Judas 16 Y 19

Leamos lo que dice la palabra del Señor en Judas 16 y 19. «Estos son murmuradores, querellosos, que andan según sus propios deseos, cuya boca habla cosas infladas, adulando a las personas para sacar provecho. Estos son los que causan divisiones; los sensuales, que no tienen el espíritu.» 

A manera de introducción, permítame señalar que la epístola universal de Judas trata el tema de la apostasía. Desde muy temprano en la vida de la iglesia de Jesucristo ya se notaba la infiltración de obreros fraudulentos, de hombres que pretendían ser siervos de Dios, pero que en la realidad eran enemigos de la Cruz de Cristo. El propósito de Judas es poner en evidencia a estos traidores y señalar su condenación final. Cabe aquí indicar que un apóstata es una persona incrédula quien profesa ser un verdadero creyente pero que en la realidad nunca ha nacido de nuevo. Estos apóstatas se bautizaron, participaron de todos los beneficios de la comunidad cristiana en la iglesia local, cantaron al Señor, oraron, predicaron, etc., etc., pero en algún momento voluntariamente rechazaron la fe cristiana y con malicia afrentaron al Salvador. Negaron la deidad de Cristo, su obra de redención en el Calvario, su resurrección corporal y varias otras doctrinas de cardinal importancia. podemos decir entonces que un apóstata no es un creyente que se ha desviado o que ha caído de la gracia, sino una persona que jamás fue creyente, jamás nació de nuevo, jamás fue regenerado por el Espíritu Santo y la palabra de Dios. Judas Iscariote es un buen ejemplo de un apóstata. Judas Iscariote profesaba ser un discípulo de Jesús, caminó con Jesús como por tres años, aún sirvió de tesorero del grupo pero al final reveló su verdadero carácter traicionando al Señor por treinta piezas de plata.

Con este antecedente, entonces, Judas, el escritor del libro que lleva su nombre va a darnos una descripción de estos apóstatas en los versículos que hemos leído. podemos notar seis características en la descripción de un apóstata. La primera característica es que son murmuradores. Esto significa que criticaban abiertamente la providencia de Dios en lugar de ser agradecidos por sus misericordias. El hecho que Dios aborrece esta actitud es ampliamente corroborado por el castigo que sufrió Israel en su jornada en el desierto. La segunda característica es que eran querellosos. Estos apóstatas querellosos, estaban buscando siempre faltas en el Señor. Entre sus argumentos se encontraban el ¿por qué permite Dios el sufrimiento? ¿por qué no pone Dios un punto final a tanta injusticia social? ¿por qué si Dios es todo poderoso permite el caos en el que se encuentra el mundo? Estos apóstatas querellosos, también buscaban faltas en el pueblo de Dios, cuando los acusaban de legalistas, hipócritas, extremistas, etc. La tercera característica de los apóstatas es que andaban según sus propios deseos. Esto significa que vivían para satisfacer sus apetitos carnales. Sus vidas se caracterizaban por una constante y desenfrenada carrera para saciar sus instintos en el área sexual principalmente. La cuarta característica es que hablaban cosas infladas, adulando a las personas para sacar provecho de ellas. Su hablar arrogante indica que se morían por ser el centro de la atención de la gente. Mediante la denuncia frontal del extremismo político, económico y social estaban siempre haciendo noticia. Sus denodados esfuerzos para confrontar sin vergüenza alguna las doctrinas cristianas, les permitía alcanzar cierta notoriedad entre los teólogos liberales. ¿Cuál era su motivación pare este comportamiento? pues no buscaban solución a los problemas, no, ellos buscaban su propio beneficio. ¿Acaso esto no nos suena familiar viendo a algunos llamados cristianos hoy en día? La quinta característica es que causan divisiones. Estos apóstatas arrastran tras sí a los creyentes sinceros pero inmaduros y de esta forma causan división en la iglesia local. La sexta y última característica es que son sensuales y no tienen el Espíritu. Esto quiere decir que piensan solamente en lo terrenal. Son como el hombre natural, porque no son salvos ya que no poseen el Espíritu porque nunca nacieron de nuevo.