Saludos mi amiga, mi amigo. Es un privilegio para nosotros poder acompañarle en un nuevo estudio bíblico en el Libro de Nehemías. Luego de la pausa musical, David Logacho estará con nosotros para guiarnos en el estudio bíblico de hoy.
Las cosas materiales relacionadas con la obra de Dios, como edificios, templos, etc., jamás deben ser un fin en sí mismas. Son simplemente medios para alcanzar objetivos mayores. El corazón de Dios está en las personas, no en los suntuosos edificios o en las propiedades fastuosas, o en los templos deslumbrantes. Cuando lo material desplaza a las personas, la obra de Dios está enferma de muerte. Cuanta tristeza nos produce mirar algunas Iglesias que han canalizado todo su esfuerzo, material y espiritual en edificar un templo digno de la gloria de Salomón, pero que han descuidado totalmente la edificación de las personas. Tiempo atrás visité una iglesia que tenía un templo espectacular, para no menos de unas dos mil personas. El piso estaba todo alfombrado, las paredes decoradas, tenía todos los servicios imaginables, etc. Pero en su interior no había ni 30 personas. Esto me hizo pensar en que a lo mejor se sacrificó a las personas en el altar de lo material. En el caso de Nehemías, Dios había puesto en su corazón el deseo de edificar los muros de Jerusalén. Esta era una obra material y por tanto Nehemías sabía que había algo más que hacer. Por esto, cuando terminó de edificar los muros, no hizo valijas para regresar inmediatamente a Susa, desde donde vino algunas semanas atrás. Nada de esto, se quedó un tiempo más en Jerusalén. Los muros de la ciudad estaban en pie pero muchas personas de la ciudad estaban derribados espiritualmente, estaban en bancarrota espiritual, moral y económica y Nehemías estaba dispuesto a hacer todo lo que estaba a su alcance para levantar al pueblo en todo sentido. En el capítulo 7 de Nehemías se relata el comienzo de este trabajo de restauración entre el pueblo y eso será el tema para nuestro estudio bíblico de hoy.
Le invito por tanto a abrir su Biblia en el capítulo 7 de Nehemías. La construcción de los muros se ha terminado y ha quedado atrás. Con la ayuda de Dios, se levantaron los muros que por décadas habían estado derribados y esto fue motivo para que el nombre de Dios sea glorificado en medio de las naciones. Para Nehemías, esto no era el propósito principal de su misión. Era simplemente un peldaño para lograr un objetivo mayor, la restauración espiritual del pueblo de Israel. En este capítulo Nehemías deja de ser un constructor y pasa a ser un hábil administrador de la ciudad. La primera cosa que hizo fue delegar responsabilidades. Nehemías 7:1 dice: «Luego que el muro fue edificado, y colocadas las puertas, y fueron señalados porteros y cantores y levitas» Nehemías sabiamente está delegando responsabilidades dentro de la administración de la ciudad de Jerusalén. Un buen líder no es aquel que hace todo por sí mismo. Un buen líder es el que ha despertado confianza en las personas que trabajan bajo su mando y de acuerdo a las capacidades de estas personas les encarga parte del trabajo. Por esta razón, Nehemías señala tres grupos de personas para hacer trabajos específicos. Estaban los porteros quienes se encargaban del manejo de las puertas. Estaban los cantores, quienes elevaban alabanzas a Dios. Estaban los levitas, quienes se harían cargo del servicio en el templo. Los que somos pastores o líderes de cualquier ministerio tenemos que aprender de Nehemías a delegar responsabilidades. No pensemos que cual pulpo con sus múltiples tentáculos nosotros solos podemos hacernos cargo de una infinidad de actividades. Nehemías nunca trabajó solo, siempre había a su derredor personas de confianza, a quienes podía solicitar que se encarguen de algunas tareas importantes para la buena marcha de la ciudad de Jerusalén. Además de delegar responsabilidades, Nehemías se preocupó de asegurar la ciudad de Jerusalén. Nehemías 7:2-4 dice: «mandé a mi hermano Hanani, y a Hananias, jefe de la fortaleza de Jerusalén (porque éste era varón de verdad y temeroso de Dios, más que muchos); y les dije: No se abran las puertas de Jerusalén hasta que caliente el sol; y aunque haya gente allí, cerrad las puertas y atrancadlas. Y señalé guardas de los moradores de Jerusalén, cada cual en su turno, y cada uno delante de su casa. Porque la ciudad era espaciosa y grande, pero poco pueblo dentro de ella, y no había casas reedificadas» ……………………..Sin muro y sin puertas, la ciudad fue por mucho tiempo tierra de nadie. Aun sus casas estaban derribadas. Era natural que la gente entrará y saliera a cualquier hora. Pero había llegado el tiempo para poner orden en la ciudad. Nehemías pide a dos hombres de confianza que se encarguen de la seguridad de las puertas de la ciudad. Estos, hombres eran su hermano Hanani y otro llamado Hananias. Es extraordinario el comentario que nos da la Biblia sobre Hananias. Dice que era un varón de verdad y temeroso de Dios más que muchos. Esto nos habla de la valentía a toda prueba de este hombre. Su valor era fruto de su temor a Dios. Hananias temía tanto a Dios que no temía a ningún hombre. Oh cuanto debemos imitar este comportamiento. Muchas veces tememos hacer algo para Dios. ¡No será acaso que actuamos así porque no tememos a Dios? Estos dos hombres recibieron órdenes de cerrar las puertas durante la noche, aun cuando haya personas esperando afuera. Ciertamente que Nehemías no quería correr ningún riesgo que los enemigos de la obra aprovechen de la oscuridad de la noche para realizar sus fechorías. Hanani y Hananias tenían a su cargo personas que por turno habían sido señaladas por Nehemías para resguardar la ciudad. Tenemos entonces que Nehemías delegó responsabilidades y aseguró la ciudad. Una vez hecho esto prosiguió poniendo orden en la casa. Necesitaba saber cuantos eran los judíos en su totalidad. Un censo es una herramienta importantísima para planificar el desarrollo de la población. Nehemías como buen líder sabía esto y por eso, empadronó al pueblo. Nehemías 7:5-7 dice: «Entonces puso Dios en mi corazón que reuniese a los nobles y oficiales y al pueblo, para que fuesen empadronados según sus genealogías. Y hallé en el libro de la genealogía de los que habían subido antes, y encontré en él escrito así: Estos son los hijos de la provincia que subieron del cautiverio, de los que llevó cautivo Nabucodonosor rey de Babilonia, y que volvieron a Jerusalén y a Judá, cada uno a su ciudad. Los cuales vinieron con Zorobabel, Jesúa, Nehemías, Azarías, Raamías, Nahamani, Mardoqueo, Bilsán, Misperet, Bigvai, Nehum y Baana» Posteriormente, en los versículos 8 a 65 aparecen los nombres y cantidades de los habitantes. En los versículos 66 y 67 tenemos el total del censo, dice así: «Toda la congregación junta era de cuarenta y dos mil trescientos sesenta, sin sus siervos y siervas que eran 7337; y entre ellos habla 245 cantores y cantoras» Con esta cifra, Nehemías podía hacer su planificación de desarrollo de la comunidad. Además de delegar responsabilidades, asegurar la ciudad y empadronar al pueblo, Nehemías registró las posesiones y ofrendas del pueblo. Según Nehemías 7:68-69 estas eran sus posesiones: «Sus caballos,736; sus mulos 245; camellos, 435; asnos, 6720» Después registra las ofrendas. Nehemías 7:70-72 dice: «Y algunos de los cabezas de familias dieron ofrendas para la obra. El gobernador dio para el tesoro mil dracmas de oro, cincuenta tazones, y 530 vestiduras sacerdotales. Los cabezas de familias dieron para el tesoro de la obra 20000 dracmas de oro y 2200 libras de plata. Y el resto del pueblo dio 20000 dracmas de oro., 2000 libras de plata, y 67 vestiduras sacerdotales» Gracias a Dios que tenemos registrado esto en la Biblia, porque esto nos muestra la meticulosidad con que se debe manejar los dineros del Señor. Una gran parte de los problemas en las iglesias se debe exactamente al mal manejo o pésimo control de los dineros que los hermanos ofrendan. Si tuviéramos la misma meticulosidad y cuidado que ha demostrado Nehemías estoy seguro que limaríamos muchas de las asperezas en nuestras iglesias. Una vez que Nehemías puso la casa en orden, Nehemías 7:73 dice: «Y habitaron los sacerdotes, los levitas, los porteros, los cantores, los del pueblo, los sirvientes del templo y todo Israel en sus ciudades» Si, la restauración comienza cuando las cosas se ponen en orden. Nehemías delegó responsabilidades, aseguró la ciudad, empadronó al pueblo y registró posesiones y ofrendas. Que Dios nos ayude a seguir su ejemplo en nuestro diario vivir.
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