jesús amaba dijo a Pedro: !!Es el Señor!” (Juan 21: 6-7). Ahora recuerde lo que sucedió la primera vez que Jesús demostró esa pesca milagrosa. Fue allí cuando Pedro se inclinó ante Él y lo reconoció como su Seño; él le dijo: “Sé que eres Dios, quiero seguirte” Piensa en lo que está pasando por su corazón y mente ahora, cuando esto vuelva a pasar. Está tan emocionado que ni siquiera puede esperar que el bote sea remado a tierra. “Simón Pedro, cuando oyó que era el Señor, se ciñó la ropa (porque se había despojado de ella), y se echó al mar” Él salta en el agua. Está a unos 100 metros de la orilla, pero Pedro no puede esperar al bote. Él tiene que llegar primero a Jesús. Y allí se encuentra con Jesús en la orilla. Y es allí donde Jesús le da a Pedro una segunda oportunidad.
Él quiere hacer lo mismo por ti hoy. Él no quiere que estés paralizado en la banca. Él no quiere que te perdonen, y que tú aun te sientes culpable por tu fracaso. Él quiere que vuelvas al juego. Así que voy a pedirte que hagas esta oración: “Señor, pruébalo. Muéstrame que me quieres de vuelta. Señor, dame pruebas de que necesito profundizar. Dame pruebas de que necesito refrescar mi base espiritual. Dame pruebas de que necesito volver al juego” Sé que una oración audaz y que algunos de ustedes no la harán, pero a los que lo hagan, les puedo prometer, basados en la Palabra de Dios, que cuando Él los llame, Él se los probará.
Creo que estamos viviendo tiempos críticos y el cambio tendrá lugar de abajo hacia arriba, no de arriba hacia abajo. Pero este cambio comienza con nosotros, una persona a la vez.
Algo más, no puedes pretender simular una relación con Dios. Pretender simular es abrumador. Pregúntele a Teo, el capitán y líder de un equipo que jugó para el campeonato nacional. Durante la temporada de juego muy importante, salió a la luz una parte muy personal de su vida; se informó que el mismo día murieron su abuela y su novia, y ese día, Teo jugó un juego televisado a nivel nacional. Después del juego, fueron varias las entrevistas que le hicieron, en estas entrevistas, Teo describió la relación con su novia. Pero resulta que su novia nunca murió, de hecho, su novia nunca existió; a relación fue a través de internet y fue todo un simulacro.
Ahora las preguntas giran en torno a esta extraña historia. ¿Fue solo una broma pesada sobre Teo? ¿Qué parte o partes sabía él? Cualquiera que sea el pretexto del caso es abrumador. Pero ¿qué pasa si una persona vivió toda su vida y pensaban que tenían una relación con Dios y al final del día descubrieron que no era cierto? Creo que eso sería mucho más que vergonzoso, ¿verdad? En realidad, eso sería eternamente trágico.
Bueno, que te parece si volvemos a las verdades eternas de la palabra de Dios. Busca el capítulo 10 de Marcos. Vamos a considerar un encuentro que Jesús tuvo con un joven que pensó que estaba siguiendo a Dios. Jesús estaba en el camino con sus discípulos cuando un hombre se le acercó y le hizo esta pregunta a Jesús.
Bueno, que te parece si volvemos a las verdades eternas de la palabra de Dios. Busca el capítulo 10 de Marcos. Vamos a considerar un encuentro que Jesús tuvo con un joven que pensó que estaba siguiendo a Dios. Según el escritor del Evangelio de Lucas, este joven era un hombre poderoso y rico, era un gobernante. Mateo lo describe únicamente como un joven solamente. Y Marcos dice que este joven y millonario, se acercó a Jesús, mientras Él caminaba junto a sus discípulos, entonces el joven se arrodilló ante el Señor y le pregunta: “Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?” (Marcos 10:17) Ahora quiero que imagines solo por un segundo esta escena. Las acciones de este joven están más allá de nuestras expectativas. Normalmente, un hombre poderoso, joven y rico mostraría calma, confianza y seguridad; pero debajo de la ropa cara y la vida privilegiada de este hombre estaba un corazón ansioso en modo de pánico.
Ahora debes preguntarte qué es lo que causa tanta urgencia en la vida de este hombre. Bueno, podría ser que alguien en su familia murió y esta fue la primera vez que se encontró con la muerte y entonces surgió una pregunta muy común, ¿qué sucede después de la muerte? Tal vez fue un amigo cercano el que murió, y se dio cuenta de que la vida no era tan segura como él pensaba. O tal vez solo estaba reflexionando un día y miró alrededor de su vida lleno de todas estas cosas, pero se dio cuenta de que su corazón estaba vacío.
Bueno pues, para sorpresa de todos, este hombre que, normalmente caminaba un aire de confianza, corre hacia Jesús, cae de rodillas y tratando de recuperar el aliento dice: «Buen maestro, ¿qué debo hacer para heredar la vida eterna?» Ahora Jesús sabe exactamente lo que está pasando en el corazón de este hombre, ¿verdad?
Sinceramente, al principio suena un poco brusco cuando Jesús dice: “¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno, sino sólo uno, Dios.» (Marcos 10:18). Un par de cosas están pasando allí: Primero, Jesús sabía que la definición del bien, pero, el bien para este hombre significaba solamente un estándar moral de la cultura. Su definición de bien estaba alimentada por la tradición religiosa, pero Jesús le dice que el bien está en la perfección del Santo Creador y que él, necesita entender con quién está hablando. Jesús trata de decir: “No soy solo un buen maestro moral”.
En esa época se creía que una persona debía trabajar para crear su camino hacia Dios. Hacer el bien no era más que una cuestión religiosa. La mayoría de las personas que nos rodean, creen que pueden trabajar para llegar a Dios y esa es la misma mentalidad que este joven tenía ahí, frente a Jesús. Esa es la mentalidad de todas las religiones del mundo; pensar: “Puedo ser lo suficientemente bueno para Dios. Puedo llegar a Dios si solo sigo el conjunto de estándares establecidos”.
Siempre es sorprendente que Jesús se encuentre con nosotros justo donde estamos, para llevarnos a donde Él quiere que estemos. Él no nos deja allí, pero nos encuentra allí. Y así mismo, Él se encontró con este hombre justo donde estaba; empapado en la tradición judía. Entonces Él dice: “Los mandamientos sabes: No adulteres. No mates. No hurtes. No digas falso testimonio. No defraudes. Honra a tu padre y a tu madre.” (Verso 19)
Jesús va a los Diez Mandamientos. Por cierto, Los Diez Mandamientos son el resumen de todas las leyes del Antiguo Testamento y están divididos en dos tablas: la primera tabla son los mandatos del uno al cuatro, y tratan nuestra relación con Dios, y luego, en la segunda tabla, están los mandatos del cinco al diez.
Este joven piensa: “no maté a nadie, no cometí adulterio, no tomé nada de otras personas, no mentí a otras personas, no engañé a otras personas, honré a mi padre y a mi madre. ¡Qué gran alivio!”
Mira lo que dice en el versículo 20: « Maestro, todo esto lo he guardado desde mi juventud» Casi puedo escuchar decir: “amigo, estoy tan contento de la respuesta que me diste; he guardado todas esas cosas: nunca he matado a nadie, nunca he cometido adulterio, nunca le he robado a nadie, nunca le he mentido a nadie, nunca engañé a nadie, honro a mi mamá y a mi papá, voy a la iglesia la mayor parte del tiempo” Tristemente, este hombre creyó lo que muchos creen hoy: “Mis buenas obras me hacen justo ante Dios” Algunos de ustedes creen eso ¿verdad? La obediencia en el reflejo de nuestra moral. La obediencia es el requisito religioso para ir a la gloria de Dios.
Así que, este joven y rico gobernante se sintió aliviado; él se estaba preparando para irse, estaba preparándose para decir algo como: “gracias buen maestro, realmente lo siento por venir frente a ti así. Me dijiste exactamente lo que quería escuchar. No sé lo que me pasó. Sé que estoy bien y llegaré al cielo”. Pero, justo antes de que esas palabras salieran de su boca, Jesús le va a decir algo para mostrarle que él siempre ha creído en un engaño religioso. Mira el versículo 21: «Entonces Jesús, mirándole, le amó, y le dijo, una cosa que te falta».
Para el creyente, el tema de esta historia está en esta pregunta, ¿Qué es lo que le falto a este joven que había cumplido con toda la ley? Y a ti, ¿qué es lo que te impide seguir realmente a Jesús? ¿Qué es lo que te falta? Esperamos que puedas acompañarnos en nuestro próximo programa y conocer ¿Qué es lo que le faltaba a este joven, para llegar al reino de los cielos? Que Dios te bendiga
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