Saludos cordiales amable oyente y la cordial bienvenida a nuestro estudio bíblico de hoy. Estemos tratando el tema de los sinsabores de la vida, a los cuales hemos llamado valles. Ya hemos hablado sobre el valle de la duda, sobre el valle de la depresión, y sobre el valle de la calamidad. En esta ocasión hablaremos sobre el valle de la muerte.
Hace algunos años atrás, transcurrían con normalidad las actividades rutinarias de los sábados en el hogar. La normalidad se alteró bruscamente cuando una llamada telefónica trajo la ingrata noticia de que mi cuñado, hermano mayor de mi esposa, había fallecido a causa de un infarto mientras dormía. De pronto, mi esposa sobre todo, y toda la familia en general, nos vimos sumidos en el profundo valle de la muerte. En todos había una mezcla de dolor por la partida y esperanza por lo que promete la palabra de Dios sobre los duermen en Cristo. Algo difícil de describir con palabras. Si usted ha pasado por una experiencia así, podrá entender mejor lo que estoy compartiendo. Eso me sirve de introducción al tema que vamos a tratar en este estudio bíblico. Se trata del valle de la muerte. Este es un valle por el cual todos caminaremos algún día, bien sea como actores o como espectadores de los que nos preceden en la partida, aunque ciertamente existe la posibilidad de que los que somos creyentes no descendamos jamás al valle de la muerte, siempre y cuando el Señor venga antes para llevarnos a estar con él antes que nos sorprenda la muerte. Si pretendemos salir victoriosos del valle de la muerte, ya sea nuestra propia muerte o la muerte de algún ser querido, es vital que reconozcamos lo mejor que podamos lo que encierra la muerte. Antes de ello, permítame manifestar lo siguiente. Aunque para una persona que sufre intensamente antes morir, la muerte puede llegar a ser un amigo, la realidad es que para todos, la muerte no es de ninguna manera un extraño, porque la Biblia dice en Ezequiel 18:4 y 20 que el alma que pecare esa morirá. También Romanos 6:23 dice que la paga del pecado es la muerte. Todos somos pecadores y por tanto la muerte no puede ser extraña a ninguno de nosotros. Con esto no estoy diciendo que la muerte sea algo natural o que debe ser bienvenida o anhelada. De ninguna manera. El hecho que no nos sea extraña no significa que sea placentera. El pecado es algo horrendo, pero sus consecuencias son mucho más horrendas. La muerte es nuestro enemigo, y no saldremos victoriosos de valle de la muerte si de alguna manera ingeniosa ignoramos esta faceta de la muerte. La gente busca formas de suavizar la rudeza de este brutal enemigo llamado muerte y por eso todos estamos acostumbrados a oír frases como: Descansar en paz, partir de este mundo, ir al hogar celestial, en un vano intento por dorar la píldora y esconder el lacerante lado macabro de la muerte. Pero nada sacamos hablando palabras bonitas de algo que es horrendo. Debemos ser realistas y reconocer a la muerte como se la ve en la Biblia. La muerte es un enemigo que debe ser conquistado, mas no un amigo que debe ser abrazado o un extraño que debe ser ignorado. La Biblia usa a menudo algunas metáforas para hablar de la muerte, y por medio de estas metáforas podemos apreciar un poco más la cruda realidad de lo que es la muerte. Entre las metáforas más importantes tenemos esta, la Biblia presenta a la muerte como un lazo. Note lo que dijo el sabio Salomón en Proverbios 14:27. La Biblia dice: El temor de Jehová es manantial de vida
Para apartarse de los lazos de la muerte.
Aquí tenemos a la muerte como un lazo. El propósito de un lazo es atrapar una presa. Algunos cazadores arman sus lazos para capturar lobos, venados o conejos. El lazo atrapa cualquier animal que cae en él. Así es la muerte en realidad Es el lazo que atrapa a cualquier persona que cae en él no importa si es rica o pobre, culta o inculta, blanca o negra, joven o vieja, hombre o mujer. La muerte puede atrapar a un bebé en su cuna, robándonos la felicidad y dejándonos el corazón lleno de dolor. La muerte puede atrapar a un joven robando nuestra esperanza par el mañana. La muerte puede atrapar a padres, abuelos, pastores, misioneros. La muerte atrapa a nuestros amigos cercanos y a nuestros relacionados lejanos. Algún día, si el Señor tarda en venir por segunda vez para llevar a su iglesia, la muerte nos atrapará a nosotros también. La muerte se compara con el lazo, también por el hecho que está oculto. Nadie sabe en que recodo del camino de la vida se encuentra oculto el lazo de la muerte. Un amigo mío, de apenas 24 años, salió de su casa a disfrutar un paseo en el auto nuevo que acababa de comprase. El no sabía que ese fatídico día se iba a encontrar atrapado en el lazo de la muerte. Falleció instantáneamente en un accidente de tránsito en su vehículo nuevo. Nadie sabe con anterioridad cuando va a morir. Ni aun los que deciden quitarse la vida lo puede saber con certeza. Conozco el caso de una persona que decidió dispararse un tiro en la sien, pero cuando apretó el gatillo, de alguna manera la bala se desvió de su trayectoria, dañó parte del cerebro, pero no causó la muerte. A raíz de este incidente esta persona llegó a los pies del Señor y ahora es un fiel hijo de Dios. Los animales que caen en el lazo del cazador no saben dónde está ese lazo. Si supieran jamás serían atrapados. Igual es con la muerte. Ni usted ni yo sabemos donde está ese lazo, y lo más prudente es estar preparados para que ya sea que nosotros caigamos en él o que un ser querido caiga en él, estemos listos para salir victoriosos. Pero no todo es pesar amable oyente, porque el mismo texto que leímos anteriormente nos muestra que existe una manera de frustrar ese lazo. El texto dice: El temor de Jehová es manantial de vida. El temor de Jehová no evitará que algún momento alguien se vea atrapado por la muerte, pero por un lado protegerá el camino de esta persona para que no sea atrapada por la muerte prematuramente, y por otro lado, preparará a esta persona para cuando muerta un ser querido y sobre todo para cuando esta persona mismo muera. El temor de Jehová se refiere a una confianza total en él y a una dependencia absoluta de él. El temor de Jehová tiene su primer paso mi amiga, mi amigo. Comienza cuando la persona reconoce que es pecadora y que como una de las muchas consecuencias del pecado, quizá la más severa, está la muerte. La palabra de Dios dice en Romanos 5:12 Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron.
Luego la persona debe reconocer que la Biblia enseña que Cristo, el Santo Hijo de Dios murió en la cruz del Calvario para que los que creemos en él podamos vencer a la muerte. Romanos 5:8 dice: Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.
Luego 2 Corintios 5:15, añade estas magistrales palabras: y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos.
Así es amable oyente. Cristo Jesús, nuestro amado Salvador murió en lugar de nosotros para que al creer en él podamos tener vida eterna, y no sólo eso, sino que podamos vivir en este mundo sin el temor constante de que a lo mejor en algún instante nos va a sorprender el lazo de la muerte. Teniendo a Cristo como Salvador, podemos vivir con optimismo en este mundo y con esperanza de que cuando caigamos en el lazo de la muerte tendremos quien nos acompañe por ese valle y nos conduzca a la gloria magnífica de Dios. Le desafío a que mire por la fe a Cristo Jesús muriendo por usted en la cruz y consecuentemente reciba a Cristo como su único y personal Salvador. Sólo así, la muerte dejará de ser un lazo que atrapa a una víctima y pasará a ser un lazo que conduce a la vida en la gloria magnífica del cielo. En nuestros próximos estudios bíblicos hablaremos de otras metáforas que la Biblia utiliza para referirse la muerte. Espero su compañía.
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