Jesús sabe que cuando llamamos a Dios nuestro Padre, lo primero que tenemos que hacer es esto: debemos santificar Su nombre.
¿Recuerdas la oración que Jesús hizo en Mateo 6? Esta dice algo así: “Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre” ¿Lo ves? el mayor ejemplo de oración nos recuerda que cuando santificamos el nombre de Dios, entonces honramos quién es Él.
Cuando oras ¿te acercas a Él con un corazón sincero y un anhelo genuino? O ¿acaso Dios se ha convertido en el genio de nuestra botella, a quien acudimos cuando necesitamos algo? O como Ron Moore está a punto de compartir, ¿Él es el soberano del universo y nuestro mejor amigo que merece toda nuestra adoración, incluso cuando nos acercamos a Él en una conversación íntima?
Tomen sus Biblias y vamos al capítulo 6 de Mateo. El capítulo 6 de Mateo es parte del Sermón del Monte y es lo que algunas personas llaman el sermón inaugural de Cristo, y justo en medio del sermón, Jesús aquí habla sobre la oración.
En los versos del 9 al 13, Jesús nos dirá cómo debemos orar, así que leámoslo, esto dice así: «Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal; porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén.”
Esta oración modelo, comienza dirigiéndose a Dios. Ahora, Jesús podría haber usado muchos títulos como: el Creador, el más Santo, el más Glorioso, el Todopoderoso. Podría haber usado una cantidad de títulos dirigidos al Señor, pero cuando Jesús nos enseña a orar, cuando nos da estos principios acerca de lo que es la oración, ¿cuál es el título que quiere que usemos para dirigirnos a Dios? El título es “Padre”.
«Padre» es la primera palabra de la oración y hay un énfasis especial en esa palabra. Mira, cuando nos presentamos ante Dios, debemos dirigirnos a Él, primero que nada, como nuestro Padre. Siguiendo la palabra “Padre” la palabra que lo precede es el pronombre personal “nuestro”, «Padre nuestro». Eso es lo que diríamos cuando hacemos una oración en público, pero cuando usamos estos principios de la oración en privado, debemos llevar eso aún más lejos y debemos usar la expresión: “Padre mío”.
Sabemos que Dios es el creador de todos. Malaquías 2:10 dice: “¿No tenemos todos un mismo padre? ¿No nos ha creado un mismo Dios?” Y en Hechos 17:28 Pablo dice: «Porque en él vivimos, y nos movemos, y somos; como algunos de vuestros propios poetas también han dicho: Porque linaje suyo somos» Frente a estos dos versículos, algunos teólogos liberales lo han referido como la paternidad universal de Dios; entonces Él es el Padre de todos. Y de la doctrina de la paternidad universal es muy peligrosa pues dice que al final del día, no importa quién eres o lo que hayas hecho, al final del día, Dios, que es el Padre de todos, te aceptará en su reino.
Entonces Jesús lo cambia con un pronombre personal. Él dice que cuando oras, te debes dirigir a Dios ¿cómo qué? Como tu Padre. Pablo lo dice en Gálatas, cuando está hablando a los creyentes, él dice: “todos ustedes son hijos de Dios mediante la fe en Jesucristo”. Ahora, aquí hay algo que es necesario aclarar, Jesús dijo que nadie puede venir al Padre sino a través de Él; así que no hay forma de que puedas tener una relación con el Dios viviente y llamar a Dios tu Padre sino es a través de Jesucristo. Para que Él sea tu Padre, es necesario que llegues al punto en tu vida en que te des cuenta de que estás separado de Dios por tu pecado y necesitas de Jesucristo para reconciliarte con el Hijo.
Jesucristo vino en la carne, murió en la cruz para que pudiéramos tener una relación eterna con el Padre. Y no hay manera de que podamos tener una relación con Dios sin Jesucristo. Puedes conocer la ira de Dios sin Cristo, pero no puedes conocer el amor de Dios sin Él. Puedes comparecer ante Él como juez algún día, pero no puedes comparecer ante Él como un Padre sin Jesucristo. Sólo hay una forma de poder llamarlo Padre, es a través de Jesucristo. Bien, antes de continuar quiero hacerte una pregunta: ¿realmente puedes llamar a Dios tu Padre? ¿Has confiado sólo en Cristo cómo el único medio para llegar a Dios? Esa es la única forma en que puedes llamar a Dios tu Padre.
La oración es una conversación personal con tu Padre. No sé cómo viviste tu infancia, pero personalmente tuve el gran privilegio y la enorme bendición de tener una gran relación con mi padre aquí en la tierra. Mi papá reparaba bombas y, después de repararlas, las llevaba por todo el país en su pequeño auto y, recuerdo que él siempre me llamaba y me decía que iba a salir de viaje y, acto continuo, preguntaba: ¿Quieres ir conmigo? Amaba cuando él decía eso y me encantaba acompañarlo; así que me subía al coche y hacíamos un viaje de una, dos o de tres horas por todo el país, entregando estas bombas, fueron tiempos maravillosos junto a mi padre: a veces me contaba chistes o hablábamos de cosas o, a veces, simplemente no hablábamos, pero lo maravilloso era estar juntos, sin importar lo que hiciéramos. Sabes que tienes una gran relación con alguien cuando puedes disfrutar de estar juntos y conocerse aun sin hablar.
Mi papá me enseñó sobre Cristo; él me enseñó sobre el amor incondicional, él me enseñó a amar y ser fiel a una mujer de por vida. Ahora sé que algunos de ustedes no son tan afortunados.
Hace unos años una persona me dijo: «Puedo manejar a Jesús, pero cuando comienzas a hablar de Dios el Padre, no puedo ir allí. Sé que Jesús es Dios, tengo mi teología clara, pero tuve una relación tan terrible y dolorosa con mi padre que se me hace imposible dirigirme a Dios como un Padre.” Entonces, tal vez estés en esa misma situación; tu padre estaba distante o ausente. Tal vez sólo conoces el amor condicional que el hombre ofrece; si lo hiciste bien obtuviste la brillante aceptación, pero si fallaste, podrías ver y sentir el rechazo. Tal vez fue duro, tal vez tengas en tu interior un infierno de abuso y Jesús es el único que lo sabe. Él sabe que vamos a tener padres imperfectos y pecaminosos; y para distinguir al Padre eterno de nuestros padres terrenales, Jesús dice: «Padre nuestro que estás en los cielos».
Aquí hay siete cosas que debes saber acerca de tu Padre que está en los cielos: número uno, el amor del Padre celestial es incondicional. En Romanos capítulo 8 versículos 38 al 39 Pablo dice: «Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro» Nada puede separarte del amor de Dios, su amor es: incondicional, completo y perfecto. No hay nada que puedas hacer para que Él te ame menos y no hay nada que puedas hacer para que Él te ame más. Su amor es perfecto.
Número dos, el Padre celestial nunca te dejará, Él nunca te abandonará. Puede que tengas un padre que te abandonó, pero el Padre celestial nunca te abandonará, nunca te dejará. Deuteronomio 31: 8 dice: «Y Jehová va delante de ti; él estará contigo, no te dejará, ni te desamparará; no temas ni te intimides.»
Aquí está la tercera cosa que debes saber sobre el Padre celestial, Él no puede mentir. Algunos de ustedes todavía pueden estar lidiando con promesas incumplidas de parte de sus padres, pero su Padre celestial no puede mentir. Hebreos 6:18 dice: «en las cuales es imposible que Dios mienta»
Número cuatro, el Padre celestial perdona. Es posible que algunos de ustedes estén aquí hoy y hayan hecho algo en su pasado y sigan sin creer que su padre terrenal les haya perdonado. Pero eso no es así con tu Padre celestial. El Salmo 103 versos 11 y 12 dice: » Porque como la altura de los cielos sobre la tierra, Engrandeció su misericordia sobre los que le temen. Cuanto está lejos el oriente del occidente, Hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones.»
Número cinco, el Padre celestial es misericordioso y compasivo. Isaías 30:18 dice: «Por tanto, Jehová esperará para tener piedad de vosotros, y por tanto, será exaltado teniendo de vosotros misericordia; porque Jehová es Dios justo; bienaventurados todos los que confían en él.» Puede que hoy estés lejos de casa, pero hay un Padre que te está esperando con los brazos abiertos.
Número seis, el Padre celestial es un proveedor perfecto. Santiago 1:17 dice: «Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación.»
Y el último, el Padre celestial nunca morirá. Por mucho que amé a mi padre, él murió cuando yo tenía 19 años y aún lo extraño. No puedo decirte la cantidad de veces en mi vida en que hice cosas normales como comprar un automóvil o hacer una compra y lo único que quería era llamarlo y decirle: “papá, ¿qué piensas de esto?” Pero no pude, él se había ido. Pero no es así con el Padre celestial. Deuteronomio 33: 27 dice: «El eterno Dios es tu refugio, Y acá abajo los brazos eternos;» Él nunca te dejará, Él nunca te abandonará. Él siempre estará allí, nunca vas a perder a Dios, Él siempre estará ahí.
Bien, ahora mira, por más que yo crea en la Palabra de Dios y en el poder de Su Palabra, no pretendo que las siete características de Dios vayan a arreglar tu pasado. Pero quiero recordarte esto: si no puedes llamar a Dios, “Padre”, entonces llámalo como “tú Creador, tu Perdonador, el que te ama incondicionalmente”; pero no dejes que el pecado de alguien en el pasado te impida construir una relación con Dios. Si no puedes llamarlo Padre, creo que Él lo entenderá. Pero aún así entrégale tu corazón a Él, tan real y crudo como es.
Jesús sabe que cuando llamamos a Dios nuestro Padre, lo primero que tenemos que hacer es santificar Su nombre. Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre.
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