Hola amigo, amiga oyente, que gusto estar junto a ti este día. El día de hoy haré mi mejor intento para no decir nada y permitir que sea la Palabra de Dios la que hable.
Ahora, toma un segundo para reflexionar. ¿Ha transformado Dios tu vida? ¿Es tu vida una imagen de la gloria de Dios? ¿Tu vida es una demostración del poder de Dios y de la transformación que ocurrió en tu corazón cuando te abrió los ojos a tu necesidad? ¿Ha sucedido eso en ti? Nadie puede entrar al Reino de Dios, ver el Reino de Dios a menos que haya nacido de nuevo. ¿Naciste de nuevo? Y esta es la última pregunta: ¿Este evangelio se ha convertido en una realidad en tu vida? Y al hacer esta pregunta, pueden existir muchas personas que se cuestionen: ¿en realidad es esto para mí? No te pierdas esto, no te desvíes de esa pregunta, no intentes evitarla porque es una pregunta eternamente importante porque te conduce a uno de dos caminos:
En primer lugar, aquel camino descrito en Juan 3, donde Dios abre tus ojos al pecado, cambia tu corazón, lo limpia, te da su santo Espíritu, te transforma, te permite alejar del pecado y te permite confiar en Cristo. De corazón, espero que tomes este camino. Ahora, quizás tengas dudas si esto realmente sucedió en tu vida, entonces, vale la pena estar a solas con el Espíritu de Dios y su Palabra noche tras noche, hora tras hora, pasar tiempo con Él y saber si de verdad has nacido de nuevo. El mismo Espíritu Santo testifica con nuestro espíritu que somos hijos de Dios, así que haz esta pregunta, esta es la pregunta para que no sigas un camino espiritualmente engañado y una rutina religiosa como la de Nicodemo. Así que quizás este es el momento, tal vez hoy es el día, tal vez es esta la semana, cuando vayas delante de Dios con esta duda por primera vez, y Él te muestre tu necesidad de Él y te de un nuevo corazón. Su Palabra dice: “Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra”. ¡Alabado sea Dios! Esto es justo lo que significa nacer de nuevo, y si no ha sucedido en tu vida, te insto a que vayas, delante de Dios.
Por favor, quiero rogarte que no pases por alto esto. Bajo la luz de todo lo que hemos aprendido en Juan capítulo 3, con sinceridad de corazón, formula la pregunta: ¿he nacido de nuevo? Y quiero invitarte a orar en ese sentido. Pregúntale a Dios si Él ha hecho eso en tu vida. Pídele que te muestre si es una realidad o no, y si ya es una verdad en ti, entonces pídele que muestre cualquier área de tu vida que todavía necesite ser transformada. Deja que descubra esas áreas difíciles para mostrar su gloria, su poder y su victoria sobre el pecado en ti. Permite que esto te lleve a un lugar más profundo de transformación. Quiero invitarte a reflexionar con la Palabra de Dios en su Espíritu, tómate el tiempo necesario y recuerda que esta decisión tiene una importancia eterna.
Entonces, toma tu biblia y te invito a abrirla conmigo en Filipenses, capítulo 2. Tenemos mucho camino por recorrer, y el día de hoy abarcaremos varias ideas y conceptos desafiantes. Además, quiero abordar una visión general de los tres componentes o facetas fundamentales de la salvación que espero nos ayuden a entender este texto de mejor manera.
Entonces, en primer lugar, la salvación implica un cambio, fundamentalmente un cambio de tu esencia. De acuerdo con Juan capítulo 3, versículo 16, la salvación tiene inicio en el momento en que naces de nuevo, tal como lo estudiamos en el programa anterior. Esto tiene lugar en un punto determinado en el tiempo, las Escrituras hablan de ello como un evento pasado; simplemente un momento y lugar específico. Sin embargo, la Escritura no da evidencia de que alguien simplemente se infiltre en el reino, sino que llega un momento en el que nacemos de nuevo, Dios nos declara justos delante de Él, nos da un corazón nuevo, abre nuestros ojos espirituales, habilita nuestra fe, nos da la posibilidad de apartarnos del pecado y confiar en Él. Recuerdas la pregunta que nos formulamos el programa pasado, en realidad ¿has nacido de nuevo?
Mira, no hay ninguna pregunta más importante por hacer que esa, y sé que muchos se la formularon la semana pasada. Incluso, me atrevo a decir que desde entonces han estado luchando con esta pregunta y su respectiva respuesta. Ahora bien, quiero animarte a continuar haciéndolo, es bueno luchar con esa cuestión porque significa que algo ha sucedido en tu vida.
Cuando comenzamos esta serie, afirmamos que todos somos propensos al engaño espiritual y ciertamente no podemos tomar este punto de la salvación y abordarlo con métodos y lenguaje no bíblicos, no podemos hacer asunciones sin fundamentos. Entonces, la pregunta permanece ¿has nacido de nuevo?
Entonces, para responder a eso, te invito a que tomes tu Biblia y me acompañes a Efesios 2, versos 5 y 8, esto dice: “aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos), y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús, para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús. Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios” de acuerdo a esto, es por gracia que has sido salvado, éste fue un acontecimiento maravilloso en tu vida y la Biblia a menudo se refiere a ello como la justificación.
Por su parte, Romanos capítulo 3, versículo 24 y Romanos capítulo 5, versículo 1 nos recuerdan: “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo; por quien también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios”. Es decir, ahora estamos justificados ante Dios y según el lenguaje utilizado en las Escrituras en este punto nacemos de nuevo, es aquí donde Dios nos declara justos delante de Él.
Ahora, quiero que reflexiones sobre la idea de nacer de nuevo, a pesar de que este hecho parece circunstancialmente diferente en cada vida, hay algunas cosas que son iguales para todos, por ejemplo, sin lugar a dudas, el Evangelio será siempre el mismo, es por ello que nos enfocamos en el evangelio en Dios, en lugar de hablar de un evangelio centrado en el hombre. De acuerdo con la Biblia es evidente que cualquier persona puede nacer de nuevo, por lo tanto, la proclamación del Evangelio es esencial en este proceso. De igual manera, los acontecimientos que nombramos en el programa anterior tendrán lugar en cada una de nuestras vidas cuando nacemos de nuevo, es decir, Dios abre nuestros ojos a la necesidad de Él, habilita nuestra fe para alejarnos del pecado y posibilita que confiemos en Cristo. Él va a cambiar nuestro corazón por completo, será todo un proceso de transformación, pero, hay algunas preguntas que surgen en torno a ello, por ejemplo: ¿cuáles son las circunstancias que giran en torno a ello?, ¿cómo está involucrada la gente?, ¿tiene algo que ver la edad?
Mira, es evidente que estas circunstancias serán diferentes para todos, por ejemplo, un niño de 12 años que crece en un hogar donde los padres son devotos seguidores de Cristo que conocen el Evangelio y lo alimentan en cierto sentido desde que nace, entonces, cuando llega a los 12 años se da cuenta por primera vez de su necesidad de Cristo, confía en Él y nace de nuevo. Ahora, compara estas circunstancias con las siguientes, un hombre de 40 años que ha tenido poca o ninguna exposición al evangelio en su vida, con serias adicciones al alcohol y las drogas, de repente llega al punto en que ve su necesidad de Cristo, se aparta del pecado y confía en Él, entonces, Dios le da un corazón nuevo y nace de nuevo.
¿Lo notaste? Las circunstancias siempre serán diferentes. Probablemente el segundo ejemplo sea más dramático, y no por ello necesitamos entrar en el negocio de comparar experiencias, simplemente necesitamos enfocarnos en confiar en el Evangelio. Por la tanto, permíteme preguntarte: ¿has escuchado el Evangelio?, ¿has nacido de nuevo?, ¿ahora tu vida es diferente? Si echas un vistazo al Nuevo Testamento, podrás apreciar vidas transformadas. Obviamente, algunas conversiones fueron más dramáticas que otras como la de Pablo. Sin embargo, ves esa transformación en todas partes. Las Escrituras reflejan que cada vez que alguien llega a la fe en Cristo nace de nuevo, éste es un evento puntual en el tiempo; denominado “justificación”. De manera que, la salvación implica un cambio. Segundo, la salvación implica un caminar. No obstante, si nos detenemos en el hecho del nuevo nacimiento sin tomar en consideración el caminar, estaríamos subestimando la salvación bíblica, pues la comprensión de la misma estaría incompleta.
En síntesis, la Biblia enseña que la salvación implica un cambio que nos conduce a un caminar. El caminar comienza cuando somos declarados justos por Dios y continúa en el proceso donde somos conformados a su imagen. Él nos está transformando continuamente tras nuestro nuevo nacimiento. Cabe indicar que, la transformación no es inmediata, no se trata de un cambio instantáneo donde todo está bien. Sabemos que es todo un proceso, un caminar, de ninguna manera es simplemente un evento pasado.
Segundo, es un proceso presente, algo que está sucediendo en nuestra vida. 2da a Corintios capítulo 3, versículo 18 ilustra que somos transformados a la imagen de Cristo con una gloria cada vez mayor en el presente. La Biblia dice: “Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor.” Ciertamente, somos salvos, sin embargo, estamos en el proceso de transformación, trabajando en ello.
Hoy hablaremos de nuestra salvación, éste es el medio por el cual se nos hace santos y se nos declara justos ante los ojos de Dios. Ahora, esto no sucede de manera automática y no creo que las Escrituras enseñen que eso ocurra en su totalidad en esta vida pues no lograremos que las tentaciones dejen de atraernos. Es decir, ser completamente justos en carácter y a la imagen perfecta de Cristo es algo que sucederá en el futuro. Por lo tanto, nos referimos a la salvación como todo un proceso: un evento pasado en el cual naciste de nuevo, un evento presente en el que se evidencia un cambio, un caminar nuevo y, por último, un destino eterno.
En cierto sentido, la salvación es un premio futuro, como lo ilustra 1era a Corintios capítulo 9, versículos del 24 al 27. Donde dice: “¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero uno solo se lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis. Todo aquel que lucha, de todo se abstiene; ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible. Así que, yo de esta manera corro, no como a la ventura; de esta manera peleo, no como quien golpea el aire, sino que golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado” (1 Corintios 9:24-27).
Asimismo, en Filipenses capítulo 3, versículo 14, podrás ver a Pablo hablando sobre el objetivo de su salvación, correr tras la meta. Cuando culminemos nuestra carrera denominada “salvación”, estaremos en la presencia de Dios y nos reconciliaremos con Él. Éste es el propósito del evangelio, reconciliarnos con Dios hasta que finalmente llegue el día en que estemos con Él, disfrutando de su presencia, no habrá más pecado, ni dolor, ni enfermedad, todo habrá desaparecido. Lo nuevo habrá llegado. Esta es la imagen a la que las Escrituras a menudo se refieren como glorificación. Seremos salvados, seremos glorificados juntamente con Él. Esa la culminación de nuestra salvación y es precisamente de eso de lo que hablaremos en el siguiente programa, esperamos que puedas acompañarnos. Que Dios te bendiga.
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