Qué bendición es para mí contar con su sintonía, amiga, amigo oyente. Bienvenida, bienvenido al estudio bíblico de hoy. La depresión afecta a muchas personas en el mundo. En nuestro estudio bíblico anterior tratamos acerca de algunas causas que conducen a la depresión. La depresión es un estado de ánimo que nos impide vivir la vida con satisfacción. En esta oportunidad vamos a tratar acerca de los síntomas que manifiestan las personas que han sido afectadas por la depresión.
En nuestro último estudio bíblico mencionamos las causas de la depresión. En forma resumida podríamos decir que la depresión puede tener su origen en causas orgánicas, como por ejemplo, un desorden hormonal, causas emocionales, como por ejemplo la auto-compasión y causas espirituales, como por ejemplo algún pecado que se lo practica en secreto y que no ha sido confesado ni arreglado delante de Dios. Dejemos atrás las causas de la depresión y pongamos nuestra mirada en los síntomas que manifiestan las personas que han sido afectadas por la depresión. La depresión, amable oyente, se manifiesta principalmente como una apatía generalizada hacia todo. Es una especie de aletargamiento, como si faltara energía para hacer aún las cosas más rutinarias de la vida. Es como tocar un disco de 45 rpm a 33 rpm. Los jóvenes se estarán preguntando qué es eso de discos de 45 rpm y 33 rpm. Pues, en el tiempo que algunos de nosotros éramos más jóvenes, porque no es que seamos muy viejos que digamos, no había todavía cassettes, CD’s, ipods y tantas cosas más que existen hoy para escuchar música. En esos tiempos la música venía en discos de acetato, algunos de ellos había que hacerlos girar a 45 rpm para escuchar la música y otros, que eran de mayor diámetro, había que hacerlos girar a 33 rpm para escuchar la música. Cuando un disco de 45 rpm se lo hacía girar a 33 rpm, se escuchaba cualquier cosa menos música, todo lento, monótono, no se entendían las palabras. Algo parecido a esto es vivir en depresión. Falta el ritmo de la vida, la energía, la alegría de la vida. Otro síntoma de la depresión es el insomnio. La persona deprimida tiene mucha dificultad tratando de conciliar el sueño y cuando lo logra, es casi ya la hora de levantarse. Por esto muchas personas deprimidas, además del insomnio, tienen también serios problemas con levantarse a tiempo de la cama para hacer sus actividades cotidianas. Por esto muchas personas deprimidas faltan a sus trabajos. No se les puede levantar de la cama ni con una grúa. Otro síntoma de la depresión es una falta de motivación para hacer cualquier cosa. Esto hace que la persona deprimida se torne indecisa. Es como si se acomodara tan bien en la situación que está, que no quiere moverse de allí en lo absoluto. Si está en la cama prefiere quedarse en la cama todo el día. Si está vistiendo cierta ropa, prefiere usar la misma ropa todos los días. No es extraño por tanto que una persona deprimida se torne negligente en su apariencia exterior. La falta de aseo personal, por ejemplo, puede ser resultado de un estado de depresión. Alguien ha dicho muy bien cuando ha afirmado que la desesperanza, la incapacidad y el insomnio son los tres pilares donde descansa la depresión. Si ve algunos de estos síntomas en su vida, lo menos que puede hacer es detenerse y evaluar su situación personal. A lo mejor está al borde de caer en la depresión o ya ha caído en la depresión. No estoy diciendo que una apatía esporádica o una esporádica falta de energía, o una esporádica etapa de insomnio, sean sinónimas de depresión. Todos pasamos por días grises, es parte de la vida normal. Pero si de esporádico pasa a ser rutinario el letargo, la apatía, el insomnio, la falta de motivación, la falta de decisión, entonces es probable que estemos ante un caso de depresión. Veamos ahora algunos ejemplos de personajes bíblicos que entraron al valle de la depresión. Uno de ellos fue el gran rey de Israel, David. Este hombre tenía todo para vivir siempre sobre la cresta de la ola. De joven llegó a ser el héroe nacional de Israel, a raíz que mató al gigante Goliat. Una vez en el trono de Israel, llegó al punto más elevado de su gloria en todo sentido. Sin embargo, amable oyente, David también descendió a algunos valles en su vida. Mire lo que escribió en Salmo 38:9-11 La Biblia dice: Señor, delante de ti están todos mis deseos,
Y mi suspiro no te es oculto.
Psa 38:10 Mi corazón está acongojado, me ha dejado mi vigor,
Y aun la luz de mis ojos me falta ya.
Psa 38:11 Mis amigos y mis compañeros se mantienen lejos de mi plaga,
Y mis cercanos se han alejado.
Bueno, estas palabras no parecen de un hombre que llegó al pináculo de la fama en tan corto tiempo. Pero es la realidad amable oyente. La depresión no respeta ni edad, ni sexo, ni situación económica o social. Es el caso de David, su depresión se originó en el pecado. David cedió a la tentación de su carne y tomó a la mujer del prójimo. Queriendo ocultar su pecado de adulterio, David prácticamente hizo matar al esposo de la mujer para quedarse con la viuda. Todo esto David hizo a escondidas de los ojos de los hombres, pero usted sabe, amiga, amigo oyente, que nada está oculto de la atenta mirada de Dios. Según los entendidos, David pasó como dos años tratando de ocultar su pecado. Era natural que estos dos años hayan sido de depresión para David. Salmo 38:8 dice: Estoy debilitado y molido en gran manera;
Gimo a causa de la conmoción de mi corazón.
¿Puede sentir la angustia en la cual estaba viviendo David a causa de su pecado? Le faltaba la energía, se sentía débil. Era como si estuviera entre las ruedas de un gigante molino. Se pasaba llorando todo el tiempo. Había algo en su corazón que le tenía permanentemente en un estado de conmoción. Definitivamente, David había caído en el valle de la depresión. Otro personaje bíblico que padeció de depresión es el salmista Asaf. Ponga atención a lo que escribió en Salmo 77:1-4. La Biblia dice: Con mi voz clamé a Dios,
A Dios clamé, y él me escuchará.
Psa 77:2 Al Señor busqué en el día de mi angustia;
Alzaba a él mis manos de noche, sin descanso;
Mi alma rehusaba consuelo.
Psa 77:3 Me acordaba de Dios, y me conmovía;
Me quejaba, y desmayaba mi espíritu. Selah
Psa 77:4 No me dejabas pegar los ojos;
Estaba yo quebrantado, y no hablaba.
Esta es una descripción muy real de la depresión. Note los elementos que están presentes. Angustia, insomnio, intranquilidad, llanto, dolor, debilidad, quebrantamiento, falta de decisión, por eso permanecía con la boca cerrada. Esto es interesante. A veces se ha dado a entender que la depresión es algo que solamente lo padecen los impíos. Pero no hay tal. David fue escogido por Dios para ser rey de Israel. Asaf era aparentemente el director grupo de alabanza a Dios en el templo de Jerusalén, pero sin embargo ambos se encontraron deprimidos en alguna etapa de su vida. Pero vemos un caso aún más impactante amable oyente. Se trata de Elías el profeta de Israel. En 1 Reyes 18, tenemos el relato de su gran hazaña. El solo, se enfrentó a 450 profetas del dios falso llamado Baal. Por supuesto, Dios estaba junto a Elías, y eso era suficiente garantía de victoria. En la hora crucial, Elías avergonzó e hizo matar a todos los profetas de Baal. Dios logró una gran victoria por medio de Elías. Pero cuando Jezabel se enteró de los hechos, juró que haría matar a Elías. Aquí comenzó el lento e inexorable descenso de Elías hacia el valle de la depresión. Interesante que después de una gran victoria espiritual es común que aparezcan circunstancias que arrastran a la depresión. A todos nos pasa, no sólo a Elías. A lo mejor, el domingo ascendemos al pináculo de la comunión íntima con Dios, por escuchar un buen mensaje en el culto dominical. Nos sentimos eufóricos, refrescados espiritualmente hablando. Arreglamos nuestras cuentas con Dios y hacemos todo tipo de promesas de una vida de consagración a Dios. Pero llega el lunes con la rutina de la semana, el trabajo, los problemas, las pruebas, las tentaciones. Todo se viene abajo. De la cima de la comunión con Dios caemos al profundo valle de la depresión. A Elías le pasó algo parecido. En su depresión, Elías huyó al desierto y allí se sentó debajo de un enebro y deseando morirse dijo: Basta ya, oh Jehová, quítame la vida, pues no soy yo mejor que mis padres. Pobre Elías, estaba tan deprimido que pensaba que la muerte era su única salida. La depresión, amable oyente, es real. Pero también es real la posibilidad de curación. Así como ciertas cosas pueden llevar a una persona a la depresión, existe también cosas que pueden sacar a una persona de la depresión y eso será materia de nuestro próximo estudio bíblico. Mientras tanto, amable oyente, si está deprimido, no piense que ya no hay esperanza. Ciertamente hay esperanza, pero esa esperanza no está en usted o en las personas que le rodean, o en las circunstancias que le rodean. Esa esperanza está en Cristo Jesús, quien dijo: Venid a mí, todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar.
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