¿Cuántos de ustedes tienen una verdadera tentación con la que luchan a diario? Sé que siempre tendremos una infinidad de tentaciones, pero hay una con la que siempre estas batallando, una tentación tan real y tan fuerte que a veces caes. Entonces ¿has sentido la tensión entre estos dos reinos?
Deseamos que su voluntad tal como se lleva a cabo, perfectamente en el cielo, también se lleve a cabo en nuestras vidas. Mira, necesitamos entender que entre Dios y nosotros formamos un equipo. El éxito o el fracaso de un equipo depende de sí los miembros del equipo están cumpliendo a cabalidad con sus responsabilidades y hoy, Ron Moore nos muestra nuestra parte de responsabilidad para que la voluntad de Dios se lleve a cabo en nuestras vidas.
Bien, ¿Qué te parece si vamos a la Biblia? toma tu Biblia y vamos al capítulo 6 de Mateo. Justo en el medio del sermón inaugural de Jesús, Él habla sobre la oración. Y nos dice que la oración no debe usarse para impresionar a la gente. La oración nunca se debe hacerse de una manera mecánica, memorizada y formulada. Jesús dice que, si oramos en privado o si oramos públicamente, debemos estar libres de distracción.
Jesús nos recuerda que la oración es una comunicación personal con Dios, viene de nuestro corazón y la hacemos usando nuestras propias palabras para compartir nuestra vida, demostrar nuestra confianza, desarrollar una relación y formar una sociedad con el Padre celestial. Son aquellos que han puesto su fe solamente en Jesucristo, como la única manera de tener una relación con Dios, quienes tienen el privilegio de llamarlo “mi Padre”. ¡Eso es algo increíble! Poder dirigirnos al Creador del universo como nuestro Padre.
Bien, ahora, ¿recuerdas que hemos estado diciendo que todos los días nos enfrentamos a batallas espirituales? Pues que te parece si vamos a la Biblia y leemos lo que Pablo dice al respecto. Vamos a Efesios 6 verso 12, esto dice así: «Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes.» Leámoslo de nuevo «Porque no tenemos ¿qué? «Lucha». Esa lucha aparece en cada área de nuestra vida, incluso en nuestra vida de oración. Entonces, cuando oramos y decimos: «venga tu reino», creo que estamos diciendo dos cosas: primero, estamos declarando que somos sus hijos ¿recuerdas como empieza esta oración? Jesús empieza diciendo: “Padre nuestro” Ahora, en los programas anteriores vimos que es gracias a Jesús que ahora podemos tener una relación con nuestro Padre Dios y, también vimos que, gracias a eso, nuestra ciudadanía es la del cielo. Jesucristo es nuestra certeza de que tenemos un lugar esperándonos y estaremos junto a nuestro Padre Dios.
Ahora, no debemos olvidar que aun vivimos en este mundo y, por lo tanto, vivimos en una constante lucha en donde: pensamos, hacemos y decimos cosas que odiamos y que sin embargo las hacemos. Entonces, esta es nuestra oración: “Señor quiero parecer más un ciudadano del cielo que un ciudadano del mundo. Quiero que tu reino perfecto venga y comience a establecerse en mi corazón. Venga tu reino a mi vida para que la gente vea que hay algo diferente acerca de mí y así glorificar y reverenciar tu nombre. Venga tu reino para demostrar que eres santo, que eres Dios”
Hay algo que debo agregar a todo eso, mira, cuando tú le pides al Señor que su reino baje a tu vida, entonces también le estas diciendo: “Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra.” Le estas diciendo que estas dispuesto a aceptar Su voluntad en tu vida. Estas diciendo: “Tú eres Dios y yo no”
Muchas veces tendrás tentaciones muy fuertes, pero debes confiar en el Señor y refugiarte en Él, Debes construir una relación tan fuerte con Él que no exista nada que te mueva. Debes confiar plenamente en Él. Entonces, ¿cómo reconciliamos esta oración llena de fe con el hecho de someterse a la voluntad de Dios? Bueno, eso es muy difícil y la verdad, no estoy seguro de cómo funciona todo, pero sí sé estas cosas: sé que cuanto más oro para que venga el reino de Dios y tome posesión de mi corazón, más vivo como un hijo de Dios, y más anhelo orar y pedirle que haga su voluntad en mi vida.
No sé por qué Dios no responde cada oración. No puedo explicar porque muchas veces todas las promesas de fe que tenemos en la Biblia no se hacen realidad en nuestra vida, no sé porque a veces las personas no se curan, o no reciben el trabajo que esperan. No sé si es por falta de fe o por otro motivo, pero sé que mientras más le pides al Señor que Su reino entre en tu corazón y se haga Su voluntad, más fe tendrás para orar por las cosas que Dios sabe que necesitas en lugar de orar por todas esas cosas que tú crees que necesitas.
Ahora, te invito a que pienses en algunas de las oraciones que has hecho, ¿acaso no te alivia que Dios no haya respondido eso? Howard Hendricks, un profesor mío, solía contar la historia de una mujer que tenía una hija, la hija no era tan atractiva, al menos no para Howard, y la madre de ella siempre oraba para que su hija se casara con él. Y él contaba esa historia y decía: «¿Alguna vez le has dado gracias a Dios por la oración sin respuesta?»
Mira, nuestras oraciones no siempre serán lo mejor para nosotros, no siempre será lo mejor para quienes nos rodean, pero mientras más pedimos al Señor que su reino venga a nuestra vida, más podemos orar con esa fe que mueve montañas porque estaremos pidiendo lo que Él anhela para nosotros y no lo que nosotros queremos para nosotros mismos. Incluso si no entendemos su perfecta voluntad, si nos confunde, si es dolorosa, incluso sabiendo eso debemos pedir al Señor que sea Su perfecta voluntad en mi vida como en el cielo.
C.S. Lewis, en su libro: “Cartas a Malcom” escribe esto para aquellos que están confundidos, frustrados y que acaban de abandonar la oración porque oraron con fe y no recibieron lo que esperaban. Él dice que: “nuestra lucha es creer que, ya sea que Él nos otorgue o no lo que hemos pedido, Dios siempre escuchará nuestras oraciones”. Y es precisamente en esa situación en la que se encuentran algunos de ustedes, ¿verdad?
¿Crees que Dios te está escuchando? Es vital que creamos que Dios siempre nos escucha, y es vital porque sólo de esa manera podemos creer que Él tomará nuestras oraciones en cuenta, incluso para seguir creyendo que hay alguien que siempre nos escuchará, aun cuando la situación se vuelve cada vez más desesperada y los miedos nos acechan.
Entonces, ¿tal vez has sentido que estás hablando contigo mismo en un universo vacío? ¿Has sentido que el silencio es tan enfático que te atormenta? ¿Crees que ya oraste lo suficiente y es momento de rendirse? Pues bien, para aquellos que están confundidos, frustrados y desilusionados con la oración y con Dios, hoy quiero invitarlos a volver a casa, quiero recordarles que hay uno que siempre los escucha. No puedes entender todo o explicar cada pregunta y tal vez tu mente está invadida con pensamientos como: “oré con fe pero él no fue sanado, perdí mi trabajo, mi familia se destruyó, etc.” No puedo explicar todo eso, pero si vas delante de Dios y dices: “Padre mío que está en los cielos, quiero honrar tu nombre. Soy un ciudadano del cielo que vive en esta tierra y oro para que Tú reino llegue a mi corazón. Quiero parecer más un ciudadano del cielo que un ciudadano de la tierra y quiero que hagas tu perfecta voluntad en mí vida, sea lo que sea o duela lo que duela. Quiero que se haga tu voluntad aquí en la tierra como en el cielo.”
Bien, aquí hay dos principios básicos que todo creyente tiene que haber establecido: Número uno, Dios es el dueño de todo y segundo: como Dios es el dueño de todo, entonces, todo lo que tengo es un regalo de Él. Mira, si nosotros le pedimos al Señor que Él haga su voluntad en nuestra vida, entonces debemos entender que Él es el dueño y Señor de todo y consecuencia de ello nos encontraremos dependiendo plenamente de Dios. Lamentablemente, a menos que estemos pasando por un momento extremadamente difícil, la dependencia diaria es algo sobre lo que no pensamos mucho, ¿verdad?
Así que estaba pensando en lo increíble que es esto: las grandes bendiciones que Dios nos da nos impiden ir a Dios diariamente. Las grandes bendiciones que Dios nos da en nuestras vidas, en realidad niegan la necesidad de que vayamos a Dios en busca de provisiones diarias. Y cuando no dependemos diariamente de Dios, ¿adivina qué? no sentimos la necesidad de orar.
Nuestro deseo, aquí en este ministerio, es que santifiquemos, honremos y reverenciemos Su nombre. No sólo cuando entramos a cantar canciones de adoración, sino cuando estamos parados en una fila larga en la tienda de comestibles o cuando estamos atrapados en el tráfico, así que, diariamente oramos para que santifiquemos el nombre de Dios, para que todos los días deseamos vivir en obediencia a Él.
Mateo 6 verso 11 dice: “El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy” Y es justamente de eso de lo que quiero que hablemos en el próximo programa.
Mira, cuando vas a Dios y oras, estás hablando con Él y compartes tu corazón no de una manera mecánica, memorizada y formulada, sino de una manera genuina, sin máscaras ni dudas, confiando plenamente en Dios.
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