Fe viva vs. fe muerta

¿Cómo puede una persona saber que es salva? 

Una persona es salva cuando ha recibido por la fe a Cristo como su Salvador personal. Recibir a Cristo como mi Salvador personal, significa creer totalmente que Cristo murió en la cruz en mi lugar, para pagar el castigo que yo merezco porque yo soy un pecador. Recibir a Cristo como mi Salvador personal significa también creer que Cristo fue sepultado pero resucitó al tercer día y que hoy está vivo, ofreciendo vida eterna a todos los que en él creen. La diferencia entre estar condenado y ser salvo descansa sobre el hecho de creer o no creer en Jesucristo como Salvador.

Juan 3:36 dice: «El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él.» 

Como vemos, la salvación viene por creer en una persona, mas no en un dogma de cualquier religión que sea. La salvación no es por ser Católico Romano o Evangélico o Mormón, o Testigo de Jehová o Musulmán, etc.

La salvación es por creer en una persona. Esa persona es Cristo Jesús.

Hoy en día existe mucha confusión en cuanto al significado de creer. Se piensa que creer es solamente un mero asentimiento intelectual; pero creer va más allá de lo intelectual. Creer es sinónimo de confiar plenamente. Una persona que cree en Cristo ha depositado totalmente su confianza en Cristo como su Salvador y por tanto ha renunciado totalmente a su religión o a sus obras como aquello que le otorga mérito para ser salvo.

Una persona que cree en Cristo como Salvador depende única y exclusivamente de lo que Cristo ha hecho por él en la cruz del Calvario. Para creer en Cristo se necesita de fe.

La fe que salva no es una fe ciega, sino que es una fe inteligente, cuyo objeto es la persona de Cristo. La fe que salva ha sido llamada una fe viva. Si existe una fe viva, entonces debe existir también una fe muerta.

¿Cómo se diferencia una fe viva de una fe muerta? pues por el fruto de la fe. La fe viva produce buenas obras. La fe muerta produce malas obras. Cuando una persona recibe a Cristo como Salvador y esa persona es sincera en su decisión de recibir a Cristo como Salvador, entonces es de esperarse que esa persona manifieste buenas obras que resultan de su fe viva. No estoy diciendo que las buenas obras producen salvación o que las buenas obras den seguridad de salvación. Lo que estoy diciendo es que las buenas obras son el resultado de la fe viva de una persona que es verdaderamente salva.

Jesucristo decía: Guardaos de los falsos profetas que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos? Así, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos. No puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos.

¿Cómo puede Ud. saber si es salvo? La pregunta en realidad debería ser planteada así. ¿Ha recibido Ud. a Cristo como su Salvador? Si lo ha hecho, Ud. es salvo, si no lo ha hecho, Ud. está perdido. Si Ud. ha recibido a Cristo como su Salvador, y quiere Ud. saber si su fe es viva, entonces mire sus obras, mire su conducta diaria.

Si sus obras son buenas, entonces Ud. debe ser un buen árbol cuyo buen fruto son sus buenas obras.

Pero si sus obras son malas, si Ud. vive en pecado, entonces Ud. es un mal árbol. Su fe es muerta y aunque se llene la boca diciendo que Ud. es salvo, que Ud. ha recibido a Cristo como Salvador, en la realidad, Ud. no es salvo y Ud. jamás ha recibido a Cristo como Salvador. Sus malas obras le delatan.

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