He leído que el Señor pidió espadas en el Getsemaní, y había dos, sin embargo no eran para ser usadas. ¿Por qué razón?

Gracias por su consulta amable amigo. Vamos a dar lectura al pasaje bíblico que muy probablemente Usted ha estado leyendo. Se encuentra en Lucas 22:35-38 donde dice: “Y les dijo: Cuando os envié sin bolsa, sin alforja, y sin calzado, ¿os faltó algo? Ellos dijeron: Nada. Y les dijo: Pues ahora, el que tiene bolsa, tómela, y también la alforja; y el que no tiene espada, venda su capa y compre una. Porque os digo que es necesario que se cumpla todavía en mí aquello que está escrito: Y fue contado con los inicuos; porque lo que está escrito de mí, tiene cumplimiento. Entonces ellos dijeron: Señor, aquí hay dos espadas. Y él les dijo: Basta” Este episodio de la vida de Jesús tuvo lugar en el aposento alto donde celebró la pascua con sus discípulos. Jesús hace memoria del evento ocurrido hace tiempo atrás cuando el Señor designó a setenta y les envió de dos en dos delante de él a toda ciudad y lugar adonde él había de ir. Parte de las instrucciones que les dio aparecen en Lucas 10:4 donde dice: “No llevéis bolsa, ni alforja, ni calzado; y a nadie saludéis por el camino”. La urgencia de la misión, demandaba que los discípulos no se distraigan pensando en la bolsa ni en la alforja ni en el calzado ni en los deberes sociales. Jesucristo se encargaría de proveer todo lo que necesitaban, no importa si se trata de dinero, comida, vestido o protección. Pensando en este episodio, Jesús preguntó a sus discípulos: ¿os faltó algo? La respuesta unánime de sus discípulos fue: Nada. Sin embargo, el tiempo había pasado. Israel había rechazado a su Mesías. El reino que Jesús estaba ofreciendo fue rechazado y despreciado por la nación de Israel. Las condiciones en ese momento, por tanto; eran totalmente diferentes con relación al tiempo cuando Jesús envió a los setenta. En cuestión de minutos, Jesús iba a ser entregado a traición por Judas Iscariote para ser maltratado y crucificado y se iba a desatar una feroz persecución contra sus discípulos. Jesús está anunciando de antemano los tiempos difíciles que esperaban a sus seguidores. En estos tiempos difíciles, era necesario que el que tiene bolsa, la tome, porque va a necesitar dinero para subsistir. El que tiene alforja, la tome, porque va a necesitar comida para subsistir. Inclusive va a ser necesario que se provean de una espada. Hará tanta falta que será preferible vender la capa para comprar con ese dinero una espada. La palabra que se ha traducido como “espada” en realidad se refiere a una daga o un cuchillo, o inclusive una navaja. No se refiere al arma blanca para atacar, larga, recta, aguda y cortante con guarnición y empuñadura. Se concluye entonces que Jesús no estaba sugiriendo que sus discípulos se armen para defenderse sino que se provean de lo mínimo indispensable para enfrentar un tiempo de especial calamidad. Como en otras ocasiones, los discípulos no comprendieron lo que Jesús trataba de decir, y rápidamente hicieron un inventario de cuantas espadas tenían. Señor, aquí hay dos espadas, dijeron a Jesús. Jesús simplemente respondió: Basta. La expresión de Jesús, basta, no significa: Con esas dos espadas que tenemos es suficiente. O con esas dos espadas podemos defendernos. Lo que Jesús estaba diciendo es: Basta ya de pensar que con espadas vamos a alterar los designios de Dios. Ya no vamos a hablar más de eso. Déjenlo allí. Ha llegado el instante de que el Hijo del Hombre sea entregado en manos de pecadores para ser escarnecido y crucificado. Esto se confirma cuando apenas un poco más tarde, a raíz que Pedro hirió con una espada a un siervo del sumo sacerdote, Jesús le reprendió severamente diciéndole: Basta ya; dejad. Luego procedió a curar milagrosamente al siervo del sumo sacerdote. Si Jesús hubiera tenido en mente el uso de la espada para defenderse a sí mismo o a sus discípulos, no hubiera reprendido de esta manera a Pedro. Pedro habría estado haciendo lo correcto. Pero Jesucristo jamás ha tenido en mente echar mano de las armas para establecer o preservar su reino. En Juan 18:36 leemos: “Respondió Jesús: Mi reino no es de este mundo; si mi reino fuera de este mundo, mis servidores pelearían para que yo no fuera entregado a los judíos; pero mi reino no es de aquí.” Jesús mismo disuadió el uso de las armas para atacar o defenderse cuando según Mateo 26:52 dijo a Pedro: “Vuelve tu espada a su lugar, porque todos los que tomen espada, a espada perecerán.” Así que, esto de vender hasta la capa para comprar una espada tiene que ver con aprovisionarse de lo mínimo indispensable para enfrentar una época de tenaz persecución. La espada era parte de esa provisión, no necesariamente para atacar o defenderse sino como una útil herramienta para el diario vivir.