¿Por qué ha puesto Dios en mi corazón el deseo de casarme y tener hijos?

Gracias por su pregunta. Para comenzar, permítame leer lo que aparece en Salmo 34:8 Gustad, y ved que es bueno Jehová; Dichoso el hombre que confía en él.

Jehová es bueno. Cuando de corazón reconocemos esto y sobre todo lo aceptamos por fe, podemos experimentar lo que dice el texto: Dichoso el hombre que confía en él. Si no tenemos una imagen adecuada de Dios, siempre encontraremos razones para sospechar o dudar de su bondad. Así que, aunque debe ser difícil mirar que van pasando los años y sigue soltera, sin embargo, Dios sigue siendo bueno y si él ha permitido esto es porque hay un buen propósito. Por otro lado, en segundo lugar, es importantísimo tomar la decisión en cuanto a qué es lo que va a ser la fuente de su máxima satisfacción. ¿La riqueza? ¿El placer? ¿La fama, el prestigio? ¿La belleza física? ¿La familia? ¿El matrimonio? Cualquiera de estas cosas puede traer satisfacción, pero será una satisfacción pasajera. Lo único que puede traer satisfacción permanente es la persona de Dios. Asaf, el salmista reconoció este hecho y note lo que escribió según Salmo 73:25. La Biblia dice: ¿A quién tengo yo en los cielos sino a ti? Y fuera de ti nada deseo en la tierra. Esta es la única manera de evitar vivir obsesionada.

Tal vez viva obsesionada por el matrimonio, en el sentido de no ser feliz hasta que no se case. Si este fuera el caso, debería hablar seriamente con Dios, y en oración confesar que ha estado obsesionada con casarse. En tercer lugar, tenga mucho cuidado con las decisiones que tome cuando se encuentre con alguien que manifiesta algún interés en usted. No olvide que aunque está tratando de hallar su gozo en el Señor, de todas maneras casarse sigue siendo un asunto sensible, no más importante que el Señor, por supuesto. Siendo así, no caiga en la tentación de abrir la puerta al primero que la toque. Mucho cuidado con aceptar a cualquiera con tal de casarse. Antes de aceptar a alguien, ore mucho al Señor pidiendo su dirección, cerciórese de que el hombre sea creyente, asegúrese de que sea un creyente maduro, pida consejo a sus padres, a sus pastores o ancianos y a personas de reconocida madurez espiritual.

En cuarto lugar, evalúe con madurez la lista de requisitos del hombre con quien se casaría. Con bastante frecuencia me encuentro con mujeres que han puesto requisitos demasiadamente elevados para los hombres que las pretenden y como pocos o tal vez nadie puede cumplir con esos requisitos todavía están solteras. En quinto lugar, no piense que por ser entrada en años y todavía soltera, es menos que otras mujeres. Recuerde que Dios le ama y le acepta no porque sea casada o soltera sino porque ha aceptado a Cristo como su Salvador. Así que no se sienta inferior a nadie. En sexto lugar, resista la tentación a auto aislarse para evitar los comentarios hirientes de los demás. Bajo la guía del Espíritu Santo y con mucho discernimiento cultive amistades, fomente su contacto con personas. Es posible que la persona que Dios tiene para usted no se encuentre allí en el lugar donde se encuentra. En séptimo lugar, persista en oración, pero no ordenando a Dios ni demandando de Dios. Dígale a Dios que el deseo de su corazón sería casarse, pero que si esa no es la voluntad de Dios está dispuesta a someterse a él con gozo, sabiendo que eso es lo mejor para su vida. No ponga sus deseos por encima de la voluntad de Dios.

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