Es un gozo saludarle amiga, amigo oyente. Soy David Araya y quiero extenderle una cordial bienvenida al estudio bíblico de hoy. Seguimos estudiando el Evangelio según Mateo, en la serie titulada: Jesucristo, Rey de reyes y Señor de señores. En instantes más estará con nosotros David Logacho para hablarnos sobre tres ilustraciones que tienen que ver con la segunda venida del Señor Jesucristo.
Doy gracias al Señor por el privilegio que significa para mí, contar con su sintonía. Después de hablar sobre las señales que habrá antes del fin del siglo y de las señales que habrá antes de su venida, el Señor Jesús usó la ilustración de la higuera, para mostrar la seguridad del cumplimiento de lo profetizado en la generación que sea testigo de lo que el Señor Jesucristo anunció en Mateo 14:4-28. Luego usó la ilustración de los días de Noé para mostrar la indiferencia de la mayoría de la gente ante la inminencia de la venida del Señor Jesús. Será como en los días de Noé cuando la mayoría de la gente de ese tiempo fue sorprendida por el diluvio porque se ocuparon en lo suyo y fueron indiferentes a las advertencias de Noé. El diluvio se llevó a toda esta gente. Hoy vamos a ver que a raíz de la venida del Señor Jesús, muchos también serán llevados, no por un diluvio sino por la ira de Dios. Esto nos lleva a la primera ilustración de cómo van a ser las cosas cuando venga el Señor Jesús. Si tiene una Biblia a la mano, ábrala en Mateo 24:40-41. Permítame leer este pasaje bíblico. La Biblia dice: Entonces estarán dos en el campo; el uno será tomado, y el otro será dejado. Dos mujeres estarán moliendo en un molino; la una será tomada, y la otra será dejada.
El Señor Jesús presenta a dos personas que están en el campo luego de la segunda venida del Señor Jesús. Una de estas personas no es creyente, jamás recibió al Señor Jesús como su Salvador. La otra persona es creyente, durante la tribulación aprovechó la oportunidad de recibir al Señor Jesús como su Salvador. El Señor Jesús dijo que la persona incrédula será tomada, así como las aguas del diluvio llevaron a los incrédulos del tiempo de Noé. Esta persona saldrá del mundo de los vivos para recibir la condenación eterna. En cambio la persona creyente será dejada en la tierra. Esta persona entrará al reino milenial, en el cual el Señor Jesucristo es el Rey. Además, el Señor Jesús presenta a dos mujeres que estaban haciendo algo muy común en su cultura y en su época: Moliendo en un molino. Una de las mujeres no es creyente, jamás recibió al Señor Jesús como su Salvador. La otra mujer es creyente, durante la tribulación aprovechó la oportunidad de recibir al Señor Jesús como su Salvador. El Señor Jesús dijo que la mujer incrédula será tomada, así como las aguas del diluvio llevaron a los incrédulos en el tiempo de Noé. Esta mujer saldrá del mundo de los vivos para recibir la condenación eterna. En cambio la mujer creyente será dejada en la tierra. Esta mujer entrará al reino milenial, en el cual el Señor Jesucristo es el Rey. Observe que en este caso, los tomados son los incrédulos y los dejados son los creyentes. No se debe confundir con el arrebatamiento, en el cual los tomados son los creyentes y los dejados son los incrédulos. Este pasaje bíblico no está hablando del arrebatamiento o el rapto de la iglesia sino de lo que va a acontecer al final de la tribulación tan pronto venga el Señor Jesús. Luego tenemos la segunda ilustración. Se encuentra en Mateo 24: 42-44. La Biblia dice: Velad, pues, porque no sabéis a qué hora ha de venir vuestro Señor. Pero sabed esto, que si el padre de familia supiese a qué hora el ladrón habría de venir, velaría, y no dejaría minar su casa. Por tanto, también vosotros estad preparados; porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora que no pensáis.
El Señor Jesús exhorta a sus seguidores a velar, porque el Señor Jesucristo vendrá en cualquier momento. El verbo que se ha traducido como: velar, significa estar despierto, o mantenerse vigilante. Hoy en día es muy notable el adormecimiento, el aletargamiento de la iglesia de Cristo. Nos hace mucha falta velar o estar vigilantes, pero este fenómeno se acentuará en el tiempo que precede a la segunda venida del Señor Jesús. El consejo del Señor es por tanto: Manténganse despiertos, estén vigilantes, porque no saben a qué hora ha de venir el Señor. Es lo que aconseja el sentido común, aunque se dice que el sentido común es el menos común de los sentidos. Si un padre de familia supiese a qué hora el ladrón habría de venir, podría descuidar su casa en todo tiempo excepto a la hora que va a venir el ladrón y su casa no sería robada. Pero como el padre de familia no sabe a qué hora el ladrón habría de venir, no le queda otra sino estar cuidando muy bien su casa en todo tiempo. Esto dicta el sentido común. Igualmente el sentido común debería dictar que como el creyente no sabe la hora a la que ha de venir el Señor Jesús, debe estar en vigilia, velando en todo tiempo. El Señor Jesús lo puso bien claro cuando dijo: También vosotros estad preparados; porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora que no pensáis. Esta porción bíblica se aplica directamente al caso de los creyentes que estén vivos en la tierra poco antes de la venida del Señor Jesús, pero se puede también extraer una aplicación secundaria para nosotros los creyentes, que somos miembros de la iglesia de Cristo. Nosotros también tenemos que estar velando, o despiertos o vigilantes ante la inminencia del rapto o del arrebatamiento de la iglesia y también ante la inminencia de la muerte física. Nadie aparte de Dios sabe cuando ocurrirá el rapto o arrebatamiento de la iglesia de Cristo, o cuando vamos a morir físicamente, por tanto es nuestro deber vivir de tal manera como si este fuera el último día que vamos a estar vivos en la tierra. ¿Está viviendo de esta manera, amable oyente? Parece que el Señor Jesús está vivamente interesado en la importancia de velar, sabiendo que nadie sabe la hora cuando va a venir. Por eso plantea una tercera ilustración. Aparece en Mateo 24:45-51. La Biblia dice: ¿Quién es, pues, el siervo fiel y prudente, al cual puso su señor sobre su casa para que les dé el alimento a tiempo? Bienaventurado aquel siervo al cual, cuando su señor venga, le halle haciendo así. De cierto os digo que sobre todos sus bienes le pondrá. Pero si aquel siervo malo dijere en su corazón: Mi señor tarda en venir; y comenzare a golpear a sus consiervos, y aun a comer y a beber con los borrachos, vendrá el señor de aquel siervo en día que éste no espera, y a la hora que no sabe, y lo castigará duramente, y pondrá su parte con los hipócritas; allí será el lloro y el crujir de dientes.
Se trata de un hombre acaudalado que busca a un siervo fiel y prudente, para ponerlo como mayordomo sobre su casa, de modo que atienda con diligencia o a tiempo los asuntos de su casa. Si el siervo que encuentra es fiel a lo que se le he encomendado, este siervo es bienaventurado o muy dichoso, porque el hombre acaudalado confiará tanto en él que le encargará el cuidado de todos sus otros bienes, no solamente su casa. Este es un principio que se nota a lo largo de las Escrituras. Quien es fiel en lo poco, también en lo más es fiel. Pero por contraste, si el siervo que encuentra es realmente malo, y comienza a razonar con malicia diciendo: Mi amo, aquel hombre acaudalado, tarda en venir, por tanto voy a hacer lo que yo quiera y comienza a tratar mal a sus consiervos, a derrochar los bienes de su amo en banquetes con sus amigos en los cuales corre abundante bebida al punto que todos terminan borrachos, lo más probable que sucederá es que en día que este siervo malo no espera y a la hora que no sabe, vendrá su amo y le sorprenderá con las manos en la masa como afirma el dicho. En consecuencia, el amo castigará a este siervo duramente, y pondrá su parte con los hipócritas; allí será el lloro y el crujir de dientes. El siervo bueno representa al creyente que vela, que está vigilante porque sabe que en cualquier momento aparecerá el Señor Jesús a quien tendrá que rendir cuentas. En cambio el siervo malo representa al incrédulo que ignora la advertencia de la pronta aparición del Señor Jesús, ante quien él también tiene que rendir cuentas. El final para el buen siervo está caracterizado por dicha y bendición. El final para el mal siervo está caracterizado por desdicha y condenación. Por supuesto que esta parábola se aplica directamente a los que estén vivos en la tierra durante el tiempo que antecede a la venida del Señor Jesús, pero también, al menos una parte, se puede aplicar indirectamente a nosotros los creyentes de hoy en día. La voluntad de Dios, ante quien somos simples mayordomos es que cumplamos con nuestras responsabilidades con diligencia y prontitud, sabiendo que en cualquier momento vendrá el Señor Jesús a arrebatarnos y tendremos que rendir cuentas de cómo hemos usado los dones, los talentos, los bienes materiales que él nos ha permitido administrar en la tierra. La buena mayordomía será recompensada con creces por el Señor Jesús. Todo lo que estamos estudiando, fue pronunciado por el Señor Jesús hace como 2000 años atrás. Lo que él dijo todavía no se ha cumplido. Esto ha sido motivo para que muchos duden de la palabra de Dios y voluntariamente ignoren las advertencias de que un día, tal vez más pronto de lo que piensan, tendrán que estar cara a cara ante el Señor Jesús. Cuando esto suceda, para ellos será demasiado tarde, lo único que les espera es castigo eterno. No corra este riesgo amable oyente. Si no lo ha hecho antes, hoy mismo reciba al Señor Jesús como su personal Salvador.
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