Saludos cordiales amigo oyente. Qué gozo es compartir este tiempo con Ud. Bienvenido al estudio bíblico de hoy, el cual será el último en esta serie sobre la santidad, tomando como guía de estudio el material escrito por William McDonald, bajo el título: Sed santos, el mandamiento olvidado. En esta ocasión, David Logacho nos desafía a vivir en la práctica lo que ya sabemos en la teoría.
Qué bendición ha sido, amigo oyente, tratar el tema de la santidad a lo largo de esta serie de estudios bíblicos. Muchas de las cosas que hemos compartido, me han servido para reconocer mis propios errores y corregirlos a la luz de lo que dice la palabra de Dios. Espero que Ud. también se haya sentido motivado a aplicar en su vida, lo que hemos visto sobre este fascinante tema. Damos gracias a Dios por personas como William McDonald quien con mucha sabiduría de lo alto, nos ha desafiado a vivir en santidad, a través del material escrito por él que hemos utilizado como guía para nuestro estudio sobre la santidad. Terminando ya, me gustaría citar a un poeta quien dedicó uno de sus poemas a la santidad. Su nombre es W. D. Longstaff. Citaré línea por línea su poema, haciendo un corto comentario de lo que significa. Dice así: Toma tiempo para ser santo. La vida de santidad, amigo oyente, es algo que se cultiva. No es algo que aparece de pronto. En esta época en la cual todo tiende a ser instantáneo, nos vemos tentados a pensar que debe haber una forma para obtener la santidad instantáneamente. Pero no hay tal. La santidad es dejar que Cristo que mora en nosotros viva su vida en nosotros momento a momento. Luego el poeta dice: Habla siempre con el Señor. Sin oración no puede haber santidad. La oración no solamente hace que las cosas cambien sino que también hace que las personas que oran cambien. Debemos orar siempre. Debemos orar con devoción. Después el poeta dice. Permanece en El siempre. Permanecer habla de continuidad, y especialmente de continuidad en la vida de obediencia a la palabra de Dios. Esto produce un cada vez más profundo conocimiento del Salvador y una creciente semejanza a él. Jesús dijo en Juan 15:10: Si guardareis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; así como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor» El poeta prosigue diciendo: Y aliméntate de su palabra. Deberíamos leer, estudiar, memorizar, meditar y obedecer la palabra de Dios. Jeremías lo hizo y dijo que las palabras de Dios le fueron por gozo y por alegría de su corazón. El salmista lo hizo y dijo que le sirvió para no pecar contra Dios. Si nosotros las comemos, encontraremos que son útiles para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia. Luego el poeta dice: Haz amistades entre los hijos de Dios. La comunión con los santos ejerce una tremenda influencia santificadora en nuestras vidas. Así como las malas amistades corrompen las buenas costumbres, las buenas amistades fortalecen nuestro carácter para formar hábitos piadosos. Sigue diciendo el autor de este poema: Ayuda a los que son débiles. Esto tiene que ver con una vida de servicio a los demás. La inactividad en lo que tiene que ver con la obra del Señor es un estado muy peligroso. Las tentaciones son más fuertes cuando no estamos haciendo nada en el Reino de Dios. El poema continúa diciendo: Pidiendo siempre la bendición del Señor. Una de las pruebas para saber si algo que estamos por hacer es bueno, es: ¿Puedo inclinar mi cabeza y pedir que Dios bendiga esto que voy a hacer? Todo lo que hacemos debe ser para la gloria de Dios y con el único propósito de agradarle. Dios bendice únicamente aquello que es consistente con su santo carácter. También dice el poeta: Toma tiempo para ser santo, el tiempo se va. Qué rápido pasa el tiempo, y qué triste será que cuando queramos tomar tiempo para ser santos, ya no nos quede tiempo, porque lo hemos desperdiciado para vivir para nosotros mismos y no para Dios. Luego dice el poeta: Invierte mucho tiempo en secreto, a solas con Jesús. W. G. Scroggie urgía a sus conocidos diciendo: Aíslate con el propósito de alcanzar bendición. Los creyentes que se elevan a los planos más altos de santidad práctica, son aquellos que pasan bastante tiempo, en secreto, a solas con el Señor, meditando en su palabra. Si no estamos bien enraizados en Dios, nuestras vidas serán siempre superficiales. Además dice el autor de este poema: Al mirar a Jesús, como él serás. Hace como 2.000 años, el apóstol Pablo escribió estas palabras en 2ª Corintios 3:18. Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor” En otras palabras, nosotros seremos transformados en su imagen en la medida que pasemos tiempo junto a él. Prosigue diciendo el autor: Tus amigos, por tu conducta, la imagen de Cristo verán. Cuando Moisés descendió del Sinaí, su rostro brillaba con una luz que no era suya. Cuando los gobernantes de Israel vieron el denuedo de Pedro y de Juan, se dieron cuenta que estos hombres del vulgo habían estado con Jesús. Si nosotros vivimos en constante comunión con el Señor, los que están a nuestro lado verán la imagen moral de Cristo en nuestras vidas. Otra frase del poema dice: Toma tiempo para ser santo, deja que él sea tu guía. Esto no significa sino que ceder el control de nuestras vidas al Señor. Es un cambio de nuestra voluntad por la de él. Es hacer las cosas como él quiere, no como nosotros queremos. Una frase más del poema dice: Y no andes delante de él, cualquier cosa que pase. Cuando no tenemos una respuesta inmediata del Señor, la reacción natural es actuar impulsivamente, confiando en nuestro buen razonamiento. Por la impaciencia, arremetemos con todo hacia adelante, solo para encontrar tristeza y dolor. Como dice en el libro de Isaías: He aquí que todos vosotros encendéis fuego, y os rodeáis de teas; andad a la luz de vuestro fuego, y de las teas que encendisteis. De mi mano os vendrá esto; en dolor seréis sepultados. Además dice del poeta: En gozo o en tristeza, sigue al Señor. La piedad debe ser independiente de las circunstancias y del estado emocional. Por eso, John Wesley oraba así: Señor, cura mi piedad intermitente y hazme totalmente cristiano. Una frase más del poema dice: Y mirando a Jesús, sigue confiando en su palabra. El poeta persiste en mencionar la palabra de Dios, porque sabe que la Biblia es el instrumento que Dios utiliza para limpiarnos y santificarnos. Otra línea dice: Toma tiempo para ser santo, ten paz en tu alma. La vida en santidad es una vida de paz y tranquilidad. La fe nos libra del pánico y el frenesí. Si verdaderamente confiamos en Dios no hay de qué preocuparse. También dice: Somete bajo su control todo pensamiento y acción. Por eso David oraba en el Salmo 139:23-24: «Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; Pruébame y conoce mis pensamientos; Y ve si hay en mí camino de perversidad, Y guíame en el camino eterno’- Por último, el poema dice: Pronto estarás listo para servir más allá. Lo cual es otra manera de decir que cuando tomamos tiempo para ser santos, disfrutaremos de constantes bendiciones en esta vida y estaremos preparados para el servicio eterno en las mansiones de gloria. El servicio al Señor en santidad, pues, tiene promesa de esta vida presente y de la vida venidera. No hay lugar a duda que el autor del poema que hemos analizado tenía un elevado concepto de lo que es la santidad de Dios. Así, mi amigo, mi amiga, llegamos al final de esta serie sobre la santidad. Ser santos no es una opción para el creyente, sino un deber. Como cualquier otro mandamiento del Señor, ha sido dado para nuestro beneficio, no para beneficio del Señor. No existe mayor logro en la vida que procurar ser como Jesús. Nada hace tanto bien a la causa de Dios en este mundo, como el que sus hijos vivan vidas santas y también nada hace tanto mal a la causa de Dios en este mundo que el que sus hijos vivan en impiedad. La vida santa en los creyentes glorifica a Dios y beneficia al creyente. Nada debería motivarnos tanto a vivir en santidad como el amor a Jesucristo, quien pagó con su propia vida para salvamos. La santidad es un proceso, no algo que ocurre de la noche a la mañana. Nunca seremos totalmente santos en la práctica sino cuando estemos cara a cara ante el Señor, pero debemos progresar tanto como sea posible en parecemos a Jesús moralmente. Solamente Dios nos puede hacer santos, pero él no lo hará sin nuestra cooperación. El nos ha dado ciertos principios como guía. Si los obedecemos, el Espíritu Santo nos transformará de gloria en gloria. Que con la ayuda del Señor podamos hacer práctico todo esto.
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