Saludos cordiales hermanos y amigos. La Biblia Dice les invita a un nuevo estudio bíblico sobre la oración. Hay muchos creyentes que piensan con desdén de la oración. Según ellos, el creyente es tan insignificante que es imposible que logre algo del Dios Todopoderoso. Son como Job cuando en lo profundo de su angustia dijo: ¿Quién es el Todopoderoso, para que le sirvamos? ¿Y de qué nos aprovechará que oremos a Él? Sin embargo. Dios dice que nuestras oraciones mueven el cielo. Nuestras oraciones hacen actuar al Principie de la Gloria. Nuestras oraciones son el músculo que mueve el brazo de Dios. Quizá no tenemos la más vaga idea de lo que nuestras oraciones han logrado y por eso pensamos bajo de la oración. Viene a mi mente una historia de la vida real que ilustra muy bien mi punto. Un día un misionero y su ayudante chino, regresaban a pie con una apreciable suma de dinero para ser utilizado en el hospital de la misión. Al caer la noche se encontraban todavía lejos de su destino final. Parece que vamos a tener que pernoctar en este lugar dijo el misionero. Pero hay muchos ladrones por esos lugares observó su acompañante, corremos el peligro de ser asaltados y despojados del dinero del hospital. El dinero es para la obra del Señor. Pediremos que El lo cuide, fue la respuesta del misionero. Así que después de orar juntos, se quedaron dormidos en lo alto de una pequeña elevación. A la mañana siguiente despertaron sin ninguna novedad, agradecieron a Dios por su cuidado y retomaron su viaje al hogar. Varios meses transcurrieron hasta que un buen día, uno de los bandidos que merodeaba por esa zona fue herido y trasladado al hospital donde estaba el misionero y su ayudante chino. Mientras recibía tratamiento preguntó: ¿Fueron Uds. quienes venían hace poco trayendo dinero hacia acá? Sí, ¡cómo no! ¿Acamparon Uds. en una pequeña loma, mientras eran cuidados por soldados? Sí, acampamos en una loma pero no teníamos ningún soldado protegiéndonos. Sí que los tenían respondió el bandido, nosotros queríamos robarles, pero tuvimos miedo dé los veintisiete soldados. Tiempo después esta historia fue relatada en una reunión en Inglaterra. Alguien que estaba presente comentó al conferenciante: Recuerdo que esa noche tuvimos una reunión en nuestra iglesia, mirando su diario agregó: y estábamos presentes precisamente veintisiete. Muchos dirán pura coincidencia, pero muchos también dirán: la respuesta de Dios. Si mi amado hermano, la oración tiene poder jamás debemos subestimarla, pero la triste realidad es que a pesar de ello, para muchos la oración no es más que una actividad aburrida. Qué tal si en nuestro estudio bíblico de hoy examinamos algunas sugerencias para reactivar nuestra vida de oración.
Mucho de lo que se necesita para tener una vida de oración dinámica tiene que ver con la disciplina. Desgraciadamente muchos de nosotros somos desordenados en las actividades que realizamos y como consecuencia nos encontramos esclavizados de las cosas urgentes. Alguien ha definido esta situación como la tiranía de lo urgente. Vivimos en una sociedad que marcha a un ritmo vertiginoso, todas las cosas son urgentes y como consecuencia la oración ha quedado relegada a un plano totalmente secundario. Para revertir esta situación es necesaria una decisión voluntaria de poner en orden nuestras prioridades, dando preferencia a aquellas cosas que tienen que ver con el bienestar espiritual y entre ellas la oración es un tema central. Lo primero que me gustaría sugerir es establecer una hora fija durante el día para poder orar sin interrupciones. El Señor Jesucristo salía siendo aún muy oscuro y buscaba un lugar desierto para orar. Nosotros que seguimos su ejemplo debemos imitar este comportamiento. La segunda cosa que me gustaría sugerir es cultivar el hábito de orar cuando quiera y cual quiera que sea la situación que enfrentemos. Por ejemplo, cuando estamos hablando por teléfono con alguien y nos enteramos de alguna situación difícil o de alguna necesidad en particular, sería muy bueno si allí mismo, expresamos una corta oración pidiendo la ayuda de Dios en este caso. 1ª Tesalonicenses 5:17 nos instruye a orar sin cesar. Una manera de cumplir con este mandato es por medio de orar en cualquier situación que nos encontremos. Una tercera cosa que me gustaría sugerir es lo que podríamos llamar una manera sabia de redimir el tiempo. Cada uno de nosotros tenemos que forzosamente gastar cierto tiempo esperando en la fila para pagar lo que hemos comprado, o esperando el tren o cualquier otro medio de transportación, etc. Este es un tiempo muerto, nosotros podríamos revivirlo si estuviéramos preparados de antemano para ello. Una manera de estar preparado es llevando con nosotros unas pequeñas tarjetas con peticiones de oración. Mientras esperamos o viajamos podemos redimir el tiempo orando por estas necesidades. Una cuarta cosa que me gustaría sugerir es comprometerse con otros creyentes para tener reuniones de oración con regularidad. No estoy hablando de la reunión de oración en la iglesia, sino de una reunión en la cual dos o más creyentes que quizá viven cerca se juntan para orar por necesidades mutuas. La quinta cosa que me gustaría sugerir es una participación más activa en las reuniones de oración de la iglesia local. Se ha dicho que un buen termómetro para medir la temperatura espiritual de una iglesia local es el número de creyentes que participan en la reunión de oración. Una iglesia local fría, espiritualmente hablando, manifestará poco interés en la reunión de oración, y esto se verá en el poco numero de creyentes que participan en ella, en cambio una iglesia local cálida manifestará mucho interés en la reunión de oración y muchos creyentes asistirán a ella. Es algo lamentable que muchos creyentes se puedan ir de fiesta hasta altas horas de la noche, pero se molestan si la reunión de oración se alarga por 5 minutos. Una posible razón para este comportamiento es quizá la falta de creatividad en los líderes de la iglesia local. Es un error creer que podemos tener reuniones de oración atractivas sin liderazgo dinámico y preparación adecuada. Cuando no existe esto, las reuniones de oración se tornan aburridas, con repeticiones gastadas y frases vacías que solo comunican que los asistentes se encuentran allí por compromiso o por guardar una imagen espiritual carente de realidad. Ciertamente que es bíblico el reunir a toda la congregación para orar, pero debemos tener el tipo de reunión de oración que la gente no desearía perderse por nada del mundo. La sexta cosa que me gustaría sugerir para reavivar el hábito de orar es participar en lo que se da por llamar una cadena de oración. La cadena de oración comienza con un listado de los creyentes que desean participar, con su dirección y número de teléfono si es posible. Este listado se distribuye a todos los participantes en la cadena. Es necesario asegurarse que los creyentes sepan a quien contactar para iniciar el proceso de oración en cadena. Con este antecedente entonces, cualquiera que tiene un pedido de oración puede llamar a la primera persona de la cadena, quien después de orar comunicará la petición a la persona siguiente de la cadena y así sucesivamente hasta que todos los miembros de la cadena hayan orado por el mismo asunto. Esta es una manera excelente para motivar al cuerpo de creyentes a orar. Hemos sugerido algunos principios prácticos para reavivar nuestro hábito de orar. Quizá Ud. puede añadir algunos otros de su propia cosecha. Lo importante es darnos cuenta que en la oración tenemos una herramienta poderosa y no permitir que negligentemente sea echada en el olvido. Nuestra oración al Señor es que en este preciso instante muchos de nuestros oyentes se sientan motivados a orar más y así ver más la mano del Señor con poder.
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