Gracias por estar nuevamente con nosotros, es un privilegio contar con su sintonía, hoy continuaremos con el interesante tema que está desarrollando nuestro hermano David Logacho, “La obra de Jesucristo después de su ascensión, por medio del Espíritu Santo”, tenga su Biblia a mano y acompáñenos a conocer que es lo que dios nos quiere decir acerca de esto.
I. Introducción. Saludos y bienvenida. Estudio del libro de Hechos en la serie titulada: La obra de Jesucristo después de su ascensión, realizada por medio del Espíritu Santo. En nuestro último estudio bíblico dejamos a Pablo y sus compañeros en Troas, en viaje hacia Jerusalén. Permanecieron en Troas siete días. Fue al final de esos siete días en Troas ocurrió un episodio muy interesante que será tema para nuestro estudio bíblico de hoy. Si tiene una Biblia, ábrala en Hechos 20 a partir del versículo 7. Lo primero que encontramos es un accidente fatal.
II. Hechos 20:7-9 dice: El primer día de la semana, reunidos los discípulos para partir el pan, Pablo les enseñaba, habiendo de salir al día siguiente; y alargó el discurso hasta la medianoche. Y había muchas lámparas en el aposento alto donde estaban reunidos; y un joven llamado Eutico, que estaba sentado en la ventana, rendido de un sueño profundo, por cuanto Pablo disertaba largamente, vencido del sueño cayó del tercer piso abajo, y fue levantado muerto.
Algo muy digno de notar en este pasaje bíblico es que ya en aquel tiempo de la vida de la iglesia, se había establecido como norma que la iglesia se reúna el primer día de la semana con el propósito de celebrar la cena del Señor, pues a eso se refiere la expresión: Partir el pan. Existen otros pasajes bíblicos de las Escrituras que confirman que las iglesias locales en el primer siglo tenían sus reuniones el primer día de la semana. Esto para refutar la errada idea que las iglesias locales en el primer siglo se reunían el séptimo día de la semana. Sin embargo, aquel primer día de la semana, del cual habla el pasaje bíblico que estamos estudiando, era un día muy especial por cuanto Pablo y los suyos tenían previsto partir de Troas el día siguiente, es decir el Lunes. En el ambiente debe haber estado flotando ese sabor a despedida de personas queridas. Pablo debe haber estado consciente que tal vez no tendría oportunidad de hablar a esos discípulos otra vez, y por eso quiso enseñar todo lo que el Espíritu Santo había puesto en su corazón. Esto explicaría la razón para que Pablo alargue el discurso hasta la medianoche. El lugar donde se reunía la iglesia, estaba en el tercer piso de una casa en Troas. El poco espacio disponible para tanta gente explica el motivo para que un joven llamado Eutico haya tenido que sentarse al borde de una ventana. Por más que lo que Pablo enseñaba debe haber sido cautivante, el calor emanado de las antorchas o lámparas sumado al cansancio por lo avanzado de la hora, comenzó a causar un efecto somnífero sobre el joven Eutico. Me imagino que en algún momento, Eutico debe haber estado asintiendo con su cabeza todo lo que decía Pablo, pero no porque estaba oyendo con atención lo que decía Pablo, sino porque le vencía la cabeza del sueño, exactamente como hacen no pocos hermanitos cuando por el sueño se la pasan haciendo la venia al predicador. ¿Verdad? Pues con Eutico sucedió algo realmente trágico. Lucas registra que vencido del sueño cayó del tercer piso abajo. Imagine la conmoción que habrá causado algo así. En medio de gritos de terror algunos deben haber bajado a toda prisa para tratar de ayudar a Eutico. Pero cuando llegaron donde él estaba, ya era demasiado tarde. Eutico había muerto. Pero esta tragedia para Eutico y para los hermanos en Troas no era sino una oportunidad para que Dios muestre su poder sobre la muerte por medio de Pablo. En segundo lugar tenemos la intervención poderosa de Dios en aquel accidente fatal. Hechos 20:10 dice: Entonces descendió Pablo y se echó sobre él, y abrazándole, dijo: No os alarméis, pues está vivo.
Pablo bajó enseguida y se abalanzó sobre el cadáver, percibiendo por su esclarecido espíritu profético que Dios había de conceder la resurrección a la vida. Después del milagro Pablo pudo decir, para consuelo de toda la iglesia en Troas: No os alarméis, pues está vivo. El poder maravilloso de Dios obró por medio de Pablo para devolver la vida a este joven. Pero en esto existe una lección espiritual que yo considero importante. ¿Por qué murió Eutico? Pues porque se durmió y se cayó. Ciertamente, pero yo creo que el error de Eutico va más allá de quedarse dormido y caerse. Yo pienso que el error de Eutico fue haberse sentado al filo mismo del peligro, porque si Eutico se hubiera sentado en un sitio más seguro, al quedarse dormido y caerse, lo más que le hubiera pasado tal vez hubiera sido un chichón en la cabeza y pasar por la vergüenza. Vemos el peligro de sentarnos muy cerca del peligro. Como creyentes, tenemos la tendencia a acercarnos demasiado al fuego pero cuidando de no quemarnos. Esta es una condición muy peligrosa, porque la más mínima cosa nos puede hacer caer en el fuego, o sufrir una tragedia como le sucedió a Eutico. Cuidado con coquetear con el pecado. Cuidado con acercarnos demasiado al pecado. Algún momento vamos a caer en él. Lo mejor es vivir lo más lejos posible del pecado. Retomando nuestra historia, en tercer lugar, tenemos el consuelo después del accidente fatal. Hechos 20:11-12 dice: Después de haber subido, y partido el pan y comido, habló largamente hasta el alba; y así salió. Y llevaron al joven vivo, y fueron grandemente consolados.
Una vez hecho el milagro, Pablo subió al aposento alto, en el tercer piso, participó en la cena del Señor, luego comió, y con nuevas fuerzas siguió hablando largamente hasta rayar el alba. Hecho esto, Pablo salió para proseguir su viaje, mientras Eutico, el joven que murió y resucitó fue llevado por los suyos y toda la iglesia en Troas fue grandemente consolada. Luego de relatar este incidente por demás interesante, Lucas retoma el relato del viaje misionero de Pablo y sus colaboradores. En Hechos 20:13-16 encontramos el viaje hasta Mileto. Dice así: Nosotros, adelantándonos a embarcarnos, navegamos a Asón para recoger allí a Pablo, ya que así lo había determinado, queriendo él ir por tierra. Cuando se reunió con nosotros en Asón, tomándole a bordo, vinimos a Mitilene. Navegando de allí, al día siguiente llegamos delante de Quío, y al otro día tomamos puerto en Samos; y habiendo hecho escala en Trogilio, al día siguiente llegamos a Mileto. Porque Pablo se había propuesto pasar de largo a Efeso, para no detenerse en Asia, pues se apresuraba por estar el día de Pentecostés, si le fuese posible, en Jerusalén.
La costa de la provincia de Asia, lo que ahora es la región occidental de Turquía, es sumamente irregular, abundando en ella las penínsulas, cabos, golfos, bordeándola además un gran número de islas pequeñas y grandes, muchas de ellas muy célebres en la historia del pueblo griego. La costa había sido la cuna de la cultura jónica, elemento esencial de la civilización helénica. Una mirada al mapa mostrará que Pablo pudo ir a pie desde Troas hasta Asón con buenas esperanzas de llegar a tiempo para subir a bordo cuando llegue la embarcación en la que se adelantaron Lucas y los otros. Se trataba de un atajo y, quizá los vientos contrarios impedirían el avance del barco. Podría haber mediado alguna razón especial que indujera al Apóstol a dar un paseo de unos veinte kilómetros después de una noche de predicación y servicio, pero lo más probable es que necesitaba unas horas de tranquilidad alejado aun de sus amados compañeros, con el fin de meditar, ayudado por los espléndidos panoramas de una costa famosa por su belleza natural. Su deseo, y aun determinación, de estar a solas en medio de la naturaleza es una pincelada más que ayuda a completar el retrato de Pablo, destacando tanto la humanidad como la delicada sensibilidad de un líder que a veces parecía vivir sobre un plano espiritual tan elevado que se distanciaba de lo normal de los hombres. Pablo se unió al grupo en Asón. De allí llegaron a Mitilene, la ciudad más importante de la célebre isla de Lesbos. El día siguiente llegaron delante de Quio y al otro día atracaron en el puerto de Samos. Quío y Samos eran islas pequeñas pero famosas en los anales de la historia helénica. Desde Samos, no tuvieron que hacer más que rodear la península de Trogilio para llegar al puerto de Mileto, en el golfo de Latonia, donde desembocaba el río Meander. Habían dejado a Efeso atrás hacia el nordeste, no haciendo escala allí su barco, lo cual convenía al plan de Pablo de no demorar con el fin de llegar a Jerusalén para la fiesta de Pentecostés. Mileto era cuna antiquísima de la filosofía griega, pero sufrió graves daños durante las guerras con Persia. Recobró mucho de su importancia comercial en los tiempos del Imperio romano. Efeso se hallaba a 48 Km. al nordeste y hemos de suponer que Pablo había enviado mensajeros a los Ancianos de la iglesia en Efeso con antelación para fuesen a Mileto a tiempo de recibirle. Se supone además que el barco hizo una escala algo prolongada en Mileto, lo que daría ocasión para la reunión de Pablo con los Ancianos de Efeso, lo cual será tema para nuestro próximo estudio bíblico.
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