Es muy grato saludarle amable oyente y darle la bienvenida al estudio bíblico de hoy. Estamos estudiando el Evangelio según Mateo, en la serie titulada: Jesucristo, Rey de reyes y Señor de señores. En esta ocasión, David Logacho nos guiará en el estudio del último de los cinco grandes discursos del Señor Jesús, que Mateo registra en su Evangelio. Se trata de un discurso con un fuerte énfasis profético.
Doy gracias a Dios por el privilegio que significa para mí el compartir estos pocos minutos con usted amable oyente. Lo último que vimos fue al Señor Jesús en el templo de Jerusalén, pronunciando aquellas palabras cargadas de emoción: Porque os digo que desde ahora no me veréis, hasta que digáis: Bendito el que viene en el nombre del Señor. Con estas palabras el Señor Jesús estaba afirmando que no se manifestará más públicamente hasta que venga por segunda vez. Israel reconocerá y dará la bienvenida a Aquel a quien en su primera venida lo había rechazado. Acto seguido, Jesús con sus discípulos sale para siempre del majestuoso templo de Jerusalén. Esto nos lleva directamente al pasaje bíblico que tenemos para nuestro estudio de hoy. Si tiene una Biblia a al mano, ábrala en Mateo capítulo 24. Antes de proseguir, debemos señalar que Mateo capítulos 24 y 25 conforma lo que se llama la sección escatológica del Evangelio según Mateo. Esto significa que tiene que ver con eventos futuros relacionados con la segunda venida del Señor Jesucristo. Además, Mateo 24 y 25 es el quinto y último discurso del Señor Jesucristo que Mateo ha incluido en su Evangelio. Así que, consideremos en primer lugar el antecedente del discurso. Leo en Mateo 24:1. La Biblia dice: Cuando Jesús salió del templo y se iba, se acercaron sus discípulos para mostrarle los edificios del templo.
Israel como nación había rechazado al Señor Jesús como el Cristo, el Mesías de Israel. Por tanto, el Señor Jesús abandona el templo de Jerusalén. Los eventos que tuvieron lugar a continuación demuestran que el Señor Jesús jamás volvió a entrar en ese templo de Jerusalén. El Señor Jesús entrará nuevamente a un templo, pero en el milenio. Será un nuevo templo que se levantará en Jerusalén durante el reino milenial. Al salir del templo de Jerusalén, sus discípulos le invitaron a admirar la majestuosidad de los edificios del templo. La obra se inició por orden de Herodes el Grande en el año 20 AC y todavía no se terminaba de construir cuando fue destruido en el año 70 DC, es decir 90 años más tarde. Era una estructura impresionante de gigantescos bloques de granito, labrados a medida y adornados con oro puro. La pared oriental estaba recubierta de láminas de oro de modo que cuando reflejaba el sol matutino brindaba un espectáculo extraordinario que se lo divisaba a kilómetros de distancia. La base misma en el monte sobre el cual se levantaba la estructura había sido ensanchada por los ingenieros de Herodes, de modo que pueda dar cabida a tan enorme edificación. Desde cualquier punto que se lo mire el templo de Jerusalén era una obra monumental. Los discípulos del Señor Jesús estaban vivamente interesados en que el Señor Jesús emita su veredicto acerca de lo que sus ojos contemplaban. La respuesta del Señor Jesús debe haber dejado aturdidos a sus discípulos. Consideremos por tanto la profecía que antecedió al discurso. Se encuentra en Mateo 24:2. La Biblia dice: Respondiendo él, les dijo: ¿Veis todo esto? De cierto os digo, que no quedará aquí piedra sobre piedra, que no sea derribada.
Lejos de alabar lo portentoso de la estructura del templo de Jerusalén, Jesús pronuncia una profecía. La expresión: De cierto os digo, denota absoluta seguridad de cumplimiento de lo que el Señor Jesús estaba profetizando. La profecía del Señor Jesús tenía que ver con que, en el futuro, de esa monumental obra no quedará nada. El Señor Jesús dijo que no quedará piedra sobre piedra que no sea derribada. Esta profecía se cumplió totalmente en el año 70 DC por medio de Tito, el entonces general romano, quien hizo construir un enorme andamio de madera alrededor de las paredes de los edificios del templo, y lo rellenó hasta la punta con leña y otros elementos combustibles y lo prendió fuego. El calor fue tan intenso que redujo a escombros los bloques de granito. Luego los escombros fueron tamizados para recuperar todo el oro que había entre ellos y el resto se arrojó al Valle del Cedrón. Todo lo que el Señor Jesús dijo se cumplió al pie de la letra. ¿Cuál fue la reacción de los discípulos del Señor Jesús, ante la profecía que acababa de anunciar? Consideremos las preguntas que motivaron el discurso. Voy a leer Mateo 24:3. La Biblia dice: Y estando él sentado en el monte de los Olivos, los discípulos se le acercaron aparte,
diciendo: Dinos, ¿cuándo serán estas cosas, y qué señal habrá de tu venida, y del fin del siglo?
La caravana del Señor y sus discípulos avanzó hasta el monte de los Olivos. Es el monte que queda directamente opuesto al templo de Jerusalén cruzando el Valle del Cedrón hacia el Este. Desde ese monte se observa el templo y la ciudad en todo su esplendor. Getsemaní está justamente al pie de este monte. El Señor Jesús se sienta en este monte e inmediatamente sus discípulos le rodean para hacerle unas preguntas importantes. En la mente de los discípulos estaban frescas las palabras que pronunció el Señor Jesús al mirar la majestuosidad del templo del Jerusalén y afirmar que en el futuro, de todo eso no va a quedar piedra sobre piedra que no sea derribada. Con esto en mente, los discípulos del Señor Jesús le hacen exactamente tres preguntas. La primera: ¿Cuándo serán estas cosas? Esto significa: ¿Cuándo se cumplirá la profecía del Señor Jesús, de que el templo de Jerusalén será destruido totalmente? La segunda pregunta: ¿Qué señal habrá de tu venida? Esto significa: ¿Qué evento, o eventos sobrenaturales precederán a la venida del Señor Jesús a la tierra para establecer su reino? La tercera: ¿Qué señal habrá del fin del siglo? Esto significa: ¿Qué evento o eventos sobrenaturales indicarán que se ha terminado la época que antecede al reinado glorioso del Señor Jesucristo en la tierra? Son tres preguntas de vital importancia, no solo para los discípulos del Señor Jesús, sino para todos aquellos que hemos sido redimidos por él. Mateo no registra la respuesta del Señor Jesús a la primera pregunta, pero sí lo hace Lucas en su evangelio, en Lucas 21:20-24. La Biblia dice: Pero cuando viereis a Jerusalén rodeada de ejércitos, sabed entonces que su destrucción ha llegado. Entonces los que estén en Judea, huyan a los montes; y los que en medio de ella, váyanse; y los que estén en los campos, no entren en ella. Porque estos son días de retribución, para que se cumplan todas las cosas que están escritas. Mas ¡ay de las que estén encintas, y de las que críen en aquellos días! porque habrá gran calamidad en la tierra, e ira sobre este pueblo. Y caerán a filo de espada, y serán llevados cautivos a todas las naciones; y Jerusalén será hollada por los gentiles, hasta que los tiempos de los gentiles se cumplan.
¿Cuándo será destruido el templo de Jerusalén? Pues cuando Jerusalén esté rodeada de ejércitos. Los ejércitos romanos rodearon Jerusalén antes de tomarla. La recomendación de Jesús a los judíos que vivieron esa terrible calamidad es que los que estén en Judea, huyan a los montes en busca de protección. Los que estén dentro de Jerusalén, que salgan de la ciudad inmediatamente. Los que estén en los campos que rodean a Jerusalén que se abstengan de entrar a la ciudad. Lo que iba a venir sobre Jerusalén sería algo terrible. Serán días de retribución, días de castigo, días en los cuales se iba a cumplir lo que el Señor Jesús había profetizado. Será un tiempo difícil especialmente para las que estén encintas y las que tengan hijos pequeños. Será muy difícil escapar para ellas. La calamidad en Jerusalén será grande. La ira de Dios se estará derramando sobre ella. Muchos caerán a filo de espada, otros serán esparcidos como cautivos en todas las naciones y Jerusalén será hollada, o pisoteada, por los gentiles, hasta que se cumpla el tiempo de los gentiles, o el tiempo cuando Dios dejará a un lado a Israel y se ocupe con los gentiles. Todo esto se cumplió al pie de la letra el año 70 DC cuando Tito, el general romano, y sus ejércitos tomaron Jerusalén y destruyeron su fastuoso templo. La segunda y tercera respuestas del Señor Jesús aparecen en el discurso escatológico que Mateo registra a partir del versículo 4 de Mateo 24 hasta el final del capítulo 25. En nuestro próximo estudio bíblico comenzaremos a analizar este fascinante tema. Qué bueno es saber que el Señor Jesús nos ha dejado información preciosa sobre lo que acontecerá en el futuro. Si algo que el Señor Jesús dijo, como esto de la destrucción del templo de Jerusalén se cumplió a la perfección, tenemos garantía de que todo lo demás que ha dicho también se va a cumplir a la perfección. Qué consuelo es tener certeza sobre el futuro. ¿Tiene usted esta certeza? Si no la tiene, tal vez sea porque todavía no ha recibido al Señor Jesús como su personal Salvador. Si ese es el caso, no espere más, hoy mismo reconozca que el Señor Jesús murió por usted y en un acto de fe recíbalo como su personal Salvador.
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