La consulta para ese día es de un joven, quien es creyente y dice que mantiene una lucha titánica con malos pensamientos de tipo homosexual. Sabe que la homosexualidad no agrada a Dios pero teme ceder a la tentación. Nos pide un consejo.

Gracias por su consulta. En primer lugar, debo ratificar que la homosexualidad no es una enfermedad o una condición innata, sino un pecado. 1Corintios 6:9-10 dice: ¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios?  No erréis;  ni los fornicarios,  ni los idólatras,  ni los adúlteros,  ni los afeminados,  ni los que se echan con varones,  ni los ladrones,  ni los avaros,  ni los borrachos,  ni los maldicientes,  ni los estafadores,  heredarán el reino de Dios.

Si la homosexualidad fuera una enfermedad o una condición heredada o un desafortunado accidente genético, Dios sería injusto condenando a los afeminados y a los que se echan con varones. Por eso, Dios ofrece la oportunidad de perdón y restauración para los homosexuales. Entre los creyentes de la iglesia en Corinto había algunos que antes de ser creyentes fueron homosexuales, pero fueron perdonados y restaurados. Note lo que dice 1 Corintios 6:11 justamente después de señalar que algunos creyentes habían sido homosexuales antes de recibir a Cristo como Salvador. Dice así este texto: Y esto erais algunos;  mas ya habéis sido lavados,  ya habéis sido santificados,  ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús,  y por el Espíritu de nuestro Dios.

Por medio del Señor Jesucristo y por el Espíritu De nuestro Dios, los que eran homosexuales fueron lavados, santificados y justificados. Dios ama a los homosexuales, aunque odia la homosexualidad y por eso ofrece perdón de pecado y restauración total. En segundo lugar, entre las muchas manifestaciones de la vieja naturaleza o la carne, en todo creyente, está justamente la homosexualidad. Por eso es que está luchando contra esos pensamientos relacionados con la homosexualidad. Pero debe saber que el momento que recibió a Cristo como su Salvador, su viejo hombre fue crucificado juntamente con Cristo y por eso ya no está obligado a obedecer lo que su carne le pide hacer. Ha sido librado del poder de su carne o de su vieja naturaleza. Sólo es cuestión que se apropie de esta realidad espiritual. Mi consejo es que llene su mente con la palabra de Dios, y automáticamente saldrán de su mente cualquier pensamiento hacia la homosexualidad. Note lo que dice Salmo 119:9 y 11 ¿Con qué limpiará el joven su camino?

 Con guardar tu palabra. En mi corazón he guardado tus dichos,

 Para no pecar contra ti.

Llene su mente de la Biblia, ore al Señor con frecuencia, sirva con dedicación en la iglesia, y verá como dejan de molestar esos pensamientos hacia la homosexualidad. Que Dios le dé la victoria sobre sus malos pensamientos.